En la ciudad de Chimbote, al norte de Perú, el Cardenal Angelo Amato, Prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos, proclamó beatos a los sacerdotes mártires Alessandro Dordi, Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski. Los tres presbíteros fueron asesinados en 1991 por el grupo terrorista marxista Sendero Luminoso.
Asistieron obispos de distintas diócesis del Perú, y un gran número de sacerdotes. Al inicio de la ceremonia, el Obispo de Chimbote, Monseor Ángel Simón Piorno, pidió al Papa Francisco, por intercesión del Cardenal Amato, que se proclame beatos a los tres sacerdotes misioneros.
Tras la lectura breve de las biografías de los mártires, el Prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos leyó el mensaje del Santo Padre con el que los tres sacerdotes fueron proclamados oficialmente beatos.
En su homilía, el Cardenal Angelo Amato destacó la relación entre el martirio y la próxima celebración de la Navidad.
“Con su encarnación, Jesús ha traído a la tierra el idioma del cielo, la lengua del cielo, que es la caridad”, indicó.
Jesús, en su vida terrena, “ha hablado la lengua de Dios. El Evangelio es el idioma de la caridad”.
“Con la caridad, Jesús ha trasladado el cielo a la tierra y por eso la caridad es esencial para los cristianos”, subrayó, y señaló la importancia para los fieles “testimoniar la caridad”.
El Cardenal Amato indicó que los mártires “hablaron el idioma de la caridad de Dios”.
A pesar de que “provenían de países lejanos, tenían idiomas distintos. El Padre Miguel y el Padre Zbigniew hablaban polaco, Don Alessandro italiano”, y cuando vinieron a Perú aprendieron a hablar español.
“Pero en realidad, la lengua de los tres mártires fue sobre todo la de la caridad”, aseguró, pues “su predicación, su comportamiento, su apostolado, su aceptación del martirio fueron lecciones de caridad. Porque la caridad vence al odio y aplaca la venganza”, dijo.
“La caridad perdona a los asesinos”, dijo, y con ello alienta la reconciliación.
Para el Cardenal Amato, “es la caridad el autentico ‘sendero luminoso’ que trae vida y no muerte”, paz y no guerra y fraternidad y no división.
En el caso de los mártires asesinados en el norte peruano, su apostolado fue el “de la ayuda a los necesitados, de la defensa de los pequeños y los débiles”.
La autoridad vaticana recordó que “durante el periodo del terror revolucionario, la ideología de la muerte causó atentados sobre todo contra la Iglesia y los sacerdotes, incendiando, profanando” y matando.
En respuesta, la vida cristiana de los fieles de la Iglesia probó que “la religión cristiana no anestesia a los pueblos sino que promueve los auténticos valores humanos creando justicia y armonía social”.
El Cardenal Amato subrayó que los mártires “fueron asesinados por odio a la fe, como corderos llevados al matadero”, y recordó que en las exequias de los sacerdotes el pueblo acompañó los ataúdes con flores y lágrimas.
Los mártires, señaló, nos dejan tres mensajes. “El primero es un mensaje de fe. Los mártires superaron las numerosas dificultades de su misión en tierra peruana gracias a una extraordinaria confianza en la providencia divina”.
Esto “les dio la serenidad para abandonarse en el plan de Dios” incluso “a pesar del concreto peligro de muerte”.
“Un segundo mensaje es el de la caridad: Por amor se han hecho misioneros, impulsados por la influencia de anunciar a Cristo y de llevar a los pueblos la Buena Nueva del Evangelio”.
Los mártires beatificados “educaban a los niños y los jóvenes en el amor de Jesús. Ayudaban a los necesitados, asistían a los enfermos”, especialmente en la epidemia de cólera que golpeó Perú en 1991.
Además, recordó, “enseñaron a cultivar los campos, a construir carreteras. No tenían enemigos, todos les respetaban y les amaban”.
El Cardenal indicó que el tercer mensaje que dejan los mártires “es el de la fidelidad a la vocación cristiana y misionera”.
“Los mártires eran asiduos a la oración, llevando con alegría una vida pobre y sencilla”, destacó.
Los nuevos beatos “son mártires tanto por la sangre” como “por la confesión de la caridad que transforma nuestra historia contaminada por el mal en historia de salvación, fermento de esperanza y caridad”.
“Los mártires nos invitan a afrontar también nosotros el martirio del cansancio cotidiano, que significa fidelidad en la familia”, así como el perdón continua para quien nos ofende, el “compromiso en la educación de los hijos” y la colaboración con el bien común en el trabajo.
El Cardenal Amato finalizó su homilía pidiendo a los mártires que rueguen por la Iglesia en Ancash, el Perú y todo el mundo.
En la multitudinaria ceremonia participaron también cientos de religiosos y religiosas, que desde tempranas horas de la mañana esperaban con alegría el momento de la proclamación de los beatos.
Fuente: ACI Prensa.
Prelatura y Diocesis de Chimbote
El 26 de noviembre de 1962, SS. Juan XXIII mediante la Bula “Ecclesiae Propositum” crea la Prelatura de Chimbote, desmembrando territorios de la Diócesis de Huaraz y haciéndola sufragánea de la Arquidiócesis de Trujillo. Fue nombrado Prelado de esta Jurisdicción Eclesiástica Monseñor Carlos Santiago Burke OP, quien ejerció el cargo durante 16 años hasta su renuncia en 1978. El 02 de junio de 1978, fue nombrado por Pablo VI, Obispo Prelado Monseñor Luis Armando Bambarén Gastelumendi SJ, quien tomó posesión el 25 de julio de 1978.
Al elevarse la Prelatura a Diócesis, Juan Pablo II lo nombró Primer Obispo de Chimbote. El 04 de febrero de 2004 Su Santidad Juan Pablo II aceptó la renuncia presentada por Monseñor Bambarén a su cargo como Obispo de la Diócesis de Chimbote y nombró a Monseñor Ángel Simón Piorno como nuevo Obispo de nuestra Iglesia Local, el cual tomó posesión de la Diócesis el 02 de mayo de 2004.
El sucesor de Monseñor Ángel Simón será el carmelita descalzo Ángel Ernesto Zapata Bances OCD.