El ex jefe de la oficina de diálogo de la Presidencia del Consejo de Ministros Vladimiro Huaroc afirma que el partido que lidera Keiko Fujimori lo convenció de sumarse a su equipo de campaña porque ha entrado en una dinámica de “renovación”.
—Luego de que la candidata Keiko Fujimori anunciara su incorporación al equipo técnico de Fuerza Popular (FP), la ex alcaldesa de Lima Susana Villarán lo llamó traidor “por pura ambición al poder”.
La gente tiene el derecho de expresar lo que siente. También he recibido muchísimas llamadas por teléfono de personas que han saludado la decisión que he tomado.
—¿También ha recibido llamadas de felicitación de personas de la izquierda?
Sí, claro. Muchos del interior del país. El tema [la reacción] de la señora Susana Villarán es para mí una especie de sorpresa, por decirlo más suave.
—¿Por qué?
Porque la verdad es que no entiendo las atribuciones que se toma para cuestionar mi decisión. Fuerza Social (FS) no existe hace más de cuatro años y medio. El triunfo en Lima de Susana Villarán cambió el rumbo de FS, que se convirtió en un partido municipalista. Ahora cada uno ha optado por su propio camino. Hoy estoy absolutamente libre e independiente. No tengo una militancia en ningún partido y he tomado una decisión muy consciente respecto a involucrarme en el equipo técnico de FP a invitación de Keiko Fujimori.
—¿Cómo y hace cuánto tiempo fue el acercamiento con Keiko Fujimori y la propuesta para sumarse a su equipo?
Hace cinco meses me invitó para escuchar mi experiencia y ver cómo podíamos canalizarla en un hipotético gobierno. Recibí mucho interés. He percibido que el partido ha entrado en una dinámica de renovación que significa renovar las ideas, los programas y preparar una propuesta de gobierno absolutamente sólida y nueva.
—¿Qué lo convenció? ¿Fue esa renovación que menciona?
Es una palabra que se está repitiendo mucho últimamente desde el fujimorismo. Me convencieron dos cosas de Keiko. Una es su convicción de impulsar políticas públicas para la prevención de conflictos sociales, lo que significa comprometer su gobierno a un Estado de derecho y a una democracia, porque los conflictos no se van a resolver con represión. Lo segundo: tiene un partido con 35% de simpatía que viene años trabajando y que plantea renovar su propuesta.
—Pero, a pesar de este convencimiento y aceptar la invitación, sabía que vendrían cuestionamientos.
No soy nuevo en la política. He mantenido una posición y la voy a mantener siempre. Soy un hombre de izquierda democrática. Eso no va a cambiar en absoluto. También he estado vinculado al mundo de los derechos humanos hace muchos años. Son valores fundamentales que tienen que respetarse y fortalecerse. Si encuentro un espacio en el que puedo desarrollar ello, lo hago. El Perú tiene que encontrar un proceso de renovación y si FP se lo ha planteado, lo saludo. Han empleado términos que me parecen sumamente importantes.
—Si a la crítica de Villarán se suman más en el mismo sentido, ¿qué respondería?
No he traicionado nada. No tengo un partido. He actuado en el libre ejercicio de mis derechos políticos. Si alguien expresa eso, sin duda está todavía en la vieja escuela del marxismo.
—Es un hombre de izquierda, pero no milita. ¿Se inscribirá en Fuerza Popular?
Déjeme todavía trabajar esta propuesta técnica. Espero que esta renovación traiga cosas buenas para el país.
Fuente: Diario El Comercio.
Colombroño
Por José Carlos Requena– Diario El Comercio.
Infortunio el de Vladimiro Huaroc: compartir el primer nombre con uno de los personajes más siniestros de la década del noventa. Ser su “colombroño”, para usar el arcaísmo que hiciera conocido el mismo Montesinos –en el 2008, en pleno juicio a Alberto Fujimori– para no recurrir al corriente “tocayo”.
En cambio, a lo largo de su carrera ha mostrado, de alguna manera, esa mezcla de virtud y fortuna que resaltara Maquiavelo en “El príncipe”. Tuvo la virtud de mostrar su experiencia en la conflictiva Centroamérica de los 80 para hacerse atractivo a una bisoña organización como la Defensoría del Pueblo, que, bajo el liderazgo de Jorge Santistevan, fue clave en desnudar las irregularidades de la histórica elección presidencial del 2000. Huaroc dirigió entonces la supervisión electoral defensorial con meritorios resultados.
En el espacio regional, su fortuna ha sido variada, quizás porque mostró poca virtud. En el 2002 fue candidato al gobierno regional de su Junín natal, por el Movimiento Todos por Junín, y obtuvo 97,214 votos (19.9 %) para ocupar el tercer lugar. En el 2006, esta vez con Convergencia Regional Descentralista (Conredes), fue elegido presidente con un porcentaje con el que actualmente debiera ir a una segunda vuelta: 25.75%.
En ambos casos, Huaroc candidateó por movimientos que giraban en torno a él, solo cambiando de nombre, cercanos a Fuerza Social y a la izquierda oenegera y académica.
En el poder, y aunque su gestión fue solamente mediana, Huaroc tuvo una proyección nacional que le permitió ser el primer presidente de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales, creada tras la desactivación del Consejo Nacional de Descentralización.
Menos fortuna tuvo en su mayor aspiración: ser vicepresidente. En el 2001 estuvo en el breve conato presidencial de Somos Perú, plancha liderada por Santistevan, su ex jefe. La apuesta fue tan breve –Santistevan renunció menos de un mes después de lanzarla– que permanece perdida en el anecdotario. En el 2011, Huaroc fue parte de la abortada apuesta de Fuerza Social y también de su lista parlamentaria por Lima; la huérfana plancha que integró –cuya cabeza, Manuel Rodríguez Cuadros, renunció unas semanas antes de la elección– obtuvo apenas 0.06 %.
Mejor le ha ido como cabeza del actual gobierno en la resolución de los conflictos. Reclutado por Juan Jiménez tras la paralización del proyecto Conga, Huaroc no solo fue capaz de obtener el pomposo título de “alto comisionado” de la Oficina Nacional del Diálogo y Sostenibilidad, sino que fue también quien más duró en el cargo. Además, antes de que los celos de Ana Jara lo forzaran a dejar el cargo, se labró una imagen de eficiencia y ubicuidad, de la que han carecido sus sucesores.
La más reciente decisión de Huaroc (unirse al grupo liderado por Keiko Fujimori) puede ser criticable, mas no debe ser sorpresiva. Es la más realista apuesta de un cacique, aquel tipo de líder provinciano del que Mario Vargas Llosa decía: “su energía, habilidades, maquiavelismos e imaginación estaban concentrados en una sola meta: adquirir, retener o recuperar una partícula de poder”.
En una política sin partidos, con grupos cuya única opción electoral es una alianza (endeble, vacía, forzada), el camino natural de un político profesional termina siendo ese: brindar su prestigio y experiencia al mejor postor.