El secreto siempre es el amor

[Visto: 677 veces]

ORANDO UNIDOS JAMÁS SEREMOS VENCIDOS

Por Myriam Carmen Pinto- www.cronicadigital.cl
La hermana Karoline Mayer, intentó frenar  la represión y la violencia, interponiéndose  con los brazos abiertos en cruz, entre la policía y un grupo de jóvenes, en una marcha contra el olvido, a propósito de los 40 años del golpe militar. Enamorada de los pobres y su ley, “hoy por ti y mañana por mí”, con el apoyo de vecinos, amigos y la cooperación internacional,  ha levantado  en la zona norte de Santiago un verdadero imperio solidario que incluye centros de salud, escuela de oficios, jardines infantiles y casas de acogida para drogadictos y adultos mayores.
Sea invierno o verano,  recorre a pie las calles de la  comuna de Recoleta. Va de reunión en reunión, desplazándose por las oficinas e instalaciones de cinco guarderías infantiles al servicio de 700 niños, dos escuelas de oficios que han capacitado a 800 jóvenes de escasos recursos, un centro de rehabilitación para drogadictos con capacidad para 60 pacientes,  un centro de atención a jóvenes discapacitados mental y físicamente y dos consultorios insertos en la red pública de salud, en donde se han atendido más de 24 mil personas.
Son los resultados de su gestión impulsada a través de la Fundación Cristo Vive, que funda y preside, desde 1990. En este hacer, siempre está rodeada de gente, y saluda amorosamente a quien se le cruce por su camino. Puede ser la señora que vende flores en la esquina, un joven que vende sopaipillas en un carrito en la calle, las señoras que acuden al consultorio, las jóvenes que estudian en la escuela de oficios, o bien, los niños con quienes a veces  juega en los jardines. A todos saluda, les da la mano, abraza, mira a los ojos, y les pregunta como están,  deteniéndose todo el tiempo que sea necesario para escuchar las respuestas que dejaron el alcohol, la mamá ya está mejor, el hijito sigue enfermo, o que asistirán a su misa dominical.
Y es que por dónde camina y haya caminado, despliega lazos que facilitan de inmediato una relación cercana, cálida, y sobre todo, acogedora. Dar amor y solidarizar con el otro es su vocación, su servicio pastoral para construir el reino de Dios aquí y ahora en la tierra. Es bajita, diminuta y de aspecto frágil, pero su corazón, tremendo de grande, está lleno de amor y bondad que  trajo, dentro de una maleta, procedente de la Baviera alemana en 1968 cuando llega por vez primera a Chile.
Anda siempre vestida con un jumper azul, tipo colegial, unas viejas sandalias, el pelo tomado, y una impecable camisa blanca que confeccionan y le regalan para sus cumpleaños sus vecinas. Junto a un colgante crucifico de fierro, a veces lleva prendidas unas chapitas e insignias pegadas a su pecho,  que dicen “no al lucro”, o bien Asamblea Constituyente o “Apoyo mapuche”.
Vive en la población Quinta Bella, una población de obreros que fue construida  para las familias de los areneros del río.
La calle donde vive se llama Justicia Social y colinda con otras que llevan por nombre: Generosidad, Cooperación, Honradez, Confianza, Prudencia,  Gratitud, Dignidad, Puntualidad, Veracidad, Compañerismo, Discreción, Superación, Patria, Trabajo, Abnegación, Paz, Valor, Amistad, Armonía, Lealtad, Constancia…
Quizás, sean los únicos chilenos que pueden decir que viven en la calle del Amor, que caminan por los pasajes de la Inocencia y la Bondad, que  van al pasaje de la Felicidad, pasando primero por la intersección de la Confianza y la Superación. De alguna manera, todos ellos están marcados, y quizás, podría decirse que la población Quinta Bella es una verdadera República de las Virtudes.
“A Chile de ida y vuelta”
Cuando llegó a Chile venía a enseñar en un convento de la congregación “Misioneras Siervas del Espíritu Santo”, ubicado en el barrio alto de Las Condes.
En ello estaba, pero sentía que algo faltaba. Entonces solicita permiso para estudiar Medicina. Fue denegado por lo que insiste, esta vez optando por la carrera de Enfermería, petición que fue finalmente aceptada.
Inserta en la facultad de Medicina, se integra a los trabajos voluntarios estudiantiles que tenían lugar en las poblaciones obreras y tomas de terrenos. Así, poco a poco, va adentrándose en el mundo de la pobreza, reafirmando su vocación de servicio a los pobres.
Y como había tanto que hacer, eleva a sus superiores una solicitud de permiso, esta vez para ir a trabajar a un barrio pobre. La respuesta fue positiva así es que de inmediato partió a un campamento al lado de un basural en el mismo corazón de la comuna de las Condes. Lo llamaban Áreas Verdes. Iba todas las mañanas, aunque los pobladores inicialmente le tenían desconfianza.
Entonces idea como estrategia de llegada, hacerse voluntaria de un consultorio de salud, visitando a los niños enfermos. Llegaba a sus propias casas, constatando que dormían en una cama con sus hermanos y sus padres, que tenían llagas en la piel, piojos y un avanzado estado de desnutrición
A las pocas semanas, ahora eran las mismas mamás, quienes la buscaban. Acercándose cada vez más, fueron ellas las que le propusieron que consiguiera una olla grande para que cocinaran para los niños.La gestión fue éxito. Consiguió una olla de 150 litros y luego en lo que era un terreno de unas caballerizas, levantan una casita de madera donde instalan un comedor infantil con capacidad para 150 niños. Era a comienzos de 1970.
El padre Luis Chiotti, la invita a su comunidad cristiana de base que funcionaba en la capilla del sector. El era un sacerdote obrero que durante el día reparaba semáforos, y por las tardes y los fines de semana estaba a disposición de la gente.
En dicha capilla instalaron un jardín infantil para que las madres lograran trabajar. Poco a poco se fueron sumando nuevos apoyos, entre ellas una educadora y la comunidad alemana residente en Chile.
Al cabo de unos años, el modelo lo repetía, logrando abrir cinco guarderías infantiles.
La actividad era muy intensa. Por ello Karoline solicita permiso para irse a vivir a la población, considerando que ella trabajaba allí hasta altas horas de la noche. Le dieron permiso, entregándose ahora por entero a su sueño vuelto realidad.
En plena actividad, en mayo de 1972, en una jornada de trabajos solidarios, el presidente Salvador Allende, visitó uno de los jardines infantiles que ella dirigía, prometiendo una donación de juegos didácticos. Sin embargo,  ella, se atrevió a decirle al presidente que eso no era lo que necesitaban sino que una cocina a gas.
A la semana siguiente, llegaba a la población una cocina a gas, y los prometidos juegos didácticos, sumados a una amonestación por parte de su congregación. Los diarios de la época habían publicado una fotografía donde se veía ella abrazando al presidente Salvador Allende.
El castigo se hizo caer con todo el peso que ello significara cuando la notificaron de la decisión de volverla a Alemania. Por sus votos de obediencia no podía rebelarse. En marzo de 1973, con los ojos llenos de lágrimas, despega del aeropuerto con destino a su país, sin decir a nadie lo que sucedía. Solo lo sabían sus hermanas más cercanas. Sentía traicionaba los compromisos y la confianza que habían depositado en ella sus vecinos pobladores.
Se fue llorando. Y, allá, en su país, siguió llorando. Lloraba, lloraba, cada vez más, más aún, después del golpe militar cuando las cartas que recibía decían que sus vecinos estaban prisioneros en los estadios, que habían allanado sus casas, que habían perdidos sus empleos,  y que los militares habían asesinado en Valparaíso al sacerdote chileno-británico, Miguel Woorward, y al sacerdote español, Joan Alsina, quien trabajaba en el hospital San Juan de Dios.
Reuniendo la fuerza acumulada por lo que creía una injusticia para con ella y lo que sucedía en Chile, renuncia a su congregación, regresando a Chile en diciembre de 1973. Una vez aquí, poco antes de la navidad, el cardenal Raúl Silva Henríquez, la autoriza a crear la “Comunidad de Jesús”, con votos de pobreza, destinándola al campamento Angela Davis, la toma más grande por el derecho a la vivienda.
Fueron los mismos  vecinos, quienes la invitaron a vivir entre ellos, lo que era su sueño máximo. Le cedieron un pedazo de terreno de la toma, y le construyeron una casita de madera de 18 metros cuadrados. Era un poco más grande que la del resto. Así lo habían decidido en sus reuniones porque necesitaban que ella dispusiera de una pieza para atender como enfermera a los niños, e instalara una farmacia con los remedios  que conseguía, mendigando entre laboratorios químicos y consultas de doctores.
La solidaridad como una forma de vida
En el Chile de la dictadura militar, pese a que estaban prohibidas las reuniones, Karoline, siguió haciendo lo mismo. Conseguía alimentos para la olla común, atendía a los niños, e incluso repartía a las mujeres  anticonceptivos porque los militares habían cerrado los programas de planificación familiar.
Ayudaba a quien la necesitara. Escondió a muchos dirigentes perseguidos por los militares, ayudándoles a refugiarse en las embajadas o salir con destino al exilio. Atendió heridos de bala, participó activamente en ayunos y  huelgas de hambre organizadas por los familiares de detenidos desaparecidos, fue integrante del movimiento Sebastián Acevedo, y junto al obispo Jorge Hourton, iba a las cárceles y centros de detención, proponiéndose infructuosamente obtener la libertad de los prisioneros políticos.
También dirigió la Fundación Missio, dependiente del Arzobispado, donde impulsa programas de capacitación y talleres para las familias víctimas de la represión y jefes de hogar sin empleo
No tenía miedo. Muchas veces le pusieron un cuchillo al cuello, la vigilaban día y noche, la acusaron de ejercer ilegalmente como enfermera y estuvo presa en un centro de torturas.  Fue la propia señora Lucia Hiriart de Pinochet, quien le envío hasta su casa al mismísimo general Manuel Contreras, jefe de los servicios de seguridad secreta. Lo hizo porque ella se negó a trabajar en las fundaciones que dirigía en su condición de primera dama, argumentando que colaboraba incondicionalmente cuando se trataba de combatir la pobreza, y no cuando se  perseguía, y arrestaba a los padres de los niños y allanaban sus casas.
La seguían fuera donde fuera hasta que en enero de 1976, a la medianoche, en pleno toque de queda,  un piquete de soldados y policías de seguridad, se deja caer en su domicilio. La interroga, dan vuelta todo, suponiendo allí funcionaba una clínica de atención a terroristas, y mostrándole una orden de arresto, se la llevan con los ojos vendados, según su descripción pareciera que fue la casa de torturas que funcionaba en la comuna de Ñuñoa.
Allí, la interrogaron un día y una noche entera, sin lograr sacarle nada. No la torturaron porque sabían era religiosa. Sin embargo, la amenazaban, mostrándole aparatos eléctricos. Ella rezaba, rezaba, una y otra vez, una y otra vez, porque solo eso le volvía la calma.
La embajada alemana y  el Cardenal Silva Henríquez, intercedieron por su libertad.
Al volver a la población, una de sus vecinas, al verla llegar, llorando se arrodilla ante ella, y besándole los pies, le dice: Madre, ahora has sufrido lo mismo que nosotros, ahora, realmente formas parte de nosotros.
En la vida buscando la vida misma
En 2013, con ocasión de los actos conmemorativos de los 40 años del golpe militar, Karoline,  fue al cementerio. Quiso sumarse a los homenajes, marchas y visitas que se realizaron al memorial de los Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos, patio 29 y las tumbas NN, Víctor Jara, y otros.
En las puertas del cementerio, frente a un ataque de piedras que hiciera un grupo de jóvenes encapuchados a un grupo de Carabineros, ella los invitó a sacarse las capuchas, y  caminar juntos hacia la policía con las manos en alto y limpias.
No le hicieron caso. Entonces partió sola a conversar con la policía en medio de una lluvia de piedras. Les pidió que abandonaran la zona porque su presencia provocaba a los jóvenes. La escucharon, pero se quedaron allí como si nada.
No pudo conversar con ningún jefe, ni menos convencer a nadie.
Las piedras volaban por los cielos al igual que el agua y los gases que lanzaba la policía para diseminar la protesta. Las noticias dijeron que una monja había insultado a la policía, aunque algunos medios de comunicación la calificaron de heroína por intentar abrir un dialogo.
Año a año, participa activamente en los actos y homenajes destinados a la memoria y los vía crucis populares, renovando permanentemente su compromiso con la justicia”, y la defensa y promoción de los derechos humanos.
Una de sus preocupaciones son las víctimas anónimas, aquellas que no están en ningún memorial, ninguna lista reparatoria, ni siquiera en algún juicio tramitado en los tribunales de Justicia. No quiere que nadie quede en el olvido.
Conoce muy de cerca uno de estos casos. Se trata de un grupo de vecinos de la población Quinta Bella, quienes el 23 de septiembre de 1973,   fueron sacados de sus casas durante un operativo policial y militar, que dijeron era para limpiar el país de los delincuentes.
A balazos y golpes, y con los brazos en alto, los llevaron a una cancha de tierra, donde los golpearon, fusilando a ocho de ellos. Algunos eran dirigentes sociales de base. Oficialmente no están en ninguna lista porque sus familiares atemorizados no hicieron ninguna denuncia. Muchos de ellos han muerto de manera adelantada por la pena y el dolor  sin recibir consuelo.
De la hermana Karolina, han dicho que es la madre Teresa de Calcuta latina; una santa viviente en la comuna de Recoleta; un ángel caído del cielo. Humildemente, ella dice que todo lo que ha hecho ha sido porque la gente que la rodea lo ha permitido, porque ellos la han convertido en ser lo que es, ha sido y ha llegado ser.
En 2001, Chile en reconocimiento a su trayectoria de cooperación y aporte social, le concedieron la nacionalidad chilena. Innumerables veces, le han ofrecido un escaño parlamentario. Es una carta segura. No obstante ella  jamás cambiará su  sentido de vida.  Su política dice es el amor. Está convencida de que la clave secreta radica en el amor, en el amor que todo lo da y todo recibe; el amor por el amor en los zapatos del otro.  Así no más. Nada más, nada menos.
Nota de la edición: Ha recibido los siguientes reconocimientos y distinciones: Premio Shalom de Universidad Católica (1994); Cruz Federal del Mérito Primero Clase (1997); Premio Augustin Bea (2001); Ciudadanía Honoraria de Chile (2001), Medalla del Estado de Baden–Wuerttemberg (2005); Medalla del Instituto Social de la Iglesia Cardenal Frings (2008); Premio Edith Stein (2009); Condecoración Alberto Hurtado Héroe de la Paz-Universidad Alberto Hurtado (2013); Premio Club de la Prenda de Chile (2013), Premio Asociación de Mujeres Empresarias del Diario El Mercurio (2013); Chile,  Orden de la Cruz Sur–Ministerio de Salud, Chile (2013);  Premio Marion-Dönhoff-Preis del Diario Die Zeit, para el Entendimiento Internacional y la Reconciliación (2013); premio Calidad de Vida – Centro de Estudios para la Calidad de Vida (2014).

Karoline Mayer: La monja de corazón valiente

Por Odette Magnet- www.caras.cl
Imposible no pensar que es una mujer de excepción. desde que pisó Chile conectó con la pobreza y con el alma de las poblaciones. Se arremangó y comenzó su obra. Una que ha beneficiado a miles de personas y que este año la corona con dos premios. Uno acá y otro en Alemania. Esta es una historia como pocas…
Mayer viste jumper azul algo desteñido, un par de sandalias camino a chancletas, su cruz de fierro sobre el pecho y una chapa de “No al lucro” que no se saca nunca. Pelo blanco tomado en una trenza desordenada, rostro de surcos profundos y ojos azules intensos que, al parecer, sólo se apagarán cuando la muerte la sorprenda un día cualquiera…
A los 70 años, el balance es fecundo. Ella, según propia confesión, siempre quiso tener “una vida entretenida y plena. Y ha sido mucho más de lo que jamás imaginé! ¡Ha superado todas mis expectativas!”.
Vamos a la calle. Sale con grandes trancos. No alcanza a subirse al auto cuando alguien la saluda desde la esquina. Ella agita su mano y grita desde el otro lado de la vereda: “Hola, ¿cómo está?”. Maneja el jeep, a las dos cuadras reconoce a un muchacho y se detiene. Saluda y le dice que debe someterse a un tratamiento por alcoholismo y drogas. “Tú puedes”, reafirma. “¡Toma una decisión de hombre!”, insiste. El joven baja la mirada.—¿Te hacen caso, Karoline?
—A veces— dice, también con la mirada baja.
—¿Cuáles son los problemas más severos de tu población?
—Hay poca cesantía, pero vivimos humildemente, con mucho esfuerzo. Lo que me preocupa mucho es que tanta gente que ha trabajado 35 o 40 años en la construcción tenga jubilaciones miserables, de 90 mil pesos. En lo más profundo, las personas necesitan sentir que ocupan lugares dignos. Aquí, a veces, doce o quince viven en una casita. Muchas mamás solas, abuelitas que crían sus nietos. Se consume harta droga, marihuana, pasta base, cocaína. Y no hemos podido hacer nada, el país aún no tiene capacidad de responder a este problema. Sufrimos con la delincuencia, aunque ha disminuido bastante… Pasan cosas, pero no más que en otras partes. La población tiene mala fama, sin razón. Algunos taxistas, simplemente, se niegan a entrar.
Llegó ahí en 1974. Desde entonces ha echado raíces profundas. Incluso adoptó a una pequeña de nueve años que dejaron en su casa.
Karoline Mayer Hofbeck nació en 1943 en Eichstätt, Baviera, Alemania. Tiene dos hermanas, un hermano ya murió. Por el lado materno proviene de una familia tradicional, profundamente católica, conservadora, adinerada. Su abuelo fue alcalde de Pietenfeld, abiertamente enemigo del nazismo. Su padre, maestro calificado de la construcción, estudió enfermería y fue a la guerra como enfermero. Desde muy pequeña, dice Karoline, quiso ser misionera. “Sentí el llamado y a los once años anuncié que me iba a misiones. Mi madre nunca estuvo de acuerdo con mi decisión”. Entró a un internado de la congregación de las Siervas del Espíritu Santo en Holanda y a los 21, a la congregación. Durante el noviciado murió su papá y ella en ese tiempo había pedido ser destinada a China. Como estaba cerrada esa postulación pidió India. “De un día para otro me cambiaron el destino y en la tarjeta secreta que me entregaron salía el nombre de… ¡Chile!”.
-¿Qué fue lo primero que pensó?
–Que Jesús me había engañado. Estaba muy enojada y nada preparada para América del Sur. No sabía español, por suerte había tenido seis años de latín. En China e India pensaba en los pueblos paganos que deseaba convertir. En cambio, América Latina era para mí la imagen de colonias españolas, con una Iglesia Católica potente.
Acatando los votos de obediencia que debía renovar cada año, se embarcó en el Donizetti desde Nápoles. Con la cara larga y el diccionario de español en las manos. Cuatro semanas más tarde, el 8 de agosto de 1968, llegaba a Valparaíso, puerto que le pareció “fascinante”. Pero ella venía a Santiago. Se instaló en Las Condes, en la sede de la congregación de las Siervas del Espíritu Santo. “Lo que más me impactó fue la brecha entre ricos y pobres, el clasismo. La gente llegaba al convento a pedir comida en unos tarros. Yo no sabía dónde vivían”, recuerda. Pronto recorrería toda la ciudad y desde entonces no pararía más.
Comienza a conocer la realidad social, particularmente la de los sectores más desposeídos. Se va a trabajar a la Población Áreas Verdes, en Las Condes. “Eso es humor negro”, recuerda, “porque se trataba en verdad de un basural”.
Un día de mayo de 1972, el Presidente Allende visita el jardín infantil donde Karoline se desempeñaba (porque quería, entre otras cosas, facilitar que las madres pudieran salir a trabajar). Le dice que le enviará material didáctico. Ella contesta que no lo necesita, que lo que hace falta es una cocina. Tarda pero llega.
Su sueño había sido estudiar medicina, pero la congregación no se lo permitió. Por eso entró a enfermería en la Universidad de Chile. “No tenía vocación de enfermera, pero terminé la carrera. Eran los tiempos de la reforma. ¡Fue maravilloso!”, recuerda.Luego se traslada a vivir a poblaciones de la zona norte de Santiago e integra organizaciones comunitarias. Ayuda a crear jardines infantiles, salas cuna, consultorios. Fue demasiado compromiso social y su propia orden decide expulsarla del país. “Lo primero que pensé fue en dejar la congregación. Creía que, en general, yo había cumplido con mis deberes de la vida religiosa. Pero no asistía a algunas reuniones que había en el convento”.
En marzo de 1973, toma un vuelo de Lufthansa. “Ya en el aeropuerto no podía dominar mi llanto”, recuerda en su libro El secreto siempre es el amor. “Mil veces les había prometido a los pobres de mi barrio que no los abandonaría. Una de las azafatas piensa que me he trastornado. Pero no puedo dejar de gritar de impotencia, de rabia, de miedo”, escribió.
El regreso a Alemania fue duro: “Estaba perdida, con la pena adentro de mi Chile. Cuando supe lo del Golpe no lo podía creer. Tremendo. Pedí regresar y me dijeron que no porque, supuestamente, estaba en una lista negra. Reclamé, nunca había cometido desmanes ni nada relacionado con la política”. Finalmente volvió el 21 de diciembre de 1973. “Formamos una comunidad religiosa en Áreas Verdes y el Arzobispado de Santiago la reconoció como la Comunidad de Jesús la noche del 24. Fue un maravilloso regalo de Navidad, pero el país era otro, como una gran cárcel. Allanaban las casas, se llevaban a la gente detenida. Tenía un miedo tremendo por ellos”, recuerda con amargura. Se vinculó a la red de disidentes y ayudó a salvar vidas, ocultando personas a veces en su propia casa. A otros los ayudó a salir del país. Recibió numerosas amenazas de muerte. En enero de 1976 la detuvieron en su casa. “Fue el Grupo Chacal con una orden de detención firmada por el ministro del Interior César Raúl Benavides. Me llevaron vendada a un lugar, fue sólo una noche. Nunca supe donde estuve”.
Con la llegada de la democracia creó la Fundación Cristo vive (antes presidió la Fundación Missio), con “un equipo estrella”. Un megaproyecto donde trabajan 400 personas, que persigue la promoción social, económica y cultural de grupos de escasos recursos. En Recoleta presta servicios a más de 28 mil personas en las áreas de salud, formación en oficios para jóvenes, educación infantil y rehabilitación de drogadictos. En suma, asiste a una población que supera los 100 mil habitantes. Actualmente, el 95 por ciento del financiamento proviene del Estado chileno y se trata de grandes cifras. “Rendimos cada peso, todo transparente, si no, no dormiría tranquila”, comenta Karoline.
También está el apoyo de organizaciones de iglesias cristianas, organismos no gubernamentales, municipios y gobiernos europeos (Alemania, Luxemburgo y Suiza). Buena parte de esta ayuda es desviada a las sedes de la Fundación en Perú y Bolivia. “Son vecinos nuestros que están peor que nosotros”, argumenta.
Entre los proyectos íconos está la Escuela de Formación Profesional en Oficios que enseña metalmecánica, electricidad, gasfitería, gastronomía, salud, administración a 800 jóvenes, hombres y mujeres, entre 18 y 65 años. La meta es llegar a fin de año a mil 500 inscritos. Son cuatro meses de estudio más dos meses de práctica, con horarios diurnos y vespertinos. Todo gratis.
–Tú estás por no al lucro en la educación…
-Por supuesto. Todo Chile sabe hoy que la educación marca la diferencia. Lo más urgente es la enseñanza de los niños en jardines infantiles. Hay una formación deficiente desde el ciclo básico pese a que los profesores hacen tremendos esfuerzos. Existe mucha deserción y frustración. ¡Y la educación es la clave para la vida!

Puntuación: 5 / Votos: 25

Un pensamiento en “El secreto siempre es el amor

  1. Vera Breña

    ¿Disfrutando de un matrimonio feliz? Sí, es la pregunta vital que pasa por la mente de todos, en este momento nuestra sociedad está llena de hogares y relaciones rotas, lo que es una gran causa de depresión y abuso de drogas.

    Responder

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *