Archivo de la categoría: Espiritualidad

Tres libros

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Tres libros
Dialogar al interior de la compleja Iglesia italiana
Por Fabricio Mastrofini
El Congreso Eucarístico, que se desarrolla periódicamente y reúne a los diferentes componentes de la Iglesia italiana, es importante desde el punto de vista teológico, porque recuerda que la Iglesia se constituye alrededor de la eucaristía. Así como en la misa dominical en la parroquia, los fieles, los grupos, las asociaciones, los movimientos se reúnen a orar, también la Iglesia italiana hace lo mismo con las diferentes «almas» que pasan por ella. Así como los doce apóstoles, diferentes entre sí, se reúnen en la mesa de la última cena porque están unidos por un hilo común y por la fe en Cristo, también a nivel nacional sucede lo mismo con el Congreso Eucarístico. Y es el motivo por el que estas citas oscilan entre la espiritualidad y los debates sobre temas sociales. En este sentido, se recuerda siempre el pasaje del Evangelio según Lucas sobre Marta y María, las dos hermanas que reciben a Jesús: una se mantiene ocupada con los quehaceres, la otra se detiene para escucharlo. Pasaje interpretado como la representación de los dos aspectos que deben ir juntos: la contemplación y la actividad. Dos aspectos que, con el tiempo, declinaron en modos diferentes, e incluso polémicos: los contemplativos son acusados de olvidarse de los problemas materiales de las personas; los activistas, de no dar espacio a la oración y de transformar la fe en obras demasiado sociales. Son las críticas generalmente dirigidas a quien se ocupa demasiado de aliviar los problemas de los demás. El Congreso Eucarístico debería servir para llevar al diálogo a diferentes elementos de una Iglesia italiana que es, de todos modos, compleja y no unívoca. El Concilio Vaticano II ha dado un nombre grandilocuente a la necesidad de dirigirse hacia el mismo fin de la realización del Evangelio, acuñando la denominación «eclesiología de comunión». En general no sucede y, sin embargo, desde el punto de vista teórico se busca hacerlo.
Para profundizar sobre estos aspectos, sugiero:
• Desde el punto de vista teológico, para una conexión con el conjunto de la teología y de la historia de la salvación en la interpretación cristiana: Powers J. M., Teología eucarística [Teología de la eucaristía], Queriniana, Brescia, 1979; pp. 240; 14.50 euros.
• Desde el punto de vista personal, para comprender de qué modo la participación en la misa y los símbolos de la misma pueden entrar en la vida de cada uno de los creyentes: Nouwen J.H., La coppa della vita [La copa de la vida], Queriniana, Brescia, 2011; pp. 104; 9 euros.
• En el plano pastoral, es decir, del modo concreto de introducir una celebración en la vida de toda la Iglesia, es útil, entre otros: Ruggeri G., Il profumo del pane [El aroma del pan], Queriniana, Brescia, 2005; pp. 132; 7 euros.

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60 años en Hong Kong

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Trapenses en Hong Kong
La Orden Cisterciense de la Estricta Observancia -OCSO de la abadía trapense de Nuestra Señora de la Alegría ha celebrado sus 60 años de servicio en Hong Kong, con una Misa presidida por el Administrador de la Abadía el padre Raphael Kang, y el Vicario General de la diócesis de Hong Kong, el padre Pierre Lam Ming MEP.
De acuerdo con los informes de Kong Ko Bao (la versión china del boletín diocesano), fueron muchos los fieles de Hong Kong y Macao asistentes a la celebración, durante la cual también se recordó el 60 aniversario de la vida monástica trapense.
El 2 de julio de 1951, los monjes sobrevivientes del Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación de Yang Jia Ping, en la provincia de He Bei; y del Monasterio de Nuestra Señora de la Alegría de Zheng Ding, siempre en el He Bei, que lograron escapar de la sangrienta persecución comunista, llegaron a Hong Kong después de mucho sufrimiento, con la pérdida de tantos hermanos y sin nada más.
Su legendario abad, Li Bo Lan, logró obtener de las autoridades de Hong Kong, la isla perdida y deshabitada de Landau, donde los monjes construyeron, con sus propias manos, su convento.
En años posteriores se construyó una granja, comenzaron a criar vacas y a producir leche y galletas, muy apreciadas por los habitantes de Hong Kong. Este sitio representa sobre todo un oasis espiritual para el pueblo de Hong Kong, a menudo esclavo de un desarrollo económico acelerado. Hoy en día la abadía tiene 9 sacerdotes, 7 hermanos y un novicio.

Fuente: Agencia Fides. Sigue leyendo

Cincuenta y cinco años

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Victor
Gracias a Dios, por lo que me a dado en estos 55 años, estoy celebrando mi cumpleaños en Huamanga-Ayacucho.
Como la cigarra
Por María Elena Walsh
Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal,
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.
Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui,
solo y llorando.
Hice un nudo del pañuelo,
pero me olvidé después
que no era la única vez
y seguí cantando.
Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás
cuántas noches pasarás
desesperando.
Y a la hora del naufragio
y a la de la oscuridad
alguien te rescatará,
para ir cantando.
Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Beato Karol Wojtyla

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Perdonar a nuestros enemigos

La primera visita de Juan Pablo II fue un hecho histórico para los fieles católicos de todo el Perú, pues se desarrolló durante una época de crisis económica y con el país amenazado por grupos terroristas.
Su llegada se produjo el 1 de febrero de 1985. Descendió del avión Luigi Pirandello de Alitalia en el Grupo Aéreo del Callao, besando tierra peruana. Fue recibido por el presidente Fernando Belaúnde, el Arzobispo de Lima Cardenal Juan Landázuri Ricketts, el Nuncio Apostólico Mario Tagliaferri, entre otras autoridades políticas y eclesiásticas.
Luego del recibimiento, Juan Pablo II se dirigió hacia la antigua Catedral de Lima, donde ofició una misa con sacerdotes, diáconos y religiosos en honor a Nuestra Señora de la Evangelización, patrona de la Arquidiócesis de Lima y a quien coronó solemnemente. También veneró las reliquias de los santos peruanos Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, San Juan Masías y Santo Toribio de Mogrovejo. Al finalizar fue recibido en Palacio de Gobierno.
En la mañana del sábado 2 de febrero, Juan Pablo II recibió a un grupo de polacos residentes en el Perú para luego viajar a Arequipa. En esta ciudad se llevó a cabo la coronación de la Virgen de Chapi y la beatificación de Sor Ana de los Angeles Monteagudo. A su regreso a Lima, se produjo un multitudinario encuentro con los jóvenes en el Hipódromo de Monterrico y en presencia del Señor del Santuario de Santa Catalina.
A las 8.30 am del 3 de febrero arribó al Aeropuerto Internacional Alejandro Velasco Astete de la ciudad del Cusco y fue recibido por su alcalde Daniel Estrada Pérez y por el diputado por Cusco Rodolfo Zamalloa Loaiza. Allí fue declarado Ciudadano de Honor. Posteriormente celebró misa en la fortaleza inca de Sacsayhuamán y coronó a la Virgen del Carmen de Paucartambo. Continuó su peregrinaje hacia Ayacucho, donde fue recibido por el Arzobispo de Ayacucho Federico Richter Prada. En el el aeropuerto Alfredo Mendívil Duarte de ese ciudad el Papa pronunció estas palabras: “Unanchacuqpa Cuyacuinintam apamuiquichic, allpaichichicpi tarpusqa sonqoiquichicta causarichinampaq” (Les traigo el amor de nuestro Dios para que sembrado en vuestra tierra sea la resurrección de vuestros corazones).
El 4 de febrero visitó Callao, junto con Monseñor Ricardo Durand Flórez, donde concelebraron una cena eucarística. También se encontró con el Señor del Mar y la Virgen del Carmen de La Legua y recorrió los hospitales de la localidad. Prosiguió su visita a Piura y luego a Trujillo, donde se reunió con los cristianos en el óvalo que lleva su nombre.
Su última actividad en Lima fue el martes 5 de febrero con los pobres, con una liturgia en una explanada en los arenales de Villa El Salvador. Luego se dirigió al aeropuerto para viajar a Iquitos, donde los lugareños lo rebautizaron como el Papa Charapa, partiendo hacia Trinidad y Tobago a la 1 pm.

Cardenal Agostino CasaroliCardenal Agostino Casaroli
1. «Ego resuscitabo eum in novissimo die»: «Yo lo resucitaré en el último día» (Jn 6, 54).
Estas palabras del Señor Jesús resuenan con singular elocuencia hoy en la basílica de San Pedro, donde nos hemos reunido, con dolor y esperanza, para celebrar las exequias del venerado hermano cardenal Agostino Casaroli, llamado por el Padre durante la noche del martes pasado.
La divina Providencia quiso que las exequias tengan lugar al día siguiente de la solemnidad del Corpus Christi, en la que la Iglesia adora el gran misterio de la Eucaristía, sacramento de Cristo muerto y resucitado, pan de vida inmortal. En esta hora de luto, la página del evangelio de San Juan sobre el «pan de vida» es realmente luminosa como un faro. «Yo soy el pan de vida (…) y el pan que yo voy a dar es mi carne para la vida del mundo. (…) Quien coma mi carne y beba mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día» (Jn 6, 48. 51. 54).
¡Qué gran alivio nos proporcionan hoy estas palabras, mientras contemplamos el féretro del querido secretario de Estado emérito! ¡Qué íntimo consuelo al pensar que fue, y sigue siendo para siempre, sacerdote de Cristo, ministro del pan de la vida! Todos los días se alimentó de este sacramento, en el que el Señor nos da la prenda de la resurrección. Y cada día, durante más de sesenta años, lo distribuyó al pueblo de Dios. La carne de Cristo se entrega para la vida del mundo, como nos recuerda el evangelista San Juan (cf. Jn 6, 51), y la misión del sacerdote es precisamente «en la Iglesia para el mundo», como reza el título del libro que recoge las homilías y los discursos pronunciados por el querido cardenal Casaroli durante su larga y benemérita actividad de pastor celoso e ilustre diplomático.
2. «Rogate quae ad pacem sunt Ierusalem »: «Desead la paz a Jerusalén (…). Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: .La paz contigo.». «Pax in te!» (Sal 122, 6. 8).
¡La obra de la paz! En este momento me complace recordar a nuestro hermano fallecido como sabio servidor de la paz, que es expresión histórica del don escatológico que Cristo dejó a su Iglesia. No podemos por menos de reconocerlo y señalarlo como un auténtico «artífice de paz», un ejemplo luminoso de los artífices del «opus iustitiae» a los que Jesús llama «bienaventurados (…) porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5, 9).
Con ocasión de su 70 cumpleaños, quiso abrir su corazón y mostrar las líneas fundamentales del servicio eclesial que prestó en el centro de la Santa Sede. Entre ellas incluye «el profundo amor a la causa de la paz y la cooperación entre las naciones y dentro de ellas, sostenido por la convicción de que se trata de imperativos morales y de una necesidad, sobre todo hoy, para la misma supervivencia de la humanidad» (Agostino Casaroli, Nella Chiesa per il mondo, Milán 1987, p. 494).
Esta paz, como dice el Salmo, siempre la deseó ante todo «para Jerusalén», es decir, para la Iglesia. Son innumerables las conversaciones y los encuentros que el cardenal Casaroli tuvo con representantes de Estados y organismos nacionales e internacionales, en calidad de subsecretario y, luego, secretario de la Congregación para Asuntos eclesiásticos extraordinarios, que, más tarde, se convirtió en la sección para las relaciones con los Estados; y, por último, como secretario de Estado. Su preocupación constante fue la defensa de la libertad de la Iglesia en el cumplimiento de la misión que el Redentor le confió. En esta perspectiva se deben interpretar los contactos que mantuvo en tiempos difíciles con los regímenes del mundo comunista, con el objetivo de asegurar en esos países la permanencia de las estructuras eclesiales legítimas. El fin supremo que inspiró siempre su acción fue el bien de las almas, en particular del gran número de católicos que permanecieron fieles a la Iglesia, pero en grave peligro de progresiva descristianización.
En esas delicadas misiones se mostró como un activo y creativo realizador del principio del diálogo, tan apreciado por el siervo de Dios el Papa Pablo VI, de quien fue íntimo colaborador, después de haber trabajado fielmente con los venerados Pontífices los siervos de Dios Pío XII y Juan XXIII. «Diálogo .afirma también él mismo. como camino fundamental y método soberano, no sólo para servir a la paz, sino también para incrementar la eficacia y los resultados de la actividad diplomática», diálogo auténtico, es decir, «firme en la afirmación de la verdad y en la defensa del derecho, respetando a las personas» (ib.).
Con ese servicio, siempre animado por un fino espíritu eclesial, prestó una contribución notable, reconocida por todos, a la causa de la verdad y de la libertad en tiempos difíciles para la Iglesia y para la humanidad. Tuvo la dicha de ver coronados sus sabios y pacientes esfuerzos con la llegada de la nueva fase histórica, marcada por los acontecimientos de 1989.
3. Pocos meses después del inicio de mi pontificado, llamé a monseñor Agostino Casaroli a mi lado como secretario de Estado y, algo más tarde, lo creé cardenal. Durante muchos años, hasta que cumplió su mandato en diciembre de 1990, pude constatar con admiración, siendo yo el primer beneficiado, su fidelidad y sus múltiples dotes humanas, pastorales y diplomáticas.
Con ocasión de mi visita a la diócesis de Piacenza, hace diez años, quise acudir a Castel San Giovanni, su pueblo natal, y entrar en la iglesia parroquial donde fue bautizado y donde recibió la confirmación y la ordenación sacerdotal. En este momento, expreso mi sentimiento de profundo pésame a sus familiares y a los numerosos amigos y conocidos de su tierra de origen. Pero, sobre todo, como hice en aquella feliz circunstancia (cf. L.Osservatore Romano, edición en lengua española, 3 de julio de 1988, p. 18), quisiera elevar mi acción de gracias al Espíritu Santo por haberlo concedido a la Iglesia para el servicio directo de la Sede apostólica.
Me complace mencionar también otro aspecto, menos conocido pero muy edificante, de su personalidad. A pesar de estar ocupado en asuntos de gran importancia para la Iglesia y para las relaciones internacionales, desde 1943 no dejó de prestar un servicio pastoral en el Centro correccional de menores de Casal del Marmo, en Roma. Había entablado con esos jóvenes y con sus familias una relación de confianza recíproca: lo llamaban familiarmente «don Agostino ». Así, además de su arduo trabajo de pastor y diplomático, mantenía un contacto concreto con las personas, especialmente con estos «sus» muchachos, a quienes visitó por última vez hace cerca de diez días.
«Paz para los que te aman» (Sal 122, 6): es consolador, como desea el Salmo responsorial, pensar que la oración de muchos, a quienes su sacerdocio proporcionó consuelo y esperanza, se une hoy a la nuestra, y se eleva agradable al Padre celestial en sufragio de su alma.
4. Confiamos en que Dios, infinitamente bueno y misericordioso, acogerá en su paz a nuestro venerado hermano, que nos deja el testimonio de sus virtudes humanas, cristianas y sacerdotales, gracias a las cuales permanece inolvidable para nosotros.
Aquel que, según las palabras del apóstol Pedro que acabamos de proclamar, «mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible » (1 P 1, 3-4), seguramente lo introducirá en el Reino, por el que entregó toda su vida.
Tenemos un signo seguro de esa esperanza en María santísima, asociada al misterio del Redentor y elevada a la gloria. A ella, Madre y Reina de los Apóstoles, encomendamos el alma del cardenal Agostino Casaroli, para que alcance, con la plenitud de gozo y de paz, la meta de su fe (cf. 1 P 1, 9).
A todos nosotros, que despedimos a este inolvidable hermano nuestro, se dirige la invitación a mirar a las alturas y a renovar la fe en la resurrección. En nuestro espíritu resuenan nuevamente las palabras de Dios en el libro del profeta Ezequiel: «He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestros sepulcros. (…) Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago, oráculo de Yahveh» (Ez 37, 12.14). Amén.
Fuente: Homilía del Beato Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro el 12 de junio de 1998.
Cardenal Juan Luis CiprianiLos irrenunciables derechos humanos
Por Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne -Arzobispo de Lima y Primado del Perú
Los derechos humanos son parte fundamental del mensaje cristiano, como consta en la doctrina de Santo Tomás de Aquino, y que de manera muy significativa desarrolló el Concilio Vaticano II. Ya Aristóteles los aludió en la Ética a Nicomaco y fue tema importante de la filosofía griega y de la rebelión popular de la plebe en Montesacro, Roma, hace 2.500 años.
En mi libro “Catecismo de Doctrina Social”, que publicó el Ateneo Latinoamericano, escribí en 1985 que “los derechos humanos son cualidades rectas y justas que tiene el hombre por su propia condición de persona”. Y añadía, entonces, que “como derechos naturales innatos –con los que el hombre nace, vive y muere–, tienen como fundamento la ley natural, impresa por Dios en la naturaleza humana, para que sea guía y norma de conducta en su vida temporal”.
Me desempeñé más de diez años como pastor en Ayacucho, centro de acción de Sendero Luminoso. En mi calidad de arzobispo, la revista “Caretas” me hizo un reportaje publicado el 14 de abril de 1994, en el que declaré, en lenguaje coloquial, que los derechos humanos son, en un sentido amplio, “el derecho a vivir en libertad, con educación, con trabajo y a actuar libremente”.
Hablando de la situación de Ayacucho, comenté al periodista que la Iglesia tenía en esa ciudad “varios programas de ayuda social y espiritual con los sectores más pobres” y los enumeraba. Terminada la entrevista, acompañé al corresponsal a la puerta de mi casa y, off the record, le dije: “Y durante ese tiempo no he visto a los de la Coordinadora de Derechos Humanos”. Refiriéndome a esa coordinadora –no a los derechos humanos, por supuesto– añadí, con el lenguaje de batalla fuerte de los deportistas: “¡esa…!”. El periodista grabó, sin decírmelo, de manera desleal, ese comentario suelto, confidencial y lo puso al final de su nota.
Sin embargo, y pese a las múltiples aclaraciones hechas desde entonces, quienes no quieren aceptar la verdad continúan con la calumnia de que yo me expresé despectivamente de los derechos humanos, lo que no es cierto. Lamento que, en unas declaraciones al diario “La Vanguardia” de Barcelona, España, nuestro ilustre literato Mario Vargas Llosa, malévolamente informado, haya repetido esa infame falsedad.
En los días previos a la primera vuelta electoral he recibido en mi casa a los candidatos a la Presidencia de la República. Conversé con igual franqueza con Ollanta Humala y su esposa y con Keiko Fujimori, que vino acompañada por Jaime Yoshiyama. Tratamos cordialmente temas de moral, no de política. Como peruano, no pertenezco ni he pertenecido nunca a un partido político. No soy humalista ni fujimorista, ni he sido nunca “cómplice declarado de la dictadura”, como ha afirmado nuestro premio Nobel. Conocí al presidente Alberto Fujimori y compartí con él la preocupación de todos por la pacificación del país; y, por encargo de la Santa Sede, fui representante de la Iglesia en el caso de los rehenes de la residencia del embajador japonés, lo que me llevó a entrevistarme varias veces con él. La democracia política tiene sus normas, el Estado de derecho su marco y la responsabilidad ciudadana su libertad. A ella me atengo, como pastor de almas.
Me han reprochado algunos –también Mario Vargas Llosa– que me haya supuestamente callado cuando esterilizaron a 300,000 mujeres en la sierra durante el segundo gobierno de Fujimori. Nada más falso. No solamente discrepé con el presidente todas las veces que tuve la oportunidad de hacerlo. No solamente le dije que estaba haciendo mal y que no siguiera haciéndolo, sino que, ante una pregunta de un periodista en una entrevista televisada, afirmé públicamente que Fujimori estaba equivocado en esa política y que ya se lo había dicho. Igualmente, le he comentado al presidente Alan García que la política de salud del actual ministro de ese portafolio está reñida con la moral natural en lo concerniente al aborto. A diferencia de otras autoridades, es necesario que el arzobispo de Lima mantenga una relación cordial y firme con el presidente. El que comenzará a gobernar en las próximas Fiestas Patrias será mi quinto vecino.
Soy peruano con DNI, soy numerario del Opus Dei y soy arzobispo de Lima. Cada calidad tiene su ámbito, no hay interferencias. La manipulación mediática y la manera de decir las cosas puede llevar intencionalmente a confusión. Como ciudadano, ejerzo libremente mi derecho al voto; como miembro del Opus Dei –prelatura fundada por San Josemaría Escrivá y bendecida por todos los pontífices, desde su creación en 1928–, participo en los medios de formación que brinda a sus fieles, y como arzobispo y cardenal obedezco únicamente al Santo Padre, el papa Benedicto XVI. En el gobierno de la Arquidiócesis de Lima no me une ligazón alguna con los directivos del Opus Dei.
Frente a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales reitero la libertad que tienen los católicos de votar responsablemente por el candidato que les ofrezca más garantías y credibilidad de trabajar desinteresadamente por el bien común del país. Insisto en el respeto a los derechos humanos, como enseña la Iglesia, que entiende que el ser humano es la única creatura que tiene un fin por sí mismo, y rechazo todo lenguaje mendaz, que ofende la dignidad y la inteligencia de los electores.
Aprovecho la oportunidad para transmitir la bendición apostólica que Su Santidad Benedicto XVI envió hace unos días a todos los peruanos, en la audiencia que tuvo la amabilidad de concederme.
Por mi parte, llevaré a Roma el cariño que los católicos peruanos tenemos al papa Juan Pablo II, uniéndome a mis hermanos del Colegio Cardenalicio en la ceremonia de beatificación que tendrá lugar hoy, para gozo y edificación de toda la cristiandad.
Fuente: Diario El Comercio.

Resurrección de Jesucristo 2011

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Cristo Resucitado

La Iglesia Católica insiste en la importancia de la Resurrección de Cristo; ya que si bien la austeridad, el silencio y la muerte son algunas de las experiencias que se reviven durante la Semana Santa, esta no termina ahí.
El padre Armando Nieto Vélez SJ, Presidente de la Academia Nacional de la Historia señaló que: “Para los cristianos, la muerte del Señor es el elemento central de nuestra redención, pero la Pascua representa el triunfo de Jesús, es la muerte que da la vida. Por ello, la Iglesia insiste que debe guardarse el sentido de la Pascua: la Resurrección de Cristo”.
De otro lado, indicó que el sentido de la Semana Santa es actualizar el misterio de la pasión, muerte y Resurrección del Señor. “La liturgia no es un simple recuerdo, sino es actualizar lo que vivió Jesús. No estamos rememorando una leyenda, son hechos reales que nos han redimido”, precisó.
Asimismo, indicó que no debemos vivir esta experiencia como un espectador, sino que nos debe llevar a asemejarnos y vivir como Cristo, amando al prójimo y a la Iglesia.
Reconoció que muchos católicos utilizan estos días de vacaciones para irse de viaje o a la playa: “Para mucha gente la Semana Santa es huir del trabajo diario”, explicó.

Domingo de ResurreccionMisa por Pascua de Resurrección
El jefe de Estado, Alan García Pérez, y la candidata presidencial por Fuerza 2011, Keiko Fujimori, asistieron a la misa por Pascua de Resurrección, en la Catedral de Lima.
También estuvieron presentes el ministro del Interior, Miguel Hidalgo; y el candidato a la primera vicepresidencia por Fuerza 2011, Rafael Rey, informó RPP Noticias.
El mandatario llegó a la Catedral de Lima antes de las 11.00 horas y saludó a Keiko Fujimori, quien se encontraba junto a su esposo Mark Vito Villanella.
El jefe del Estado se trasladó a pie desde la sede del Ejecutivo hasta la Catedral de Lima.
De acuerdo al calendario católico, el domingo de Resurrección es la fiesta más importante para todos los cristianos, que conmemoran la resurrección de Jesús.
“En este día de Pascua de Resurrección, con profundo gozo y recordando esa trayectoria de nuestro país, no me quedo anclado en el rencor del pasado. Iremos adelante con esperanza y con gozo, como un pueblo unido. ¡Feliz Pascua!”. De esta manera saludó el Cardenal Juan Luis Cipriani en la Santa Misa de Pascua de Resurrección que presidió en la Basílica Catedral de Lima.
El Cardenal Cipriani destacó lo importante que es para él haber vivido siempre en el Perú, y de sentir una gran cercanía con todo el pueblo peruano, a quienes exhortó a demostrar un respeto por las instituciones en cualquier circunstancia.
“Antes de Cardenal soy peruano, siempre he vivido en el Perú y recuerdo con profunda emoción los 11 años que pasé en Ayacucho, años de dolor, años muerte, años de fe. Y con esa fe y con ese dolor y con esa cercanía a todos mis hermanos de todos los rincones del Perú les digo que ante las circunstancias que vive el país debemos siempre respetar a las instituciones”, mencionó.
“Quiero agradecer al Presidente de la República por su esfuerzo y trabajo, habrá gente que esté a favor y en contra, pero la institución de la Presidencia de la República siempre se debe respetar, no debe ser objeto de un tratamiento en las campañas electorales. El Perú necesita un respeto por las instituciones”, aseveró.
Del mismo modo, animó a los fieles a levantar la mirada a las cosas del Cielo, ya que sólo así podremos asomarnos a la grandeza que Dios tiene preparada para nosotros. Invitó también a celebrar la Pascua del Señor como origen y al mismo tiempo como una meta de nuestra vida, ya que gracias a Él se manifiesta que la razón es más fuerte que la irracionalidad.
“Cristo ha resucitado, está vivo y camina con nosotros. Por eso hermanos cantamos, caminamos con la mirada puesta en el cielo, fieles a ese compromiso de Jesús que nos dice Yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos”, reflexionó.
“Hoy, con enorme gozo la Iglesia anuncia la Resurrección del Señor y se alegran los cielos y la tierra desde todos los rincones. Del cielo responden esa multitud de santas y santos, esa multitud de ángeles, esa multitud de hermanos nuestros que nos han antecedido, todos se suman unánimes a este jubilo, en que todo es paz y gozo”, continuó.
El Arzobispo de Lima manifestó su tristeza al ver que la verdad sufre muchas veces por la soberbia y el orgullo de personas que, amparados por sus títulos en la cultura, pretenden maltratar la calidad del pueblo peruano y a su Pastor.
“La fe católica, la cultura de nuestro pueblo y la libertad de la que gozan los ciudadanos exigen respeto por más altura que se haya logrado en un aspecto de la cultura. No pensé jamás en ser maltratado de esa manera por quien se presenta como el hombre de la cultura”, expresó.
En otro momento, envió su bendición y deseó unas Felices Pascuas a todo el pueblo peruano y de manera especial al Presidente de la República, el Dr. Alan García, y a la candidata presidencial, Keiko Fujimori, quienes estuvieron presentes durante la Santa Misa.
“Me dirijo a todas las familias del Perú para desearles una Feliz Pascua, por la presencia de Cristo Resucitado. Saludo la presencia de la Sra. Keiko Fujimori y su esposo que hoy nos acompañan. Saludo a todo el pueblo peruano y le pido a la Madre Santísima, la reina de la alegría y de la paz, qué llene de gozo a nuestro pueblo. Felices Pascuas Señor presidente, Felices Pascuas querido pueblo peruano”, concluyó.

Domingo de Ramos 2011

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Domingo de Ramos
Pasión de nuestro Señor Jesucristo
Lectura del Evangelio según San Mateo 26,14–27,66

La traición de Judas
Marcos 14, 10-11 / Lucas 22, 3-6

26:14 Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes
26:15 y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?” Y resolvieron darle treinta monedas de plata.
26:16 Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.
Los preparativos para la comida pascual
Marcos 14, 12-16 / Lucas 22, 7-13

26:17 El primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”
26:18 Él respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: “El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”.
26:19 Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
El anuncio de la traición de Judas
Marcos 14, 17-21 / Lucas 22, 21-23 / Juan 13, 21-30

26:20 Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce
26:21 y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”.
26:22 Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: “¿Seré yo, Señor?”
26:23 Él respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar.
26:24 El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”
26:25 Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?” “Tú lo has dicho”, le respondió Jesús.
La institución de la Eucaristía
Marcos 14, 22-25 / Lucas 22, 19-20 / 1 Cor 11, 23-27

26:26 Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen y coman, esto es mi Cuerpo”.
26:27 Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: “Beban todos de ella,
26:28 porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados.
26:29 Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre”.
El anuncio de las negaciones de Pedro
Marcos 14, 26-31 / Lucas 22, 31-34 / Juan 13, 36-38

26:30 Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.
26:31 Entonces Jesús les dijo: “Esta misma noche, ustedes se van a escandalizar a causa de mí. Porque dice la Escritura: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño.
26:32 Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea”.
26:33 Pedro, tomando la palabra, le dijo: “Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo no me escandalizaré jamás”.
26:34 Jesús le respondió: “Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces”.
26:35 Pedro le dijo: “Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré”. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
La oración de Jesús en Getsemaní
Marcos 14, 32-42 / Lucas 22, 39-46 / Juan 18, 1

26:36 Cuando Jesús llegó con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, les dijo: “Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar”.
26:37 Y llevando con él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse.
26:38 Entonces les dijo: “Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí, velando conmigo”.
26:39 Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así: “Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
26:40 Después volvió junto a sus discípulos y los encontró durmiendo. Jesús dijo a Pedro: “¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una hora?
26:41 Estén prevenidos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”.
26:42 Se alejó por segunda vez y suplicó: “Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad”.
26:43 Al regresar los encontró otra vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de sueño.
26:44 Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.
26:45 Luego volvió junto a sus discípulos y les dijo: “Ahora pueden dormir y descansar: ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
26:46 ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar”.
El arresto de Jesús
Marcos 14, 43-52 / Lucas 22, 47-53 / Juan 18, 2-11

26:47 Jesús estaba hablando todavía, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de una multitud con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo.
26:48 El traidor les había dado esta señal: “Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo”.
26:49 Inmediatamente se acercó a Jesús, diciéndole: “Salud, Maestro”, y lo besó.
26:50 Jesús le dijo: “Amigo, ¡cumple tu cometido!”. Entonces se abalanzaron sobre él y lo detuvieron.
26:51 Uno de los que estaban con Jesús sacó su espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja.
26:52 Jesús le dijo: “Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere.
26:53 ¿O piensas que no puedo recurrir a mi Padre? Él pondría inmediatamente a mi disposición más de doce legiones de ángeles.
26:54 Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, según las cuales debe suceder así?”
26:55 Y en ese momento dijo Jesús a la multitud: “¿Soy acaso un bandido, para que salgan a arrestarme con espadas y palos? Todos los días me sentaba a enseñar en el Templo, y ustedes no me detuvieron”.
26:56 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
Jesús ante el Sanedrín
Marcos 14, 53-65 / Lucas 22, 66-71 / Juan 18, 12-14

26:57 Los que habían arrestado a Jesús lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos.
26:58 Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; entró y se sentó con los servidores, para ver cómo terminaba todo.
26:59 Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús para poder condenarlo a muerte;
26:60 pero no lo encontraron, a pesar de haberse presentado numerosos testigos falsos. Finalmente, se presentaron dos
26:61 que declararon: “Este hombre dijo: “Yo puedo destruir el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días”.
26:62 El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “¿No respondes nada? ¿Qué es lo que estos declaran contra ti?”
26:63 Pero Jesús callaba. El Sumo Sacerdote insistió: “Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”.
26:64 Jesús le respondió: “Tú lo has dicho. Además, les aseguro que de ahora en adelante verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo”.
26:65 Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: “Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia.
26:66 ¿Qué les parece?” Ellos respondieron: “Merece la muerte”.
26:67 Luego lo escupieron en la cara y lo abofetearon. Otros lo golpeaban,
26:68 diciéndole: “Tú, que eres el Mesías, profetiza, dinos quién te golpeó”.
Las negaciones de Pedro
Marcos 14, 66-72 / Lucas 22, 54-62 / Juan 18, 15-18.25-27

26:69 Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio. Una sirvienta se acercó y le dijo: “Tú también estabas con Jesús, el Galileo”.
26:70 Pero él lo negó delante de todos, diciendo: “No sé lo que quieres decir”.
26:71 Al retirarse hacia la puerta, lo vio otra sirvienta y dijo a los que estaban allí: “Este es uno de los que acompañaban a Jesús, el Nazareno”.
26:72 Y nuevamente Pedro negó con juramento: “Yo no conozco a ese hombre”.
26:73 Un poco más tarde, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron: “Seguro que tú también eres uno de ellos; hasta tu acento te traiciona”.
26:74 Entonces Pedro se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre. En seguida cantó el gallo,
26:75 y Pedro recordó las palabras que Jesús había dicho: “Antes que cante el gallo, me negarás tres veces”. Y saliendo, lloró amargamente.
CAPÍTULO 27
Jesús conducido ante Pilato
Marcos 15, 1-5 / Lucas 23, 1-7 / Juan 18, 28-40

27:1 Cuando amaneció, todos los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo deliberaron sobre la manera de hacer ejecutar a Jesús.
27:2 Después de haberlo atado, lo llevaron ante Pilato, el gobernador, y se lo entregaron.
La muerte de Judas
27:3 Judas, el que lo entregó, viendo que Jesús había sido condenado, lleno de remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos,
27:4 diciendo: “He pecado, entregando sangre inocente”. Ellos respondieron: “¿Qué nos importa? Es asunto tuyo”.
27:5 Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, salió y se ahorcó.
27:6 Los sumos sacerdotes, juntando el dinero, dijeron: “No está permitido ponerlo en el tesoro, porque es precio de sangre”.
27:7 Después de deliberar, compraron con él un campo, llamado “del alfarero”, para sepultar a los extranjeros.
27:8 Por esta razón se lo llama hasta el día de hoy “Campo de sangre”.
27:9 Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías: Y ellos recogieron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue tasado aquel a quien pusieron precio los israelitas.
27:10 Con el dinero se compró el “Campo del alfarero”, como el Señor me lo había ordenado.
Jesús ante Pilato
Marcos 15, 2-5 / Lucas 23, 2-5 / Juan 18, 28-40

27:11 Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó: “¿Tú eres el rey de los judíos?” Él respondió: “Tú lo dices”.
27:12 Al ser acusado por los sumos sacerdotes y los ancianos, no respondió nada.
27:13 Pilato le dijo: “¿No oyes todo lo que declaran contra ti?”
27:14 Jesús no respondió a ninguna de sus preguntas, y esto dejó muy admirado al gobernador.
Jesús y Barrabás
Marcos 15, 6-15 / Lucas 23, 18-25 / Juan 18, 39-40

27:15 En cada Fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a un preso, a elección del pueblo.
27:16 Había entonces uno famoso, llamado Barrabás.
27:17 Pilato preguntó al pueblo que estaba reunido: “¿A quién quieren que ponga en libertad, a Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?”
27:18 Él sabía bien que lo habían entregado por envidia.
27:19 Mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: “No te mezcles en el asunto de ese justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho”.
27:20 Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
27:21 Tomando de nuevo la palabra, el gobernador les preguntó: “¿A cuál de los dos quieren que ponga en libertad?” Ellos respondieron: “A Barrabás”.
27:22 Pilato continuó: “¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?”. Todos respondieron: “¡Que sea crucificado!”
27:23 Él insistió: “¿Qué mal ha hecho?” Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: “¡Que sea crucificado!”
27:24 Al ver que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo traer agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: “Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes”.
27:25 Y todo el pueblo respondió: “Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”.
27:26 Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
La coronación de espinas
Marcos 15, 16-20 / Juan 19, 2-3

27:27 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la guardia alrededor de él.
27:28 Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo.
27:29 Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo: “Salud, rey de los judíos”.
27:30 Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza.
27:31 Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar.
La crucifixión de Jesús
Marcos 15, 23-27 / Lucas 23, 33-34 / Juan 19, 17-22

27:32 Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz.
27:33 Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa “lugar del Cráneo”,
27:34 le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no quiso tomarlo.
27:35 Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron;
27:36 y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo.
27:37 Colocaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena: “Este es Jesús, el rey de los judíos”.
27:38 Al mismo tiempo, fueron crucificados con él dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Injurias a Jesús crucificado
Marcos 15, 29-32 / Lucas 23, 35-38

27:39 Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza,
27:40 decían: “Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!”
27:41 De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se burlaban, diciendo:
27:42 “¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él.
27:43 Ha confiado en Dios; que él lo libre ahora si lo ama, ya que él dijo: “Yo soy Hijo de Dios”.
27:44 También lo insultaban los bandidos crucificados con él.
La muerte de Jesús
Marcos 15, 33-39 / Lucas 23, 44-49 / Juan 19, 28-30

27:45 Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región.
27:46 Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: “Elí, Elí, lemá sabactani”, que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
27:47 Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: “Está llamando a Elías”.
27:48 En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber.
27:49 Pero los otros le decían: “Espera, veamos si Elías viene a salvarlo”.
27:50 Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.
27:51 Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron
27:52 y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron
27:53 y, saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente.
27:54 El centurión y los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: “¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!”
Las mujeres que siguieron a Jesús
Marcos 15, 40-41 / Lucas 23, 49 / Juan 19, 25

27:55 Había allí muchas mujeres que miraban de lejos: eran las mismas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo.
27:56 Entre ellas estaban María Magdalena, María —la madre de Santiago y de José— y la madre de los hijos de Zebedeo.

Sepulcro sellado con piedra

La sepultura de Jesús
Marcos 15, 42-47 / Lucas 23, 50-56 / Juan 19, 38-42

27:57 Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús,
27:58 y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran.
27:59 Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia
27:60 y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue.
27:61 María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente al sepulcro.
27:62 A la mañana siguiente, es decir, después del día de la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron y se presentaron ante Pilato,
27:63 diciéndole: “Señor, nosotros nos hemos acordado de que ese impostor, cuando aún vivía, dijo: “A los tres días resucitaré”.
27:64 Ordena que el sepulcro sea custodiado hasta el tercer día, no sea que sus discípulos roben el cuerpo y luego digan al pueblo: “¡Ha resucitado!” Este último engaño sería peor que el primero”.
27:65 Pilato les respondió: “Ahí tienen la guardia, vayan y aseguren la vigilancia como lo crean conveniente”.
27:66 Ellos fueron y aseguraron la vigilancia del sepulcro, sellando la piedra y dejando allí la guardia.

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Vicente Santuc Laborde SJ

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Comunidad Jesuita Piura 1976

El Padre Vicente Santuc Laborde SJ, ha fallecido en la ciudad de Paris, donde pasaba un tiempo sabático de investigación filosófica. Sufrió un paro cardíaco súbito en su habitación de la comunidad jesuita del Centre Sèvres.
Vicente nació el 1°de Julio de 1936 en Mailis, Landes (Francia), ingresó a la Compañía de Jesús el 17 de octubre de 1960 y fue ordenado sacerdote el 5 de julio de 1969.
Llegó al Perú en 1970. Hizo sus estudios en Francia donde obtuvo maestrías de Sociología Agraria y Economía del Desarrollo, y un doctorado en Filosofía Política. Trabajó por 20 años con el campesinado de Piura, donde fundó el CIPCA y Radio Cutivalú. Posteriormente, retomando su vocación magisterial, la Provincia Peruana le encarga la misión de fundar primero la escuela de filosofía y luego la actual Universidad Antonio Ruiz de Montoya (Lima), donde fue profesor y Rector por otros 20 años.
Conmovidos por su repentino deceso, agradecemos al Padre por el don de su vida, consagrada a Dios y al Perú.
Cooperación entre la Universidad Ruiz de Montoya y la Asociación Civil Reflexión Democrática
La Universidad Jesuita del Perú, Antonio Ruiz de Montoya, heredera del modelo educativo ignaciano, centrado en el desarrollo de la persona humana y su formación integral; y la Asociación Civil Reflexión Democrática, entidad sin fines de lucro que promueve la formación ética y el fortalecimiento de la institucionalidad democrática, firmaron un Convenio que les permitirá desarrollar relaciones de cooperación a través de la implementación de programas académicos, científicos y culturales.
Las modalidades de cooperación entre ambas instituciones incluyen tanto la realización de cursos, seminarios o publicación de investigaciones, hasta la posibilidad de que los estudiantes de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya realicen prácticas pre profesionales en la Asociación Civil Reflexión Democrática.
Este convenio será un gran aporte, generador de un espacio académico estratégico entre ambas instituciones, al poder compartir e intercambiar conocimiento entre profesionales y estudiantes del más alto nivel.
Las autoridades que firmaron el convenio fueron el Padre Vicente Santuc Laborde SJ, Rector de la UARM y el Ing. Roque Benavides Ganoza, Presidente de la Asociación Civil Reflexión Democrática.

Los Santos Inocentes

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Nucleo de la Santisima Trinidad según Ana Catalina Emmerich

Relato de una visión mística según la Beata Ana Catalina Emmerick
… Cuando Jesús tenía alrededor de un año y medio de edad, se le apareció un ángel a la Santísima Virgen, en Heliópolis y le hizo saber de la matanza de los niños por Herodes. José y Ella se afligieron mucho, y el Niño Jesús lloró durante todo el día. He aquí lo que yo vi en aquella ocasión.
No habiendo vuelto a Jerusalén los tres Reyes, los temores de Herodes, que en aquel momento estaba resolviendo varios asuntos de familia, se calmaron un poco; pero recrudecieron nuevamente cuando, después del retorno de la Sagrada Familia a Nazareth, llegaron hasta él mil rumores relacionados con las predicciones hechas por Simeón y por Ana durante la presentación de Jesús en el Templo. Con diversos pretextos, mandó soldados a diferentes lugares de los alrededores de Jerusalén, a Gilgal, a Belén, y hasta Hebrón, e hizo un censo de los niños. Los soldados ocuparon aquellos sitios durante nueve meses. Herodes, mientras tanto, se hallaba en Roma, y sólo después de su vuelta, fueron degollados los niños. Juan tenía en aquella época dos años, y había estado escondido en casa de sus padres desde algún tiempo antes de que Herodes hubiera dado a las madres la orden de presentar ante las autoridades a sus hijos de edad de dos años o menos. Santa Isabel, advertida por un ángel, huyó nuevamente al desierto con el pequeño San Juan. Jesús tenía en aquel momento cerca de un año y medio y ya podía correr.
Los niños fueron degollados en siete lugares diferentes. Se había prometido a las madres buenas recompensas a su fecundidad, y ellas llevaron sus hijitos a las casas donde estaban las autoridades, vestidos con sus más lindos trajes. Los hombres fueron despedidos, y las madres separadas de los niños, que fueron degollados por los soldados en patios cerrados, amontonados y enterrados en fosos.
Al mediodía, vi a las madres con sus niños de dos años, y de menos, venir a Jerusalén, de Hebrón, de Belén, y de otro lugar donde Herodes había enviado a sus soldados y dado órdenes a sus funcionarios.
Se dirigían a la ciudad en diferentes grupos, y varias llevaban a dos niños, e iban montando asnos. Todas fueron conducidas a un gran edificio, y los hombres que las acompañaban fueron despedidos. Ellas entraron alegremente, pues creían que iban a recibir gratificaciones por su fecundidad.
El edificio estaba un poco aislado y bastante cerca de la que fue más tarde la casa de Pilatos. Se hallaba rodeado de muros, de manera que desde afuera no se podía saber fácilmente lo que sucedía en el interior. Aquello debía de ser como un tribunal, pues en el patio vi unos pilares y unos bloques de piedra con cadenas colgando; había allí también unos árboles, que se encorvaban y ligaban juntos, mientras se ataba en ellos a los hombres. Al soltarlos luego, se enderezaban rápidamente, deshaciendo a aquellos desgraciados. Era un edificio macizo y sombrío. El patio era casi tan grande como el cementerio que hay a un lado de la iglesia principal de Dulmen. Una puerta que se abría entre dos muros, llevaba a ese patio, rodeado de construcciones por tres lados. Los edificios de la derecha y de la izquierda tenían un piso solamente; el del centro parecía una antigua sinagoga abandonada. Esas construcciones tenían puertas que daban sobre el patio.

Las madres fueron llevadas, a través del patio, a los dos edificios laterales, y allí se las encerró. Me hicieron el efecto de hallarse en una especie de hospital, o de posada. Cuando se vieron privadas de libertad, tuvieron miedo y empezaron a llorar y a lamentarse. Pasaron así toda la noche.
Después de mediodía vi un cuadro horroroso. En la casa de justicia asistí a la matanza de los inocentes. El gran edificio posterior que cerraba el patio tenía dos pisos. El inferior estaba formado por una sala grande y desnuda, parecida a una prisión o a un gran cuerpo de guardia; encima, había una pieza cuyas ventanas daban sobre el patio. Vi allí a varios personajes reunidos como en un tribunal; delante de ellos tenían unos rollos colocados sobre una mesa. Creo que Herodes estaba presente, pues vi a un hombre con manto rojo, adornado de piel blanca; esta piel tenía unas pequeñas colas negras. Lo vi, rodeado por los demás, mirando por la ventana de la sala.
Las madres, con sus niños, eran llamadas una a una, para ser conducidas de los edificios laterales a la sala inferior grande del cuerpo de edificio que estaba detrás. A la entrada, los soldados les quitaban sus niños y los llevaban al patio, donde una veintena de ellos los mataban, atravesándoles la garganta y el corazón con espadas y picas. Había allí niños fajados, a quienes sus madres aun amamantaban, y otros un poco mayores ya con vestiditos. No los desnudaban; los degollaban, y tomándolos de un bracito o por el pie, los arrojaban al montón. Era un espectáculo horrible.
Las madres fueron amontonadas en la sala grande; y cuando vieron lo que hacían con sus niños, lanzaron gritos desgarradores, arrancándose los cabellos y echándose unas en brazos de otras. Al final estaban tan apretadas, que apenas podían moverse. Creo que la matanza duró hasta la noche.
Los niños fueron echados más tarde, todos juntos, en una fosa abierta en el patio. Me fue mostrado el número, pero ya no me acuerdo bien. Creo que había setecientos, más una cifra en la que se hallaba un siete o diez y siete.
Ante esta visión quedé aterrorizada; no sabía donde tenía lugar esto; creía que era aquí. Sólo cuando desperté me repuse poco a poco. A la noche siguiente vi a las madres sujetadas con ligaduras y llevadas a sus casas por los soldados. El lugar de la matanza de los niños en Jerusalén fue en el antiguo patio de las ejecuciones, situado a poca distancia del tribunal de Pilatos; pero en la época de éste sufrió varios cambios. En momentos de la muerte de Jesús vi abrirse la fosa donde habían sido echados los niños degollados; sus almas aparecieron, y salieron de allí.

Antoni Plàcid Guillem Gaudí i Cornet

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Catedral Sagrada Familia
La Iglesia de la Sagrada Familia, una de las obras maestras del arquitecto catalán Antoni Gaudí (1852-1926), se ha convertido en centro para el culto católico, tras la bula de promulgación otorgada por el Papa Benedicto XVI, en una ceremonia ante más de 6,500 fieles y en el marco de su visita a Barcelona. Aunque el templo diseñado por el maestro modernista no estará finalizado hasta 2026, tras la bendición del máximo responsable de la Iglesia Católica queda acreditada ya como lugar de culto.
La conversión al culto de la Sagrada Familia, monumento Patrimonio de la Humanidad, ha hecho cumplir el sueño del genial arquitecto Antoni Gaudí, católico devoto en proceso de beatificación por la Iglesia.
Gaudí fue un arquitecto con un sentido innato de la geometría y el volumen, así como una gran capacidad imaginativa que le permitía proyectar mentalmente la mayoría de sus obras antes de pasarlas a planos. De hecho, pocas veces realizaba planos detallados de sus obras; prefería recrearlos sobre maquetas tridimensionales, moldeando todos los detalles según los iba ideando mentalmente. En otras ocasiones, iba improvisando sobre la marcha, dando instrucciones a sus colaboradores sobre lo que tenían que hacer.
Dotado de una fuerte intuición y capacidad creativa, Gaudí concebía sus edificios de una forma global, atendiendo tanto a las soluciones estructurales como las funcionales y decorativas. Estudiaba hasta el más mínimo detalle de sus creaciones, integrando en la arquitectura toda una serie de trabajos artesanales que dominaba él mismo a la perfección: cerámica, vidriería, forja de hierro, carpintería, etc. Asimismo, introdujo nuevas técnicas en el tratamiento de los materiales, como su famoso “trencadís” hecho con piezas de cerámica de desecho.
Después de unos inicios influenciado por el arte neogótico, así como ciertas tendencias orientalizantes, Gaudí desembocó en el modernismo en su época de mayor efervescencia, entre finales del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, el arquitecto reusense fue más allá del modernismo ortodoxo, creando un estilo personal basado en la observación de la naturaleza, fruto del cual fue su utilización de formas geométricas regladas, como el paraboloide hiperbólico, el hiperboloide, el helicoide y el conoide.
La arquitectura de Gaudí está marcada por un fuerte sello personal, caracterizado por la búsqueda de nuevas soluciones estructurales, que logró después de toda una vida dedicada al análisis de la estructura óptima del edificio, integrado en su entorno y siendo una síntesis de todas las artes y oficios. Mediante el estudio y la práctica de nuevas y originales soluciones, la obra de Gaudí culminará en un estilo orgánico, inspirado en la naturaleza, pero sin perder la experiencia aportada por estilos anteriores, generando una obra arquitectónica que es una simbiosis perfecta de la tradición y la innovación. Asimismo, toda su obra está marcada por las que fueron sus cuatro grandes pasiones en la vida: la arquitectura, la naturaleza, la religión y el amor a Cataluña.
En 1899 se hizo socio del Cercle Artístic de Sant Lluc, sociedad artística de corte católico fundada en 1893 por el obispo Josep Torras i Bages, y los hermanos Josep y Joan Llimona. También se afilió a la Lliga Espiritual de la Mare de Déu de Montserrat, entidad catalanista igualmente de signo católico. Se evidencia así el carácter conservador y religioso de su pensamiento político, vinculado a la defensa de la identidad cultural del pueblo catalán. Pese a la aparente contradicción entre los ideales utópicos de su juventud y su posterior adscripción a posiciones más conservadoras, la evolución puede resultar natural si tenemos en cuenta la profunda espiritualidad del arquitecto; en palabras de Cèsar Martinell, “sustituyó la filantropía laicista por la caridad cristiana”.
Gaudí vivió dedicado por completo a su profesión, permaneciendo soltero toda su vida. Al parecer, tan sólo en una ocasión se sintió atraído por una mujer, Josefa Moreu, maestra de la Cooperativa Mataronense, hacia 1884, pero no fue correspondido. Desde entonces Gaudí se refugió en su profunda religiosidad, en la que encontraba gran sosiego espiritual. A menudo se ha pintado la imagen de un Gaudí huraño y antipático, de bruscas contestaciones y gestos altaneros; pero la gente que lo trató más de cerca lo describió como persona afable y cortés, buen conversador y fiel con sus amigos, entre los que destacaron especialmente su mecenas, Eusebi Güell, y el obispo de Vic, Josep Torras i Bages, así como los escritores Joan Maragall y Jacint Verdaguer, el doctor Pere Santaló y algunos de sus más fieles colaboradores, como Francesc Berenguer y Llorenç Matamala.
El 7 de junio de 1926 Gaudí se dirigía a la iglesia de San Felipe Neri, que visitaba a diario para rezar y entrevistarse con su confesor, mosén Agustí Mas i Folch; pero al pasar por la Gran Via de les Corts Catalanes, entre las calles Girona y Bailén, fue atropellado por un tranvía, que lo dejó sin sentido. Siendo tomado por un mendigo, al ir indocumentado y a causa de su aspecto descuidado, con ropas gastadas y viejas, no fue socorrido de inmediato, hasta que un guardia civil paró un taxi que lo condujo al Hospital de la Santa Creu. Al día siguiente lo reconoció el capellán de la Sagrada Familia, mosén Gil Parés, pero ya era tarde para hacer nada por él. Murió el día 10 de junio de 1926, a los 74 años de edad, en la plenitud de su carrera. Fue enterrado el 12 de junio, con presencia de grandes multitudes que quisieron darle el último adiós, en la capilla de Nuestra Señora del Carmen de la cripta de la Sagrada Familia.

Antoni Gaudi i Cornet

Visionario Gaudí
“Vendrán de todas partes para ver qué estamos haciendo”, pronosticó Gaudí a principios del siglo XX sin prever que esta afirmación se haría realidad el 7 de noviembre de 2010.
La Sagrada Familia es la novena basílica de la capital catalana, después de la Catedral, Santa María del Mar, Basílica de la Mercè, Basílica Santa María del Pi, Sant Josep Oriol, la Concepción, Sagrado Corazón de Jesús del Tibidabo y la de Sant Just i Pastor.
Gaudí trabajó hasta su muerte en 1926 en el diseño y construcción del templo, que ha sido expiatorio desde sus inicios -ya que está mayoritariamente construido gracias a los donativos de sus fieles-. De hecho, es uno de los monumentos más visitados de la ciudad de Barcelona y de España gracias a los más de dos millones de turistas que recibe cada año, que también contribuyen económicamente a la obra.

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Jornada de Espiritualidad Misionera

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Jornada Espiritualidad Misionera 2010

En una reciente comunicación Marjorie Dennise Vargas nos manifiesta que: “el Padre Ricardo Álvarez OP, no sólo es un gran misionero sino también un gran conocedor de las diversas etnias que existen en nuestra Amazonía. Como MISEMA pertenece al Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, hemos tenido la gran suerte de trabajar juntos en la misión de Sepahua, compartir sus experiencias y nutrirnos frecuentemente de sus vivencias narradas en sus valiosos libros”.
SEPAHUA Viviendo la Esperanza
Autor: Dr. Ricardo Álvarez Lobo OP
Centro Cultural José Pío Aza. 2009
INDICE
Primera Parte
I. Época Prehispánica
II. Época Colonial
III. Entrada de los misioneros a la selva
IV. Movimiento de liberación
V. Las nuevas misiones
VI. Época republicana
Segunda Parte
VII. El boom del caucho
VIII. Etnocidio y genocidio
IX. La nueva estructura de la selva
Tercera Parte
X. La Misión del Sepahua
XI. Construcción de una nueva sociedad
XII. La educación
XIII. La comunidad nativa Sepahua
XIV. La economía en las sociedades nativas
Cuarta Parte
XV. Instituciones indígenas en el Bajo Urubamba
XVI. Grupos étnicos del Bajo Urubamba
XVII. Comunidad nativa Timpía
XVIII. Comunidad nativa Kirigueti
XIX. Cambio del paradigma indígena
Quinta Parte
XX. Departamento de Ucayali
XXI. Distrito de Sepahua
Sexta Parte
XXII. Compañías petroleras
XXIII. La misión católica y los indígenas
XXIV. Los aislados
XXV. Futuro de las sociedades nativas del Bajo Urubamba
Anexos
I. Cronología
II. Derechos indígenas en la ONU

CONAMILEl objetivo principal de esta historia es que los indígenas nativos aprendan su lección: han sido un pueblo soberano e inteligente, pero los han combatido de mil maneras, física, cultural y moralmente, durante toda su historia, hasta en la actualidad, sometiéndolos a la marginación, sin esperanza de sobreponerse; pero en sus manos está el poder recuperar su identidad física, cultural y moral si ponen interés en conocer su historia y en poner en práctica sus lecciones. La lógica de esta historia es eso: Hombres sabios y poderosos, que dominaban y controlaban la selva, se volvieron hombres vencidos física y moralmente, decayendo en una gran depresión y conformismo.
Elecciones CONAMIL¿Es posible que en el culmen de la historia de un pueblo vencido surjan personas nuevas que tomen conciencia de su identidad y de sus derechos y reivindiquen una vida perdida?
Nuestra convicción es que sí lo será, de modo que en un tiempo no lejano, se darán circunstancias favorables para un cambio radical en la mentalidad de los dirigentes indígenas y en su destino, basado en el derecho natural de éstos a su identidad y a la propia autoestima, en la renuncia de la sociedad occidental al etnocentrismo y al racismo, y finalmente, en las declaraciones de los organismos internacionales a favor de los derechos indígenas, bases que desterrarán la desigualdad y la marginación entre los habitantes de la selva, creando la paz. En esta reivindicación deben participar todos los indígenas, porque nadie puede representar a un nativo inteligente, sabio, conocedor de la selva, que reivindica sus propios derechos, sino él mismo.
Cine y Espiritualidad
Film de Alain CavalierLa película muestra la vida cotidiana de Santa Teresa de Lisieux, desde que decide ingresar en clausura hasta su muerte. La joven supera los obstáculos de su juventud para hacerse carmelita, acudiendo incluso al Papa. Y se muestra también su etapa de sufrimiento por su tuberculosis, que sabe llevar con buen ánimo. Se dibujan muy bien las hermosas ceremonias litúrgicas de ingreso en la orden, y hay momentos muy bellos, como el de la gozosa secuencia de la celebración de la Navidad.
Santa Teresita de LisieuxSanta Teresita del Niño Jesús
Carmelita descalza y Doctora de la Iglesia Católica. María Francisca Teresa Martín Guérin nace en Alençon, en la provincia de Normandía al noroccidente de Francia el 2 de enero de 1873. Cuando contaba 14 años sintió el deseo de convertirse en religiosa. Tuvo muchos inconvenientes para su entrada al convento esto llevo a Don Martín y Teresa a conversar con el Padre superior quien también se negó, de ahí con el Obispo que tampoco aceptó y deciden ir a hablar con el Sumo Pontífice a Roma, para aquel entonces León XIII, quien le recomendó obedecer las instrucciones de los superiores.
Finalmente luego de la intervención de la madre superiora, la insistencia de Teresa el día 9 de abril de 1888 es recibida por fin en el Monasterio del Carmelo.
El nombre Teresa del Niño Jesús fue elegido por la superiora del Carmelo de Lisieux, la madre Gonzaga, quien en un momento de enfermedad de Teresa le envió un mensaje de aliento, en ese mensaje le trata así; “…mi hijita Teresita del Niño Jesús”.
En su vida dio gran valor a la oración y a los pequeños actos. Sufrió la prueba de la fe desde el 5 de abril de 1896, hasta su muerte, tras unos meses de terribles padecimientos. Sus últimas palabras fueron: “Oh, le amo…”, mirando a su crucifijo; y un instante después: “¡Dios mío…os amo!”.
El centro de su espiritualidad fue la misericordia o amor de Dios. Por encima de todo enfatiza siempre la misericordia divina, ante la cual confía y nada hay que temer. Ante todo, Dios es Padre; y Jesús es su Hijo misericordioso. Escribió: “¡Oh Jesús!…estoy segura de que, si por un imposible, encontraras un alma más débil, más pequeña que la mía, te complacerías en colmarla de favores más grandes aun, si ella se abandona con entera confianza a tu misericordia infinita”.
En una carta escrita el 17 de septiembre de 1896 a su hermana escribe la frase que resume el mensaje e ideario de Teresa, sus ideas y pensamientos más arraigados, el motor de su existencia: “La confianza, y nada más que la confianza, es la que debe conducirnos al amor (de Dios)”. Se ha vinculado su espiritualidad con la de santa contemporánea Faustina Kowalska (devoción a la Divina Misericordia).
Su doctrina habla de que Dios está en todas partes y de que son los sencillos actos, hechos con amor, el camino hacia la santificación: «La santidad no consiste en ésta o la otra práctica, sino en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños entre los brazos de Dios, conscientes de nuestra flaqueza y confiados hasta la audacia en su bondad de Padre».
Cae enferma y muere el 30 de septiembre de 1897 en Lisieux, Normandía (Francia).
Beatificación y canonización
En 1923 es beatificada y en 1925 canonizada. En 1927 es proclamada patrona de la misiones pese a no haber abandonado nunca el convento, pero siempre rezaba por los misioneros y siempre fue su deseo ardiente el convertirse en una. En 1997 es declarada Doctora de la Iglesia, siendo la tercera mujer en conseguir ese nombramiento. Anteriormente habían sido declaradas doctoras Santa Teresa de Jesús, también carmelita, y Santa Catalina de Siena. La Festividad de Santa Teresa de Lisieux es el 1 de octubre.
Considerada por Pio XI como “la estrella de su pontificado”, fue rápidamente beatificada y canonizada, declarada santa patrona de las misiones y patrona secundaria de Francia, después de Juana de Arco. En 1997, el Papa Juan Pablo II hizo de ella la 33° Doctora de la Iglesia, y es conocida como la Doctora del Amor.
La Basílica Santa Teresa, edificada en Lisieux, es el segundo lugar de peregrinación más grande de Francia, después del Santuario de Lourdes.
Obra
La obra escrita de Santa Teresita no es muy extensa, sin embargo, presenta un claro interés espiritual, teológico y hasta antropológico. Consta de tres manuscritos autobiográficos escritos por mandato de dos de sus superioras, que fueron publicados en un libro con el título de “Historia de un Alma”. Además se cuenta con 274 cartas escritas a familiares y otras personas, poemas religiosos, algunas obras teatrales, textos dispersos y las palabras pronunciadas durante su larga agonía que fueron recogidas por sus hermanas: Paulina (Madre Inés de Jesús), María (Sor María del Sagrado Corazón) y Celina (Sor Genoveva de la Santa Faz y de Santa Teresa), monjas en el mismo convento.
Fuente: Wikipedia.