Bajo la amenaza de Greenpeace

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Desgraciado

Líneas de Nasca
Luego de que un comunicado del Ministerio de Cultura diera cuenta de una “grave afectación”, el viceministro de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Luis Jaime Castillo, detalló cuál es el impacto de la protesta que un grupo de activistas de la ONG ambientalista Greenpeace realizó bajo la figura del Colibrí en un sector de las líneas de Nasca.
“A raíz de que esta gente se ha metido de noche y ha caminado en una fila india, ha generado una línea adicional. Efectivamente no han tocado la figura del Colibrí, pero ahora tenemos una figura adicional que son las pisadas de esta gente”, comentó el funcionario al detallar que las líneas están compuestas por unas piedras oscuras de origen volcánico y una capa de una especie de arena de color claro.
El viceministro incluso comparó lo ocurrido con un huaqueo o destrucción organizada por una banda delincuencial. Por ello, advirtió que el daño podría ser penado con una pena de 8 años de cárcel.
“Lo que ha ocurrido es un atentado contra el patrimonio en uno de los lugares más frágiles del mundo”, refirió.
UN ARQUEÓLOGO LOS ASESORÓ
Por su parte, el coordinador de la campaña de Clima y Energía de Greenpeace en la región andina, Mauro Fernández, no pidió disculpas por lo ocurrido pese a reiteradas exhortaciones en RPP.
“Hemos ido asesorados por un arqueólogo, él nos guió”, manifestó sin dar el nombre de ese profesional. Asimismo, negó haber creado una huella, pues aseveró que se caminó por un una zona ya marcada previamente aparentemente por un automóvil. En ese sentido, insistió en que no se produjo daño al desplegar el mensaje con letras de tela.
Cabe recordar que el área que comprende los geoglifos de Nasca y Palpa y las pampas de Jumana es considerada intangible. El daño a ese espacio es considerado un delito contra el Patrimonio Cultural de la Nación.
El Ministerio de Cultura ya ha denunciado el hecho ante la fiscalía de Nasca y tramita que los responsables sean impedidos de abandonar el país.
Fuente: Diario El Comercio.
MINISTERIO DE CULTURA SE PRONUNCIA SOBRE EL ATENTADO EN LAS LÍNEAS DE NASCA
El Ministerio de Cultura expresa de manera enfática su indignación por los hechos ocurridos en la zona colindante al Colibrí en las Líneas de Nasca. Esta zona, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, es un área donde está estrictamente prohibido cualquier tipo de intervención, dada la fragilidad que rodea las figuras.
ActivistasLuego de la ilegal, inconsulta y premeditada acción del grupo ambientalista Greenpeace, se ha producido una grave afectación del área.
DestructoresEl Ministerio de Cultura ha denunciado ante la Fiscalía de Nasca estos hechos ilícitos y ha solicitado el impedimento de salida del país de los responsables.
GreenpeaceSe exhorta a la población en general a colaborar con la identificación de las personas que han cometido este atentado contra el Patrimonio Cultural de todos los peruanos y de toda la humanidad.
Destruyendo nuestra identidadEl Perú es respetuoso de la libertad de expresión, siempre que no se atente contra el patrimonio del país o se cometa cualquier otro acto que vulnere la ley.

Poder Judicial debe tomar las medidas correspondientes

El presidente Ollanta Humala se refirió al Poder Judicial tras desestimar el pedido de la Fiscalía relacionado a la prisión preventiva contra los activistas de Greenpeace.
En declaraciones a la prensa, dijo: “Lamento que otros poderes del Estado no le den el peso que tiene nuestro patrimonio histórico. No estamos midiendo el mensaje que le estamos dando al mundo. Espero que el Poder Judicial tome las acciones del caso”.
Humala Tasso agregó que “es lamentable que no nos hayan permitido restringir la salida del país a estos fulanos. Ahora hay que pasar la voz, alertar al mundo. Que cuiden el Taj Mahal, las pirámides de Egipto, porque estamos todos ante la amenaza de Greenpeace de zurrarse sobre cualquier patrimonio histórico“.
Fuente: Diarios El Comercio y La República.
El colibrí que hirió de muerte a Greenpeace

Por Fernando Vivas- Diario El Comercio
Parece una broma cumbre, una cámara escondida que aún no se apaga, una conspiración de las industrias contaminantes para matar, con un sutil pestañeo de colibrí, a Greenpeace.
Pero no, ni gag ni complot, Greenpeace es la única autora intelectual y material de su drama. Bueno, una parte de ella, pues la cabeza, el sudafricano Kumi Naidoo, llegó anoche a Lima a apagar el incendio causado por la facción más tonta de sus activistas.
Naidoo tendrá que aceptar, sin chistar, todos los cargos, porque la metida de pata ha sido monumental, inconmensurable, cósmica. ¿Creen que exagero? Explico por qué no:
En el Perú hemos cultivado una sana conciencia de conservación del patrimonio material e inmaterial. Gozamos, en buena hora, de una cultura de los tesoros de la nación que son, por brillo y extensión, de la humanidad. Los protestantes cusqueños, por ejemplo, pueden desangrarse antes que atacar alguno de sus sitios arqueológicos. Y si alguien osa tocar el bien sustantivo -¡monos con spray nunca faltan!- tenemos un marco legislativo que pena con cárcel al delincuente.
Por lo tanto, he aquí, en este humilde país, una cultura y un marco legislativo protector del patrimonio, que es equivalente y perfectamente transferible a la cultura y marco legislativo protector del medio ambiente que reclama Greenpeace en sus mensajes. ¿Se dan cuenta de la dimensión de su metida de pata? ¡Han escupido sobre un aliado!
Comprendo que el activismo demanda acciones transgresoras, para remecer a los indolentes, para hacer portadas y meter de contrabando tu mensaje. Pero una cosa es saltar calato con una pancarta, o convocar a un plantón; o sea, impactar sin dañar, arquear cejas para luego distenderlas en un tono reflexivo. Y otra cosa es violar la intangibilidad que la cultura otorga al patrimonio, y no solo en el Perú, ah, sino en el mundo, pues las Líneas de Nasca están en la lista de patrimonio de la Unesco desde 1994.
El fundamentalismo, sea de izquierda, derecha, religioso o verde, ciega a sus militantes al punto que no distinguen si su acción está transgrediendo valores no opuestos sino equivalentes a los que defienden. En esta asonada de Greenpeace, y en la soberbia del argentino Mauro Fernández que, en el video toma la palabra, percibo un brote de terrorismo verde.
Perdónenme si traspolo y exagero, pero, ¿acaso no ven en el radicalismo de autómata de Fernández  al declamar el mensaje, en su pose de jactancia junto al bien vulnerado en nombre de otro bien, una imagen que les recuerda a los videos de Estado Islámico donde exhiben a sus próximos decapitados?
La ceguera fundamentalista también les hizo pensar que un cuidado en la forma –no tocar al colibrí, sino solo la zona adyacente- implicaba una corrección en el fondo. ¿Cómo no se dieron cuenta de que el ecosistema y el suelo de las líneas es igual de intangible porque es parte del conjunto? ¿Cómo no calcularon que la controversia iba a apagar el mensaje? ¿Por qué no entienden que si queremos conservar la armonía de la tierra frente al cambio climático provocado por el hombre, tenemos que respetar las huellas de los ancestros que nos legaron un entorno natural que alteraron menos que nosotros?
El Ministerio de Cultura tiene que ser drástico en procurar la sanción y también en la autocrítica: la extensa zona protegida, también ha sido violada por invasores de terrenos, mineros ilegales y hasta por los pilotos del rally Dakar. Pero el castigo y la reflexión y todas las ironías que inspira el aleteo del colibrí, vayan para Greenpeace. (A propósito de ironías que martillan a Greenpeace, resulta que la cultura Nasca es un motivo inspirador de la COP 20, pues estuvo en los discursos oficiales; en el pin del ministro Pulgar Vidal; en el vestido que lució Christiana Figueres, la secretaria ejecutiva de la convención, en la inauguración; y en el lanzamiento de la Non State Actor Zone for Climate Action, NAZCA según siglas en inglés, que se presentó en este comunicado).
No quiero acabar con una reflexión tan sombría. La COP 20 puede sacar una conclusión provechosa y conciliadora del ‘ecoescándalo’: reconocer, en sus conclusiones, que la conciencia de protección e intangibilidad del patrimonio, desarrollada en países como el Perú, es un ejemplo para las campañas concientizadoras y propuestas legislativas que reclama la conservación del medio ambiente frente al cambio climático.

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