Por Antonio Elduayen Jiménez CM
El evangelista Juan es, con Marcos, el otro hagiógrafo para quien el Jesús de la Navidad es más importante que la Navidad de Jesús. En efecto, sin hablar de la Navidad o Nacimiento de Jesús, su evangelio (Jn 1,6-8. 19-28) lo presenta ya hecho un hombre y rondando la Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan el Bautista está bautizando. Bautizo que él llama de conversión, porque su propósito es que la gente cambie su modo de pensar y de vivir y se comprometa con “el gran desconocido”, listos a seguirle tan pronto aparezca. El evangelista Juan, que nos cuenta todo esto, lo tiene muy claro, pues conoce muy bien a Juan el Bautista, por haber sido su discípulo. Uno de los primeros, junto con Andrés el hermano de Simón Pedro.En relación con nuestro Adviento o tiempo de vigilante y activa espera de Jesús, ¿qué nos pide hacer este evangelio de Juan? Ante todo, como dije al principio, ver al Jesús de la Navidad más que la Navidad de Jesús. Claro que hay que celebrar en grande la Navidad, pero no se nos puede ir todo tiempo mirando el pesebre o la cuna, o cantando villancicos con los ángeles, o comiendo panetón con los pastores, o… Cuando celebramos el cumpleaños de alguien no hablamos tanto de dónde y cómo nació, sino que nos fijamos en la persona que tenemos delante y la felicitamos y nos interesamos por su salud, etc., y le decimos que cuente con nosotros. Entiendo que es esto lo que nos pide la Navidad-cumpleaños de Jesús: felicitarle, desearle lo mejor y ponernos a su servicio, sobre todo cuando hay tanto que hacer, hermanos.
Sobre lo que tendríamos que hacer, quiero resaltar sólo estas dos cosas del evangelio de hoy: 1. Acoger el testimonio del Precursor Juan sobre Jesús, dando la importancia debida a lo que nos dice, por ejemplo, que el Mesías que viene es muy superior a él. Como es muy superior el bautismo en el Espíritu Santo que nos trae (Jn 1,33). Nos lo dio y es lo más grande que tenemos, pero lamentablemente ni sabemos la fecha de nuestro cumplebautismo ni, menos, lo celebramos cada año; y 2. Convertirnos en Precursores de Jesús, dando testimonio de Él con nuestras vidas y anunciándolo con nuestras palabras y obras. Al respecto, Juan hace suyas estas palabras del profeta Isaías (40,3): “Yo soy la voz que grita en el desierto: ¡preparen el camino del Señor!”.
Sin duda lo más importante que podemos hacer, para preparar la Navidad y como regalo al Jesús de la Navidad, por su cumpleaños, es convertirnos en discípulos misioneros, en evangelizadores con espíritu, como nos pide el Papa Francisco (EG, c. V). Nos lo pide, ante todo el Señor, por boca del profeta Isaías; “El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres”, (Is 61, 1). Es lo que hizo San Vicente de Paúl, fiel y generoso evangelizador de los pobres. ¿No podríamos hacerlo también nosotros?
Tercer domingo de Adviento
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