El golpe del Wall Street Journal
Por Ricardo Vásquez Kunze- Director Político.pe
Los caviares han enfilado todas sus baterías contra Mary Anastasia O’Grady, cuyo artículo The President of Peru stages a coup. He dissolves congress after it delivers a vote of confidence. That’s unconstitutional ha puesto las cosas en su sitio sobre lo ocurrido en el Perú. Y precisamente en el segundo diario de mayor circulación de Estados Unidos: The Wall Street Journal.
Es decir, unos cuantos don nadie del mundo del periodismo local objetan que a Mrs. O’Grady se le otorgue algún status superior al que ellos mismos tienen, a saber, el de “opinólogos”. Como aquí todos esos opinólogos antifujimoristas y antiapristas están con el golpe de Estado de Vizcarra –y eso es lo que han escrito en sus columnas de opinión de una prensa también mayoritariamente a favor el golpe–, la discrepancia de Mrs. O’Grady y el peso que esta tiene les ha caído como una cachetada al ego y, sobre todo, a los hechos distorsionados.
Las descalificaciones contra O´Grady vienen, por ejemplo, con el argumento de que se representa a sí misma en el Wall Street Journal, de que es una simple columnista así como una conocida derechista.
Que la señora O’Grady se representa a sí misma es tan falso como que cualquier columnista de un medio equis represente a ese medio. Porque un opinólogo sí se representa a sí mismo, es cierto. Un medio le da un espacio o tribuna por sus cualidades profesionales, académicas o sociales pero nada más. De tal manera que cuando los señores Marco Sifuentes, Alberto Vergara, Steven Levitsky, Eduardo Dargent, la oveja Dolly y demás “demócratas” escriben para El Comercio, La República o parlotean en algún sitio similar lo hacen a título personal, aunque el medio sí piense como ellos.
No es el caso de O’Grady, según el postón del WSJ: “Mrs. O’Grady joined the paper in August 1995 and became a senior editorial page writer in december 1999. She was appointed an editorial board member in november 2005”. En castellano, la señora O’Grady pertenece al comité editorial del diario más importante de Estados Unidos. ¿Pueden decir lo mismo los opinólogos del Perú y balnearios?
En cuanto a descalificarla por “derechista”, viene a ser lo mismo que descalificarlos a ellos por ser caviares. Cada cual está en su derecho de optar por una posición ideológica. Así es la cultura de la libertad.
Lamentablemente, el totalitarismo de los caviares –aunado a su mendacidad– pone en evidencia la superioridad moral de la señora O’Grady a la hora de analizar el evidente golpe de Estado ocurrido en el Perú.
Foto: Captura Youtube WSJ.
Yo el Supremo es una novela del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, publicada en 1974, cuando Roa todavía vivía exiliado en Buenos Aires. Se la considera una de las obras cumbre de la literatura en español. Destaca especialmente por su construcción literaria y el juego morfológico-sintáctico que posee, además de la utilización matizada de elementos históricos y ficticios para el desarrollo de la narración. Esta se desenvuelve a través de una sola voz protagonista. El resto de voces son visiones y puntos de vista históricos del mismo autor. Por ello, cuando Roa habla de «Yo el Supremo», hace referencia a sí mismo en la perspectiva del dictador.
Como «El Supremo», era conocido el abogado, revolucionario y dictador perpetuo de la República de Paraguay, José Gaspar García Rodríguez de Francia, quien gobernó primero en triunvirato en 1811, en consulado a partir de 1813, y como magistratura unipersonal desde 1816 hasta su fallecimiento, acaecido en 1840.
La novela refleja los aspectos más negativos de su mandato. Es una obra demandante, pues en ella se subrayan la injusticia y la dureza del dictador.
Yo el Supremo constituye una lúcida reseña histórica de la vida política del dictador supremo paraguayo a lo largo de sus veintiséis años de mandato, en los que se fraguó un mundo de injusticia, explotación, racismo, penurias, persecución y muerte; así como un sentimiento popular escindido entre el deseo de rebelión y el estoicismo perseverante.
La obra destaca por ofrecer una visión más realista de lo habitual en el género de la “novela de dictador” latinoamericana. Retrata la figura de Rodríguez de Francia con datos verosímiles. Supone un claro ataque al autoritarismo, una denuncia de la represión que se vivió en el país y una crítica al poder. Se relata la historia del doctor Francia desde el punto de vista de las víctimas de su régimen, sirviéndose de las anotaciones recabadas en su Cuaderno privado.
A lo largo de sus páginas aparece el mundo irreal en que vivió José Gaspar García Rodríguez de Francia, cuyo poder alejó a la naciente república de las libertades y acabó con la población criolla y peninsular.
Fuente: Wikipedia.