Sebastian Kurz

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El millennial que formó un gobierno con la ultraderecha

Por Sandra María Hinterdorfer-Diario El Mundo.
Sebastian Kurz y Justin Trudeau. Una comparación hecha por muchos medios, pero aparte de los trajes Slim fit, el carisma y la edad, no tienen mucho en común. El primer ministro canadiense incluso comentó que “Creo que estoy más en desacuerdo con Kurz, que con Trump”. Entonces, ¿cuál es la ideología política de este millennial austríaco?
“Tienes que ponerte a la derecha”, avisó Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, a Sebastian Kurz, cuando las cámaras fotográficas disparaban el pasado 19 de octubre en la cumbre de la Unión Europea en Bruselas. Con una sonrisa en el rostro, Juncker hizo hincapié en que “te mantienes de pie con dos piernas derechas”.
¿Cuándo perdió el jefe del Gobierno austríaco, el más joven de Europa, el equilibrio y cayó tan a la derecha?
Hace 31 años, Sebastian Kurz nació como hijo único en Meidling, el distrito 12 de Viena, la capital austríaca. Sus padres se llaman Elisabeth y Josef. La madre es profesora de secundaria; el padre ingeniero. Pero el hijo no llegó muy lejos de su casa paternal y sigue viviendo a la vuelta de la esquina, en un piso de alquiler que abarca unos 65 metros cuadrados. Lo comparte con su novia, Susanne Thier, a la que declaró su amor a los 18 años.
Un año después, el joven empezó a estudiar ciencias de derecho en la Universidad de Viena. No logró terminar la carrera universitaria. En lugar de ella, se dedicó a la política. A los 16 años se afilió a los Jóvenes del Partido Popular (JVP), cuya ideología se define como conservadora y cristiano-demócrata. Cinco años más tarde, se convirtió en líder de esta fracción y llamó la atención con sus campañas electorales.
En 2010, lanzó una con el lema “Negro te pone cachondo” (Schwarz macht geil”), en la que se repartían condones negros, el color de su partido político. En un auto negro, bautizado “Carro-Cachondo”, recorrían las calles de Viena. El proyecto no alcanzó el éxito esperado, pero tampoco impidió a Kurz a llegar a la cima política del país alpino.
A los 24 años, el político fue nombrado secretario de Estado de Integración. Una decisión muy controvertida, por su edad y poca experiencia política. Tres años más tarde, le consignaron el puesto de ministro de Asuntos Exteriores, sin tener conocimiento práctico. Durante esa época, el millennial emprendió varios pasos que cada vez fueron más inclinados hacia la derecha.
Los temas favoritos de Kurz: Integración, Inmigración e Islam
En los debates políticos se evidenció que Kurz prefirió hablar de asuntos donde sabía brillar: la integración, la inmigración y el Islam. “En otros temas no se mostró tan seguro”, explicó el politólogo Reinhard Heinisch a El Espectador, y profundizó que en un debate económico, el millennial confundió dos impuestos. Cuando le corrigieron, disimuló su error retóricamente, y volvió al tema de inmigración.
Durante el flujo migratorio del 2015, Austria recibió 88 mil solicitudes de asilo, según la Statista. En los años consecutivos, la cifra bajó de manera lineal a 40 mil en 2016 y 19 mil en 2017. Kurz argumentó que esos números eran demasiados altos y que Austria ya acogió a demasiados refugiados.
A consecuencia, el país alpino introdujo controles fronterizos con Hungría, Eslovenia e Italia en 2015. Kurz se autonombró orgullosamente como iniciador y responsable de cerrar la ruta de los Balcanes. Miles de familias sirias se vieron atrapadas en las fronteras por los muros elevados. El treintañero lo sigue celebrando como un éxito.
Después de haber cerrado esa entrada, el ministro de Asuntos Exteriores procura hacer lo mismo con la vía del mediterráneo. Según él, es una locura que las ONG salvan las vidas de los refugiados en el mediterráneo. El futuro canciller apoya el punto de vista que los refugiados deben ser deportados a centros de rescate fuera de la Unión Europea.
En julio 2017, Kurz quiso poner fin a las guarderías musulmanes en Viena basándose en un estudio, cuyo contenido fue supuestamente manipulado. Varios funcionarios del Ministerio de Exteriores cambiaron párrafos enteros para exponer mejores argumentos y cerrar las instituciones, según reveló el diario Der Falter.
Estas y otras iniciativas antiislamistas, como la prohibición de llevar burka en espacios públicos, le llevaron cada vez más al populismo conservador. “Tengo la sensación de que ese paso a la derecha fue muy estratégico, porque Kurz sabía que así podría ganar votos.”, comentó el politólogo Reinhold Gärtner de la Universidad de Innsbruck a El Espectador. Eso se puso en evidencia después de que se conocieron los resultados de las elecciones federales en Alemania.
En el país vecino, la ultraderecha Afd ( Alternativa para Alemania) ganó el tercer puesto y lo quitó varios porcientos al partido de Angela Merkel. Sebastian Kurz quiso evitar que lo mismo ocurriese en Austria. “En una discusión entre Heinz Christian Strache, el líder de la ultraderecha, y Sebastian Kurz, los dos compitieron quién mantenía mejores relaciones con Viktor Orbán, el jefe de gobierno de Hungría”, recordó el politólogo Reinhard Heinisch, catedrático de ciencias políticas de la Universidad de Salzburgo. El líder de Hungría ya suma varios conflictos con la Unión Europea por el maltrato de inmigrantes. Aún así, ambos políticos austríacos le elogiaron y discutieron quién le conoce mejor.
La clave del éxito
“Él es muy hábil y sabe cómo presentarse en público y comunicar”, argumentó el politólogo Dr. Laurenz Ennser Jedenastik a El Espectador y añadió que, su estrategia política fue en hacer una campaña electoral muy personal. En primer lugar el candidato; en el segundo el partido. Además, cambió el color negro del partido a turquesa.
El metatema de la campaña fue: Ahora tienes que votar a Kurz para que se haga algo, para que haya cambio y movimiento, aunque no se definió muy bien qué. La paradoja de la situación es que durante los últimos treinta años, el Partido Popular, al que pertenece Kurz, formaba continuamente parte del gobierno austríaco. El millennial ya llevaba siete años metidos en la política austríaca; cinco de ellos formaba parte del gobierno.
La razón por qué esta estrategia funcionó fue, primero, la edad del nuevo canciller, y, segundo, su ausencia en la política interior del país. “Kurz aprovechó que siempre podía alejarse de los conflictos, así nunca se ensució las manos. Como ministro de Asuntos Exteriores, tenía la posibilidad de aportar cosas, ponerse en escena, y recogerse después”, concluyó el politólogo Reinhard Heinisch, catedratico especializado en política austríaca de la Universidad de Salzburgo. Tal y como lo hizo en mayo de 2017.
Kurz y la toma de la presidencia del Partido Popular
Tras la dimisión del anterior presidente del Partido Popular, la fracción se encontraba un estado deplorable y a punto de romperse en mil pedazos. La única esperanza fue el joven; el Mesías o el Salvador. Le dejaron manos libres. Pero Kurz sólo iba a tomar las riendas del grupo, si el partido le concediera varias condiciones. Entre ellas contaba la aprobación de comicios legislativos anticipados, decisiones personales sobre los candidatos de la fracción y la definición del marco político. Sus compañeros aceptaron y el nuevo presidente puso manos a la obra.
En las elecciones legislativas el 15 de octubre, ya no se podía votar al Partido Popular. El grupo fue reemplazado por “La Lista Kurz-el Nuevo Partido Popular”. El juego de la ruleta ruso empezó: todo o nada. Si Kurz hubiera perdido las elecciones, habría dejado la política.
Desde que el millenial asumió la presidencia de los conservadores, las encuestas subieron un 10 %. Cuando el antiguo canciller de los socialdemócratas pidió a Kurz que asumiera el papel de vicecanciller, el joven lo negó. Propuso otra persona. No quería manchar su imagen con conflictos de política interna hasta el día de las elecciones en octubre.
Estas discusiones agravaron la brecha entre los socialdemócratas y los cristiano-demócratas. Las relaciones dañadas entre ambos partidos se empeoraron todavía más, después de que se dio a conocer el escándalo de “Dirty Campaigning”.
En septiembre 2017 aparecieron en Facebook varias páginas que mostraron contenido falsificado sobre Sebastian Kurz, haciendo publicidad negativa. Según reveló Die Presse, los posts fueron creados en la oficina de un antiguo consejero de los socialdemócratas, quien fue detenido en Israel por blanqueo de dinero. Después de estos acontecimientos, el vínculo entre los socialistas y los conservadores tocó fondo, fue clasificado como irreparable e hizo una coalición entre ambos partidos impensable.
En las elecciones legislativas de octubre 2017 ganó el partido de Kurz con 31,47 %, los socialdemócratas ocuparon la segunda fuerza con 26.8 %, seguido por los ultraderechas con 25.9%. De acuerdo con las leyes austríacas, la fracción con más votos elige el canciller, quien se encarga de la formación del gobierno. Kurz se convirtió en el jefe de gobierno más joven de la Unión Europea.
La importancia del puesto de Ministro del Interior para el futuro de Europa
El 24 de octubre, Kurz empezó las negociaciones con los ultraderechas para formar el gobierno. La política de inmigración de ambos fracciones es casi idéntica. La cuestión problemática de los pactos es ¿de qué partido vendrá el Ministro del Interior? Los ultraderechas reclaman este puesto como condición para la coalición. Pero el asunto es más complejo.
El presidente del Estado de Austria, Alexander Van der Bellen, hijo de refugiados, mencionó que iba a inspeccionar muy detalladamente la lista de ministros propuestos por el canciller. Especialmente hizo hincapié en el cargo del Ministerio del Interior y en el de Asuntos Exteriores. En una reunión el 23 de octubre, Van der Bellen reveló que procuraba que ambos puestos no estén ocupados por miembros del partido ultraderechista, según el diario austriaco Der Standard.
Primero, porque justo en el puesto del Ministro del Interior confluyen datos, como todas las agendas policiales, información sobre la política migratoria y de asilo, que requieren mucha sensibilidad y que el presidente no quiere confiar en manos ultraderechas.
Segundo, porque el 1 de julio 2018,  Austria asumirá por seis meses la presidencia del Consejo de la Unión Europea. Además, en septiembre 2018 se celebrará la cumbre de seguridad de la Unión Europea. En dicho evento el ministro del Interior será muy expuesto le tocará definir la agenda de debates sobre temas de seguridad y migración.

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