Hermano Guillermo Dañino Ribatto fsc
Por Ángel Pérez- Universidad del Pacífico.
La Enciclopedia es un compendio de voces sobre objetos, fenómenos y realidades de la China. Dichos artículos van acompañados del correspondiente ideograma y su pronunciación. Así los ritos son Liyí, o la reflexión estética Méixué. Puede consultarse de manera libre, o incluso leerse de forma lineal, pues se trata de una mirada poliédrica y con una intencionalidad muy particular. Yo diría, atreviéndome y explicándolo después, que Guillermo ha querido darnos su muy particular visión de china. Pero al ser él un hombre culto, sensible y sobre todo bueno, tenemos la mirada de una persona sabia, lo que hace de esta enciclopedia circunstancial una excelente introducción a la China desde los ojos latinoamericanos.
Es la primera enciclopedia de la cultura china escrita en español, tiene más de quinientas entradas y está publicada por Ediciones en Lenguas Extranjeras del Estado Chino. Dañino es uno de los sinólogos más importantes de la actualidad y es peruano. Todo ello refuerza esta paradójica circunstancia que une el Perú con China, no solo por los acuerdos comerciales o el futuro de las inversiones chinas.
A pesar que vivimos en un mundo globalizado nos percatamos con facilidad de que los nexos y puentes que hemos tendido todavía no logran salvar las enormes distancias físicas y culturales con el Oriente. Por eso una obra como la de Guillermo Dañino tiene un doble mérito: seguir trazando estas rutas de desarrollo y por otro el de haber realizado prácticamente él solo esta enorme tarea.
Suelo recomendar a las personas que me consultan cómo iniciar relaciones comerciales con empresarios chinos que se preocupen primero de informarse acerca de la cultura china para luego realizar intercambios económicos. Los chinos valoran muchísimo este interés, incluso más que el de intentar aprender su difícil idioma, del que a veces ellos mismos se alejan intencionalmente para comprender a Occidente. Ese es el camino de vínculos mayores en otras áreas. Pero para interesarse por la comprensión cultural es necesaria la capacidad de meditar, y eso lamentablemente se ha perdido en nuestro mundo.
Quizás lo paradójico, a pesar de la historia, es también el gran desconocimiento de cada parte de la población de un país y otro. Probablemente lo más interesante de todo esto es que la relación entre China y Perú es un vínculo creado desde antes de la inmigración del siglo XIX, en los comercios entre las minas del Virreynato y Catai pasando por Acapulco y Filipinas. Una relación fundada en un viaje tan largo que el recuerdo, la transposición y la memoria son conceptos fundamentales en la maduración de esta inculturación fundamental para el futuro de nuestras naciones.
Sin embargo, más allá del chifa y la Calle Capón muchos peruanos no sabemos casi nada de China. La ignorancia no solo es atrevida sino que veces es paradójica. Algunos políticos hablan sobre el milagro chino pero nunca han leído a Confucio, escuchado sobre Lao Tse o leído a Mo Yan. China es grande, inmensa, pero su majestuosidad pareciera haber dado vértigo a algunos peruanos cuyo único interés es aprovechar la potencia económica de sus intercambios. No nos percatamos que el diálogo entre Oriente y Occidente es fundamental para el futuro del mundo, y que quizás una pequeña clave del mismo se encuentra en nuestro país; muy alejado de las minas de oro y plata y más cerca de la estética, los ideogramas y la capacidad de trabajo que ha unido a peruanos y chinos por varios siglos.
En ese sentido la obra de Dañino es un hito para el futuro, no solo del Perú sino del mundo. Creo que el esfuerzo por comprender al otro, por ser parte de una sociedad tan distinta ha hecho de Guillermo una persona más completa, interesante y que ha viajado realmente en todo el sentido de la palabra. El viaje como alejamiento de uno mismo y acercamiento al otro es un ejercicio ascético y a veces místico. Es más fácil el viaje en cuanto más cercanos nos encontramos al país donde vamos. Pero el tránsito cuánto más difícil nos enriquece más, sobre todo aquél que pasa por rutas desconocidas, que nos lleva a las ciudades fuera de los tópicos. En el caso de Guillermo, que viajó a la China ya maduro el ejercicio realmente ha sido una torsión interior, que desde mi punto de vista solo ha podido ser lograda por su sensibilidad poética. Porque en sus primeros ejercicios de descripción de la China, como el propio Guillermo me ha contado él leía poesía, escribía poesía y traducía poesía. La poesía como paracaídas de aquél que desciende en territorio ajeno es un ensayo de lo que todos deberíamos aspirar para la comprensión del prójimo, muchas veces lejano.
Disculpará el autor mi atrevimiento pero creo que de alguna manera la Enciclopedia que presentamos es también (y por eso) un libro de viajes, o que se inserta de manera en el género que me interesa tanto. Son estas voces trazos sueltos de un gran relato al que Guillermo Dañino nos introduce sin un hilo narrativo, pero que se engarzan con sus intereses, aquello que le ha llamado la atención de China, pero sobre todo lo que llamándole la atención nos permite a los demás comprender mejor una civilización tan distante. Son elementos escogidos con una intencionalidad estética y filológica.
Grillos, pabellones, tejas vidriadas, ugures, inmortales, faroles, horóscopo, el Potala, el Reino de Dian, juegos de mesa, las cuevas Dámáidí, la cerámica, las flores, el palacio imperial, el pincel, la sabiduría, los salones, la casa del patio cuadrado, el siete, los cinco emperadores… ¿no son estas voces aquellos rastros que nos deja el autor de su viaje? Son como aquellas migas de pan, las del relato infantil… Probablemente una enciclopedia al uso, académica y rigurosa hubiera tenido un sentido más holístico pero el texto del profesor Dañino es aquél sendero que él ha recorrido y con el que nos invita a conocer la China desde esa poética que le permitió comprender este mundo lejano.
Leer la obra de Guillermo me hizo recordar una cita de Petrarca de aquellas Epístolas familiares a gente diversa:
«Et eunt homines admirari alta montium et ingentes fluctus maris et relinquunt se ipsos.» (Y los hombres van al extranjero para admirar las alturas de las montañas, las olas fuertes y el mar, y dejan su ser allí).
De alguna manera la Enciclopedia es una muestra de ese ser de Dañino que ha quedado en las riberas de Yangtze, en Wulingyuan, los arrozales de Hani o el Paseo del Puerto de Shanghai quizás después de esa torsión significativa, más cerca de sí mismo, como lo indica la traducción de su nombre al mandarin: Lao Ji. Hoy nos ha regalado esta memoria admirada para poder leerla, meditarla, para hacerla nuestra dejándola agitarse mecida por el viento de nuestra curiosidad, como si un tallo de bambú fuera, un hermoso árbol del que pudiéramos nutrirnos no solo los peruanos sino los millones de personas que tenemos la suerte de leer en castellano.