Por Martha Meier Miró Quesada– Diario EXPRESO.
En el cuento ‘Un drama verdadero’, Guy de Maupassant escribe: “tanto en la literatura como en la vida, el axioma: «No todas las verdades se pueden decir» me parece perfectamente aplicable”.
Ese axioma aplicado a la prensa se leerá, sin duda, en el certificado de defunción del periodismo que en su actual agonía desinforma, manipula y calla. El totalitarismo de la agenda progre-globalista y del correctismo político la están asesinando.
El notable analista, periodista y político español Hermann Tertsch sostiene que “con la hegemonía mediática izquierdista [se ha gestado] un periodismo agresivo que demoniza, denuncia y acosa a todas las fuerzas que no considere integradas bajo su techo.
Esos frentes mediáticos en las democracias occidentales se han revelado capaces de mentir, ocultar y coordinar mentiras […]”.
Nuestros medios silencian alevosamente, por ejemplo, que el presidente Alberto Fujimori no dio la orden de eliminar a los estudiantes de La Cantuta, como lo recordó el viernes Aldo Mariátegui citando los libros del periodista Ricardo Uceda y Álvaro Vargas Llosa.
Uceda afirma que fue una decisión inconsulta del mayor (r) Santiago Martin Rivas, jefe del grupo Colina. Lo mismo sostiene AVLL. ¿Y dónde están las “pruebas” de Luis Nava y César Atala contra el presidente Alan García, dónde están? Luego de más de dos años no hay nada porque nada hay, pero eso no importa a un vil periodismo que desprestigia a todo freno del comunismo.
Los Pandora Papers cayeron de perillas a la chusma de esa prensa. Ríos de tinta corren para satanizar a los presidentes anti izquierda -Piñera, Lasso, Abinader- y hasta a cantantes opositores al régimen cubano, como Julio Iglesias y Miguel Bosé.
Los monos andan tecleando sobre las empresas offshore de estos. ¿Y, cuál es el delito? Ninguno; pero hay que ver cómo callan que el defecado abogado del Foro de Sao Paulo, el ex juez español Baltasar Garzón, el mentiroso patológico odiador de Alberto Fujimori, recibió cerca de noventa millones de euros de la narco-dictadura venezolana, vía PDVSA, y eso sí es delito.
Hace pocas semanas en Miami Beach un hombre armado entró a un restaurante gritando ‘es hora de morir’; apuntó a un bebé y su padre un turista de Colorado se interpuso entre el pistolero y su hijito protegiéndolo. Fue abatido y el asesino siguió disparándole al cadáver y bailando sobre él.
La noticia pasó casi desapercibida y duró lo que un suspiro porque el asesino era negro y #BlackLivesMatter, pues; además era drogadicto y había consumido hongos alucinógenos, mal dato para la agenda del promotor de la narco-legalización George Soros.
Fue detenido por la policía sin violencia así que no servía para eso de #DefundThePolice (desfinancien a la policía). Al ser interrogado dijo haber matado porque podía y se sentía “poderoso”, nada que pudiera victimizar a la colectividad afrodescendiente. Al cacho el periodismo. ¡Next!
La prensa consensuada
Deja una respuesta
[Visto: 454 veces]