Transfiguración

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Evangelio según San Marcos 9,2-10:
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos.
Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas.
Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: “Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo”.
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría “resucitar de entre los muertos”.

FE, ESPERANZA Y COMUNIÓN COMO IDENTIDAD PERUANA

La memoria de Daniel Peredo en la Era del Cinismo

Educador, hijo, esposo, hermano y amigo
Por Aldo Llanos Marín
La noticia cayó como un balde agua fría para los hinchas más fieles de la selección peruana de fútbol. Más aún, la noticia dejó estupefacto a todos aquellos que siguieron los partidos de la selección en la segunda mitad del 2017. ¿El motivo? El fallecimiento sorpresivo de Daniel Peredo Menchola a sus 48 años. Pero lo que más ha llamado la atención no han sido las circunstancias de su muerte, sino las innumerables (y muy merecidas) muestras de cariño que se han suscitado como recuerdo y reconocimiento a su labor periodística. ¿Tanto así?, ¿por qué?
DESPEDIDA DE LOS HINCHAS DE LA SELECCIÓN A DANIEL PEREDO EN EL ESTADIO NACIONAL
En el Perú vivimos inmersos en las turbulentas aguas del postmodernismo, palabra acuñada por el filósofo y sociólogo francés Jean-François Lyotard en su libro “La condición posmoderna” [1] de 1979. Y si bien es cierto que desde aquel año mucha bibliografía ha sido publicada al respecto, la gran mayoría de estas coinciden en gran medida en sus descripciones acerca de las creencias y posturas del hombre postmoderno [2]:
1. Cree que todo es posible con desearlo, pero sabe que nada es seguro de lograrlo: Inseguridad
2. Cree en la conveniencia, más no en la objetividad de la verdad: Relativismo
3. No cree en grandes relatos (meta-narrativa), si es que estas no confirman las narrativas particulares (micro-narrativa): Cinismo
4. Acepta los códigos y los discursos por comunidades de pertenencia (“tribus”) y no por ideales universales: Identidad definida por el rol y posición en el grupo.
5. Desconfía de la autoridad: Inestabilidad
Pues bien, si extrapoláramos estas descripciones a todas las personas que tenían a inicios del 2017 un cierto interés por el rumbo de la selección en las eliminatorias, descubriríamos ciertas coincidencias, frente a las cuales, la voz de Daniel Peredo, fue, en cierto sentido, “profética” y “terapéutica”. Te explico:

Fe, esperanza y…¡eliminatorias!

La gran mayoría de peruanos no creían que íbamos a clasificar. Por ejemplo, en una encuesta vía Twitter efectuada el 22 de junio del 2016 por Radio Capital [3], sólo un 21 % de los encuestados creía en la clasificación, pero para el 30 de marzo del 2017, otra encuesta vía Twitter, pero efectuada esta vez por Panamericana Televisión [4], arrojaba que el 53 % de encuestados ya creía que lo lograríamos. Finalmente, para el 6 de octubre del mismo año, la cifra de optimistas había subido a un 68 % según una encuesta efectuada por Datum [5], quedando en evidencia que la seguridad, adquirida como consecuencia de la “firme creencia de alcanzar lo anhelado”, iba en aumento.
También es cierto que luego de los puntos ganados “en mesa” contra Bolivia (nov. 2016) y del triunfo frente a Uruguay en Lima (mar. 2017), esta seguridad empezó a cuajar, pero fue precisamente en esos momentos cuando muchos de nosotros pudimos reparar que desde el inicio de las Eliminatorias, en medio de las ácidas críticas del periodismo deportivo y de la incredulidad de la mayoría de peruanos, había un periodista que creía en su selección, con plena Seguridad. No, no se trataba de uno de los muchos periodistas convenidos por las circunstancias, sino, de alguien que quedó inmortalizado en el comercial “Taxigol” (realizado bajo el formato de cámara escondida), deFEndiendo su “esperanza contra toda esperanza” [6].
En “su” Seguridad podía percibirse el arquetipo de identidad peruana-cristiana que emergía empujando su ilusión de hincha de la selección. Como diría el Papa Francisco, “la Esperanza cristiana no se apoya en razonamientos, previsiones o cálculos humanos, sino que se manifiesta ahí donde no hay más esperanza, donde no hay nada más en que esperar” [7] ¿Acaso esa no era la Seguridad que necesitábamos la mayoría de nosotros al comenzar las últimas siete eliminatorias?

(LA NECESARIA) IDENTIDAD DE COMUNIÓN EN TIEMPOS DE FÚTBOL

DESBORDE POPULAR E IDENTIDAD
La identidad del peruano, en su variante deportiva futbolística, ha estado configurado por el cinismo en las últimas tres décadas. A comienzos del 2016, casi nadie apostaba un céntimo por la clasificación. La pose generalizada era la mueca de desprecio o de indiferencia. ¿Cómo es posible que previo a los partidos finales frente a Argentina y Colombia (oct. 2017) de pronto todos andaban en las calles, en las instituciones educativas y hasta en los trabajos con el polo de la selección? ¿Cómo es posible que, de la apatía, aparentemente invencible, se halla pasado a una expectativa casi “escatológica” [8]? Y es que en cualquier lugar del país a finales del año pasado se respiraba un clima de gran expectación y unidad nacional solo equiparable en simbolismo a las Fiestas Patrias. Sin dudas fuimos cínicos y despechados, actuando con falsedad, ya que en el fondo escondíamos el object petit A [9]: el deseo de vernos “triunfando”, como nación y no como un conjunto de individuos, en un Mundial de Fútbol.
En efecto, un rasgo distintivo de la identidad del hombre postmoderno radica en que esta no está determinada por un ideal externo/superior de pertenencia, como lo era en las sociedades occidentales hasta antes de la Modernidad. Ya en el presente, es uno mismo el que determina si los grandes ideales son pertinentes en la medida de nuestra conveniencia. Si lo importante es el “nosotros” y la identidad de ese “nosotros” la define un ideal externo, como lo es el ideal de “peruanidad”, entonces podemos hablar de “común-unión”: comunión, entre todos los peruanos. Este, al ser un ideal externo que nos trasciende, independientemente de lo que queramos y/o creamos al respecto (relativismo), nos permite a todos ser partícipes de un lazo identitario, tanto en “las buenas” como en “las malas”. Si, por el contrario, la identidad del “nosotros” no es definida por el ideal de “peruanidad” como comunión, entonces la identidad peruana queda a merced del querer/poder individual, quedándonos al final de todo, siempre solos.
¿Qué significó entonces cada relato emocionado de Daniel Peredo como voz arquetípica de la “peruanidad” (deportivamente hablando)? Significó que con cada relato, Peredo hizo añicos la actitud postmoderna de cinismo dominante en el que la apatía y la incredulidad eran las respuestas “políticamente correctas”. Con frases tales como: “Con el corazón de todos” o “No hay mal que dure treinta y seis años ni fútbol peruano que lo resista”, mostraba que no se trata de que tú, él o yo ganáramos, ni de que mi asociación, club o partido político ganara. Con frases como esas, Peredo mostraba el camino de la común-unión (comunión) como un “nosotros” que gana, identificándonos a todos mediante la participación y pertenencia a un ideal superior trascendente. Y vaya que la inmensa mayoría de peruanos quiso participar en un desborde popular que lo disfrutamos todos.
Con esta frase, acuñada luego de finalizar el partido contra Ecuador en Quito (sept. 2017), Peredo hacía un paralelo deportivo con la Gloria divina (“en las alturas”). La gloria humana es, ante todo, un reconocimiento a los logros obtenidos luego de una gran gesta, la cual, independientemente del número de personas que la reconozcan, es lícita si es que se trata de un bien obtenido con honorabilidad y justicia [10] La vanagloria en cambio, “busca la gloria humana sin subordinarla a la rectitud” [11]. ¿Pero no es acaso el fútbol un éxito porque precisamente re-crea la sociedad en su conjunto, tal cual nosotros la querríamos? (alcanzando la gloria) El fútbol es un evento en el cual hay reglas que todos deben acatar. Nadie puede incumplirlas so pena de expulsión y perjuicio de los intereses comunes: afectando directamente al equipo, e indirectamente a los hinchas/espectadores. En el fútbol todos tienen una función específica y ninguna labor es mejor que la otra, ya que todas son importantes para alcanzar el triunfo. El fútbol, al igual que la vida, tiene un tiempo limitado y luego de este, se alcanza la gloria o el olvido.
Por otro lado, la Gloria de Dios es el esplendor propio del Creador -al cual nada le hace falta-, que, en absoluta libertad, la comparte con los hombres que actúan con rectitud (sin vanagloria) a modo de participación de su presencia (Comunión) [12]. Si la gloria deportiva (humana), no va ligada en los fueros más íntimos de cada participante -sea jugador, entrenador, directivo, o hincha-, a la Gloria divina, entonces las grandes gestas quedan encogidas en los terrenos pantanosos de los intereses individuales. Lastimosamente, la conducta postmoderna de auto-glorificación del yo (la vanagloria) siempre estará condenada al fracaso porque solo está sostenida por la caducidad de lo contingente. La recordada frase “Gloria a Perú en las alturas” refleja una intuición profunda del sentido trascendente que da la identidad a los peruanos, intuición que llevó al cuerpo técnico y a los principales dirigentes de la FPF, con Ricardo Gareca y Edwin Oviedo a la cabeza, a asistir a la “Misa del mundial” (oct. 2017) frente a la imagen del Señor de los Milagros (ícono religioso de la “peruanidad”) en el templo de Las Nazarenas, previa a los partidos de repechaje frente a Nueva Zelanda.Finalmente, luego de leer estas líneas, quizás podamos entender un poquito más, cómo es posible que la muerte de este recordado periodista halla significado tanto para tantos.
Descansa en paz Daniel Peredo Menchola.
Notas:
[1] Lyotard, J. F. (2006) La condición postmoderna. Madrid: Cátedra
[2] Ver: De Sousa Santos, B. (2012) De la mano de Alicia. Lo social y lo político en la postmodernidad. (2012) Bogotá: Siglo del hombre; Gonzalez-Carvajal, L. (1992) Ideas y creencias del hombre actual. Bilbao: Sal Terrae; Jameson, F. (2010) Reflexiones sobre la postmodernidad. Madrid: Abada; Jameson, F. (2012) El postmodernismo revisado. Madrid: Abada; Mardones, J. M. (1988) Postmodernidad y cristianismo. Bilbao: Sal Terrae; Taylor Ch. (2015) Encanto y desencantamiento. Bilbao: Sal Terrae; Taylor Ch. (1996) Fuentes del yo. Barcelona: Paidós; Taylor Ch. (2014) La era secular. (I) Barcelona: Gedisa; Taylor Ch. (2015) La era secular. (II) Barcelona: Gedisa. Este breve listado contiene trabajos realizados por pensadores tan disímiles -como lo ejemplifican un ateo marxista como Fredric Jameson junto a un creyente Charles Taylor-, pero que coinciden en sus descripciones del hombre postmoderno contemporáneo.
[3]http://www.capital.com.pe/actualidad/twitter-peru-puede-de-clasificar-al-mundial-tras-la-copa-america-esto-dijo-la-encuesta-noticia-976260
[4]https://panamericana.pe/24horas/deportes/224164-encuesta-24-53-3-cree-seleccion-peruana-clasificara-mundial-rusia-2018
[5]https://peru21.pe/deportes/seleccion-peruana-68-peruanos-cree-peru-clasificara-rusia-2018-encuesta-378863
[6] Carta a los Romanos 4,18.
[7] Audiencia general del 29 de marzo del 2017.
[8] Conocimientos referidos al destino último del ser humano y del universo.
[9] Concepto psicoanalítico acuñado por Jacques Lacan que remite a la noción del objeto de deseo inalcanzable.
[10] De acuerdo a Santo Tomás de Aquino.
[11] – [12] De acuerdo a la definición descrita en la Enciclopedia Católica On line.

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