Archivo de la categoría: Espiritualidad

Corpus Christi 2014

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Corpus Christi

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
“Corpus Christi” o “Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo” es el nombre de la fiesta que hoy celebramos. Su evangelio (Jn 6, 51-58) fundamenta la fiesta de hoy y la del Jueves Santo con la Última Cena (Lc 22, 19-20). ¿Qué es lo primero que nos viene a la mente cuando decimos Corpus Christi o Cuerpo y Sangre de Cristo? Les diré lo que, en una lluvia de ideas, dijo un grupo de fieles, en respuesta a la misma pregunta. Misa y procesión…; presencia real y para siempre de Jesucristo con su cuerpo, alma y divinidad; comunión y adoración…; sacramento de fe; memorial de la Pasión y Muerte del Señor; Pan de Vida eterna; milagro de la multiplicación de los panes; sacerdote, que es quien convierte el pan en el Cuerpo de Cristo…
Son ideas sugerentes sobre el Corpus Christi. Ante todo está la que asocia la Fiesta con la Misa y Procesión, que se celebran desde 1264, en que el Papa Urbano IV la instituyó. Desde entonces no hay fiesta litúrgica que el Pueblo de Dios celebre con tanto fervor y esplendor. ¿Quién no ha oído hablar de la brillante celebración del Corpus Christi en Ayacucho, o en Toledo (España)? Lo más importante es que este fervor y esplendor quieren ser y son manifestación de la fe viva de los fieles en la presencia real de Jesucristo resucitado en la santa hostia. Lo que paseamos en la custodia ¡es Jesucristo en persona! Esta fe del Pueblo de Dios es un hecho innegable.
Ver el Corpus Christi como memorial de la Pasión y Muerte del Señor no es lo que más haga al caso. Ciertamente es lo más real y exacto si nos referimos al Jueves Santo y a la Misa, que son la renovación incruenta del sacrificio de Cristo en la cruz y que piden la participación del sacerdote y de los fieles en ese sacrificio. Pero resulta que la Fiesta del Corpus fue vista desde el principio en otra perspectiva: la de exaltar y agradecer el amor de Jesús que lo llevó a quedarse con nosotros en la forma de un poco de pan, sin el fondo negro y triste del Viernes Santo. En este contexto tiene más sentido pensar y celebrar el Corpus como Pan de Vida y como comunión y adoración. Es justamente lo que hace el evangelio del Corpus, que presenta a Jesús como “el pan vivo que ha bajado del cielo… y que quien lo come vivirá para siempre”. “El pan que yo daré es mi carne, dice el Señor, y lo daré para la vida del mundo (Jn 6, 51).
El que come el cuerpo de Jesús (Corpus Christi), permanece en Él y vive de y por Él. Es decir, es asimilado por Jesús, quien con la acción del Espíritu Santo, lo va haciendo a su imagen y semejanza. Todo lo contrario a lo que pasa cuando comemos un manjar, que lo asimilamos y hacemos sangre nuestra. Aunque no lo parezca, en la comunión Jesús lleva la iniciativa. La lleva también en la adoración eucarística, en la que Jesús quiere hablarnos y espera que nosotros le escuchemos.

Taitacha Qoyllority

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Taitacha Qoyllority

Patrimonio cultural por la Unesco
La plaza mayor de la ciudad del Cusco fue escenario del anuncio de la peregrinación al Señor de Qoyllority. Con trajes típicos, los danzantes y cientos de fieles devotos se apoderaron de la plaza mayor e iniciaron una colorida celebración junto a danzas y cánticos religiosos en compañías de cusqueños y turistas.
La festividad contó con el desplazamiento de más de 45 mil danzantes de “Ccapaq Qolla”, “Pukapakuri”, “Ccapaq Chuncho” y “Ukukus”. El santuario está al pie del nevado Colque Punku en el distrito deOcongate, en la provincia de Quispicanchi. La peregrinación hacia el cerro se realizó el 17 de junio.
Norberto Vega Cutipa, presidente del “Consejo de Naciones del Señor de Qoyllority”, declaró que está garantizado el orden, la limpieza y seguridad para la peregrinación, que cuenta con dos tramos. La tradicional es una caminata de casi 10 kilómetros, al salir del centro poblado de Mahuayani.
En esta como en todas las ocasiones, “las naciones” de Paucartambo, Quispicanchi, Canchis, Acomayo, Paruro, Urubamba, Anta y Tahuantinsuyo harán prevalecer la fe y la devoción, al estar declarada la actividad como patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco.
“Los denominados pablitos son los fieles guardianes de nuestra tradición, nos dan seguridad y hacen que esta festividad siga siendo la más grande de las peregrinaciones al pie de los nevados”, dijo el presidente de la hermandad, quien invitó a la ciudadanía y turistas a ser partícipes de esta costumbre religiosa.
Fuente: Diario La República.

San Alberto Chmielowski

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San Alberto Chmielowski
En Cracovia (Polonia), San Alberto (Adán) Chmielowski, religioso, célebre pintor, se entregó a los pobres procurando ser bueno con todos, y fundó las Congregaciones de Hermanos y Hermanas de la Tercera Orden de San Francisco, siervos de los pobres (+1916 dC).
Nació en Igolomia, cerca de Cracovia (Polonia), el 20 de agosto de 1845, de padres nobles. Creció en un clima de ideales patrióticos, de una profunda fe en Dios y de amor cristiano hacia los pobres. Quedó huérfano muy pronto y sus familiares se hicieron cargo de él y de los demás hermanos. A los 18 años se matriculó en el Instituto Politécnico de Pulawy. Tomó parte en la insurrección de Polonia en 1863. Cayó prisionero y se le amputó una pierna a causa de una herida. Al fracasar la insurrección, se trasladó al extranjero, huyendo de la represalia zarista. 
En Gante (Bélgica) inició estudios de ingeniería. Dotado de buenas cualidades artísticas, decidió estudiar pintura en París y en Munich. En 1874, maduro ya como artista, regresó a Polonia, decidido a dedicar “el arte, el talento y sus aspiraciones a la gloria de Dios”. Uno de los mejores cuadros, el “Ecce Homo”, fue el resultado de una experiencia profunda del amor misericordioso de Cristo hacia el hombre, experiencia que llevó a Chmielowski a su transformación espiritual.
En 1880 entró en la Compañía de Jesús como hermano lego. Después de seis meses tuvo que dejar el noviciado por su mala salud. Acercándose a la miseria material y moral de quienes carecen de techo y a los desheredados en los dormitorios públicos de Cracovia, descubrió en la dignidad menospreciada de aquellos pobres el rostro humillado de Cristo, y decidió por amor del Señor renunciar al arte y vivir al lado de los marginados una vida pobre, dedicándoles toda su persona. 
El 25 de agosto de 1887 vistió el sayal gris y tomó el nombre de hermano Alberto. Pasado un año, pronunció los votos religiosos, iniciando la congregación de los Hermanos de la Orden Tercera de San Francisco, denominados Siervos de los Pobres o Albertinos. En 1891 fundó la rama femenina de la misma congregación (Albertinas) con la finalidad de socorrer a las mujeres necesitadas y a los niños. El hermano Alberto organizó asilos para pobres, casas para mutilados e incurables, envió a las hermanas a trabajar en hospitales militares y lazaretos, fundó comedores públicos para pobres, orfanatorios para niños y jóvenes sin techo. Todos contaban con su ayuda, sin distinción de religión o nacionalidad. 
Para su acción caritativa tomaba fuerza del misterio de la Eucaristía y de la Cruz. A pesar de su invalidez, viajaba mucho para fundar nuevos asilos en otras ciudades de Polonia y para visitar las casas religiosas. 
Gracias a su espíritu emprendedor, cuando murió dejó fundadas 21 casas religiosas en las cuales prestaban su trabajo 40 hermanos y 120 religiosos. Murió pobre entre los pobres, de cáncer de estómago, el día de Navidad de 1916 en Cracovia, en el asilo que él mismo fundó. Antes de su muerte dijo a los hermanos y hermanas, señalando a la Virgen de Czestochowa: “Esta Virgen es vuestra fundadora, recordadlo”. Y “Ante todo, observad la pobreza”. Enseñó a todos con el ejemplo de su vida que “es necesario ser buenos como el pan, que está en la mesa, y que cada cual puede tomar para satisfacer 
Es considerado entre sus hermanos el San Francisco polaco del siglo XX. 
El hermano Alberto fue beatificado en Cracovia el 22 de junio de 1983 por el Papa Juan Pablo II, quien también lo canonizó el 12 de noviembre de 1989 en Roma.
Fuente: Santoral católico.

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Santísima Trinidad

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Santisima Trinidad

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Nuestro Dios es y se llama Trinidad: DiosPadreHijoEspíritu Santo. Así, todo junto, como si se tratara de una sola palabra, para dar a entender que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, aun siendo tres Personas Divinas distintas, son una sola y misma cosa, un solo y mismo Dios: el Unitrino. No es correcto decir que en Dios hay tres Personas Divinas, sino que Dios es tres Personas. Jesús las llamó Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mt 28,19). El Padre es y sabe que es la infinita perfección. La idea que tiene de Sí mismo es y la llamamos Hijo de Dios: esplendor de la gloria del Padre (Heb 1,3). A su vez, el Hijo no puede menos que amar infinitamente al Padre, en quien se ve retratado y de quien se siente infinitamente amado. Este amor infinito entre el Padre y el Hijo es y lo llamamos Espíritu Santo.
De Dios Trinidad sabemos muy poco, y lo sabemos gracias a que Jesús nos lo reveló. Por miles de años los hombres vivieron creyendo que solo había un dios (caso de los judíos) o muchos dioses (caso de casi todos los demás pueblos). ¿No era eso suficiente? Es lo que hoy piensan muchos, incluso cristianos, para quienes, con tal de que adoren a dios, ¿qué más da que sea un Dios u otro? Jesús, que vino a poner las cosas en su sitio, no pensaba así. Para Él, no basta creer lo que uno quiera, sino que hay que creer en el Nombre del Hijo único de Dios (Jn 3,18). El Padre Dios, que es amor, nos ama tanto que entregó a su Hijo Único para salvarnos (Jn 3, 16-17).
Cara a nosotros la Santísima Trinidad es un misterio. Por la plenitud insondable de su infinita perfección, más que porque sea un enigma o un tabú. De hecho el mismo Unitrino quiso revelársenos, dándonos a conocer cómo es Él y mostrándonos el infinito amor que nos tiene. Más aún, quiso hacernos partícipes de su propia vida, en medida tal que se nos hace increíble. La vida eterna (nuestra felicidad) está en conocer al Padre y a quien el Padre ha enviado Jesucristo (Jn 17,3), lo que supone la intervención del Espíritu Santo (1 Cor 12,3). A quien me ame, mi Padre lo amará, y vendremos a Él y pondremos nuestra morada en él (Jn 14,23).
El Credo de los Apóstoles nos dice algo de lo mucho que este Dios Trinidad es y hace por medio de cada una de sus Personas. Resumiéndolo, digamos que, en su primera parte, proclamamos al Padre como Creador; en la segunda, al Hijo como Redentor-Salvador y, en la tercera, al Espíritu Santo como Santificador. Hagamos del Credo una oración con la que confesamos nuestra fe. No es una recitación sino una proclamación.

Pentecostés 2014

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Pentecostes

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
¿Alguna vez oyeron hablar de la “Era del Espíritu Santo”? Empezó el año 38 d.C, cuando al término de los cincuenta días de Pascua (Pentecostés), el Espíritu Santo irrumpió en la historia, cambiándolo todo. Vino de parte de Jesús, enviado por el Padre Dios. Y vino como lo que es: una Persona Divina, invisible por ser espíritu, pero visible por sus impresionantes obras. De hecho, se presentó como el protagonista de todo. Protagonista de la creación, obra principal del Padre Dios. Cuando Éste la hubo terminado al sétimo día, descansó, es decir, confió al Espíritu Santo el perfeccionamiento de su creación. Y protagonista de la Redención, que llevó a cabo Jesucristo. Cuando Éste la hubo consumado, resucitó, subió al cielo y envió desde el Padre al Espíritu Santo, a quien confió su Misión Redentora y Salvadora.
Desde Pentecostés y por voluntad del Padre y del Hijo, cuanto se hace depende del Espíritu Santo. Es bueno tenerlo en cuenta para secundar sus inspiraciones y dejarse llenar y llevar por Él, como lo hizo Jesús (Mc 1, 10-12). Y como lo hicieron los apóstoles. Y como lo han hecho todos los santos hasta nuestros días, demostrando que el Espíritu Santo actuó siempre y sigue actuando hoy. De un modo discreto, aunque muy efectivo, como en el Pentecostés de los Apóstoles (Jn 20,19-23). O de un modo bullicioso, con truenos, vientos y lenguas de fuego -y también muy efectivo- como el Pentecostés que hoy celebramos (Hech 2, 1-11).
Sin duda, nadie va a decirle al Espíritu Santo en qué forma va a actuar en el mundo y en la historia, pero muchos quisiéramos -y le pedimos- , que actúe más visible y llamativamente. Con más fuerza y empuje. Como lo hizo en la primitiva iglesia, según nos cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles, que es como la historia del Espíritu Santo. Entonces Él se hacía manifiesto a cada rato, sobre todo cuando alguien era bautizado. Descendía con fuerza sobre el bautizado, lo llenaba de sus gracias y dones y lo movía a actuar (1 Cor 12, 7-11). Su presencia vivificante y renovadora estaba por todas partes. De repente unos 3,000 acogían la palabra de Pedro y se bautizan, iniciando la primera comunidad cristiana ¡y qué comunidad! (Hech 2, 41-47).
Podríamos seguir contando las maravillas que el Espíritu obraba por todas partes y en todos. Digamos que es ese fuego del Espíritu el que necesitamos hoy, para acabar con la falta de fervor en los fieles y en los ministros, que se manifiesta en la fatiga y en la desilusión, en la acomodación al ambiente y en el desinterés, y sobre todo, en la falta de alegría y de esperanza (cfr. RM, 36). ¿Qué nos está pasando con el bautismo? El Espíritu Santo sigue estando con nosotros desde entonces, pero no se nota que llene y transforme nuestras personas haciéndonos “otros Cristos”. ¡Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor!

Ascensión del Señor 2014

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Ascension

Por José-Román Flecha Andrés
En esta fiesta de la Ascensión del Señor a los cielos recordamos los versos de León Felipe: “Aquí vino y se fue. Vino… nos marcó nuestra tarea y se fue. Él, que lo sabe todo, sabe que estando solos, sin dioses que nos miren, trabajamos mejor”. Estos versos tratan de subrayar nuestra responsabilidad en este mundo.
Durante su viaje a Tierra Santa, San Ignacio de Loyola visitó en lo alto del Monte de los Olivos el lugar que recuerda la Ascensión del Señor. En aquel bloque de mármol se puede percibir la huella de unos pies. Ignacio volvió a subir a la colina para observar en qué dirección se orientaban las huellas. Su curiosidad le valió una reprimenda por retrasar la salida del barco.
Pero, a pesar de lo que sugieren los versos del poeta, o la observación de las pretendidas huellas de Jesús, no puede decirse que el Señor se haya ausentado de este mundo. El vino para hacerse carne y plantar su tienda en nuestra historia para siempre. Asumió de verdad nuestra peripecia terrena . El Señor permanece con nosotros.
LA RESPONSABILIDAD
La primera lectura que se proclama hoy en la misa está tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hech 1,1-11). En ella se recuerda la Ascensión del Señor y nuestra responsabilidad como continuadores de su misión.
El final del evangelio de Mateo recoge el último encargo de Jesús (Mt 28,16-20). Los discípulos de entonces y los de ahora recibimos de él un triple encargo: anunciar el mensaje de Jesús, celebrar los sacramentos de la nueva vida y enseñar a todas las gentes a cumplir la voluntad de Señor, sabiendo que él nos acompañará a lo largo de los tiempos.
En el himno con que se inicia hoy la oración de Laudes,  el mismo Señor nos indica la gozosa responsabilidad que nos confía: “Partid frente a la aurora. Salvad a todo el que crea. Vosotros marcáis mi hora. Comienza vuestra tarea”. La Ascensión de Jesús a los cielos pone en marcha a la Iglesia para que anuncie el evangelio a todas las gentes.
EL TESTAMENTO
Hoy se ofrecen a nuestra meditación las últimas palabras de Jesús: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
• “Yo estoy con vosotros”. Jesús había sido anunciado por el ángel como elEmmanuel, es decir, el “Dios con nosotros”. Al final de su camino terreno,  él se ha atribuido finalmente ese nombre. Y nosotros creemos en la sinceridad de su promesa.
• “Todos los días”. Nos resulta bastante fácil imaginar que Dios está con nosotros en los momentos de triunfo. Pero sabemos y creemos que él nos acompaña también en los días de nubarrones y de lágrimas.
• “Hasta el fin del mundo”. No somos los primeros cristianos. Pero tampoco seremos los últimos. Las dos tentaciones son igualmente peligrosas. Somos un eslabón en la cadena de los que creen, esperan y aman. Vivimos recordando el pasado y acordando la paz para el futuro, pero siempre bien atentos al presente.
– Señor Jesús, tú nos has confiado el alto honor y la gran responsabilidad de anunciar el evangelio a todas las gentes. Te rogamos que nos concedas luz para conocerlo y valentía para darlo a conocer con alegría.  Amén.
Fuente: Revista Ecclesia.

Santa Úrsula Ledóchowska

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Santa Ursula Ledochowska

Julia María nació el 17 de abril de 1865 en Loosdorf, Austria. Sus ascendentes directos fueron eclesiásticos, consagrados, militares y hombres de estado. Sus padres eran el conde Anton Halka Ledochowski y la condesa Josephine Salis-Zizers, de nacionalidad polaca y suiza respectivamente. El cardenal Mieczyslaw, arzobispo de Gniezno-Poznan, que fue primado de Polonia y prefecto de la Congregación para la propagación de la fe, era tío paterno suyo. Anton había enviudado de su primera mujer de la que tuvo tres hijos, y luego contrajo nupcias con Josephine.
Julia fue la segunda de los seis nuevos vástagos de este segundo matrimonio, entre los cuales hubo religiosos relevantes. La primogénita, María Teresa, fundadora de las misioneras de San Pedro Claver, fue beatificada por Pablo VI. Su hermano Wladimir fue general de la compañía de Jesús, y otro de sus hermanos, oficial de alta graduación, murió a manos de los nazis en el campo de concentración de Dora­Nordhausen.
Su padre, que se ocupaba de la educación de todos ellos, solía leerles biografías de santos, de héroes polacos y les introducía en el mundo del arte y de la cultura, completando la formación que les proporcionaban profesores particulares. Josephine aportaba su fortaleza y energía, una alegría que contribuyó a realzar la felicidad y paz características del hogar. Por otro lado, el compromiso eclesial y la solidaridad circulaban por la casa como el aire; la presencia de sacerdotes y religiosos era constante.
Julia tuvo la fortuna de ser educada en este selecto ambiente y crecer instada por sus progenitores a la urgencia del amor. Sus hermanos admiraron en ella su espíritu sensible, generosidad y alegría. Estudió lenguas, pintura y música. Cuando en 1873 se produjo un grave revés financiero y tuvieron que abandonar la idílica villa en la que vivían para afincarse en la localidad germana de St. Pölten, acudió al centro regentado por las religiosas fundadas por Mary Ward. En 1883 se trasladaron a Lipnica Murowana, Polonia.
Al morir su padre en 1885 aquejado de viruela, su tío, el cardenal, se ocupó de todos. Al año siguiente Julia ingresó en el convento de las ursulinas de Cracovia. Allí tomó el nombre de María Úrsula de Jesús. Era audaz, sensible, disciplinada, emprendedora, tenía gran celo apostólico, talento y una visión certera y creativa. Pero, por encima de sus cualidades como estratega en bien del apostolado, sobresalía su donación sin paliativos a Cristo, sin componendas, sin vuelta atrás.
Exquisita en su trato, no permitía que las visitas tuvieran que esperarla. Si le sugerían posponer la entrevista por hallarse ocupada, respondía: “Nunca debemos pedir a Jesús que espere“. Obtuvo el título de maestra y luego el de capacitación para enseñar en lengua francesa. Fue una gran formadora. De 1904 a 1907 ejerció como superiora en Cracovia, etapa en la que abrió el campo educativo de las ursulinas. A instancias del Padre Constantino Budkiewicz, párroco de la iglesia de Santa Catalina, fundó un internado para estudiantes.
Pío X vio que era una mujer de gran empuje, y le propuso evangelizar Rusia. Vistiendo civilmente, Julia partió a San Petersburgo con una hermana. En 1908 sería nombrada superiora de la casa que abrieron. Viviendo en clandestinidad y bajo vigilancia policial, porque el gobierno ruso se había percatado de su intensa actividad, desafió las hostilidades que se cernían sobre la Iglesia actuando a través de varios frentes apostólicos dirigidos a la juventud universitaria y a los adultos.
Extendió estas acciones a Finlandia donde puso en marcha una clínica para personas sin recursos. Allí se involucró en el ámbito ecuménico entre católicos de varios ritos y ortodoxos. En 1914 en el fragor de la Primera Guerra Mundial por ser austriaca fue expulsada, y emigró a Suecia, Dinamarca y Estocolmo. Dejaba tras de sí en cada lugar su sello apostólico: centros para huérfanos y niñas, escuelas de idiomas, etc. En 1915 estableció la primera congregación mariana para universitarios, e impulsó cursos dirigidos por las mentes teológicas más preclaras del momento. En 1918 creó en Aalborg, Dinamarca, una escuela de economía doméstica y un orfanato.
Gradualmente traslada a las hermanas desde Petersburgo, donde ya se sufren las consecuencias de la guerra. Juntas organizan la escuela para las jóvenes escandinavas. Se incorporan también a la vida de la Iglesia local y su ambiente, e inician un trabajo comunitario en el COMITE DE AYUDA A LAS VICTIMAS DE LA GUERRA EN POLONIA, fundado en Suiza por Henryk Sienkievicz.
1920: La comunidad ursulina de Petersburgo regresa a la Polonia independiente y se establece en INEGI, cerca de Poznan. Pronto recibe el permiso de la Sagrada Congregación para transformarse en la Congregación de Hermanas Ursulinas del Corazón de Jesús Agonizante (ursulinas grises). Desde la antigua raíz crece una nueva rama, que desea vivir de acuerdo a la espiritualidad ursulina y a su tradición en el trabajo educativo como instrumento privilegiado de evangelización, así como también buscando nuevos caminos para responder a las necesidades nuevas, en especial de los pobres.
La Congregación bajo la guía de Madre Ursula, se desarrolla pronto. Se erigen comunidades apostólicas en Polonia y pequeñas comunidades misioneras en la frontera oriental.
Desde 1928, la Congregación se hace presente en Italia, y en Francia en 1930, donde las hermanas acompañan a las jóvenes mujeres que van a Francia a ganarse la vida con su trabajo. La Madre forma a las hermanas para amar a Dios por sobre todas las cosas, anhelando vivir en la simplicidad y en la humildad, e igualmente entregadas al sacrificio, buscando iniciativas creativas en el servicio a los otros. Considera la sonrisa, la serenidad de espíritu y la bondad, como testimonios especiales y creíbles de estar unidas a Cristo, teniendo esto gran influencia en la evangelización y educación.
Enseña que la santidad es accesible a cada uno y esta basada en el profundo amor a Dios y a los otros, demostrado en los deberes de cada día. Viaja mucho, visita las comunidades y responde a las nuevas propuestas de trabajo. Aprecia el enorme rol de las asociaciones que contribuyen a la catequesis y a la enseñanza religiosa. Entre otras inicativas, traslada a territorio polaco la Cruzada Eucarística (hoy: Movimiento Eucarístico Juvenil). Organiza la publicación del periódico para jóvenes, escribiendo personalmente los artículos.
1939: Cuando muere en Roma el 29 de mayo, la gente dice que “ha muerto una santa…”
1983: El 20 de Junio en Poznan Juan Pablo II beatifica a Madre Ursula. Es esta la primera beatificación en tierra polaca.
1989: El cuerpo incorrupto de Beata Ursula es trasladado de Roma a Pniewy y yace en la capilla de la casa Madre.
2002: Promulgación del decreto de confirmación del milagro por intercesión de Beata Ursula. Se cierra el proceso de canonización.
2003: El domingo 18 de mayo, el Papa Juan Pablo II presidió en la Plaza de San Pedro, a las 10 de la mañana, la ceremonia de canonización de la Beata Úrsula Ledochowska junto a la de 3 Beatos más.
En la actualidad la Congregación cuenta con alrededor de 900 hermanas en 100 comunidades, en 12 países.
Las hermanas desean seguir el camino radical del evangelio y del servicio fraterno, ante todo a los mas necesitados, a través de: el testimonio personal de vida y la comunión fraterna en la comunidad; trabajo catequístico, enseñanza y educación, trabajo caritativo y misional.
Fuente: ACI Prensa y www.evangeliodeldia.org

Espíritu Santo

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Espiritu Santo

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Los dos mayores regalos que Jesús nos hizo son: dársenos Él mismo, en persona, en la eucaristía y enviarnos desde el Padre al Espíritu Santo (Jn 6,51; 14,16). Nos lo dice el evangelista Juan en el evangelio de hoy (Jn 14, 15-21), al mismo tiempo que nos da la primicia de que el Espíritu Santo se quedará para siempre con nosotros. Hasta este momento el Espíritu Santo fue mencionado en los evangelios eventualmente, si bien en forma decisiva (por ejem.: Mt 1,18; 3,11; Lc 3,22; 4,1). Desde este momento sabemos, por haberlo dicho Jesús, que cuando Él se vaya, el Espíritu Santo vendrá y se quedará con nosotros para siempre. Es lo que Juan va a confirmarnos en los capítulos 15 y 16. Hasta entonces y como anticipo, Juan nos habla de cosas muy valiosas, que se deberían al Espíritu Santo.
Las siguientes, por ejemplo: los que me aman guardan mis mandamientos (Jn 14, 15), que Jesús explicará en un dicho de Mateo (7,21-23). A quien me ama, mi Padre y yo lo amaremos…y haremos morada en él (Jn 14,23). No los dejaré huérfanos, volveré (Mt 28,20). Yo estoy con mi Padre o, como se dice en Juan 10,30: el Padre y yo somos una misma cosa. Ustedes están en mí como yo estoy en mi Padre, es decir, la unión en el amor que el Padre y el Hijo se tienen, es la que Jesús quiere tener con nosotros. Es un deseo que repetirá en la llamada oración sacerdotal (Jn 17,21).
Es gracias al Espíritu Santo que podemos tener de nuevo a Jesús entre nosotros, pues fue el Espíritu quien lo resucitó (Rom 8,11); y que podemos amarlo y guardar sus mandamientos; Digamos que el Padre y Jesús nos dieron el Espíritu Santo para que, con su ayuda, lleguemos a conocerlos de verdad, amarlos de corazón y ponernos por entero a su disposición, continuando su obra en este mundo. Es a lo que Él se comprometió por amor al Padre y al Hijo. Al Espíritu Santo Jesús lo llama Paráclito, palabra griega que en castellano significa “abogado”, en su sentido etimológico de ad vocatus, es decir, la persona que se pone al lado de otra para auxiliarla, asesorarla, defenderla.
Es justamente lo que hace la tercera Divina Persona, que discretamente viene en nuestra ayuda con sus inspiraciones, sus dones y sus carismas. Jesús lo llama también Espíritu de la verdad, porque, como intérprete del Padre y de Jesucristo, nos enseña todas las cosas y nos recuerda cuanto Jesús nos enseñó (Jn 14, 26). Desde Jesús como fuente y modelo nos ayudará a transformarnos en Él, para ser cristianos de verdad. Lamentablemente el mundo de la triple concupiscencia (1 Jn 2, 15ss) no lo recibirá. Y será tarea del Espíritu y nuestra, dar testimonio de Cristo haciendo ver al mundo su pecado, su injusticia y su necesidad de conversión (Jn 16, 8-11).

Principe Ghazi bin Mohamad bin Talal

Papa Francisco en Tierra Santa
Por Ary Waldir Ramos Díaz
Después de un viaje en avión desde Roma de poco menos de cuatro horas, el Papa Francisco ha llegado al Aeropuerto Internacional Queen Alia de Amán, capital de Jordania, a las doce del mediodía.
El Papa ha sido recibido en las escaleras del avión por el Príncipe, Ghazi bin Muhammed bin Talal, y sucesivamente, por el Patriarca de Jerusalén de los Latinos, S.B. Fouad Twal, y también por el Padre Pierbattista Pizzaballa, Custodio de Tierra Santa.
Después del saludo oficial. Un gesto de ternura. La bienvenida de las personalidades políticas y religiosas ha sido acompañada por el regalo de una orquídea negra, símbolo del Reino Hashemita de Jordania, ofrecido al Papa por dos niños
En el aeropuerto estaban presentes, el arzobispo Greco-Melkita de Petra y Philadelphia, Monseñor Yasser Ayyach; el Arzobispo de Bagdad de los latinos, Monseñor Jean B. Sleiman. 
Asimismo, el Vicario latino para Jordania, Monseñor Maroun Lahham; el Secretario General del Instituto de Diálogo Interreligiosos de Buenos Aires, el Señor Omar Ahmed Abboud; el Consejero de la Nunciatura Apostolica, Monseñor Maurizio Ruelda Beltz  y por último, el Secretario de la misma, Monseñor George Panamthundil.
El avión con el Papa ha aterrizado puntualmente. El Papa ha saludado antes de bajar del  avión, uno a uno, a los corresponsales de los medios de comunicación internacional, según cuentan via Twitter. 
El Papa Francisco, después del saludo con las autoridades en el aeropuerto, se ha dirigido al Palacio Real Al-Husseini de Amman para la visita a los reyes de Jordania.
Papa Francisco es el cuarto Pontífice en visitar Jordania, después de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Escolares en las calles han extendido carteles con la imagen del Papa para saludarle, durante su traslado al Palacio real. Varios de ellos gritaban: “ya baba francis menhebbak ya keddis”, es decir, “Papa Francisco, te queremos mucho, santo”, nos confirma nuestra edición árabe que sigue la visita en directo. 
Ha sido una jornada soleada y seca como cuentan los corresponsales que siguen al Papa de cerca. 
Jordania es un país que ha hecho esfuerzos para ayudar a las minorías cristianas. Además, se reconoce su misión en la ayuda humanitaria a los refugiados palestinos o de otros países en conflicto en Medio Oriente. De hecho, la misma, Reina Rania de Jordania es hija de padres palestinos. El Rey Abdalá II bin al-Hussein ha sido un benefactor del diálogo interreligioso en su país y mediador importante en la paz en Medio Oriente. 
Se trata de la segunda visita internacional de su pontificado después de la JMJ de Rio, en julio de 2013.
Fuente: www.aleteia.org

Jesús camino, verdad y vida

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Camino, verdad y vida

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Jesús acaba de decir a los apóstoles que se va y que se quedarán solos (Jn 14,33), y esto les ha dejado preocupados y hasta angustiados. Diríamos que su reacción es la normal, pero para Jesús la cosa no es tan normal y lo achaca a falta de fe. No se angustien, les dice. Tienen fe en Dios; tengan fe también en mí. Y empieza a darles las razones por las que debieran tener más fe, sobre todo en Él (Jn 14, 1-12). En primer lugar, porque El y el Padre Dios son una misma cosa (Jn 10,30). El Padre está en Jesús y Jesús está en el Padre. Luego, porque Él es el camino, la verdad y la vida. y nadie va al Padre si no es por Mí. Finalmente, porque nos va a preparar un lugar de ensueño en la Casa del Padre donde estaremos con Jesús para siempre.
Si ustedes releen el evangelio de hoy (Jn 14, 1-12), verán que las razones susodichas están en un contexto de diálogo un sí es no es tenso con sus discípulos, en especial con Tomás, el apóstol razonador, y con Felipe, el apóstol relacionador. Permítanme compartir con ustedes algunas observaciones sacadas de lo que entonces se dijo:
1.Sobre la muerte. Para Jesús la muerte es el momento exacto en el que, habiendo preparado un lugar en el cielo para uno, viene a buscarlo para que esté donde Él está (Jn 14, 3). En otras ocasiones Jesús definió la muerte como una dormición: no está muerta, está dormida, dijo de la hija de Jairo antes de revivirla (Mc 5,22). En esta ocasión Jesús le añade una dimensión escatológica.
2. Sobre el Padre Dios. Digamos que para Jesús Dios es su Padre y su todo. Para nosotros es lo mismo, pero con una diferencia abismal: Jesús es Hijo “natural” del Padre Dios mientras que nosotros lo somos solo “por adopción”. No hay espacio para citar las veces en las que Jesús se refiere a Dios como siendo su Padre. Sí lo hay para referirme a la ternura y la veneración con las que pronunciaba la palabra abba (padre en arameo). Tanta que a la hora de traducirla al griego, al no encontrar la palabra exacta, que incluyera esos sentimientos, la dejaron como abba, sin traducirla. Y tanta que cuando el apóstol Felipe oye a Jesús hablar del Padre Dios, no puede contenerse y le pide que le muestre a su Padre: muéstranos al Padre y eso nos basta (Jn 14, 8).
3. Sobre Jesús camino, verdad y vida. Lo es por su unión de Hijo con el Padre Dios. Y lo es en el contexto de lo que venimos diciendo, aunque pueda tener muchas otras aplicaciones. Es el camino, el único seguro, entre los miles de caminos de la geografía, para llegar al Padre; es la verdad, que refleja el rostro exacto del Padre, entre las miles de verdades de la sabiduría humana; y es la vida, que puede entregar y recuperar a voluntad, venciendo la muerte. En la encrucijada de tantos caminos, de tantas verdades y de tantas vidas, que se nos presentan como salvadores, recordemos que sólo Jesús es el camino, la verdad y la vida. Permanezcamos en Él (Jn 15,4).

Yo soy el Buen Pastor

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Buen Pastor

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
El evangelio de hoy (Jn 10, 1-10) nos trae la parábola del Buen Pastor, en la que Jesús dice ser la puerta del redil de las ovejas. Yo soy la Puerta, afirma dos veces, aunque a nosotros nos gusta más cuando dice que es el Buen Pastor, sobre todo hoy en que celebramos el Día de Oración por las Vocaciones, pidiéndole a Dios que nos dé Buenos Pastores, como Jesús.…Nunca antes, en toda la Escritura, el Mesías es llamado Puerta, como sí es llamado Pastor. De hecho la figura del pastor llena la Biblia, desde Abel, el bueno, que fue pastor. Dios es el Pastor de su pueblo (Sal 8,1; 23,1) y el Mesías es el Buen Pastor (Jn 10,11; 1 Pe 2,25). En Mat 25, 32s, el juicio final es descrito con la imagen de un Pastor que separa las ovejas de los cabritos.
¿Por qué Jesús quiso llamarse y presentarse como Puerta? La respuesta la da él mismo: “porque solo quien entra por mí se salvará y podrá entrar y salir… Los que entran saltando los muros son ladrones y bandidos” (Jn 10,8-9). Entrar por la puerta que es y se llama Jesús es creer en Él, responder a sus llamados, seguirle con lealtad y alegría, formar comunidad (rebaño, iglesia) con los hermanos (ovejas). Quienes lo hagan tendrán vida y vida en abundancia y se salvarán. Por el contrario, quienes no entran por la puerta-Jesús llevan malas intenciones y tanto ellos como cuantos los siguen (en sus ideologías, corrupciones de toda clase, violencias, etc.), van a la perdición. Con esta parábola Jesús quiere darnos varias lecciones, dos principalmente. 1. que Él es quien da legitimidad, seguridad y abundancia de bienes, a quienes le siguen; y 2. que el camino verdadero que lleva a la vida verdadera tiene que pasar por Jesús-puerta. Veamos brevemente los alcances de estas dos lecciones.
Ayer como hoy, los pastores de personas y pueblos (desde los papás hasta los Padres de la Patria), pueden ser falsos o verdaderos. Veamos (en Jn 10) los criterios que nos dejó Jesús, el Buen Pastor; para distinguirlos y saber a qué atenernos: 1. amar y ser amado por las ovejas (conocerlas por su nombre y ser conocido por ellas (v.14); 2. caminar delante de ellas (v.4); 3. defenderlas y darles los mejores pastos (que tengan vida y la tengan en abundancia (v.10); 4. dar la vida por las ovejas (v.11); 5. preocuparse por las que no son de su redil hasta que se forme un solo rebaño con un solo pastor (v.16); 6. estar motivado por el amor de Dios (v.17); y 7. entrar por la puerta que es Jesús (v.9), es decir, comprobar si ponen en práctica el evangelio.
Este último criterio, que para Jesús es el primero: Yo soy la Puerta, es de la máxima importancia y actualidad, sobre todo para nosotros, los cristianos. Quiere decir que todo -hombres, instituciones, leyes, cosas- deben pasar por Jesucristo. Quiere decir también que Jesús ha dispuesto que la Iglesia sea la Puerta para entrar al Reino de Dios. (Mt 16, 18-19).