Hilario Chaurrondo CM

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El Padre Hilario Chaurrondo CM ha cumplido cincuenta años de vida sacerdotal. La conmemoración se celebró el pasado domingo en la iglesia de la Milagrosa. Misa concelebrada, asistencia de familiares, de Hermanos en Congregación y de numerosos amigos.
Saludé al Padre Hilario el domingo por la tarde. Goza de buena salud. Parecía un Padre Blanco. Por lo visto en Cuba los Paúles llevan blanca la sotana.
El Padre Hilario es un archivo de Cuba. Cincuenta años seguidos de vida social, de tira y afloja en el país, le dan autoridad y competencia, como a ninguno, para hablar del pueblo cubano y de su Gobierno. El puede testi­moniar sobre el Gobierno de los Zayas, Machado, de los García Menocal, y sobre la primera revolución, frustrada con el famoso Golpe de los Sargentos dirigidos por Batista. Y ha vivido después los tiempos de inconstitucionalidad de Cuba y la época de Batista y Fidel Castro.
ARCHIVO HUMANO
Es un archivo humano el Padre Chaurrondo de todo cuanto ha ocurrido en Cuba en los cincuenta últimos años. Pero es un archivo cerrado. Se me niega a hablar de política. Presiento que conocía a Fidel Castro de joven y mucho más ahora. Lo presiento.
¿Piensa volver a Cuba?
-Así es. Pienso volver (Se explica ese temor a castristas o anticastristas).
UN CURA QUE NO QUISO SALIR DE CUBA
El Padre Hilario es de los curas que no quisieron abandonar Cuba antes, y de los que quieren volver ahora, a pesar de que los años pesan un poco sobre sus espaldas. La sotana le cae hacia adelante. Claro, le arrastran las obras que llevó a cabo en el país:
A mi llegada a Cuba, con la ayuda de Dios, fundé la “Obra de las Mi­siones Parroquiales”. La concluí en mil novecientos veintiséis, agrupando a todas las Congregaciones religiosas en un plan común de evangelizar los campos de Cuba. Recorrí la Isla misionando, desde San Antonio hasta Maisi.
PARA LAS PRISIONES CUBANAS
-¿ Más fundaciones?
-Con la colaboración de las Hijas de la Caridad fundé la “Obra de San Vicente de Paul al servicio del Preso”.
-¿En qué consiste?
-Logramos construir diecisiete capillas-bibliotecas en las prisiones cubanas proporcionando a los presos servicios regulares y una misión anual. Debo des­tacar la colaboración que me prestaron Sor Mercedes Alvarez y la señorita Teté Castañeda.
EL PADRE CHAURRONDO, PERIODISTA
El Padre Hilario me dice que también es periodista.
-¿De qué Prensa?
Durante trece años colaboré en “Mundo”, “Marina” y “Diario Nacional” Debido a esta dedicación constante se me concedió, en la Universidad de La Habana, el título profesional. Cuando enviaba información a una cadena norte­americana de noticias, recuerdo que me pagaban nueve centavos de dólar por cada diez palabras.
-¿Dónde ejerce su apostolado?
En la iglesia de la Merced, en La Habana. Ahora se acaba de reconstruir Las obras han costado doscientos mil dólares.
¿Cuba ha reconocido sus obras?
-Se me concedió la Cruz del Mérito Civil por las obras sociales y cultu­rales, y otras cruces de beneficencia.
AYUDA A LA IGLESIA ESPAÑOLA
-¿No ha dejado su huella en España?
-También. Durante la guerra, proporcioné ayuda a las regiones devas­tadas. Remití al Cardenal Gomá), con la cooperación de Sor Concepción Crespo, docenas de grandes cajas repletas de ornamentos y vasos sagrados para las iglesias más pobres de España. Y debo decirle que gracias a tantas mujeres de alma hermosa logramos un completo éxito con la “Asociación de Ca­tólicas Cubanas”, que además de sus múltiples actividades culturales, benéficas y religiosas, logró convertir una simple casa de alquiler en el sanatorio más confortable de Cuba.
ASISTENCIA A LOS CONGRESOS INTERNACIONALES
-¿Ha participado en Congresos internacionales?
-Puedo decirle que lo he hecho en los Congresos Eucarísticos de Chicago y Barcelona. He estado presente en el Congreso Penitenciario de Chile y el de La Paz de Santo Domingo.
-Grandes han sido sus obras, Padre
-De todo doy las muchas gracias a Dios en estas Bodas de Oro que estoy celebrando. Pido que termine felizmente mi jornada en este mundo que no está lejos, para iniciar con éxito la otra, que es más importante.
El Padre Chaurrondo, que un día fuera el joven de Iturgoyen, ya es un cura con libro abierto, en el que se leen sus obras culturales, benéficas, misioneras. También políticamente hubiera sido interesante el Padre Hilario, pero en Cuba piden cuentas detrás de cualquier esquina.
De “El Pensamiento Navarro”, 15-X-68
UNA VOLUNTAD COSECHADORA
El 3 de noviembre de 1893 es un día normal en el humilde y noble pueblo de Iturgoyen, sin otra alegría que el nacimiento de un niño en una fervorosa y religiosa familia navarra.
Diez años más tarde, aquel niño, después de despedirse de la Patrona del pueblo, la Santísima Trinidad, colocada en una colina de la sierra de Andía levanta el vuelo para iniciar sus estudios. Lleva la ilusión de muchos que caen más tarde a la cuneta:
El no ha leído aún a Paúl Claudel, pero intuye que “la juventud no ha sido hecha para el placer, sino para el heroísmo”. Desea ardientemente agra­decer al Señor el don de la fe, de cristiandad, de fervor, de religiosidad que recibió de su familia.
Es entonces cuando recoge las vibraciones de aquellas palabras de Papini: “La mayor bendición que Dios puede conceder a un pueblo es enviarle buenos sacerdotes”. Y decide dirigirse hacia el Seminario Apostólico de Viana, para ser sacerdote.
Supera dificultades, aprovecha oportunidades, resuelve crisis, orienta su “yo” con una personalidad fuerte y propia, sin influencias ancestrales y am­bientales.
El mes de septiembre, cuando se cortan los racimos y el mosto corre por los lagares para subir a la Mesa Eucarística, ve a este joven de veinticua­tro años cortar el racimo de muchas ilusiones humanas y buenas, con la voluntad cosechadora para ofrecerlo limpio, fuerte y productor, en un sacer­docio joven y viril.
Poco tiempo más tarde, remonta sus alas hacia el límpido cielo de Itur­goyen, con el fin de dar el último adiós a su delicado y anciano padre, para surcar los mares portando el ideal de propagar y robustecer la fe de sus hermanos en la pintoresca isla de Cuba.
Con este nacimiento al sacerdocio y a su nueva filiación cubana comienzan otros caminos tortuosos de no menores ilusiones y dificultades que los de la infancia cronológica.
Hablar de la magnitud de sus obras es derribar babelescos rascacielos para levantar una catedral cuya extensión abarque la superficie terrestre y la altura de las estrellas, en cuya cúspide se encuentra el anemómetro dirigido hacia Dios, a una velocidad que sólo puede ser registrada por el amor y la com­prensión.
Como prueba de gratitud por esta obra gigantesca, el Sr. Presidente de la República de Cuba, Dr. Carlos Prio Socorrás, otorga, en 1949, al Padre Hilario Chaurrondo, la placa de la Orden al Mérito Carlos Manuel Céspedes, máxima distinción que concede la patria cubana a sus fieles servidores, exi­giendo que estos servicios sean relevantes.
La discutida figura y personalidad del Padre Hilario Chaurrondo queda descrita y resuelta por las palabras del ilustre escritor francés Paúl Claude:
“SIN VALORES INTERNOS NO PUEDEN EXISTIR LOS EXTERNOS”.
En sus cincuenta años de estancia, trabajo y desvelos en la isla ha sido guajira con los campesinos, esclavo con los presos, señor con los poderosos, abogado y consuelo con los pecadores. Ha sido un sacerdote a lo Pablo, a lo Javier, a lo Apóstol. Se hace cargo de las responsabilidades que se le ofrecen. Agradece los honores que se le dispensan. Medita las palabras de los Sumos Pontífices, como aquellas de León XIII: “La sociedad no puede tener costum­bres buenas si se quita la religión.” Y como para poder mantener ésta, es necesaria la presencia del sacerdote y su trabajo, en los momentos de crisis, cuando las nubes cubren el cielo y extienden sobre la tierra de Cuba la som­bra de la oscuridad y parece que todo va a terminar allí, resplandece la figu­ra del Padre Chaurrondo, para iluminar, alumbrar y fortalecer a cuantos, creen en un Viernes Santo y en un Domingo de Resurrección, escándalo para unos y salvación para otros.
Este sacerdote, al que queremos hoy encerrar en estas líneas, ha celebrado sus fiestas jubilares de cincuenta años de sacerdote.
Es la casa de los Padres Paúles, de Pamplona, a la que le ha tocado en suerte este Pentecostés. Es la noble y aguerrida Navarra la que se ha vestido sus mejores galas para festejar y felicitar a uno de sus más ilustres hijos.
A las 12.30 del mediodía comienza la cita Eucarística, con un lleno asom­broso, en el recogido y artístico templo de la Milagrosa. Siete sacerdotes, como siete océanos de gracia y perdón, rodean el altar para ofrecer el Santo Sacrificio. Una corona de recuerdo, amor y gratitud forman allí sus familiares, entre los que se encuentran su prima Sor Concepción; sus cuatro sobrinas, Sor Cándida, Sor Iluminada, Sor María y Sor Begoña, todas Hijas de la Caridad; y dos sobrinos paúles: Padre Saturnino Urra Chaurrondo y Padre Ma­nuel Esteban Chaurrondo.
El Padre Superior, Timoteo Marquina, canta bella y elocuentemente las glorias del sacerdocio y felicita con palabras cálidas y llenas de emoción y sabor bíblico al más eficiente colaborador de la casa de Pamplona, por el inusitado y fausto jubileo que celebra el Padre Hilario Chaurrondo.
El coro Apostólico interpreta alegres y sentidas melodías alusivas a la fiesta, tanto en la Santa Misa como en la velada literario-musical que sigue al acto Eucarístico.
Después de la Santa Misa, antes del besamanos y al final de la velada, el Padre Chaurrondo tiene palabras de agradecimiento para cuantos le han ayudado en su peregrinar por los diferentes caminos del Pentágono de sus años sacerdotales. Hace un recuerdo especial para el Padre Caminos, profesor suyo y fundador de la casa de Pamplona, al igual que de aquellos muchachos que desde la Apostólica unen su amistad para formar el “CLUB DE LA PER­SONALIDAD”, cuyo único compromiso y reglamento es comportarse de tal forma que nunca lleguen, por su conducta, a pertenecer al CUADRO DE HONOR. No son rebeldes, no. Son jóvenes de una época. Quieren realizar su “yo” sin presiones, sin falsos misticismos, para llevar al Altar el coraje de Pedro, la energía de Santiago, el valor de Javier, el Amor de Cristo. Ellos, aún niños, comprenden aquel principio pedagógico que sicólogos y pe­dagogos modernos han hecho práctico en la “escuela nueva”: “Al niño se le debe proporcionar el ambiente y la ocasión para que se manifieste tal como es”. No advierten que forman el mejor CUADRO DE HONOR.
La fiesta termina con un sencillo y amistoso ágape, donde no falta la música, llena de recuerdos de Cuba, de España y de Navarra. Al final de este acto, el Padre Chaurrondo pone una nota de humor, presentando al Padre José María Ardanaz, con un peso de 110 kilogramos, como una víctima del bloqueo yanqui-americano a la isla de Cuba.
Día 20 de octubre: El pueblo que lo vió nacer tiene que participar de sus triunfos y de sus glorias. Por eso se viste de fiesta y se adorna con las más vistosas prendas; lanza al aire sus campanas, que transmiten notas de saludo a los navegantes que hacen turismo por las alturas extra-atmosféricas; se llena de visitantes y recibe con gozo y alegría a su más ilustre y preclaro hijo, el Padre Hilario Chaurrondo, el hombre que lleva acumulada la juventud de setenta y cinco primaveras y la madurez de otros tantos años; el sacerdote que aprovecha lo bueno de los pecadores y desecha y poda lo negativo de los buenos, para enguirnaldar el Santuario del Amor.
La iglesia de Iturgoyen reluce agradecimiento al Padre Chaurrondo. Las bóvedas rezuman alegría; el cielo enciende la mejor de sus lámparas, para que este Pentecostés que hoy vive Iturgoyen sea el nacimiento de hombres ilustres, de sacerdotes santos, que recojan con amor al Cristo Roto para en­tregarlo a la sociedad, al mundo actual restaurado por la justicia y la caridad.
De todos los rincones de España y del extranjero llegan retoños familiares, espirituales y religiosos del Padre Chaurrondo para saludarle y unirse a su alegría de acción de gracias.
El mediodía es la iniciación de una nueva etapa para el Padre Hilario Chau­rrondo en la largo y fructuoso “tour” de su sacerdocio. Etapa difícil por la edad y fácil por el entusiasmo y la comprensión.
Describir el entusiasmo y júbilo de Iturgoyen en este día no es fácil. Plastificarlo en el papel es deformar los acontecimientos. Guardarlo únicamente en el recuerdo es una ingratitud. Por eso intentamos llenar una hoja más de los “papeles” del Padre Chaurrondo en la historia de la Iglesia, en los Anales de la Congregación, en las Memorias de Cuba.
Desde estos surcos desordenados como lo hicimos personalmente, enviamos al Padre Hilario Chaurrondo una felicitación por sus cincuenta años de sacerdote, por sus cincuenta años en Cuba, por sus cincuenta años en la iglesia de la Merced, por su vida dedicada a todos los que lo necesitan, por su fe en Dios y su amor a sus semejantes, porque no tiene miedo a las dificultades, por ser una gloria de la Iglesia, de la Congregación y de Iturgoyen, por hacer el bien sin mirar a quien.
El, que sabe comprender, amar y perdonar, será siempre un recuerdo de estímulo y blanco en la carrera del porvenir, al mismo tiempo que una obli­gación de nuestra gratitud.
Fuente: www.vicencianos.org

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