Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Hoy iniciamos el Adviento (= advenimiento o venida) con el evangelio de Marcos (13, 33-37), que nos pide que estemos preparados para la Venida del Señor. Él se refiere a la Venida Final y nos da para ello una serie de advertencias y recomendaciones, que son también muy buenas para prepararnos a su Primera Venida, en Navidad, (y para tantas otras venidas suyas a lo largo de la vida). Con la Iglesia y en este contexto de Adviento (navideño y escatológico), iniciamos también el año litúrgico 2015 con su correspondiente calendario.
Para un cristiano, el Adviento debiera ser un tiempo de expectativa y de preparación para la venida del Señor, empezando por su llegada en la Navidad. Debiera incluir al menos estos tres componentes: 1, un gozo interior y compartido, que va creciendo semana a semana a medida en que se acerca la venida del Señor y la luz vence a las tinieblas; 2. una esperanza activa, que nos hace vivir vigilantes y atentos a los signos de los tiempos y a los acontecimientos, para saber reconocerlo y acogerlo cuando y donde aparezca; y 3. un estar preparados, para ponernos de inmediato a su entera disposición, y seguirle y servirle donde y como sea, en el Belén o a la vera de un camino.
En el Plan de Dios el Adviento implica dos cosas sumamente importantes: 1. La promesa de la llegada de Alguien fuera de serie y en quien se cifran todas las esperanzas; y 2. El clímax de expectación creciente que su llegada habría de suscitar. Vivir en expectante espera, romper la rutina y el acostumbramiento, ilusionar(se) por lo que viene, fueron algunas de las actitudes que el Adviento creó en los pueblos, especialmente en el judío. Y que duró cientos, miles de años, desde que el mundo es mundo hasta la venida de Jesucristo (Rom 8, 19-23), más concretamente, desde la gran promesa de Dios -el llamado protoevangelio-(Gen 3,15), hasta la llegada del Salvador.
El alma del Adviento es el encuentro con el misterio de la Encarnación, lo que, entre otras cosas, incluye: 1, que Jesús es el Hijo de Dios que se hace hombre – ¡qué cercano Dios y qué grande el hombre desde ahora!; 2, que al encarnarse en María se encarna de algún modo en todo hombre -¡también en ti y en mí!; 3, que quiere estar con nosotros -buscando de preferencia a los pequeños y humildes; y 4, que viene a compartir nuestra historia -¡dándole sentido y transcendencia! Los cristianos de verdad rechazamos el Adviento Comercial, que nos acosa y asfixia y el Adviento de Ficción, que desfigura y desvirtúa el sentido de la Navidad. Poner belenes, árboles de Navidad, coronas de Adviento, etc., tiene raigambre cristiana, pero vale en cuanto nos lleva a entrar en comunión y compromiso con Jesús y con los hombres.
Primer domingo de Adviento 2014
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