¿Celebrar a Marx?

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Caricatura de Marx y Engels sobre un tándem

Por Martha Meier Miro Quesada– Diario Expreso.
Miseria, corrupción, hambre y represión marcaron a los países que abrazaron el marxismo, por eso a doscientos años del nacimiento de Karl Marx (1818-1883) es incomprensible que quienes se consideren demócratas celebren el ‘legado’ de un intelectual cuya teoría ‘científica’ de la historia fue y sigue siendo un sinsentido.
Para Marx la raíz de todos los males se encontraba en la propiedad privada, un sello distintivo de las sociedades capitalistas y en proceso de industrialización de su época. El filósofo prusiano afirmó que la solución pasaba por erradicar ese tipo de propiedad y que con ello se alcanzaría un mañana sin divisiones sociales ni económicas.
La historia demuestra lo contrario: a lo largo del siglo XX donde se instauró esa falsa creencia, creció la pobreza, la explotación, el hambre y la corrupción. En el entendimiento de Marx, sin embargo, solo en la sociedad capitalista se perfilan con claridad dos bandos enemigos: los dueños (la burguesía) y los trabajadores (el proletariado). Esto como si la verdadera batalla en todos los ámbitos y estratos, desde siempre, no hubiese sido entre el bien y el mal, entre la corrupción y la decencia, entre lo correcto y lo que no lo es.
El pensador liberal de origen cubano Carlos Alberto Montaner se refirió hace poco a los errores de Marx: “No era verdad que los obreros industriales estaban destinados a hacer la revolución en el mundo y serían el permanente motor de los cambios sociales. No era verdad que al cambiar las relaciones de propiedad surgiría un hombre nuevo, una sociedad nueva y definitiva, bondadosa y solidaria. No era verdad que en una primera fase todos aportarían de acuerdo con sus capacidades, pero tras la llegada del comunismo los seres humanos recibirían su recompensa de acuerdo con sus necesidades”.
Montaner nos recuerda, también, lo que es una verdad histórica. “Lo único que quedó de aquella cháchara utópica, disfrazada de teoría científica, fueron 100 millones de cadáveres, una veintena de países tiranizados, y unos errores conceptuales que lastraron el pensamiento académico durante más de un siglo”.
De hecho, a lo largo del siglo XX solo los países capitalistas progresaron y construyeron sociedades abiertas, democráticas, prósperas y con oportunidades para los individuos con espíritu emprendedor.
El capitalismo no será perfecto, pero es un sistema económico que necesariamente debe incorporar a las grandes mayorías, porque el día que deje de extender la riqueza sucumbirá.

La vida íntima y disfuncional de la familia de Karl Marx

Carlos Alberto Montaner

Por Carlos Alberto Montaner-www.cubanet.org
El 5 de mayo se cumplieron 200 años del nacimiento de Carlos Marx en Tréveris, Alemania.
No voy a hablar sólo del marxismo. La realidad y el siglo XX se han encargado de desmentir las hipótesis de este personaje minuciosamente equivocado.
Voy a hablar de la familia disfuncional de Marx, pero antes es necesario trazar, aunque sea someramente, el inventario de falsedades expresadas por Marx.
No era verdad que los obreros industriales estaban destinados a hacer la revolución en el mundo y serían el permanente motor de los cambios sociales.
No era verdad el materialismo dialéctico. No era verdad el materialismo histórico.
No era verdad que al cambiar las relaciones de propiedad surgiría un hombre nuevo, una sociedad nueva y definitiva, bondadosa y solidaria, fundada en la buena voluntad de las personas, en la que ni las leyes ni los jueces serían necesarios.
No era verdad que en una primera fase todos aportarían de acuerdo con sus capacidades, pero tras la llegada del comunismo los seres humanos recibirían su recompensa de acuerdo con sus necesidades.
Lo único que quedó de aquella cháchara utópica, disfrazada de teoría científica, fueron 100 millones de cadáveres, una veintena de países tiranizados, el recuerdo terrible del Gulag, y unos errores conceptuales que lastraron el pensamiento académico durante más de un siglo.
¿Cómo eran Marx y su familia? Ese tema íntimo me interesa mucho, al extremo de que escribo una novela sobre el yerno cubano de Marx, el médico Paul Lafargue.
Marx tuvo cuatro hijos que sobrevivieron a la edad adulta. Tres mujeres: Jenny, Laura y Eleonor. La madre fue Jenny von Westphalen. Y un cuarto, varón, que nunca reconoció: Friedrich Demuth, tenido con la sirvienta de la casa, Elena Demuth.
Karl Marx le pidió a su amigo y protector Friedrich Engels que reconociera al niño tenido con la criada para que su mujer no supiera del adulterio o para evitar el escándalo. Todo esto se supo poco antes de la muerte de Engels, cuando llamó a Eleonor, la hija pequeña de Marx, y le contó la truculenta historia.
Friedrich Demuth nunca supo quién fue su padre, pero como era el hijo de la sirvienta de los Marx, ni siquiera le permitían sentarse a la mesa.
De las tres hijas de Marx, dos se suicidaron. Eleonor y Laura.
Laura se mató en compañía de su marido Paul Lafargue, quien le puso una inyección de ácido cianhídrico y luego se inoculó el veneno él mismo.
Eleonor se mató por un desengaño amoroso, pero torturada por episodios sexuales juveniles que no supo o no pudo encajar.
Un gran escritor venezolano. Ibsen Martínez, escribió una magnífica novela sobre la posible relación incestuosa entre Karl Marx y su hija menor, aunque la alusión que hizo Eleonor en la vida real a un primer encuentro íntimo con un socialista importante, pudiera tratarse de Engels. La novela se titula: El señor Marx no está en casa.
En todo caso, hace dos siglos que nació Marx y todavía provoca reacciones apasionadas. Eso se agradece.

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