Macri 53.5%, Scioli 46.5%

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Argentina es un país imprevisible como pocos

Por César G. Calero- www.elmundo.es
Al frente de la coalición opositora Cambiemos, Macri dio el campanazo hace un mes. No sólo forzó un mano a mano con Scioli. Al situarse a sólo tres puntos del candidato del hasta hace poco invencible Frente para la Victoria (FpV), el alcalde de Buenos Aires dejó aturdido y sin capacidad de reacción al oficialismo. El rostro desencajado de Scioli en el auditorio Luna Park de la capital la noche del 25 de octubre expresaba algo más que una decepción. Antes de los comicios, el gobernador de la provincia de Buenos Aires ya se veía con la banda presidencial. Pero el viento político dio un giro brusco esa noche. Desde entonces, Macri no ha hecho más que crecer en las encuestas. Y Scioli se ha estancado mientras trataba de esquivar el “fuego amigo” proveniente de los balcones de la mismísima Casa Rosada.

“Votemos en conciencia, como dijo el Papa Francisco”

Las palabras del candidato kirchnerista -una etiqueta con la que nunca se sintió cómodo- al depositar su voto hoy en la localidad bonaerense de Tigre eran fiel reflejo de su estrategia de campaña. Consciente de que pese a su pírrica victoria en primera vuelta partía con desventaja para la cita de hoy, Scioli basó su campaña en demonizar a Macri e incluso llegó a citar al Papa argentino como una voz coincidente con la suya en la denuncia del “capitalismo salvaje”.
En fábricas, ministerios y universidades se ha advertido hasta la saciedad del “peligro” de volver a la década del 90, los años de “pizza y champán” del menemismo, cuando el país vivió en una engañosa burbuja que al estallar años más tarde, ya con otro Gobierno, dejó una enorme mancha de sangre y un país al borde del precipicio. En esa década de neoliberalismo sin freno, de la que casi todo el país reniega hoy pero que una gran mayoría respaldó en su momento, nacieron políticamente tanto Scioli como Macri bajo la bendición de un presidente peronista a quien hoy nadie se atreve a citar por su nombre en Argentina para espantar el mal fario.
Con su nuevo perfil de candidato a batir, Macri ha llegado a la segunda vuelta con la estrategia del ganador: poca confrontación y un discurso teñido de “esperanzas y alegrías”, bálsamo de Fierabrás del centroderecha argentino para resolver los problemas del país.
Cada vez que Scioli le lanzaba un dardo envenenado, el líder conservador respondía con un mensaje conciliador. Todo perfectamente calculado para irritar más a su adversario y presentarse como un dirigente moderado. “Tengo una enorme alegría, es un día histórico. Comienza una nueva etapa para la Argentina”, ha dicho Macri al votar, rodeado de una nube de micrófonos. Y luego se ha ido a jugar al fútbol para relajarse un rato y recordar tal vez sus tiempos de mandamás en Boca Juniors.

Críticas a Macri

Criticado durante meses por su rechazo a pactar con todo el arco opositor, el desenlace de la campaña le ha dado la razón a Macri. Su principal asesor, el polémico consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba, era partidario desde el principio de la “fórmula pura”. El partido de Macri, PRO (Propuesta Republicana), selló una alianza con la centrista Unión Cívica Radical (UCR) y la Coalición Cívica pero no llegó a un acuerdo con el otro gran referente de la oposición, el peronista disidente Sergio Massa, también con ambiciones presidenciales. Los sondeos han augurado que la mayoría de los cinco millones de votos que obtuvo en la primera vuelta el Frente Renovador de Massa (21% del total) irían al capacho de Macri.
La principal batalla electoral hoy se está librando en la populosa provincia de Buenos Aires, con el 38% del padrón electoral. Una disputa crucial porque allí perdió el peronismo las elecciones a gobernador hace un mes a manos de la candidata de Cambiemos, María Eugenia Vidal, “mano derecha” de Macri. Una derrota peronista que no se producía desde hacía 30 años. Es en esa provincia donde las huestes de Massa -ex jefe del Gabinete de ministros de Cristina Kirchner- han infligido más daño al kirchnerismo desde su irrupción hace dos años. Peronistas pero resentidos con el arrogante estilo de la presidenta, son esos votantes los que van a decidir el destino del país para los próximos cuatro años.
La gran paradoja de la histórica cita electoral, la más relevante desde que Néstor Kirchner llegó al poder en 2003 (después de que un renacido Menem renunciara a batirse con él en segunda vuelta), estriba en que tanto Scioli como Macri representan la antítesis de su predecesora en la Casa Rosada en términos de fervor político. Como esos hijos que desarrollan una personalidad totalmente opuesta a la de sus padres, los líderes que emergen en la era del postkirchnerismo se jactan de su pretendida “despolitización”. Se cierra un ciclo político en Argentina y se abre una gran incógnita. Otra más para un país acostumbrado, para bien y para mal, a abrir y cerrar ciclos muy opuestos con relativa frecuencia.

Córdoba fue la ola imparable del cambio

Cuando aún quedaban cientos de simpatizantes de Cambiemos en Costa Salguero celebrando la histórica victoria de Mauricio Macri en el balotaje, el electo presidente le dijo a La Voz del Interior: “Sin Córdoba esto no habría existido”.
Aunque evitó dar definiciones tajantes sobre el gobierno que iniciará dentro de 17 días, agradeció el apoyo recibido de los cordobeses.
Esto comenzó en Marcos Juárez. Ahí pusimos la primera semilla. Córdoba fue la ola de cambio imparable que creció a lo largo y ancho de todo el país. Sin Córdoba esto no habría existido”, expresó Macri respecto de la penetración que logró su fuerza en nuestra provincia.
Fue el contagio y el entusiasmo de los cordobeses el que me dio ganas e impulso para empezar esto que parecía una utopía”, completó.
Consultado sobre cómo será la relación de su gobierno con Córdoba dijo tajante: “Se acabó la discriminación y el autoritarismo de parte de la Nación con Córdoba. Hoy nace una nueva forma de hacer política: juntos, con todos los jefes comunales, intendentes y gobernadores del país sin importar el color político de cada uno”.
Después de tanto cariño que hemos recibido durante la campaña y en cada visita, puedo decirte que me siento un cordobés más”, expresó el presidente electo, en medio de saludos y abrazos de dirigentes de su entorno.
Vamos a llenar las economías regionales de producción y oportunidades. Y Córdoba será uno de los motores principales y de desarrollo del país”, agregó en línea con sus promesas de campaña.
Por último, Macri volvió a los agradecimientos. “Hemos armado un gran equipo en Córdoba, con dirigentes de todas las edades y con gente simple que viene a la política a dar a cambio de nada”.

Emoción y agradecimiento

Macri subió al escenario cinco minutos antes de las 22. No pudo disimular su emoción.
Entre agradecimientos, el presidente electo agradeció el apoyo recibido en las urnas y dijo: “Estoy acá para ayudarles a encontrar su camino de progreso personal y familiar”.
En ese marco, remarcó: “Que el cambio no se detenga en revanchas o ajustes de cuentas”.
Macri bailó sobre el escenario y no ocultó su euforia. Salió a arengar a la multitud que lo esperaba en su búnker y pronunció un breve discurso en el que reforzó la gran idea fuerza de su campaña: que encarará un gobierno de unidad nacional. “Es un día histórico, es un cambio de época. Se los dije que iba a ser maravilloso. Este es el inicio de un camino que nos tiene que llevar al futuro, a las oportunidades que nos van a conducir al progreso”, dijo.
El presidente electo no dio precisiones sobre el gobierno que comandará a partir del 10 de diciembre. Prefirió dejarse llevar por la emotividad y abrazar a los suyos. Tuvo, sí, un primer agradecimiento a Ernesto Sanz, presidente de la UCR, y a Elisa Carrió, de la Coalición Cívica, los otros dos artífices de la alianza que ayer desplazó al kirchnerismo del poder. “Gracias de verdad porque creyeron en sumar”, les dijo a sus socios políticos y despejó, de esta manera, las primeras tensiones en la coalición por la incertidumbre que reina sobre el armado del nuevo gobierno.
Macri les propuso a todos los argentinos construir un país con “pobreza cero”, quizá la principal promesa de su campaña. También conminó a la ciudadanía a luchar contra el narcotráfico y mejorar la calidad de la democracia. “Pero todo esto requiere que no perdamos nuestra vitalidad; debemos ponerla en función de nuestro futuro”, sostuvo.
Respecto a la inserción de la Argentina en el mundo también tuvo un pequeño párrafo. “Queremos tener buenas relaciones con todos los países. Sabemos que el pueblo argentino tiene mucho para aportarle al mundo, esperamos encontrar una agenda de cooperación”, manifestó. Pero pronto se entusiasmó con los gritos de sus seguidores que repetían como un mantra tres palabras: “Sí, se puede”.
Le pido a Dios que me ilumine para ayudar a cada argentino a encontrar su forma de ser feliz. Les pido a ustedes que, por favor, no me abandonen, que el 10 de diciembre empieza una nueva etapa maravillosa. Es acá y es ahora. ¡Vamos, Argentina!”, concluyó y se entregó a la danza junto a su pequeñísima hija Antonia y su esposa, Juliana Awada.
Fuente: www.lavoz.com.ar

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