Beato Joseph Gérard OMI

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Infancia y vocación misionera
Carlos Juan José Gérard nació en Bouxières-aux-Chênes, diócesis de Nancy, región de Lorena (Francia) el 12 de marzo de 1831. En 1844 entra en el seminario menor de Pont-à-Mousson y en 1849 pasa al seminario mayor de Nancy. Atraído por el ideal misionero, llama a las puertas de la Congregación de los Oblatos e inicia el noviciado en Notre-Dame de l’Osier el 9 de mayo de 1851. Al año siguiente hace su primera oblación (profesión religiosa) y concluye sus estudios eclesiásticos en el seminario mayor de Marsella.
África como meta
En 1853 el Cardenal Prefecto de Propaganda Fide (la actual Congregación para la Evangelización de los Pueblos) lanza una llamada apremiante a la joven Congregación misionera. Quiere confiar a los Oblatos la evangelización del África Austral y les confía el Vicariato Apostólico de Natal. El Fundador recluta rápidamente un equipo de misioneros. A falta de un número suficiente de sacerdotes, ordena diácono a Gérard el 3 de abril de 1853 y lo enrola en ese grupo. Un mes más tarde, el 10 de mayo, parte con el equipo pionero para África del Sur. Salen desde Marsella en barco de vela. La nave andará a la deriva, de Brasil a Isla Mauricio. Finalmente, tras 8 meses de azarosa travesía, arriban a las costas del Continente africano. Llegan a Durban, el 21 de enero de 1954. El 13 de febrero el joven diácono recibirá la ordenación sacerdotal de manos de Monseñor Allard OMI, superior de la misión y Vicario Apostólico, en Pietermaritzburg. Los misioneros se desviven en vano por interesar a los zulúes en la doctrina cristiana.
Apostolado fecundo en Lesotho
Tras diez años de labor sacrificada e infructuosa, en 1862 se dirigen a Basutolandia (actual Lesotho). El Padre Gérard, con el arte de “hacerse uno”, se grangea la confianza del rey Moshoeshoe I, padre de la Patria, y conquista el corazón de los basutos. ¿Su secreto? “El mundo será de quién más lo ame y se lo demuestre”. Su oración incesante (“el Padre se alimenta de oraciones”, comentaba su gente) y su caridad incansable harán el resto. A lomos de su “Artabán”, sube y baja por los montes Maluti en busca de las familias en las aldeas, de los pastores por los campos… Su apostolado será de persona a persona. Así se fue roturando para el Evangelio ese país árido, es verdad, pero hermoso y atractivo, y los frutos no se hicieron esperar. Hoy Lesotho tiene una población mayoritariamente cristiana, abundan las vocaciones nativas y, gracias sobre todo a las primeras escuelas y a la universidad fundada por los misioneros, el analfabetismo es prácticamente nulo.
Fama de santidad
El 29 de mayo de 1914 expira en la Roma de su amadísimo Lesotho este gran Apóstol. Allí se concluían sus 60 años de misión, sin volver jamás a su querida y siempre añorada Lorena. Su fama de santidad corre de boca en boca y los basutos acuden continuamente a su tumba para llevarse un poco de tierra para asegurar su intercesión. El 15 de septiembre de 1988 Juan Pablo II lo proclamó Beato.

22 Beatos Mártires Oblatos de España

La Guerra civil Española enfrentó, entre 1936 y 1939, a los Republicanos, que eran leales a la República española establecida y los Nacionalistas. Los Nacionalistas vencieron y gobernaron España hasta 1975. Uno de los aspectos de la guerra civil española fue la persecución religiosa. Mucha gente fue asesinada por los Republicanos (socialistas, comunistas y sindicalistas radicales) durante la guerra a causa de su fe. Un informe sobre la persecución religiosa en España recoge la muerte de 6,932 miembros del clero y religiosos sacrificados en esta persecución. 12 obispos, 4,172 presbíteros diocesanos, 2,365 religiosos y 283 religiosas. En este clima general de odio y fanatismo antirreligioso podemos situar el martirio de 22 Misioneros Oblatos de María Inmaculada.
Los Oblatos se establecieron en el barrio de la Estación de Pozuelo de Alarcón en 1929. El superior provincial vivía en Madrid. El escolasticado era el centro de formación. Algunos presbíteros servían como capellanes de las tres comunidades de religiosas. También tenían servicios pastorales en las parroquias cercanas: confesiones y predicación. Los escolásticos oblatos enseñaban el catecismo en las parroquias vecinas. Esta actividad religiosa comenzó a preocupar a los comités revolucionarios de la Estación. Los oblatos adoptaron una actitud de prudencia, compostura y calma, comprometiéndose entre ellos a no responder a las provocaciones.
El 20 de julio de 1936 las juventudes socialistas y comunistas tomaron las calles y comenzaron a quemar Iglesias y conventos, sobre todo en Madrid. La milicia de Pozuelo atacó la vecina capilla de la Estación. arrojaron todas las ropas litúrgicas y las imágenes a la calle y las quemaron. Cuando quemaron la capilla fueron a repetir la misma escena en la parroquia local. El 22 de julio un fuerte contingente de la milicia armada con fusiles y revólveres, atacó la casa de los Oblatos. Lo primero que hicieron fue capturar a los 38 Oblatos que fueron hechos prisioneros en su propia casa, los llevaron al refectorio donde las ventanas tenían rejas. El 24 de julio sobre las tres de la madrugada empezaron las primeras ejecuciones. Llamaron a siete Oblatos.

  • Padre Juan Antonio Pérez Mayo (1907-1936), profesor
  • ESc. Manuel Gutiérrez Martín (1913-1936), subdiácono
  • ESc. Cecilio Vega Domínguez (1913-1936), subdiácono
  • ESc. Juan Pedro Cotillo Fernández (1914-1936)
  • ESc. Pascual Aláez Medina (1917-1936)
  • ESc. Francisco Polvorinos Gómez (1910-1936)
  • ESc. Justo González Lorente (1915-1936)

Sin explicación alguna, los metieron en dos coches y los llevaron hacia su martirio siendo ejecutados.
El mismo día 24 de julio de 1936 la policía recibió la orden de llevar al resto de los religiosos a la Oficina General de Seguridad. Al día siguiente después de rellenar ciertos formularios, los otros 15 oblatos fueron soltados inesperadamente. Buscaron refugio en casas privadas. Pero en octubre fueron de nuevo cazados, capturados y puestos en prisión donde sufrieron hambre, frío, miedo y amenazas. Los testimonios de algunos supervivientes hablan de cómo aceptaron con paciencia heroica esta situación difícil que implicaba la posibilidad del martirio. Entre ellos reinaba un espíritu de caridad y una atmósfera de oración silenciosa. El 7 de noviembre de 1936 dos de ellos fueron ejecutados:

  • Padre José Vega Riano (1904-1936), formador
  • ESc. Serviliano Riano Herrero (1906-1936)

El 28 de noviembre de 1936 sería el turno de los otros 13:

  • Padre Francisco Esteban Lacal (1888-1936), superior provincial
  • Padre Vicente Blanco Guadilla (1882-1936), Superior local
  • Padre Gregorio Escobar García (1912-1936), presbítero escolástico
  • ESc. Juan José Caballero Rodríguez (1912-1936), subdiácono
  • ESc. Publio Rodríguez Moslares (1912-1936)
  • ESc. Justo Gil Pardo (1910-1936), diácono
  • Hno. Ángel Francisco Bocos Hernández (1882-1936)
  • Hno. Marcelino Sánchez Fernández (1910-1936)
  • ESc. José Guerra Andrés (1914-1936)
  • ESc. Daniel Gómez Lucas (1916-1936)
  • ESc. Justo Hernández González (1918-1936)
  • ESc. Clemente Rodríguez Tejerina (1918-1936)
  • Hno. Eleuterio Prado Villarroel (1915-1936)

No hubo alguna acusación formal, ni juicio, ni defensa, ni explicación alguna. Fueron conducidos a Paracuellos de Jarama y allí fueron ejecutados.
No fue posible obtener información directa de los testigos oculares sobre el momento de la ejecución. El enterrador ha declarado que uno de los Oblatos, el Provincial Padre Francisco Esteban Lacal, debió haber dicho; “Sabemos que nos matáis porque somos católicos y religiosos. Lo somos. Mis compañeros y yo os perdonamos de todo corazón. ¡Viva Cristo Rey!”
Durante el proceso de beatificación se hizo evidente que todos ellos murieron profesando su fe y perdonando a sus perseguidores. A pesar de la tortura psicológica durante su cruel cautividad ninguno renegó o perdió la fe, ni se lamentaron del hecho de haber abrazado una vocación religiosa.
Fuente: Oblatos de María Inmaculada.

BEATOS MÁRTIRES OBLATOS DE LAOS

Durante la guerra de Indochina, en Laos, entre los años 1954 y 1970, diecisiete discípulos de Cristo sufrieron el martirio por el amor a su nombre. Entre estos santos mártires, se encontraba el joven sacerdote José Tien (Ban Then, 5 de diciembre de 1918–Muang Xoi, 2 de junio de 1954), primer mártir de Laos, además de otros catequistas del lugar: Paul Thoj Xyooj (1941-1960), Joseph Outhany (1933-1961) Thomas Khampheuane Inthirath (1952-1968), Luc Sy (1938-1970), Maisam Pho Inpeng (1934-1970). También algunos miembros de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París: Padre Jean-Baptist Malo MEP (1899-1954), Padre René Dubroux MEP (1914-1959), Padre Noel Tenaud MEP (1904-1961), Padre Marcel Denis MEP (1919-1961), Padre Lucien Galan MEP (1921-1968); y de la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada: Padre Mario Borzaga OMI (1932-1960), Padre Louis Leroy OMI (1923-1961), Padre Michel Coquelet OMI (1931-1961), Padre Vincent L’Hénoret OMI (1921-1961), Padre Jean Wauthier OMI (1926-1967) y  Padre Joseph Boissel OMI (1909-1969) ofrecieron sus vidas en sacrificio para que el Evangelio pudiera ser oído. La iglesia de Laos reconoce en estos bienaventurados a sus padres fundadores.
Fuente: www.omiworld.org

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