La madre Sara Kaithathera (1934-1998). Un ensayo biográfico

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Por María A. Benavides
RESUMEN
La Madre Sara Kaithatera nació en Kerala, India, el 16 de mayo de 1934 y falleció en Yanque (1), provincia de Caylloma, Perú, el 14 de mayo de 1998. Durante trece años se dedicó al cuidado de los enfermos y necesitados en Yanque, donde fue la fiel compañera de la Madre Antonia Kayser. La Madre Antonia ha sido Encargada de la iglesia parroquial de Yanque a partir de 1980, en que falleció el Vicario Episcopal de la provincia, Padre Pablo Hagan.
Este ensayo sobre la vida y obra de la Madre Sara tiene como objeto dar a conocer su enfoque personal sobre el trabajo social entre los pobres, pues su creatividad fue excepcional, como también lo fue su visión de los problemas materiales y espirituales de los pobres a nivel mundial.
INTRODUCCIÓN
El pueblo de Yanque, en el valle del Colca, provincia de Caylloma, durante la colonia fue capital de provincia y sede de un convento de frailes franciscanos. El templo actual fue construido a fines del siglo XVII sobre las ruinas de una iglesia anterior que se derrumbó en el terremoto de 1668. Después que los franciscanos dejaron de atender las parroquias del valle del Colca, se instituyó el sistema de Vicaría Foránea, cuya sede fue primero el pueblo de Madrigal, y más tarde, Chivay, por ser la nueva capital de provincia.
En 1972 el Vicario Episcopal de la provincia, Padre Pablo Hagan, transfirió la sede del vicariato desde Chivay a Yanque, debido a algunos problemas que habían surgido con las autoridades de Chivay, y a la invitación de las autoridades de Yanque. El Padre Pablo y el equipo pastoral que él había fundado rehabilitaron el antiguo convento franciscano contiguo al templo, que vino a ser el centro para la labor pastoral en toda la provincia. El Padre Pablo encontró en una alacena los viejos documentos parroquiales, los catalogó y cuidó, aumentando la colección con los registros de las demás parroquias del valle, a medida que cesaban en sus funciones los párrocos respectivos.
Cuando falleció el Padre Pablo en 1980, el equipo pastoral que él había formado se desmembró, quedando solamente una de las Madres Maryknoll, Antonia Kayser, como Encargada de la parroquia por disposición del Arzobispo de Arequipa. Era muy difícil conseguir que vinieran hermanas a Yanque, pues en general ellas preferían vivir en comunidad en las ciudades, y no en un lugar aislado en el campo. A través de los años, Antonia tuvo la compañía y colaboración de algunas hermanas Maryknoll y/o Madres Misioneras Médicas; pero todas ellas, por motivos de salud, de estudio o de trabajo se fueron retirando de Yanque, quedando solamente la Madre Antonia a cuidado del convento, de la iglesia y del Archivo Parroquial. Más tarde, el Archivo Parroquial de Yanque fue transferido al Archivo Arzobispal de Arequipa.
VIDA DE LA MADRE SARA EN EL PERÚ: 1985-1998
1) Llegada de la Madre Sara a Yanque
En julio de 1985 llegó a Yanque la Madre Sara Kaithathera, Madre Misionera Médica, nacida en Kerala, India. Venía especialmente para trabajar con la Madre Antonia Kayser y para colaborar en los cuidados médicos de los habitantes de la zona. Cuando Sara llegó al Perú, tenía 47 años de edad y por primera vez llegaba a un país latino americano. Había trabajado toda su vida en la India, pero conocía muchos países de Europa y había llevado un curso en Estados Unidos. Al llegar a Lima, viajó de inmediato a Arequipa y se alojó donde las madres de su congregación, Madres Misioneras Médicas. Después de algunos días, Sara siguió viaje a Yanque: partió a las cuatro de la mañana en el colectivo polvoriento de “Chileno”, que hace en cinco horas el trayecto desde Arequipa a Yanque vía Chivay, capital de provincia.
Yanque se encuentra a tres mil seiscientos metros de altura sobre el nivel del mar, y la carretera afirmada pasa por una puna extensa que oscila entre los cuatro y los cinco mil metros de altura. Por tanto no era de extrañar que Sara llegara agotada, y que fuera de frente a dormir con su sleeping bag al aposento que se le había destinado. Era este una sección rodeada por cortinas en el gran cuarto con anchas paredes de adobe y con techo de paja que a la vez hacía función de depósito, y que Sara debía compartir con la Madre Rosemary de su misma congregación, quien desde unos años acompañaba a la Madre Antonia.
Yo me encontraba en Yanque cuando llegó Sara. Llamó la atención a todas nosotras su capacidad para dormir. En efecto, pasaron bien dos días en que prácticamente no se le vio a no ser brevemente para pedir un nuevo termo de agua caliente o alguna comida. Cuando por fin apareció, Sara se dedicó a lavar la cantidad enorme de ropa que había traído, desde blusas de algodón estampado hasta blue jeans y pantalones de lana. Nos contó que durante los días que había pasado en Porvenir, había faltado el agua y no era posible lavar ropa. Por falta de agua para lavar su cabellera larga que le llegaba hasta la cintura, Sara había decidido cortársela.
Su tez trigueña le permitía a Sara quedarse horas bajo el ardiente sol serrano, lavando la ropa en los grandes lavatorios de plástico que se llenaban con manguera y se ponían a calentar al sol. Luego la ropa se extendía en los cordeles tendidos a un lado del patio formado por el frente de la casa cural, el paredón lateral del gran templo de Yanque, la huerta, y los galpones donde Antonia criaba patos y conejos. Del patio se podía salir por un zaguán que daba a una calle polvorienta cerca de la plaza del pueblo.
2) Los años de trabajo en Yanque: 1985-1998
Sara empezó enseguida a hacerse cargo de los tratamientos de emergencia, de los curativos y del expendio de medicinas que habían estado a cargo de Antonia y Rosemary. (2) En un primer momento, la gente de Yanque tenía reparos en atenderse con Sara, que no hablaba castellano ni quechua, y preferían los cuidados de Antonia a quienes conocían desde muchos años. Pero muy pronto Sara logró entenderse con la gente a quienes atendía con serenidad y alegría, y sus pacientes se fueron dando cuenta de sus conocimientos médicos profesionales y de su dedicación.
Sin embargo, la superiora de las Madres Misioneras Médicas en el Perú consideró que era importante que Sara aprendiese bien el idioma del país. Sara viajó a Lima, donde se alojó en un convento de Miraflores, de donde salía todos los días para sus clases de lengua española. Sara se dedicó al estudio, pero estaba ansiosa de regresar a Yanque para trabajar con el pueblo. Ella sentía que podía aprender de la misma gente en el pueblo donde la mayoría tampoco habla perfectamente el castellano y que podía siempre recurrir a Antonia como intérprete. Finalmente, Sara consiguió el permiso de regresar a Arequipa, donde vivía con cierta independencia en un departamento alquilado por las hermanas Maryknoll, y donde continuó tomando clases de castellano, con interrupciones en que volvía por unos días a Yanque.
Ya establecida en Yanque, Sara se hizo cargo de la atención a los pacientes, de la preparación de la comida en el único primus de la casa cural y del lavado de platos y ollas en los lavatorios de la cocina. Preparaba deliciosas comidas, frecuentemente sazonadas con el curry típicamente indiano. La casa cural no tenía agua, desagüe, ni electricidad, y había que cargar el agua en baldes que se llenaban con la manguera. Se lavaba ollas y platos en lavatorios de plástico, y el agua sucia se derramaba en el piso del patio, lo que servía también para evitar que se levantara el polvo frente a la puerta.
Sara adoptó un sombrero de algodón rojo, que nunca se quitaba. Desarrollaba una gran actividad durante el día, pero no conseguía levantarse como las otras a las cuatro o cinco de la mañana. A partir de las siete de la mañana se incorporaba a las actividades en el patio, donde desfilaba la gente que venía a recibir el desayuno que preparaban dos cocineras con productos donados por Caritas, en grandes ollas en fogatas al aire libre. Antonia chequeaba la lista de mujeres, niños y ancianos, porque a esa hora los hombres estaban en el campo. La gente venía con ollas o baldes en que se vertía el quaker o la sémola cocidos y cada uno recibía una ración de pan; a la vez, debía traer algo de combustible: ramas secas o bosta de los animales para alimentar las fogatas. A veces eran cien personas, a veces más, especialmente cuando la cosecha se hacía esperar y la comida en los hogares escaseaba.
Al mismo tiempo venían las personas enfermas que buscaban a las madres para tratamiento médico: mujeres en ropas multicolores y típicos sombreros de paja almidonada blanca con sus bebes; viejitas en harapos, niños accidentados o afiebrados. Se sentaban en la tina de barro que formaba una banca afuera de la casa cural, y esperaban pacientemente que se les atendiera. Cuando era necesario un examen, los pacientes pasaban a la cocina-comedor. Más tarde se arregló un cuarto específicamente como enfermería, donde se atendía a los pacientes con la puerta abierta, para que entrara la luz brillante del sol matutino; pues este era el mismo cuarto donde primero se había hospedado Sara con Rosemary. Los gruesos muros de piedra y adobe sin enlucir, el techo de paja, la pesada puerta de madera rústica y dos ventanitas diminutas contribuían para la oscuridad del ambiente.
Sara se adaptó rápidamente a la vida en Yanque, a pesar de ser tan diferente de sus experiencias previas en zonas tropicales de la India. En Yanque, los días asoleados son muy calurosos, pero a partir de las cinco de la tarde empieza el gran frío y es necesario entrar a la casa y cerrar la puerta. Las madres se alumbraban con dos o tres velas que permitían apenas cocinar, comer y sentarse alrededor de la mesa en tertulia con los visitantes, generalmente hombres del pueblo que tenían alguna vinculación de trabajo con las madres.
La gente de la sierra peruana mayormente es silenciosa y seria. Sin embargo, Sara no veía grandes diferencias con el pueblo de la India: al contrario en una ocasión ella me dijo que había grandes semejanzas entre la India y Yanque. En ambos casos, decía ella, el pueblo había aceptado la religión católica pero sin desechar sus propias creencias. Así, en Yanque la gente continuaba a creer en las fuerzas de la naturaleza como seres personales con poderes sobrehumanos; y en la India se seguía creyendo en la reencarnación después de la muerte física.
Sara sentía una gran afinidad para los pobres y los enfermos. Con gran dedicación pudo hacer curaciones maravillosas. En especial, en el año 1990, tomó a su cuidado una mujer y su hija que se habían quemado en el incendio de un primus. La niña se curó más rápidamente, pero la mujer demoró casi un año en curarse porque tenía el noventa por ciento del cuerpo con quemaduras graves, lo que se considera imposible de cura. Más tarde, la mujer fue internada en un hospital de Arequipa, donde se le hizo injertos de la única parte que no había sido afectada, que era el cuero cabelludo.
Fiel a su teoría de que la gente del pueblo tiene grandes capacidades intelectuales y creativas, independientemente de su eventual falta de escolarización, Sara inició en Yanque por lo menos uno de los programas que habían resultado positivos en la India, entrenando ocho mujeres para que atendieran a los enfermos de Yanque. Utilizando todos los medios más sencillos pero a la vez más prácticos, les enseñó a poner inyecciones practicando con naranjas y a coser heridas utilizando carne de alpaca. También les enseño a examinar a los pacientes: tomar la presión, escuchar los pulmones, analizar la orina, etc.
En una ocasión pude asistir a un curativo hecho por una de sus alumnas: era un caso de quemadura grave en la espalda de un hombre, en que por error se había aplicado una crema espesa que estaba causando infección y debía ser retirada. Una de las alumnas de Sara estaba raspando la herida del hombre que se mantenía estoicamente inmóvil, sostenido por la fe que tenía en la curación ordenada por Sara. El resultado fue excelente, y el hombre sanó perfectamente.
Sara desaprobaba del sistema tradicional de la sierra según la cual la mujer debe dar a luz en cuclillas, encima de un montón de ropas. Según Sara, este sistema era peligroso por el golpe a la cabeza que podía sufrir el niño al momento del alumbramiento. Además, observó que las mujeres eran incitadas por los numerosos asistentes, quienes a menudo tomaban licor durante el alumbramiento, a empezar a pujar con mucha anticipación, lo que causaba agotamiento y podía hasta demorar el parto por la interrupción de los dolores. Sara propugnaba el reposo en cama durante el trabajo de parto, alternado con paseos en el cuarto, y tuvo marcado éxito con los partos que atendió en que las mujeres se recuperaban rápidamente sin consecuencias de prolapso que es muy común en la sierra. Ella entrenó a sus ayudantes para que pudieran atender a los partos en esa manera (3).
Para vencer los problemas de la pobreza local, Sara se interesó por programas de artesanía para que se creara una industria casera en que las mujeres pudieran ganar algún dinero trabajando en sus horas libres, y se incorporó a varios grupos sociales de Arequipa, pues sostenía la tesis que no es efectivo trabajar aisladamente sino que se debe aunar esfuerzos trabajando en grupos.
La vida en Yanque no es fácil y Sara no gozaba de perfecta salud. En su juventud había sufrido un accidente en la India: había caído de un Jeep en marcha que la había arrastrado por un trecho. A consecuencia de esa caída le temblaba un poco la mano derecha, y ese temblor era más marcado cuando estaba tensa o enferma. Con cierta frecuencia le daban fuertes gripes, cuya consecuencia última fue una bronquitis crónica que le provocaba una fuerte tos.
Fue también víctima de un rayo, que cayó en un charco de agua en el patio delante de la puerta de la cocina en Yanque, justamente cuando Sara estaba lavando las ollas de espaldas a la puerta. El rayo rebotó del charco a la cabeza de Sara, causándole un fuerte dolor, y cuya consecuencia última fue la catarata a ambos ojos que la dejó casi ciega. En 1997 un famoso médico oculista alemán que había conocido a las madres en Yanque le ofreció operarla gratuitamente en Alemania, cosa que hizo en ocasión de un viaje de Sara a la India: Sara pasó por Alemania tanto a la ida como al regreso, y cada vez fue operada de un ojo. Ambas operaciones fueron totalmente exitosas y Sara recuperó la visión que había tenido anteriormente, y que era buena a condición que usara lentes.
Cada vez que Antonia tenía que viajar a Arequipa por algunos días, Sara se quedaba a cargo de la Casa Parroquial. En una ocasión, la ausencia de Antonia coincidió con una fiesta tradicional en el pueblo, que se festejó después del anochecer con mucho trago y fuegos artificiales en la plaza. A un cierto momento un cohete cayó en el techo de paja de la Casa Parroquial y Sara entró en pánico porque no tenía quien le ayudara a extinguir el fuego que dilató, pues todos estaban en la fiesta. Finalmente vinieron algunos campesinos a echar tierra sobre la paja que se quemaba. Sara quiso subir la escalera que se había apoyado contra el techo, para ver de cerca los estragos que había causado el incendio, y como consecuencia del enfriamiento, pues la temperatura estaba bajo cero centígrado, le dio una pulmonía que tuvo que ser tratada en Arequipa.
Pero Sara superaba todos los problemas de salud, y estaba siempre llena de ánimo, de optimismo y de alegría, siempre dispuesta a alternar con todos y a proponer soluciones a los problemas. Su genio alegre y simpático le atraía amigos en todo lugar y en toda circunstancia.
3) Los amigos de Sara
Sara y Antonia eran muy queridas. Uno de los grandes amigos de las hermanas era Mauricio de Romaña quién estaba siempre preocupado por ellas y las atendía en sus necesidades. En 1983, Mauricio consiguió para las madres un generador de electricidad solar, que hizo instalar en el techo de la Casa Cural, y que permitía alumbrar la cocina-comedor durante algunas horas por la noche. En la misma época también organizó un sistema para proporcionarles a las madres agua potable, por medio de bidones transportados por acémilas desde la fuente de agua en su propiedad en Curiña, una quebradita al oeste de Yanque.
A Sara le gustaba pasar una tarde en el hotel de Mauricio en Curiña. También no perdía la ocasión de recorrer el valle del Colca y de enterarse de los problemas que se presentaban en los diversos lugares. Así en una ocasión me acompañó a visitar el pueblo de Maca que había sufrido un terremoto devastador. También fuimos juntas a ver los relaves de la Mina de El Madrigal en una época en que la mina había sido cerrada y se mantenía a duras penas el sistema de riego que controlaba los relaves e impedía que el viento llevara el polvo a las tierras agrícolas.
En una ocasión llegué a Yanque cuando se había producido un problema con la policía, y acompañé a Sara al Puesto Policial en Chivay, capital de provincia, para que asentara su declaración aclaratoria. En esa ocasión comprobamos cuan poco confiables son los informes policiales que pueden recoger los historiadores, pues el policía que redactaba el informe no tomaba minimamente en cuenta la versión de Sara que yo trataba de elucidar. Después de perder mucho tiempo tratando de corregir la interpretación del que la tipeaba, recomendé a Sara que firmara la declaración a pesar de los errores que contenía y ambas tomamos a broma todo el asunto que en verdad no era de mayor trascendencia.
A pesar de que Sara se sentía completamente en su casa en Yanque, no perdió el gusto por pasar una temporada en Arequipa o en Lima con los muchos amigos que la querían y admiraban. Hubo un momento en que sintió que el cambio de clima entre Arequipa y Lima le hacía daño, pero en un segundo tiempo parece que le pasó ese problema pues en las últimas ocasiones que estuvo en Lima no se quejó de malestar. En Lima se alojaba en la casa de las Hermanas Misioneras Medicas cerca al aeropuerto del Callao, o donde los muchos amigos que rivalizaban entre ellos para alojarla. Tenía amigos entre el cuerpo diplomático, pues los embajadores de Holanda, de la India y de otros países la habían conocido en excursiones turísticas a Yanque, y la invitaban siempre a sus casas. En 1997 llegaron a Lima los embajadores de Finlandia que habían sido amigos de Sara en la India. Otra amiga de la India era la Doctora Betty Saldanha, musicóloga y especialista en terapia musical.
En 1993, hubo una ocasión cuando Sara estaba alojada en mi casa en Lima en que fuimos invitadas por la embajadora de la India a un té ceremonial en su residencia. Sara vistió un hermoso sari de seda natural, regalo de su hermano, y fuimos recibidas por la embajadora, una guapa señora quien se había vestido de gala para la ocasión. Ella hizo servir los bocadillos dulces tradicionales de la India para agasajar a la que ella consideró su huésped ilustre. Luego, en abril de 1998, la nueva Embajadora de la India invitó expresamente a Sara para que viajara de Yanque a Lima, para que la ayudara a atender al Presidente de la República de la India Señor K.R. Narayanan, quien venía al Perú en visita oficial. Sara tenía buenas relaciones con las personas del servicio diplomático indiano, (4) pero decía que el personal de la Embajada de la India era conformado por personas de la elite hindú, que desconocen los problemas de la sociedad harijan y de la población tribal con las que ella había trabajado en la India.
Cada vez que Sara viajaba a Lima desde Arequipa, traía regalos de la artesanía de Yanque, que ella apreciaba mucho. Y las dos veces que viajó a la India, en 1990 y 1997, trajo objetos hermosos desde allá, que distribuyó con gran entusiasmo y amor entre sus amigos. Así cada uno de nosotros tenemos pequeñas colecciones de los regalos de Sara.
4) Enfermedad y muerte de Sara
La última vez que estuvo en Lima, Sara dedicó una parte considerable de su tiempo a escoger ropa usada para los pobres de Yanque, en un depósito para la ropa que llega del extranjero a las manos de un sacerdote amigo de las madres. Probablemente esa labor entre la ropa guardada en un espacio poco ventilado agravó la bronquitis crónica de que sufría Sara, y cuando llegó a la casa de su amiga Clemencia Herrera en Arequipa ya no se sentía bien. Sin embargo insistió en seguir viaje a Yanque, donde aparentemente le cogió de improviso una pulmonía fulminante.
Ya hacía muchos años que Rosemary había dejado Yanque, y Sara compartía el cuarto de Antonia, al lado de la cocina comedor. Entre las dos, se había formado una simbiosis: se atendían mutuamente en las enfermedades, comentaban los problemas con las autoridades del pueblo, con los gamonales, con la incomprensión de la gente, con los amigos inconstantes o traicioneros. Sara se había hecho un deber acompañar a Antonia, que le llevaba diez años, hasta el final de su vida. Pero el destino no lo quiso así, y fue Antonia quien vio expirar a Sara en sus brazos en la madrugada del 14 de mayo, después de una noche de angustia.
La noticia de la muerte de Sara enseguida dio la vuelta al mundo. Antonia trató inútilmente de comunicarse con la congregación de Sara y con la suya propia. Luego avisó por teléfono a Clemencia Herrera, y esta a los amigos e amigas en Arequipa y Lima; estos a su vez avisaron a los que estaban en el extranjero. Mauricio de Romaña se hizo cargo de todo para que las exequias tuvieran toda la solemnidad posible. Muchas personas se movilizaron desde Lima, Puno y Arequipa, y el Arzobispo de Arequipa y otros monseñores celebraron la misa de exequias en la Iglesia de Yanque. El entierro, acompañado por la mayoría de los 1,500 habitantes de Yanque, tuvo lugar en el Panteón de Yanque, al lado de la Capilla Miserere al fondo del Campo Santo. El año siguiente, 1999, en el aniversario de su muerte hubo también una romería a su tumba.
LA VIDA DE SARA EN LA INDIA (5)
Los estudios y la primera época como enfermera
Sara nació en el sur tradicionalmente católico. Su padre era profesor de ciencia en Kerala y su madre era profesora de ciencias domésticas. Sara estudió la primaria en su pueblo y secundaria en el norte, en Calcuta y Delhi, en colegio de monjas lo que se consideraba prestigioso. Luego entró a la escuela superior del Gobierno, en que se solía ingresar a partir de los 16 o 17 años.
Sara se graduó como contadora, luego asistió a la Escuela de Enfermería de Bihar. Después de completar sus estudios de enfermería entró a la congregación de las Madres Misioneras Médicas. Ella había conocido a la Fundadora y a otras Hermanas de esa congregación en una ocasión en que éstas habían visitado su pueblo natal, porque Sara era la única que hablaba inglés y podía comunicarse con ellas. La congregación había sido fundada en Washington en 1925 por la médica austríaca Anna Dengel, quién trabajó en países del Tercer Mundo, especialmente con mujeres que no recibían atención médica en Pakistán. En esa época las religiosas no podían practicar la obstetricia, pero Anna entabló una lucha y consiguió que se revirtiera esa regla para Pakistán y la India, donde no se permite que las mujeres vean médicos hombres y hay pocas médicas mujeres.
La Fundadora Anna Dengel murió en 1982. En 1986 había 900 Hermanas Médicas Misioneras en todo el mundo. En India había 275 hermanas de diferentes lugares de la India y de países extranjeros. En América Latina había 26 Hermanas entre Brasil, Nicaragua, Perú y Venezuela. En el Perú eran 6. Las hermanas indianas en América eran pocas: en Perú había solamente Sara, en Brasil había dos y en Nicaragua una.
En la Universidad de California en Berkeley, Sara llevó un curso de tres meses de entrenamiento en “salud comunitaria”, como ciencia social y educación para la salud. El profesor del curso había estado en la India y el estudiantado era internacional. Los alumnos eran 26, venían de diferentes lugares, desde Suazilandia hasta el barrio chino de San Francisco. Dos alumnos eran de la India, donde habían trabajado diez años, dos años en hospitales y luego ocho años en una barriada en Delhi, donde daban atención médica a los habitantes de un pueblo que habían migrado a la ciudad. Sara me explicó que en la India, después de seis años de entrenamiento se puede ejercer como médico.
Durante 10 años Sara trabajó en los hospitales de las Hermanas Médicas Misioneras en Delhi, Bombay y Bihar. Cursó estudios especiales de Medicina Comunitaria, un programa del Estado. Después fue como pionera a trabajar en los pueblos, donde el Estado tenía programas de medicina. Algunos grupos religiosos, tanto católicos como protestantes, tenían pequeños centros médicos y hospitales en la zona rural, donde hay muchos conventos. Pero la gente que no conoce el uso de las camas los ve como “pequeños palacios”.
Más tarde, Sara llevó en el Instituto Social Indiano (ISI) un curso de Análisis socio-político de la situación en la India, en que tuvo que leer Marx, Weber y Durkheim. En 1978, participó en la Conferencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la UNICEF en la ciudad rusa de Alma-Ata, en que se formuló la estrategia denominada Primary Health Care (PHC) (Cuidados Primarios de la Salud), que proponía como objetivo “Salud para todos para el año 2000”, y que señalaba un cambio en la percepción de la salud hacia un nuevo énfasis en el contexto social y económico de la salud. En esa Conferencia Sara representó a la India. Recuerdo que ella me comentó que había representantes de muchos países latinoamericanos pero ninguno del Perú.
2) El trabajo de campo
En 1973, a la edad de 39 años, Sara había iniciado su trabajo social en la India como paramédica, pero al poco tiempo diversificó sus actividades, incluyendo un trabajo de concientización basado sobre el modelo del sociólogo brasileño Paulo Freire que se había aplicado brevemente en Brasil y luego en Chile. Empezó trabajando en los pueblos del norte de la India como paramédica, sola, cosa nunca antes vista, valiéndose de instituciones existentes, tanto religiosas como laicas. Pronto se vio envuelta en problemas para ella desconocidos y empezó a interesarse por el aspecto más amplio de la salud social. Ella sintió que estaba librando una lucha para la cual necesitaba tener un apoyo; y después de dos años, en 1975, dándose cuenta que era necesario pertenecer a un equipo para poder realizar una labor más efectiva, ingresó a una institución jesuita denominada ISI.
El ISI (Instituto Social Indiano) era el instituto nacional de los jesuitas, cuyas actividades incluían recursos naturales y forestería, y que logró que se destituyera la ley de deforestación a cambio de la ley de reforestación. En la India los bosques pertenecen a la Nación y son utilizados por las tribus. Los nuevos bosques eran de la BIRLA, una de las once multinacionales más importantes, que disponía de grandes equipos y también de aviones. Las multinacionales en la India, especialmente la BIRLA y la que le sigue en importancia, TATA, controlaban el gobierno, y el presidente Rajiv Gandhi estaba estructurando el presupuesto nacional con ellas.
Cuando ingresó al ISI, Sara tomó un curso socio-político sobre la Teología de la Liberación y la Reforma Agraria, que fortaleció su convicción de que era inútil que cada uno trabajara por separado, se necesitaba un equipo comprensivo. Había que reunir las personas interesadas, laicos, sacerdotes, religiosas, que vivieran como una familia y trabajaran juntas. Se necesitaba el aporte de cada uno, entrenamiento, biblioteca, para poder construir equipos en los pueblos.
El ISI organizó un equipo principal, cuyo objetivo era promover cambios. El equipo consistía de dos sacerdotes, un sociólogo, un abogado y Sara como Master de Salud Pública (con cursos en Antropología, Sociología y Ciencias del Comportamiento). También se constituyó un equipo móvil de entrenamiento, que además de religiosos tenía como laicos dos muchachos y una señorita: uno de los muchachos tenía un Master en Agricultura y el otro era graduado en Desarrollo Comunitario, especializado en reforma agraria. Uno era brahman ortodoxo, el otro hindú. Sara me explicó que brahman es una casta, no una religión, pero hindú sí es una religión, la antigua tradicional de la India. La señorita era de Goa de origen católico pero no creyente, creía que Dios es el pueblo y viceversa. La señorita trabajaba con las hermanas, tenía un bachillerato en Economía y Ciencia Política y hacía análisis político. Le gustaba uno de los muchachos, y trabajó con él durante siete años en Napur, en la India Central.
La constitución de la India propugna la libertad de religión, y el proselitismo puede ser un crimen contra el Estado. Por eso era una ventaja tener miembros de diferentes creencias, pues en realidad la India es un país hindú y hay una cierta discriminación contra las otras religiones.
El ISI organizó varios equipos para trabajar en los pueblos, cada uno de unas seis personas, conformados por un sacerdote, una hermana y laicos de la localidad. Se empezó el proyecto de “médicos descalzos”, que trabajan sin equipos sofisticados, y “abogados descalzos”, y se iniciaron cursos de entrenamiento para “trabajadoras de la salud”. Sara era un “médico descalzo” que entrenaba, escogió un pueblo. El sistema consistía en ir a la provincia, hacer contactos con grupos locales como colegios o hermanas, y trabajar por medio de ellos. Se vivía dos o tres meses con una familia, se asistía a las reuniones locales y se explicaba los proyectos. Se trabajaba con la aprobación de las autoridades locales y eventualmente con el apoyo del Club de Leones, muy activo en la India. Pero en principio, Sara procuraba evitar el contacto con el Club de Leones, porque protegía los intereses de los poderosos: por ejemplo, el dueño de una fábrica pagaba menos impuestos por pertenecer al Club de Leones, y se oponía a todo cambio. Había obispos y sacerdotes que eran miembros del Club de Leones, aunque algunos se salieron eventualmente. Algunos grupos que trabajaban en obras sociales aceptaban la ayuda del Club de Leones, otros no.
Por ser una rama del Instituto Social Indiano, el equipo y cada uno de sus miembros podían siempre apelar al Instituto si tenían problemas con las autoridades y los grupos de poder locales. En la India, una persona preparada puede preparar a otras para que realicen trabajo en el área de la salud. Las enfermeras tenían suficiente preparación para poder entrenar otras personas, y había médicos que hacían visitas periódicas. Cuando había médico, los pacientes pagaban una pequeña cifra para la consulta. Ese programa, que funcionaba como cooperativa, recién se había empezado: requería tener un registro y una tarjeta de cada paciente. Las medicinas se guardaban bajo llave y solamente las había en pequeñas cantidades. No se podía vender las medicinas que tenían cada una su ficha. Antes de empezar un programa de ese tipo en un pueblo había que hacer una reflexión seria. El objetivo no era de competir con la medicina oficial sino de complementarla. No había una fuerte rivalidad entre los dos grupos, el Estado y los particulares buscaban complementarse mutuamente.
Los equipos organizados por el ISI se reunían cada dos o tres meses en un departamento de tres cuartos donde había una biblioteca y se guardaban videos y equipajes. Se intercambiaban aportes, y había comunicación con otros grupos equivalentes y otros equipos activistas con quienes se intercambiaba información. Se hacían evaluaciones periódicas, a las que Sara daba gran importancia:
“Teníamos evaluaciones periódicas. El objetivo era reflexionar junto con la gente acerca de la justicia, que es central para nuestro cuidado de la salud. Era un proceso de acción, reflexión y acción. Nosotros no hacíamos una evaluación para establecer cuanto y cual había sido el éxito de nuestro trabajo, sino cuanto había avanzado la gente; no solamente los trabajadores en el pueblo y la gente en el pueblo, sino el equipo en conjunto” (Sara Kaithathera, comunicación personal, 1987).
Según Sara, primero hay que aceptar las costumbres y después señalar los defectos. Las autoridades eran la gente más rica del lugar: acaparaban tierras y eran terratenientes absentistas. Tenían peones endeudados (kamiya), a pesar de la ley de 1958 que lo prohibía. El peón se endeudaba porque, después de trabajar muchos años, el patrón le daba tierras en préstamo; pero el peón tenía que pagar intereses o se le quitaba las tierras. Teóricamente, si devolvía el préstamo recibía las tierras en propiedad; pero generalmente no tenía el efectivo para pagar. Cuando el peón ya estaba viejo, su hijo heredaba la obligación de trabajar para el patrón por un período que podía ir desde los cinco hasta los cuarenta años.
El equipo del ISI al que pertenecía Sara tenía como objetivo liberar a la gente endeudada, que supuestamente no está forzada sino voluntariamente en esa situación. La Corte Suprema mandó una comisión de investigación, y la autoridad principal de la zona en que Sara trabajaba declaró que no había ni un trabajador endeudado; pero el equipo de Sara declaró que había 2,000, aunque en realidad había aún más. El comisario laboral era marxista y pasó el acta a la constitución. Su declaración tuvo más peso que la gestión de Sara y de sus compañeros, quienes eran los solicitantes.
Según Sara, los jesuitas eran los principales “activistas” en la India. Ella encontraba que en el Perú los jesuitas eran muy conservadores, pero en Salvador, Nicaragua, México y Brasil eran progresistas. En Europa trabajaban con los obreros, que Sara denominaba “el Tercer Mundo de Europa”. En la India, las Hermanas Misioneras Médicas trabajaban con los jesuitas pero en el Perú eran “más a favor de las congregaciones”.
Hacia 1981, el Congreso Indiano aprobó el Acta de Litigio de Interés Público, que pasó a funcionar poco después. Fue una iniciativa política de algunos buenos jueces de la Corte Suprema. El juez Bagwati, que llevaba el nombre de una diosa, lo llamó el acta publicado y escondido porque no era conocido, pero el ISI sí lo había estudiado. Anteriormente, los miembros del ISI no habían podido recurrir de frente a la Corte Suprema, pero a partir de la promulgación de la leí de 1981 pudieron llevar un juicio en nombre de un peón, gracias al entrenamiento de los abogados descalzos. Para dar un ejemplo, Sara hizo una comparación con el caso de un campesino pobre de Yanque, Domingo Casaperalta, a quien un “misti” quiso despojar de sus tierras. Explicó que en un caso parecido en la India, Sara hubiera podido representar judicialmente a Casaperalta.
Tradicionalmente, los pobres en la India nunca habían sido escuchados, pero a partir de 1981, la corte pagaba un abogado para representar a un cliente pobre. Todos esos casos eran juzgados por Bagwati, segundo del Juez Supremo, y dos otros jueces. Se liberaron cerca de dos mil peones endeudados entre 1981 y 1985. La Corte Suprema ayudaba, enviando una corte móvil a muchos lugares cada dos o tres meses, lo que permitía a la gente hacer sus reclamos contra los terratenientes que no cumplían los contratos de cinco años.
Los reclamos tenían que estar escritos, y al principio ninguno de los trabajadores endeudados quería ser liberado porque el terrateniente les daba una propina. Demoró tres, cuatro o cinco años para convencerlos. Luego se formó una asociación a la que se juntaron el muchacho y la señorita antes nombrados, con una asociación independiente de los trabajadores en Madehya Pradesh, y con respaldo del ISI.
Sara era miembro del equipo de la lucha para la justicia a la que pertenecía también el Padre Volken. Muchas de las ideas fueron inspiración del Padre Volken y de Sara, pero ellos no querían figurar por ser religiosos, por temor a ser sindicados en contravención a la ley que prohibe el proselitismo. El Padre Volken y Sara se vestían como “harijans” (la casta más baja, antes llamada intocable), e iban a las reuniones sobre la abolición del peonaje deudor como “extranjeros”. Solamente el muchacho harijan fue a la corte en representación de la gente, los otros del grupo fueron solamente a presenciar los juicios en la corte en Delhi.
En esa época en la India había cinco partidos políticos principales: 1) El partido dominante del Congreso con Rajiv Gandhi. 2) El partido del pueblo. 3) El partido comunista. 4) La liga musulmana. 5) La unión de las minorías. Se pasó la ley del sueldo mínimo exigido por el Estado de Kerala y los Estados comunistas, y también la ley de los límites de terratenencia. Se empezó a demoler el peonaje por deuda y se empezó a tener conciencia de los derechos de los pobres. Esto fue un cambio mayor, un periodo de transición no solamente para los cristianos. En 1972 se pasó la ley del peonaje y el Ministerio de Salud adoptó el lema “Salud para las masas”, un movimiento importante. El desarrollo del pueblo versus el desarrollo industrial llegó a mucha gente y se redujeron las epidemias y la mortandad. El desempleo disminuyó por las pequeñas industrias y la industria casera, que competían exitosamente con las multinacionales, gracias a los préstamos del Estado.
Ya desde la década de 1960 había empezado una nueva perspectiva mundial sobre la salud y el trabajo social, tomando en cuenta que una de sus causas es la pobreza. La pobreza estaba presente y había la oportunidad de hacer algo. Antes se había conceptuado solamente la caridad de los ricos como dádiva para ganar méritos. A partir de ese momento se empezó a enseñar un nuevo camino. El movimiento empezó en México con la viñeta de un hombre en un pozo al que se le da una mano. Los religiosos que habían vivido aislados pasaron a trabajar por el pueblo. Hubo una visión más amplia y una comprensión mayor de la salud y de como dar a la gente. También en las islas Filipinas se crearon grupos voluntarios, en Bangladesh también había grupos radicales. En 1962-1965 el Concilio Vaticano II recogió las aspiraciones de algunos grupos activistas cristianos de la clase media baja.
El grupo de Sara estaba buscando, por eso ha podido ver también lo que se hacía en la China; era un grupo radical y sufrió algo de persecución: por ejemplo, el Padre Matías fue insultado y a los jóvenes les pegaron, lo que fue certificado en la Posta médica. Evidentemente, los miembros del ISI tenían una actuación más allá del trabajo de misión religiosa y ceremonial de la Iglesia Católica tradicional. Pero no por eso dejaban de tener una mística importante, que transciende de las descripciones del culto católico según me la describió Sara.
3) Devociones y conversiones al cristianismo en la India y en el Perú
Según Sara, en la India como en el Perú, la devoción de los católicos a los santos y a la Virgen es mucho mayor que la devoción a la misa. Es posible que los devotos hayan querido transferir a los santos los atributos de los seres sobrenaturales que veneraban antes de su conversión al cristianismo. En ambos países se considera que los santos son mediadores entre Dios y los fieles, y que interceden por sus devotos. Pero con el tiempo, la devoción a los santos se ha vuelto una fuente de ingreso para la Iglesia. Algunas de las iglesias en la India son muy ricas y tienen muchos ingresos cada año durante la fiesta de un santo específico.
En la India, como en el Perú, se decoran las estatuas de los santos, pero la decoración se hace antes de la misa o afuera de la iglesia. La gente en la India tiene una cierta devoción para la misa, pero no es al extremo de que todo sea paz y tranquilidad, y muchos prefieren colocarse cerca de los santos especialmente los famosos, más que atender la misa. Los que asisten a misa lo hacen como una costumbre más que por devoción. Todos saben que durante la misa debería haber silencio, y si llora un niño durante la misa el cura grita desde el altar para que se lleve al niño afuera.
Según Sara, no se puede decir que la gente de la India sea más devota que la gente del Colca. Depende de que haya un sacerdote que se preocupe por la gente y respete sus valores, y al mismo tiempo sea profundamente espiritual, para que la gente entienda mejor el significado del culto. Los hindúes y los musulmanes están más cerca de la cristiandad que la población andina en el sentido de su espiritualidad, devoción, culto, etc. Pero cuando se trata de conversión, en la India hay una gran libertad religiosa. Sara nunca vio en la India que un musulmán se haya vuelto cristiano o hindú, pero sí había visto cristianos e hindúes volviéndose musulmanes, aunque no un número grande.
Es bien sabido que entre los hindúes hay varias castas, más altas y más bajas. La casta más baja es llamada harijans (intocables), ellos no pueden entrar en ningún templo hindú y no tienen sus propios templos. La alta clase hindú es muy fuerte en su propia religión y raras veces un hindú de casta alta se convierte al cristianismo. La relación entre las castas, la religión y la legislación ha sido analizada por miembros del ISI (Mathew e Stephen, 1986).
En la India los nuevos cristianos o los convertidos al cristianismo son mayormente los animistas tribales (que se están volviendo o cristianos o hindúes) y los harijans. Los harijans son aceptados por los cristianos como pueblo de Dios e iguales, pero no por los hindúes. Uno de los trabajos misioneros en India, especialmente en el norte, es preparar e instruir todos los que quieren ser convertidos al cristianismo. Es un proceso lento, y no muchos se vuelven cristianos aún de los animistas y harijans. Además los misioneros tienen que ser muy cautelosos ya que la constitución manda “la libertad de la religión” y se puede ser acusado de “conversión forzada” aunque no sea verdad.
Sara propuso la hipótesis que los animistas tribales en India también tienen más devoción sobrenatural y comprensión de la cristiandad que los peruanos. Pero ella no quiso hacer una comparación, pues sostenía que cada uno tiene su propio concepto, comprensión y situación: “Los indianos tienen espiritualidad indiana y los peruanos tienen espiritualidad peruana. Para comprender esto profundamente se necesita un estudio comparativo de estas dos espiritualidades religiosas”.
Sara opinaba que en épocas antiguas los misioneros en todo el mundo eran iguales: derramaban agua bendita sobre toda la gente que venía en busca de comida o ayuda, y destruían los ídolos. Pero ese sistema no era efectivo. Supuestamente, hoy en día el proceso de conversión es más cuidadoso y las preparaciones son demoradas para cultivar en los conversos una fe más profunda y al mismo tiempo dar un nuevo significado a sus costumbres, valores y creencias.
Sara consideraba que la historia de la cristiandad y religión en India es muy complicada. En la India hay los llamados antigua cristiandad o antiguos cristianos (católicos) y nuevos cristianos o nuevos convertidos. La cristiandad en la India es tan antigua como la época de Santo Tomás Apóstol quien llegó al sur de la India y algunas de las áreas de la costa. El convirtió las familias reales y el pueblo, luego el cristianismo pasó de generación a generación. Después vino San Francisco Javier a Goa, él también convirtió las familias reales y el pueblo. Según Sara, en esa época no había harijans o intocables, la gente era llamada indianos. La casta y la clase etc. vinieron más tarde.
La mayoría de los católicos en la India, especialmente en el sur y en Goa, son originarios de la época de Santo Tomás (antiguos católicos), y una vez nacido en una familia católica se es católico por nacimiento; es la costumbre que el niño debe ser bautizado dentro de los siete días, y 99% de las familias católicas lo hacen así. De aquí que los antiguos católicos no sean ni harijans ni animistas y “no me preguntes que cosa eran antes de que viniera Santo Tomás. ¡Solamente sé que se les llamaba indianos!”
4) Símbolos de la cultura indiana: el dios Siva y la Lámpara de la Justicia
Es evidente que Sara, al margen de su religiosidad y fe católica, conservaba también muchos elementos que pueden ser considerados religiosos, de la cultura indiana. Con ellos adornó su cuarto en la Casa Cural de Yanque, que consistía en un pórtico abovedado, orientado al oeste, parte de la estructura colonial del antiguo monasterio franciscano. El pórtico es contiguo a la Iglesia de Yanque y da a un jardín con salida a la calle que pasa frente a la fachada occidental de la iglesia. Los vanos formados por los arcos estaban cerrados con láminas de plástico; como recibe el sol de la tarde, el ambiente es el más luminoso y abrigado para pasar algunas horas de descanso después del almuerzo. A partir de 1985, se transformó en el dormitorio de Sara, que ella generosamente me cedía cada vez que yo viajaba a Yanque por dos o tres semanas.
Sara había adornado las paredes con telas estampadas que representaban las divinidades de la India, y en su mesa de noche, su escritorio y en un pequeño altar, tenía múltiples adornos simbólicos de la cultura indiana. Entre ellos estaba el dios de la danza, de la que me regaló una pequeña imagen: el Dios hindú Siva (Shiva) en su forma de danzante cósmico tiene el nombre de Nataraja y está representado en metal o en piedra en la mayoría de los templos en el sur de la India.
Generalmente Siva es representado con cuatro brazos y el cabello entrelazado y extendido, bailando encima de una figura de enano, símbolo de la ignorancia del hombre. En una mano lleva un tambor; otra está en una posición que representa “no temer”; otra lleva el símbolo del fuego, otra está en la posición de la trompa del elefante. Su cabellera está entrelazada con símbolos del río Ganges, flores, una calavera y la luna nueva. Todo el personaje esta rodeado de un círculo de llamas de fuego.
Sara me explicó que Siva esta representado como la fuente de todo movimiento en el cosmos simbolizado por el arco de llamas. El objetivo de la danza es liberar las personas de la ilusión y que el lugar llamado el centro del universo está en realidad en el corazón. Los gestos de la danza representan las cinco actividades de Siva: la creación simbolizada por el tambor, la protección simbolizada por la posición de la mano, la destrucción simbolizada por el fuego, la incorporación simbolizada por el pie que se apoya en el suelo y la liberación por el pie levantado. Según Sara, el dios de la danza es el que rige el mundo. Su danza es símbolo de vida y de continuidad.
Sara tenía también una pequeña réplica de la “lámpara de justicia”, cuyo significado ella me explicó:
La lámpara de la justicia es de bronce, tiene 6 pies de altura [aproximadamente dos metros]. Se le encuentra en los templos y en la corte de justicia. Hay pequeños modelos en un lugar especial para la oración; puede ser una habitación o el rincón de una habitación. La base circular de la lámpara tiene un girasol, símbolo del dios solar, y sostiene un tallo que sujeta un pétalo de Lotus que tiene dos significados: los rayos de la llama y la forma del pie de la diosa Laksmi, diosa de la sabiduría y prosperidad. Desde el centro cuelga una lámpara que lleva siete mechas. El número siete es un mantra o cántico sagrado con siete palabras que tienen significado para la vida. En este caso un cántico de “la verdad y la justicia serán mi lumbre”. El diseño en el marco significa los siete rayos y un girasol.
El símbolo del Dios universal es el cántico OM: Dios Padre. La luz se prende solamente a un lado porque hay solo un dios de Luz. La letra está en alfabeto sánscrito. El bronce es usado en los templos y lugares sagrados como se usa la plata en el Perú
5) El culto católico en la India: Semana Santa
Sara me explicó que en algunos estados de la India hay muchos católicos. Las iglesias mayores tienen un sacerdote y un sacristán pagado a tiempo completo, en las iglesias chicas hay catequista y sacristán a tiempo parcial. Los sacerdotes son célibes, los sacristanes son casados. El cura es importante en los pueblos, es elegido por el pueblo y aprobado por el Obispo. Si el cura se descarrila, los ancianos hacen una asamblea y lo botan. En algunas tribus no hay vocaciones porque los jóvenes no quieren ser célibes. Un sacerdote tuvo que ser admitido como miembro de la tribu y le dieron una casa, él quería llevar las verduras al hombro entonces tuvieron que hacer un nuevo acuerdo.
Una vez al mes, el primer viernes, hay reuniones, se rinde cuentas y se da instrucciones para el hogar. En los pueblos donde no hay sacerdote permanente, cada dos o tres meses hay visita de un cura. Hoy en día los curas se movilizan en moto, antes era a caballo; pero ninguno tenía coche. Se paga el viático y la movilidad, y el cura queda uno o dos días en cada pueblo. Recorre cada vez 45 a 50 km., recibe hospedaje, también a veces trae trabajadores de la salud.
El Obispo paga el sacerdote, el catequista principal y el sacristán, el tesorero tiene que ir a la diócesis y recibe más o menos 300 Rupias [equivalente a 300 Intis en 1986] por la Propaganda Fide. La misa diaria no se paga, hay un arancel fijo por una misa, más o menos 10 Rupias que el sacerdote encaja. Si un padre tiene demasiadas misas, las comparte con otros padres. No se paga por los sacramentos. Una pareja pone una ofrenda en las gradas de la puerta principal, uno a diez rupias y una vela, las toma el sacristán y es contabilizado como dinero de Dios, no se puede robar; se divide entre el padre, el acólito y el sacristán, lo mismo ocurre con la colecta de la misa. Se acostumbra ofrecer algunos productos a la iglesia para los bautismos. Para las defunciones el sacristán toca la campana y recibe un pago. Para los matrimonios se entrega pollos, patos o dinero, aún en las ciudades.
Los hombres santos hindúes tienen poder pero los padres católicos son una minoría nunca poderosa. El hombre santo hindú tenía poder en el pueblo, porque estaba ligado al zamindar, administrador del rey, quién recogía el impuesto y tenía algunas tierras. El hombre santo tiene un lugar en el palacio y es curandero y le dice al rey [las verdades]. El hombre del pueblo obedece al del palacio. El zamindar controla la mano de obra económicamente y el hombre santo legitimiza el poder del zamindar. Con la colonia inglesa el zamindar perdió poder porque los terratenientes se independizaron.
Ahora (1986) los sacerdotes hindúes no tienen poder, dependen del pueblo, hay veces reciben donación de algunas tierras. La gente les entrega ofrendas pero no tienen rentas. No necesitan rendir cuentas a nadie. Son pobres en comparación de los padres católicos.
La población católica en India del norte y del centro (en el sur y Goa es diferente) es segregada de los hindúes y forzada a juntarse en un 99%. No más que 100 familias nucleares forman un barrio católico con un galpón. La principal iglesia parroquial está en una ubicación central. Sara encontraba que la iglesia de Yanque parecía un templo o palacio mugal antes de la colonia británica, y su interior es parecida a las iglesias de Goa, de estilo español o portugués. Algunas de las iglesias viejas en la parte externa tienen pilares como hay en las iglesias de Arequipa. Pero a diferencia de las peruanas, las iglesias católicas en la India tienen solamente una torre con una o dos campanas. Adentro hay un altar principal y dos laterales, mayormente se usa la forma de cruz latina. A falta de iglesia, hay una sala con un par de altares. Algunas iglesias tienen un gran galpón con escuela.
La arquitectura hindú es diferente de la cristiana, tiene la forma de un Lotus. El diseño arquitectónico en la India es con flores y el tipo hindú es más como un templo.
San Francisco Javier, jesuita, murió en 1500, y según la tradición, su cuerpo está en una iglesia de Goa. Cada 6 años se expone su cuerpo y hay peregrinajes por barco y por trenes. La cara del santo está resecada como de madera, sus manos tienen piel, está vestido como sacerdote en el altar. También hay peregrinajes el 3 de diciembre pero no se expone el cuerpo del santo.
Hay unas semejanzas en los rituales entre la India y Yanque: por ejemplo, se bendice el campo y se tocan las campanas cuando hay heladas, como hace Fructuoso [el sacristán de Yanque en 1986]. Cuando escuchan las campanas, la gente reza en sus casas. Ahora el padrino y la madrina del bautismo tienen que ayudar, pero antes era al contrario, los ahijados debían dar muchas cosas, tomar muchas responsabilidades para ayudar con el matrimonio [como ocurre en Yanque en que los ahijados tienen una deuda vitalicia con los padrinos].
En la India, como en el Perú, cada iglesia es dedicada a un santo. En la ciudad se hace una gran fiesta y hay competencia entre los mayordomos, que a veces se endeudan. En los pueblos no hay competencia, todos pueden ser mayordomo, hay un patrón preestablecido y se turnan. Los tribales tienen autoridades elegidas. También hay autoridades hereditarias pero solamente por prestigio. No hay ningún programa del gobierno para implementar las ceremonias religiosas, en India tenían el apoyo del ISI.
En India central y del norte el pueblo le da un pedazo de terreno a la iglesia católica. Dependiendo de la riqueza del pueblo, puede ser una hectárea o media hectárea, legalmente entregada por las autoridades al sacerdote. Este tiene libertad para gastar pero tiene que rendir cuentas a la tesorería. En India no hay mayordomo para Semana Santa y Navidad como en Yanque, el padre tiene que hacer los gastos.
Sara era miembro vitalicio, puesta por su obispo, de un movimiento en la India llamado Religión del Mundo y Paz. Los jefes religiosos se reúnen, también los jain, los musulmanes, los budistas, los siks y los parsis. Ese movimiento empezó al final de la década de 1960 en Japón respetando los símbolos religiosos. Hay algunos rituales religiosos que son comunes para todos los indianos. Sara iba a las reuniones y recibía los informes. Ella trabajaba con gente de diferentes religiones y le gustaba.
En cuanto a la cultura de los pueblos tribales de la India, Sara explicó que los tribales no tienen una religión definida, son animistas, creen en la naturaleza: sus dioses son el sol, la luna, la lluvia. No hay sacerdote ni templo. Se reúnen bajo un árbol, el jefe del pueblo tiene una función religiosa elegida, no hereditaria; y puede renunciar, cosa que a veces sucede.
En las épocas antiguas los misioneros consideraban las costumbres tribales idolatría y mito. Después hubo estudios a nivel antropológico: André Beteil aprobó su tesis sobre tribus, publicada en el Instituto Social Indiano en 1982 (ISI, Lodi Road, New Delhi, 11003). La tribu Santal en Bihar fue estudiada por Joe Troisi, de la Isla de Malta. Troisi vivió con la tribu y fue aceptado, hasta comía rata. El pidió a Sara que trabajara con los Santal y que enseñara a las mujeres, cosa que ella hizo durante aproximadamente uno de los 18 años que trabajó con las tribus.
En la India, la celebración católica más importante es la Semana Santa que empieza el domingo de Lázaro; aún si no hay sacerdote se celebra la relación entre muertos y vivos. Se visita las tumbas, se pone comida y después los mismos deudos la comen y dan de comer a los pobres. Para la Semana Santa, la gente viene desde lejos a la iglesia principal a pesar del riesgo por los animales salvajes. En los pueblos chicos se celebra con anticipación a partir de febrero, porque hay solamente un sacerdote para 45 pueblos. El sacerdote se queda una semana, también bendice las familias y regresa solamente después de dos o tres meses.
Lo mismo sucede para la Navidad, que en algunos lugares se celebra ya en octubre. El cura que reside en la parroquia principal se va el lunes y regresa el miércoles. Todo esto es en el norte porque en el sur y en Goa hay muchos sacerdotes y cada parroquia tiene un cura. El centro y el norte son considerados territorio misionero por la gente del sur.
Para llegar a una iglesia para celebrar el Domingo de Ramos, la gente puede caminar por dos o tres días, luego viven en el galpón de la iglesia durante la celebración. Las palmas son una de las maneras de generar ingresos, simbolizan los árboles, son de coquero o de palmera. Las palmas verdaderas son bendecidas y distribuidas, deben ser guardadas en el hogar para proteger del trueno, del relámpago y de otros desastres [En Puquio, Lucanas (Ayacucho, Perú) se quemaban las palmas bendecidas cuando había tempestades de truenos y rayos, lo que parece indicar una semejanza en relacionar las palmas con esos fenómenos naturales (Delia Flórez, comunicación personal)].
No se puede tomar licor en Domingo de Ramos ni en Semana Santa; muchas tiendas de licor cierran aún en las ciudades, pero la gran borrachera es el Domingo de Resurrección. Durante la Semana Santa no se come carne, hay un silencio, no hay partidos de fútbol, los ancianos no lo permiten. Hay misa todos los días. En las iglesias chicas el catequista es el celebrante de la paraliturgia.
El jueves santo había misa por la mañana antes, ahora es en la tarde, hay la ceremonia del lavado de los pies y la distribución de la comunión, se lee el Evangelio. Se cambia la campana por una campana de madera y se lleva el sacramento a otro altar adornado como Gethsemani, el altar es blanco.
El viernes santo muchos ayunan y beben brebajes de yerbas amargas, especialmente la gente mayor obliga a los demás a tomarlos. Antes de la liturgia se hace en el idioma local una representación de la pasión que la gente observa con devoción. Se acompaña la procesión de la imagen de Cristo en la urna; donde no hay urna, se hace con la imagen sola. Hay un consejo de la iglesia o un comité que nombra a los organizadores. Los niños llevan los clavos y otros símbolos de la pasión. Se pasa el aceite perfumado en las heridas de la imagen y se guarda para los enfermos. En los pueblos el viernes santo es más importante que la Resurrección. La reconciliación es la confesión y comunión, hay los ayudantes con los libros y personas laicas y se rinde respeto.
La procesión pasa por las calles principales; a veces los hindúes crean problemas. Después se regresa y se coloca todo a su lugar pero no hay decoraciones de plata y oro como en Yanque, sino solamente la corona de espinas sin ornamentos.
Todos miran la luna pascual. El significado de la luna que despunta y alumbra muchas piedras, como al tiempo de Cristo, simboliza dolor y gloria. Una pequeña nube desaparece y la luna se ve viernes, sábado y domingo.
El Sábado de Gloria se realiza una procesión de la entrada de Cristo antes de la misa: todos salen de la iglesia, el padre con la cruz y dos acólitos, y cantan desde afuera, tocan a la puerta tres veces y cantan Hosanna. Desde adentro dan el responso para que entren. El sacerdote representa Cristo cantando Hosanna según la liturgia en el libro. La misa de Gloria empezaba a las 2 o 2.30 de la madrugada del domingo, las campanas se tocan a la 3 o 4 de la mañana y se prolonga hasta el amanecer a las 5 o 5.30. El domingo de Pascua de Resurrección, hay la ceremonia tradicional en la oscuridad aguardando el amanecer como una esperanza. Con la nueva liturgia se empieza entre las 10 y las 11 p.m. del Sábado de Gloria. Se bendice el fuego que se saca de la piedra o de los fósforos, se bendice el agua y se bautiza a los adultos. Pero hay acusaciones de bautizos forzados, a veces hay problemas.
El sol es sagrado para los hindúes todos los días. El agua también es símbolo de la vida. Todas las ceremonias se celebran con agua, que es símbolo para hindúes y cristianos. Algunas personas van cerca del agua para ver el despuntar del sol. La reconciliación religiosa (confesión y comunión) es para que la gente se acerque y piense en ello, es tema de la liturgia.
El Domingo, terminada la Misa de Resurrección celebrada al amanecer, se lleva la imagen del Cristo resucitado en procesión. No hay plaza como en Yanque, y la procesión da la vuelta al galpón o pasa por las calles principales cuando es posible. No se lleva otras imágenes en procesión [Rosemary hizo notar que en Yanque se lleva también San Lorenzo y el Niño Jesús de Praga]. El Cristo es llevado en un anda decorada con flores, sin ornamentos. Algunos hindúes prestan la sombrilla que tiene significado de majestad, cuando se está en buenas relaciones. Algunas veces prestan un elefante decorado con un manto de oro y la imagen se coloca encima. Esta es la mayor pompa, privilegio solamente de los reyes en épocas antiguas. Todos besan la imagen del Señor resucitado, aún los ancianos y enfermos.
Después se van a sus casas y celebran a su manera, los tribales danzan. En el sur de la India las ceremonias son iguales a cualquier país del mundo pero en las zonas tribales se toca los tambores y se baila las danzas tribales incorporando el ritual a la cultura. El mantel del altar es tejido, no es un mantel blanco con blonda, porque no han perdido su cultura.
El Domingo de Resurrección hay una gran comida comunitaria, todos contribuyen. Se sacrifica un carnero o un chancho, no es permitido matar una vaca; algunos traen cacería. El lunes en los pueblos tradicionales la gente se abstiene de trabajar y canta una lamentación en las familias, 5 o 6 familias se reúnen en la tarde.
Los hindúes también tienen procesiones, pero son más majestuosas. Ellos pueden hacer lo que quieren y nadie objeta. En la India se rinde culto al sol encima de las montañas especialmente en los pueblos de las colinas. El río sagrado Ganges sale de la cordillera del Himalaya, representa la vida y el agua. Hay un curso de espiritualidad indiana en que se aprende que el significado del agua, del fuego, etc. es indiano, no hindú. Los miembros de diferentes religiones participan y los religiosos cristianos también rinden culto sentados en el piso en señal de humildad. Los misioneros extranjeros lo consideran idolatría; los sacerdotes y las monjas indianos redescubren el culto tradicional, pero pocos extranjeros lo toleran.
CONCLUSIÓN: EL PENSAMIENTO DE SARA
En 1985 Sara aceptó trabajar en el Perú porque había estudiado la Teología de la Liberación del Padre Gutiérrez, y supuso que por ser él peruano, y por ser el Perú un país católico, las obras sociales iniciadas por los religiosos católicos tendrían gran respuesta especialmente entre los jóvenes del Perú. Pero encontró que la Iglesia peruana era más bien conservadora, y que el padre Gutiérrez había desistido de su enseñanza. A ella le entristecía ver que, a diferencia de los jóvenes tanto profesionales como laicos en la India, la juventud peruana muy poco se movilizaba frente a las catástrofes nacionales cuales las sequías, los aluviones, etc.
Sara tenía una gran comprensión para las personas y procuraba no juzgar a nadie, pero sus simpatías definitivamente eran para los oprimidos. No tenía ningún problema en tratar con los ricos y poderosos, pero desaprobaba profundamente de todos los medios que utiliza la sociedad para mantener un sector de la humanidad en situación de inferioridad. Ella no coincidía absolutamente en que algunos deben dominar a otros, en ningún campo: económico, político, religioso, educativo y, mas específicamente, médico. Según ella, todo ser humano tiene un potencial ilimitado, que debe ser respetado y apoyado.
En el campo económico y político, Sara fue activa en India para luchar contra el endeudamiento del peonaje. En el Perú, ella procedió con mas prudencia por varias razones de los cuales podemos suponer primaba el encontrarse en un país extranjero, y por no tener el apoyo de un grupo organizado. Ella decía: “Así es en la India. Pero yo estoy en el Perú”. Pero desaprobaba profundamente de los sistemas de “compadrazgo” y de “kamayoc” en la sierra del Perú, sistemas utilizados por los campesinos más poderosos para obtener mano de obra gratuita de los campesinos más pobres (6).
Nota biográfica de la Autora:
Maria A. Benavides (Maria Angelica Matarazzo de Benavides) tiene un Bachillerato en Historia de la Washington University in St. Louis, 1980; y un Master en Estudios Latino Americanos (Antropología e Historia) de la University of Texas – Austin, 1983. Ha trabajado en el Proyecto del Valle del Río Colca con el Profesor William M. Denevan, de la University of Wisconsin – Madison, 1985-1987. Ha sido Profesora de Antropología en la UNMSM.

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