Redes sociales se pintan de verde y amarillo

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Manifestaciones en Brasil

Por Alfonso Baella- Diario Expreso
La Agencia Brasilera de Inteligencia, ABIN -similar a la Dirección Nacional de Inteligencia, DINI, del Perú- se ha visto no sólo sorprendida sino desbordada para conocer quienes son y dónde están los cabecillas de las protestas que tienen a cerca de 80 ciudades y más de un millón doscientos mil brasileños en las calles y plazas en uno de los procesos de desborde popular más complejos desde 1992 en que miles protestaron por la corrupción del gobierno de Collor de Melo. En las últimas horas, el servicio de inteligencia informó al Gobierno de Dilma Rousseff que la ola de violencia se dan por acciones “espontáneas”, “instantáneas”, “sin agenda” y “sin líderes”. En una palabra, imprevisibles.
Las protestas originadas en el aumento del precio del transporte (autobús, metro y tren) que pasó, a inicios de Junio, de 3 reales (1.40 dólares) a 3.20 (1.50 dólares), pronto escalaron y se convirtieron –para sorpresa del gobierno y de las clase política brasileña- en el detonante de una protesta mayor: la corrupción, la indolencia, la politiquería y la exclusión que sienten millones de jóvenes de los programas de vivienda, salud y educación. La causa se amplió a denuncias contra los 15.000 millones de dólares destinados por el gobierno para el Mundial de fútbol del próximo año.
La indignación popular se multiplica sin control en un momento bien complicado para el crecimiento económico en Brasil que ha tenido un magro 0,6% en el primer trimestre, una inflación que en Mayo llegó a 6,5% y con una canasta popular de alimentos que ha subido más de 13% en los últimos 12 meses.
En un contexto que hace recordar a los “Indignados” en España, la “Primavera Árabe” en el Norte de África y los “Occupy Wall Street” en Estados Unidos, las redes sociales vuelven a ser el medio ideal pero también el combustible, el facilitador y el catalizador para potenciar esta protesta que lejos de detenerse, sigue creciendo.
La Policía ha comenzado a monitorear las redes sociales pero los grupos y ciberactivistas se multiplican por cientos de miles cada minuto. Según datos difundidos esta semana por el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Sociedad de la Información, en Brasil -con 192 millones de habitantes- hay 80.9 millones de usuarios de internet y 139.8 millones de usuarios de teléfono móvil. En Facebook, según Socialbakers, Brasil es el país que tuvo durante el 2012 el mayor crecimiento con casi 30 millones de nuevos usuarios, llegando ya a 70 millones y relegando a India y Japón. Es decir, si hay una plataforma para comunicarse es Internet y si hay un medio son las redes sociales.
De hecho, Passe Livre São Paulo, uno de las decenas de movimientos que contribuyen a la protesta con su ciberactivismo, crece a razón de entre 10 a 40 mil nuevos fans por día en Facebook y ha llegado en 10 días a 273 mil seguidores, sin que medie inversión publicitaria alguna y, sorprendentemente, tiene más de 370 mil “personas que hablan de él”. Eso, en buen romance, significa que su viralización o impacto son contundentes si consideramos además que cada usuario tiene una media de 250 amigos. Una simple multiplicación ha puesto en alerta roja al Partido de los Trabajadores.
Las redes sociales, al igual que las calles y plazas, han sido tomadas por los jóvenes sin partidos, sin ideología y sin líder. No es la izquierda ni la derecha ni sus expresiones más radicales. Son ciudadanos de a pie con pintura en la cara que, por momentos, se sorprenden de verse en las calles unidos por un mismo sentimiento de indignación, que no tienen más poder que su derecho a protestar y que portando banderas en una mano y un celular en la otra representan al movimiento popular moderno, independiente y global, que repudia a los partidos y a los políticos de siempre. Como decía un banderola que resume un pensamiento bien extendido: “Lo que importa no es la gente que tiene el poder sino el poder que tiene la gente”.

Verde amarelo

Diferentes obispos apoyan las revueltas en contra del recorte del estado social: “Hay valores evangélicos subyacentes a las manifestaciones”.
Por Giacomo Galeazzi- Vatican Insider
La Iglesia brasileña comparte las protestas en las calles del país. Según el obispo auxiliar de Belo Horizonte, Joaquim Mol, presidente de la Comisión episcopal para la educación y la cultura, “es necesario identificar los valores evangélicos que subyacen a las manifestaciones y hacerlos explícitos en su aspecto propulsor para un mundo mejor”.
João Carlos Petrini, obispo de Camaçari y presidente de la Comisión Vida y Familia, sostiene que las manifestaciones “abren la vía a nuevos evangelizadores”, puesto que indican las esperanzas de un cambio que encuentran su respuesta en Jesús. Luiz Majella Delgado, obispo de Jataí y presidente de la región Centrooccidental, insiste para que la palabra de la iglesia llegue a las parroquias y a las comunidades en las misas del fin de semana.
Mientras tanto, la victoria en contra del precio del transporte público no detiene a los “indignados” brasileños. Una doble victoria para los manifestantes que han vuelto a tomar las calles para hacer escuchar su voz en contra de los gastos faraónicos para el la Copa Confederaciones que se está llevnado a cabo, el Mundial de 2014 y otros eventos deportivos  que han arrancado recursos a sectores muy afectados desde siempre, como la salud, la educación y el transporte. Si es cierto que la primera victoria de los “indignados” brasileños fue la más pequeña, tiene un enorme valor simbólico. En un país en el que el pueblo no se manifestaba masivamente desde el final de la dictadura en 1985 y desde el gobierno del presidente Fernando Collor de Mello, sobre todo en 1992, esos 20 centavos menos -como indicaban algunas pancartas de los manifestantes, “son como los árboles del Gezi Park de Estambul”.
El Movimiento Passe Livre, que se batió por la abolición del billete en los medios públicos, convocó a través de las redes sociales a nuevas manifestaciones en unas ochenta ciudades del gigante sudamericano. Solo en Facebook, ya se han sumado más de 1 millón de personas. El descontento de los brasileños no se acontenta, como era previsible, con la reducción de 20 centavos en el precio del transporte público en las grandes metrópolis como San Pablo o Río de Janeiro y otras ciudades menores que respondieron puntualmente al llamado que hizo la presidenta Dilma Rousseff a “escuchar la voz de la protesta”.
Por su parte, monseñor Orani Joao Tempesta dijo sobre estas manifestaciones que “son expresiones que hacen parte de un país democrático”. En declaraciones a la Radio Vaticana, el Arzobispo reconoció la legitimidad de las protestas aunque rechazó los actos de violencia cometidos en los mismos, provocados por grupos minioritarios a los que la Policía Militar (PM) está haciendo frente.. “Esto no genera ninguna preocupación en el sentido de la seguridad de las personas porque estas manifestaciones se dan en lugares muy específicos de la ciudad, con el resguardo de la PM”, explicó el Prelado.
El Arzobispo recordó que la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Río 2013 es una buena experiencia para la juventud, no solo de Brasil, sino de todo el mundo, para que los muchachos recuerden a todos que sí se puede hacer la diferencia si la vida se conduce por los valores cristianos. “Una juventud que tiene valores, valores cristianos, que también quiere cambiar el mundo con un corazón de justicia y de paz y que puede dar una forma distinta a estas reivindicaciones aquí en Brasil, en su naturaleza, siguiendo el deseo de buscar tiempos mejores”, concluyó.

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