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Mensaje de Monseñor Domingo Berni, Obispo Prelado de Chuquibambilla

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Domenico Berni Leonardi OSA

Agradezco al Doctor Víctor Nomberto por haberme concedido un pequeño espacio de tiempo con motivo de estos talleres de formación de líderes que considero de mucha importancia para nuestras comunidades.
He tenido el privilegio de poder dar una mirada a todo el programa de formación. Muy interesante por supuesto y muy oportuna su divulgación. Por supuesto que desde el punto de vista científico y técnico–pedagógico no tengo mucho que agregar, pero a pesar de todo esto me pareció incompleto. Me explico: Tiene una visión esencialmente técnico y científico, también en la parte de las consultas previas y diálogo; a mi parecer le falta algo del aspecto humano y diría religioso: una visión “religiosa” de la naturaleza y del hombre, que nuestro pueblo andino tiene bien arraigada. Me viene a la mente el ejemplo de un médico cuando debe intervenir para una operación al corazón: antes requiere y manda hacer una serie de exámenes: sangre, alergias, presión, riesgos operatorios, antecedentes y finalmente el consentimiento del paciente o de los familiares: son casi pasos protocolares obligatorios. Quiere tener una visión de las condiciones de todo el cuerpo. Así debería ser cuando el hombre quiere intervenir en alguna parte de la naturaleza: una visión global.
Si el Taller se refiere esencialmente al aspecto técnico-científico de la exploración y explotación minera con sus ventajas económicas y su relación con las comunidades implicadas, “diálogo” y el medio ambiente, la ecología tiene una visión mucho más amplia y abraza toda la naturaleza. Y es oportuno tener una visión de conjunto. Y en este aspecto la Iglesia puede decir una palabra y de hecho en muchas oportunidades interviene y nos ayuda a tener presente y considerar la naturaleza en general por lo que es: un DON de Dios a disposición del hombre, con derechos y deberes consiguientes. Ya el Papa Benedicto XVI en la Encíclica “Caritas in Veritate” (2009) nos había dejado enseñanzas valiosas y muy actuales. Me limitaré solo a algunas citas que simplemente dan una idea del pensamiento del Papa y de la Iglesia. Hablando de la relación entre el hombre y la naturaleza afirma: “Este es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad… el hombre puede utilizar responsablemente la naturaleza para satisfacer sus legítimas necesidades –materiales e inmateriales– respetando el equilibrio inherente a la creación misma”, “…si desvanece esta visión de equilibrio, se acaba por considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario, por abusar de ella” y más adelante… “por lo tanto se ha de subrayar que es contrario al verdadero desarrollo considerar la naturaleza como más importante que la persona humana misma. Esta postura conduce a actitudes neopaganas o de nuevo panteísmo. La salvación del hombre no puede venir únicamente de la naturaleza, entendida en sentido puramente naturalista… Por otra parte también es necesario refutar la posición contraria, que mira a su completa tecnificación… Que olvida la “gramática” de la creación que indica finalidad y uso inteligente de la misma, no uso instrumental y arbitrario” (n°48).
Añade: “La Iglesia tiene una responsabilidad respeto a la creación y la debe hacer valer en público, no solo para defender la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos. Debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo. Es necesario que exista una ecología del hombre bien entendida. Cuando se respeta la “ecología humana” en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia… Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología humana y con ello la ecología ambiental. Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas… Los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros” (n° 51).
El Santo Padre Francisco, y en continuidad con su predecesor Benedicto XVI, ha anunciado la promulgación próxima de una Encíclica dedicada enteramente a la ecología. De hecho ya tenemos varios pronunciamientos del Papa Francisco al respeto. Por ejemplo en la Audiencia General del 05.06.2013 con ocasión de la Jornada mundial del medio ambiente, de hoy, promovida por las Naciones Unidas, el Santo Padre Francisco decía: “Cuando hablamos de medio ambiente, de la creación, mi pensamiento se dirige a las primeras páginas de la Biblia, al libro del Génesis, donde se afirma que Dios puso al hombre y a la mujer en la tierra para que la cultivaran y la custodiaran. Y me surgen las preguntas: ¿qué quiere decir cultivar y custodiar la tierra? ¿Estamos verdaderamente cultivando y custodiando la creación? ¿O bien la estamos explotando y descuidando? El verbo «cultivar» me recuerda el cuidado que tiene el agricultor de su tierra para que dé fruto y éste se comparta: ¡cuánta atención, pasión y dedicación! Cultivar y custodiar la creación es una indicación de Dios dada no sólo al inicio de la historia, sino a cada uno de nosotros; es parte de su proyecto; quiere decir hacer crecer el mundo con responsabilidad, transformarlo para que sea un jardín, un lugar habitable para todos. Benedicto XVI recordó varias veces que esta tarea que nos ha encomendado Dios Creador requiere percibir el ritmo y la lógica de la creación. Nosotros en cambio nos guiamos a menudo por la soberbia de dominar, de poseer, de manipular, de explotar; no la «custodiamos», no la respetamos, no la consideramos como un don gratuito que hay que cuidar. Estamos perdiendo la actitud del estupor, de la contemplación, de la escucha de la creación; y así ya no logramos leer en ella lo que Benedicto XVI llama «el ritmo de la historia de amor de Dios con el hombre». ¿Por qué sucede esto? Porque pensamos y vivimos de manera horizontal, nos hemos alejado de Dios, ya no leemos sus signos.
Pero «cultivar y custodiar» no comprende sólo la relación entre nosotros y el medio ambiente, entre el hombre y la creación; se refiere también a las relaciones humanas. Los Papas han hablado de ecología humana, estrechamente ligada a la ecología medioambiental. Nosotros estamos viviendo un momento de crisis; lo vemos en el medio ambiente, pero sobre todo lo vemos en el hombre. La persona humana está en peligro: esto es cierto, la persona humana hoy está en peligro; ¡he aquí la urgencia de la ecología humana! Y el peligro es grave porque la causa del problema no es superficial, sino profunda: no es sólo una cuestión de economía, sino de ética y de antropología. La Iglesia lo ha subrayado varias veces; y muchos dicen: sí, es justo, es verdad… Pero el sistema sigue como antes, pues lo que domina son las dinámicas de una economía y de unas finanzas carentes de ética. Lo que manda hoy no es el hombre: es el dinero, el dinero; la moneda manda!!! Y la tarea de custodiar la tierra, Dios Nuestro Padre la ha dado no al dinero, sino a nosotros: a los hombres y a las mujeres, ¡nosotros tenemos este deber! En cambio hombres y mujeres son sacrificados a los ídolos del beneficio y del consumo: es la «cultura del descarte».
Y en el Mensaje en ocasión de la Jornada Mundial de la Paz, 2014, (§ 9. La fraternidad ayuda a proteger y a cultivar la naturaleza.) una vez más el Papa Francisco decía:
“La familia humana ha recibido del Creador un don en común: la naturaleza. La visión cristiana de la creación conlleva un juicio positivo sobre la licitud de las intervenciones en la naturaleza para sacar provecho de ello, a condición de obrar responsablemente, es decir, acatando aquella “gramática” que está inscrita en ella y usando sabiamente los recursos en beneficio de todos, respetando la belleza, la finalidad y la utilidad de todos los seres vivos y su función en el ecosistema. En definitiva, la naturaleza está a nuestra disposición, y nosotros estamos llamados a administrarla responsablemente. En cambio, a menudo nos dejamos llevar por la codicia, por la soberbia del dominar, del tener, del manipular, del explotar; no custodiamos la naturaleza, no la respetamos, no la consideramos un don gratuito que tenemos que cuidar y poner al servicio de los hermanos, también de las generaciones futuras.
Si hasta aquí me he servido esencialmente de la voz oficial de la Iglesia, la del Papa, quiero hacer escuchar también la voz de Iglesia en Perú a través de sus Pastores. Hace algunos años atrás, en ocasión de algunos disturbios en el Norte del Perú y a propósito de algún proyecto minero, y a causa de algún pronunciamiento antiminero de algún miembro del clero, hubo acusaciones de parte de algunos medios de comunicación y de algunos políticos, que la Iglesia estaba simplemente en contra de la minería, y los Obispos del Perú tuvieron que intervenir. “Recordamos”, decían en un comunicado del 19 de setiembre de 2007“ que cuando la Iglesia quiere expresarse institucionalmente, lo hace solo a través de sus Pastores reunidos en la Conferencia Episcopal”. Las voces o declaraciones de algún miembro de la Iglesia, son opiniones personales, no de la Iglesia. Y en aquella ocasión los Obispos declararon: “En este contexto la Iglesia no puede ser contraria a que se aprovechen debidamente los recursos naturales del país, incluida la riqueza minera y alienta que se avance en aquellos aspectos que permitan lograr “esas condiciones de vida más humanas”, un rostro humano de la minería que Su Santidad el Papa Benedicto XVI, solicitara en la reunión de los Obispos de América Latina en Aparecida-Brasil. Es decir piden una minería responsable, respetuosa del medio ambiente y de los hombres que lo habitan.
Tambobamba 05 de junio de 2015
Monseñor Domingo Berni OSA
Obispo Prelado de Chuquibambilla

Alabado seas

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Santisima Trinidad

Santísima Trinidad

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Los cristianos celebramos hoy el Día de Dios. Su nombre es Trinidad o Unitrino, porque siendo Uno es tres Personas. Tres Personas distintas y un solo Dios verdadero, decimos. Y, con Jesús, llamamos Padre, Hijo y Espíritu Santo a esas tres Personas (Mt 18, 16-20), cada una de las cuales es igualmente Dios. Por lo tanto igualmente eterna, omnisciente, todopoderosa, santa, etc. Pero no son tres dioses sino uno solo, un solo Dios. El hecho de ser Dios uno en la diversidad, implica que nuestra mejor manera de honrar y adorar a la Santísima Trinidad es vivir como Ella, siendo una sola cosa aunque seamos muchos, aceptándonos como personas diferentes, aunque al mismo tiempo seamos lo mismo, seres humanos.
El Dios de los cristianos es un maravilloso misterio. Misterio no porque no podamos saber nada de Él, sino porque es tan inefablemente rico que por mucho que sepamos de ÉL siempre quedará mucho más por saber, desafiándonos a profundizar inagotablemente en el misterio.
Antonio ElduayenPor lo que Jesús nos dijo, las diferencias entre las Personas Divinas están en su ser de Personas y en la función u operación que atribuimos a cada una de ellas. En cuanto Padre, la persona del Padre es totalmente distinta a la del Hijo y a la del Espíritu Santo. Y viceversa. Son realmente tres Personas distintas, más distintas entre Sí que lo que podemos serlo tú y yo. Por los hechos, atribuimos al Padre la Creación y el Plan providente que tiene sobre todo lo creado (visible e invisible); al Hijo, la Redención y el habernos salvado; y al Espíritu Santo, la Santificación y el ser el continuador y consumador de la creación del Padre y la Redención del Hijo.
Al respecto, diríamos que la Santísima Trinidad trabaja hacia fuera en equipo. en comunidad de Personas, dándonos ejemplo de cómo también nosotros debiéramos trabajar en equipo, en comunidad). Pues si bien atribuimos la Creación al Padre, ahí están el Hijo (dando la idea) y el Espíritu Santo (revoloteando sobre el caos hasta sacar el cosmos (Gen 1, 2) Y si bien atribuimos la Redención al Hijo, ahí están el Padre (con su nuevo proyecto para el mundo (Gen 3, 15) y el Espíritu Santo (interviniendo en la concepción de Jesús como hombre (Lc 1, 34). Pasa lo mismo con la obra santificadora del Espíritu Santo (enviado por el Padre en nombre o a petición del Hijo).

Hacer la señal de la cruz, es sin duda la invocación más sencilla, directa y completa que tenemos para alabar a Dios Trinidad y hacerlo todo en su nombre. Siempre y cuando la hagamos bien: de la frente al pecho y del hombro izquierdo al derecho mientras decimos con voz clara “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Amén.

Nuevo Pentecostés

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Unidos en la caridad

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Hoy quiero hablarles de una Persona Maravillosa, así con mayúsculas, que tiene harto poder e influencia, pero que, por su modestia y discreción, nadie lo creería. Es además superagradable y su trato dignifica y enriquece. Uno quisiera estar siempre a su lado, pues es como fuente del mayor consuelo. Es descanso en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. ¿Han adivinado quién es la Persona a la que me refiero? Pues les felicito, porque aún para millones de los que creen en Él sigue siendo el Gran Desconocido. Les felicito por haber adivinado que me estoy refiriendo a la Persona Divina del Espíritu Santo.
Hoy son muchos los que han oído su nombre y hablar de Él, pero son pocos los que lo invocan a diario -¿y ustedes sí?- , y menos los que se ponen por entero a su disposición, para ser con Él testigos de Jesús Resucitado (Jn 15, 26-27). ¡Qué pena!, se nos ocurre decir. Pero esto no es sólo una pena sino una desgracia, una terrible desgracia. Porque el Espíritu Santo es todo lo que tenemos, es cuanto el Padre Dios y el Hijo Jesucristo nos han dejado para continuar su obra en el mundo. Estamos en el Tiempo o Era del Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, uniéndolos en el amor y continuando su obra .en el universo. O entramos de lleno en el tren del Espíritu y seguimos adelante (construyendo la historia con Él) o se nos pasa el tren y quedamos varados en la estación (vegetando pobremente).
Es la hora de reaccionar y de confiar plenamente en el Espíritu Santo, como lo hicieron el Padre y Jesucristo. En efecto, cuando decimos que el Creador descansó al Séptimo día, lo que estamos diciendo es que su Espíritu lo relevó (tomó el relevo) en la conducción del universo y de la historia. Y cuando decimos que Jesucristo, terminada su obra, subió al cielo, lo que estamos diciendo es que el Espíritu Santo lo relevó (tomó el relevo) de su Misión Santificadora y Salvadora en el mundo.
Todo ha sido puesto a disposición del Espíritu, quien es el que lleva adelante la obra de Dios Padre y de Jesucristo. Y lo grande es que, por voluntad del Padre y de Jesucristo, la lleva a cabo contando con nosotros. (Jn 16,14), constituidos en Iglesia. El Padre Dios y Jesús continúan como modelo y fuente, pero es al Espíritu Santo a quien le toca trabajar y administrar «los materiales» que Ellos dejaron (la creación del Padre y la Redención del Hijo con su enseñanza, ejemplos, sacramentos, etc.), hasta completar la obra. Lo que hace, principalmente por medio de la Iglesia, que Jesucristo fundó (Mt 16, 18-19; Jn 15, 26-27)
El Espíritu Santo y Pentecostés son un millón de cosas más, en sí mismos y en relación con el Reino de Dios, la Iglesia, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos, esta vida (universo e historia) y la vida eterna … Pidamos que el Espíritu Santo renueve nuestras vidas y las del mundo entero. ¡Ven, Espíritu Santo, ven! (Jn 15, 26-27; 16, 12-15).

Tú tienes la palabra

Por Juan Luis Cipriani Thorne, Cardenal de la Iglesia Católica- Diario El Comercio
Recuerdo con especial fuerza y emoción las primeras palabras que el papa Francisco nos dirigió a todos los cardenales en la Capilla Sixtina, el 14 de marzo del 2013, pocas horas después de finalizar el cónclave en el que lo elegimos. Se refirió a tres momentos del movimiento en la Iglesia: el movimiento en el camino, en la edificación de la Iglesia y en la confesión. Caminar, edificar, confesar. Tres conceptos llenos de consecuencias para estos tiempos.
Al volver a Lima, convoqué a la Iglesia en Lima, a reunirse en el XX Sínodo Arquidiocesano y le puse como lema “Tú tienes la palabra”, interpretando así el deseo del papa Francisco en su primera intervención como Vicario de Cristo. Hoy, participan activamente en él más de diez mil personas de toda condición: casados y solteros, jóvenes y adultos, sacerdotes, religiosos y religiosas, grupos organizados en movimientos, fieles laicos de todas las parroquias, gente sencilla e intelectuales, de niveles sociales muy pobres y de mejores niveles económicos. Una convocatoria masiva, abierta, organizada y muy participativa.
Estamos en la penúltima fase sinodal consolidando los resultados de la consulta que reflejan la vitalidad y entusiasmo que bulle en los corazones de los fieles, la creatividad de sus propuestas, la esperanza que nos invade al comprobar la presencia de este nuevo ardor que el santo Juan Pablo II nos pedía el año 1983 en Haití a la Iglesia en Latinoamérica.
Ya en la Marcha por la Vida pudimos apreciar la capacidad de organización y movilización en la juventud, que lideró a medio millón de personas. Allí proclamaron la defensa por la vida y el matrimonio. Fue un clamor popular que expresó la necesidad de edificar el futuro de la humanidad sobre esa piedra angular que es Jesucristo y sobre la célula fundamental de la sociedad, y de toda organización social, que es la familia.
La Marcha por la Vida fue una sinfonía armoniosa de amor por los más necesitados, que son los no nacidos. Sinfonía que sonó fuerte en los corazones de todos, al compás del silencio en la mayoría de los medios. Maravilloso contraste que anuncia proféticamente la separación del mundo mediático dominante, de su pueblo sencillo. La famosa mayoría silenciosa que ya no lo será. El Papa nos convoca a una Iglesia “en salida” y que “arme lío”. Así será también en las redes sociales.
“Podemos caminar cuanto queramos”, nos dijo el papa Francisco en esa ocasión, “podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se camina, se está parado”.
“Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio”. Algunos alardean de su impiedad y la sostienen como programa de educación humana y de conducta política, en la ingenua pero fatal convicción de liberar al hombre de viejos y falsos conceptos de la vida y del mundo, para sustituirlos, según dicen, por una concepción científica conforme a las exigencias del progreso moderno.
Para quien ama la verdad, la conversación es siempre posible. Pero obstáculos de índole moral acrecientan enormemente las dificultades, por la falta de suficiente libertad de juicio y de acción, y por el abuso dialéctico de la palabra, no encaminada precisamente hacia la búsqueda y la expresión de la verdad objetiva, sino puesta al servicio de finalidades utilitarias, de antemano establecidas.
La apertura a un diálogo sincero excluye fingimientos, rivalidades, engaños y traiciones. Quienes así buscan descalificar a quien no piensa como ellos, propugnan un ‘pensamiento único’ que daña el diálogo social. Si una minoría respetable de la sociedad peruana no comparte la fe cristiana de la gran mayoría de habitantes, por lo menos tiene el deber de respetarla.
Tantas veces escucho la crítica cazurra de algunos –siempre los mismos– que interpretan o traducen mis palabras, sacándolas de su verdadera sentido y contexto, y manipulándolas a su gusto. Los perdono de todo corazón, apelando al Dios misericordioso. Parecen pensar que aunque el pastor pueda tener razón es mejor no hablar de las exigencias de la cruz, porque eso no tiene espacio ni aceptación en la vida pública; es para la vida privada de algunos.
“Cuando caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la cruz y cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor”, nos enseña el papa Francisco. Tiempos de oración, reflexión y acción.

Monseñor Romero beatificado

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Por David Ramos– ACI Prensa
Monseñor Ricardo Urioste, en su rol de vicario general fue uno de los más cercanos colaboradores de Monseñor Óscar Romero, el Arzobispo de San Salvador (El Salvador) asesinado por odio a la fe en 1980. Para él, la beatificación del Prelado es “un triunfo de la verdad”.
En medio de una naciente guerra civil entre la guerrilla de izquierda y el gobierno de extrema derecha, Monseñor Óscar Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980. El Papa Francisco reconoció que su muerte fue por odio a la fe y aprobó su beatificación que se celebra en San Salvador.
En declaraciones a ACI Prensa el 22 de mayo, Monseñor Ricardo Urioste, presidente de la Fundación Monseñor Romero, señaló que la beatificación del Arzobispo de San Salvador “es el triunfo de la verdad, de quién era realmente Monseñor Romero, qué hizo, cómo lo hizo, desde la Palabra de Dios, desde el Magisterio de la Iglesia, en defensa de los pobres, que eran los preferidos de Jesucristo y eran también los preferidos de Monseñor Romero”.
El sacerdote recordó que “acá en El Salvador, en los tiempos de Monseñor Romero, cuando él predicaba, hablaba, era pastor, lo acusaron de comunista, de marxista, de político, de mil cosas”.
“Y nadie como Roma ha estudiado a Monseñor Romero, lo han tenido 12 años. (Han revisado) todos sus escritos, todas sus homilías, y no han encontrado nada de lo que acusaban a Monseñor Romero”, aseguró.
Monseñor Urioste señaló que una de las principales características de Monseñor Romero fue “su gran sentido del trabajo. Era un hombre enormemente trabajador y entregado a su labor día y noche, y hasta la medianoche y hasta la madrugada”.
“Así preparaba sus homilías de los domingos, desde el sábado con las tres lecturas de la Eucaristía y comentaba basado en los Padres de la Iglesia, basado en el Magisterio de la Iglesia y relacionado con la realidad del país. Una homilía que no tiene esa relación con lo que está ocurriendo suena lo mismo aquí que en Irlanda, en París, que en cualquier lado”.
En el tiempo de Monseñor Romero, recordó, “teníamos un gobierno de una dictadura militar feroz, tenía como lema ‘la seguridad nacional’, y todo aquel que andaba con los pobres, que se preocupaba con los pobres era acusado de comunista, lo mandaban a matar sin pensar más, y hubo 70 mil muertos de esa manera en el país en esa época”.
“La realidad económico social era de mucha pobreza, de mucha falta de empleo, de salarios bajísimos”.
Monseñor Romero no era marxista ni leyó libros de Teología de la Liberación
A pesar de las acusaciones levantadas contra el Arzobispo de San Salvador, dijo su vicario general, “jamás estuvo en la mente de Monseñor Romero un pensamiento marxista o una ideología marxista. Si hubiera sido así, el Vaticano, que lo ha estudiado tanto, no lo hubiera beatificado, si hubieran encontrado que él tenía aficiones marxistas”.
El verdadero sustento de su cercanía a los pobres, indicó, fue el Evangelio y el Magisterio de la Iglesia.
“Él tuvo al Evangelio como su servidor, no leyó nunca nada de la Teología de la Liberación, pero sí leyó la Biblia”.
Al igual que Monseñor Jesús Delgado, quien fuera secretario personal de Monseñor Romero, Monseñor Urioste constató que en la biblioteca del Arzobispo mártir salvadoreño “tenía todos esos libros de los Padres de la Iglesia primitiva, del Magisterio actual de la Iglesia, pero no abrió siquiera nunca ninguno de los libros de la Teología de la Liberación, ni de Gustavo Gutiérrez, ni de ningún otro”.
“Leyó la Biblia y ahí se encontró con un Jesús amante de los pobres y eso lo encaminó a él”, dijo.
El día de la muerte de Monseñor Romero
Monseñor Urioste recordó el día del asesinato de Monseñor Romero, “un día ordinario de trabajo” para el Arzobispo de San Salvador.
“Monseñor andaba trabajando también, tuvo una reunión esa mañana con un grupo de sacerdotes para tratar algunos temas determinados. Almorzaron ahí juntos. Él volvió a confesarse, con su confesor espiritual que era el Padre (Segundo) Ascue, y después se fue a la Misa que tenía a las 6 de la tarde, que habían publicado grandemente que él iba a estar al frente de esa Eucaristía”.
Ese día, pasadas las 6:00 p.m., cuando celebraba Misa en la capilla del hospital La Divina Providencia, atendido por religiosas en San Salvador, Monseñor Romero fue asesinado de un disparo en el pecho, realizado desde el exterior del templo.
Monseñor Urioste recordó que “me hablaron por teléfono, yo fui inmediatamente al hospital, ya se lo habían llevado a la policlínica. Llegó un conjunto de televisión, me hicieron una entrevista, después me fui al hospital en donde estaba”.
“Como lo iban a embalsamar yo dije a las hermanas que por favor estuvieran atentas a que no tiraran sus entrañas en cualquier lugar, sino que las recogieran y las enterraran, y así lo hicieron, enterrándolas frente a su apartamentito que tenía en el hospital donde él vivía”.
Tres años más tarde, con ocasión de la visita de San Juan Pablo II al país, a las religiosas del hospital “se les ocurrió hacer un monumento a la Virgen, en el mismo lugar donde habíamos enterrado las entrañas” de Monseñor Romero.
“Cuando fueron excavando se toparon con la caja y con la bolsa plástica donde se habían puesto las entrañas, y la sangre estaba líquida y las entrañas estaban sin ningún mal olor”, reveló.
“Yo no quiero decir que fue un milagro, es posible que sea un fenómeno natural, pero la verdad es que eso ocurrió y le dijimos al Arzobispo de ese tiempo (Monseñor Arturo Rivera y Damas), mire Monseñor, ha ocurrido tal cosa y él dijo ‘cállense, no digan nada a nadie porque van a decir que son inventos nuestros’”, señaló.
Sin embargo, destacó, “al Papa Juan Pablo II se le dio un botecito con la sangre de Monseñor Romero”.
Monseñor Urioste recordó que en cuanto llegó a San Salvador, lo primero que hizo San Juan Pablo II “fue ir a la Catedral sin avisar a nadie. La Catedral estaba cerrada, tuvieron que ir a buscar quien abriera, para que el Papa pudiera entrar y postrarse ante la tumba de Monseñor Romero”.
En esa ocasión Juan Pablo II pidió que no manipulen la memoria de Monseñor Romero, recordó, y lamentó que “sí lo han politizado, lo han politizado las izquierdas poniéndolo como bandera de ellos. Y lo han politizado las derechas diciendo cosas que no son ciertas de Monseñor, que son puramente falsas, lo han denigrado”.
El gran deseo de la Iglesia en el país, dijo Monseñor Urioste, es que “la figura de Monseñor, conocida ahora un poco más de lo que era antes, sea un motivo de reflexión, motivo de paz, motivo de perdón, motivo de reconciliación entre unos y otros, y tengamos más paciencia para ir renovándonos todos y seguir los caminos que Monseñor Romero nos propuso”.
“Yo pienso que la figura de él va a contribuir bastante para un mejor encuentro y reconciliación en El Salvador”, señaló.

Mártir salvadoreño

El mártir salvadoreño monseñor Óscar Arnulfo Romero fue beatificado en la capital de El Salvador ante cientos de miles de devotos y presidentes de varios países reunidos en la plaza Salvador del Mundo.
“Vivimos el momento más grandioso. Hoy glorificamos a monseñor”
La beatificación se concretó cuando la reliquia de Romero, consistente en la camisa ensangrentada que vestía el día de su asesinato, flores y una palma que significa “la victoria de los mártires”, fue incensada por el cardenal Angelo Amato, el enviado especial del papa Francisco.
Las reliquias de monseñor Romero.
Romero fue proclamado beato de la Iglesia Católica a 35 años de su muerte.
El ritual que elevó a Romero a los altares católicos se realizó con un intenso repicar de campanas, en medio de un ambiente festivo que reunió a más de 200,000 fieles de todo el mundo.
“En virtud de nuestra autoridad apostólica facultamos para que el venerado siervo de Dios, Oscar Arnulfo Romero Galdámez, obispo, mártir, pastor según el corazón de Cristo, evangelizador y padre de los pobres, testigo heroico de los reinos de Dios, reino de justicia fraternidad y paz, en adelante se le llame beato”, proclamó el cardenal Angelo Amato al leer una carta del papa Francisco.
La ceremonia de beatificación de monseñor Romero.
Amato declaró como fecha de la fiesta del nuevo beato el 24 de marzo, por “el día en que nació para el cielo”, en una referencia al día de su asesinato a manos de un francotirador de extrema derecha.
La proclamación de la beatificación fue saludada por los asistentes con un prolongado aplauso, mientras era develado un gigantesco retrato de Romero entre gritos de júbilo de una multitud entusiasta que coreaba vivas a su pastor y levantaba pequeñas estampas.
Miles de devotos de monseñor Óscar Arnulfo Romero llenaron desde primeras horas de la madrugada la plaza del Salvador del Mundo de la capital salvadoreña, donde a las 10:00 horas locales comenzó la ceremonia.
El enviado del Vaticano, el cardenal Angelo Amato, pronunció las palabras durante la homilía de beatificación.
San Salvador se convirtió desde la noche del viernes en una ciudad despierta, que comenzó con una vigilia a la que asistieron miles de personas para homenajear al que, desde siempre, es para ellos el amigo de los pobres, en la víspera de su beatificación.
Monseñor Romero es para los salvadoreños mucho más que un mártir; es el héroe, el defensor de las causas justas, el hombre bueno, es San Romero de América, como lo “bautizaron” desde que fue asesinado en San Salvador el 24 de marzo de 1980 por un escuadrón de la muerte.
Para los fieles de Romero, su beatificación no es más que el primer paso hacia la canonización, que reivindican desde hace 35 años.
Los devotos de Romero llegaron a la ceremonia de beatificación de muy diversos países, como Honduras, México, Costa Rica, Guatemala, Panamá, Brasil, Nicaragua, Ecuador, Chile o Perú.
La emoción de los feligreses
Las delegaciones de miles de parroquias del interior del país y otras naciones centroamericanas ingresaron a la plaza de manera ordenada y con banderas amarillas y blancas, los colores de la Iglesia Católica.
“Podrán matar al profeta, pero no la voz de la justicia, su voz nunca la van a callar”, entonaron los feligreses de la parroquia de la Señora de La Asunción, de uno de los suburbios del norte de la capital.
“Sus palabras quedarán para la eternidad”, dijo a The Associated Press Marlene Sánchez, una empleada de 26 años.
“Vivimos el momento más grandioso. Hoy glorificamos a monseñor, triunfan los pobres y la verdad se impuso sobre la mentira”, declaró a la AFP Juan Flores, un devoto de Romero que llegó con una camiseta blanca con la figura de Romero y una gorra para protegerse del sol.
Las reliquias de monseñor Romero.
Se veía a jóvenes, la mayoría nacidos después del asesinato del arzobispo, pero que relataban que conocieron la vida y muerte de Romero a través de sus abuelos, padres y las parroquias de las comunidades.
Los invitados especiales comenzaron a llegar al templete, entre ellos el expresidente Alfredo Cristiani, el primer mandatario de la derechista Alianza Republicana Nacionalista. Durante su mandato (1989-1994) se firmaron los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra civil y se emitió una ley de amnistía para todos los responsables de las violaciones a los derechos humanos, entre ellos los autores intelectuales y materiales del magnicidio de Romero.
Las medidas de seguridad fueron muy rigurosas, dos helicópteros de la Fuerza Aérea sobrevolaron la zona.
Presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos y enviado especial del Papa, la ceremonia fue transmitida por cadena nacional de radio y televisión a todo el país. La señal de televisión llegó al mundo por medio de dos satélites contratados para la ocasión.
En un hecho sin precedentes, el partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha) rompió -en un aviso pagado en los periódicos- el silencio que sobre el caso mantuvo durante los 35 años del martirio de Romero y saludó la beatificación.
“Nos unimos a la celebración de la Iglesia Católica en la beatificación de monseñor Romero compartiendo su mensaje de reconciliación y defensa de la vida, para que los salvadoreños vivamos como hermanos”, fue el único párrafo del texto que presentó la estampa del Divino Salvador del Mundo y una diminuta bandera azul, roja y blanca de Arena, que gobernó el país entre 1989-2009.
En 1993, una Comisión de la Verdad de la ONU identificó como autor intelectual del crimen al mayor del Ejército y líder de Arena, Roberto D’Aubuisson, quien murió de cáncer en febrero de 1992.
Llenos de orgullo por ceremonia en la que Monseñor Oscar A. Romero será declarado formalmente mártir de la fe.
La carta del papa Francisco
El papa Francisco envió una carta al arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, en ocasión de la beatificación de monseñor Romero.
A continuación se reproduce el texto del sumo pontífice:
“La beatificación de monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez, que fue Pastor de esa querida Arquidiócesis, es motivo de gran alegría para los salvadoreños y para cuantos gozamos con el ejemplo de los mejores hijos de la Iglesia. Monseñor Romero, que construyó la paz con la fuerza del amor, dio testimonio de la fe con su vida entregada hasta el extremo.
El Señor nunca abandona a su pueblo en las dificultades, y se muestra siempre solícito con sus necesidades. Él ve la opresión, oye los gritos de dolor de sus hijos, y acude en su ayuda para librarlos de la opresión y llevarlos a una nueva tierra, fértil y espaciosa, que «mana leche y miel» (cf. Ex 3, 7-8). Igual que un día eligió a Moisés para que, en su nombre, guiara a su pueblo, sigue suscitando pastores según su corazón, que apacienten con ciencia y prudencia su rebaño (cf. Jer 3, 15).
En ese hermoso país centroamericano, bañado por el Océano Pacífico, el Señor concedió a su Iglesia un Obispo celoso que, amando a Dios y sirviendo a los hermanos, se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor. En tiempos de difícil convivencia, Monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia. Su ministerio se distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados. Y en el momento de su muerte, mientras celebraba el Santo Sacrificio del amor y de la reconciliación, recibió la gracia de identificarse plenamente con Aquel que dio la vida por sus ovejas.
En este día de fiesta para la Nación salvadoreña, y también para los países hermanos latinoamericanos, damos gracias a Dios porque concedió al Obispo mártir la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su pueblo, y fue moldeando su corazón para que, en su nombre, lo orientara e iluminara, hasta hacer de su obra un ejercicio pleno de caridad cristiana.
La voz del nuevo Beato sigue resonando hoy para recordarnos que la Iglesia, convocación de hermanos entorno a su Señor, es familia de Dios, en la que no puede haber ninguna división. La fe en Jesucristo, cuando se entiende bien y se asume hasta sus últimas consecuencias genera comunidades artífices de paz y de solidaridad. A esto es a lo que está llamada hoy la Iglesia en El Salvador, en América y en el mundo entero: a ser rica en misericordia, a convertirse en levadura de reconciliación para la sociedad.
Monseñor Romero nos invita a la cordura y a la reflexión, al respeto a la vida y a la concordia. Es necesario renunciar a «la violencia de la espada, la del odio», y vivir «la violencia del amor, la que dejo a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros». Él supo ver y experimentó en su propia carne «el egoísmo que se esconde en quienes no quieren ceder de lo suyo para que alcance a los demás». Y, con corazón de padre, se preocupó de «las mayorías pobres», pidiendo a los poderosos que convirtiesen «las armas en hoces para el trabajo».
Quienes tengan a Monseñor Romero como amigo en la fe, quienes lo invoquen como protector e intercesor, quienes admiren su figura, encuentren en él fuerza y ánimo para construir el Reino de Dios, para comprometerse por un orden social más equitativo y digno.
Es momento favorable para una verdadera y propia reconciliación nacional ante los desafíos que hoy se afrontan. El Papa participa de sus esperanzas, se une a sus oraciones para que florezca la semilla del martirio y se afiancen por los verdaderos senderos a los hijos e hijas de esa Nación, que se precia de llevar el nombre del divino Salvador del mundo.
Querido hermano, te pido, por favor, que reces y hagas rezar por mí, a la vez que imparto la Bendición Apostólica a todos los que se unen de diversas maneras a la celebración del nuevo Beato”.
Obama celebra la beatificación
Por su parte, el presidente de EEUU, Barack Obama, celebró la beatificación del mártir salvadoreño y dijo que su figura debe servir de inspiración para trabajar por la justicia y la paz.
Monseñor Romero, asesinado de un tiro el 24 de marzo de 1980 en plena misa cuando era arzobispo de San Salvador, “fue una figura inspiradora para la gente de El Salvador y de toda América”, destacó Obama en un comunicado divulgado por la Casa Blanca.
Según Obama, Romero fue un hombre “inteligente” y “valiente”, que “hizo frente a los males que veía sin temor”, guiado por las “necesidades” de la población “oprimida y pobre” de su país.
El mandatario recordó que se emocionó “profundamente” cuando tuvo la oportunidad de visitar la tumba del arzobispo en marzo de 2011, dentro del viaje que realizó a San Salvador.
“El Salvador ha avanzado mucho en los últimos 35 años”, subrayó Obama, quien agregó que actualmente el trabajo que realiza EEUU en ese país y en toda Centroamérica se guía por la “visión” de Romero y está orientado a “promover oportunidades económicas, fortalecer el imperio de la ley y crear vecindarios más seguros”.
Obama agradeció también al papa Francisco por su decisión de beatificar a Romero y por su “liderazgo” al enfatizar la obligación compartida de “ayudar a los que más lo necesitan”.
“Esperemos que la visión del arzobispo Romero nos inspire a todos a respetar la dignidad de todos los seres humanos y a trabajar por la justicia y la paz”, concluyó.
Romero, el ancla que detenía la guerra civil
Defensores de derechos humanos y allegados a monseñor Óscar Arnulfo Romero dicen que el arzobispo era el “ancla” que impedía a El Salvador zarpar a un viaje de sangre y dolor que, a la postre, costaría la vida de unas 75,000 personas en 12 años de guerra civil.
El biógrafo y exsecretario personal de Romero, monseñor Jesús Delgado, aseguró a Efe que el arzobispo intentaba que no hubiera una guerra civil en El Salvador.
“Romero estaba deteniéndolos, diciendo que no se había gastado el último cartucho de la razón, que la palabra todavía tenía una fuerza para liberar este país de tanta opresión, rencor y odio (…) porque no solo era una situación económica, social y política, era una situación moral y humana”, dijo el sacerdote.
La guerra civil salvadoreña que enfrentó entre 1980 y 1992 a la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y al Ejército salvadoreño, financiado por Estados Unidos, causó unos 75,000 muertos y 8,000 desaparecidos.
El conflicto concluyó con la firma de los Acuerdos de Paz en Chapultepec, México en 1992.
Este fue el primer conflicto civil en el que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) intervino directamente para lograr un armisticio.
“A Romero lo matan el 24 de marzo de 1980 a las 6:20 de tarde; a las 7 de la noche por varios lugares de San Salvador se oían balaceras, no más lo mataron inicia la lucha callejera en primer lugar y luego formalmente (la guerra) entre los dos bandos, la guerrilla y la contrainsurgencia”, relató Delgado.
Romero “fue el hombre que mantuvo la paz los más posible, fue el hombre que trato de solucionar todo con el dialogo”, sostuvo el biógrafo.
Fuente: www.univision.com

San Estanislao de Cracovia

Nació en Szczepanów, Polonia, el 26 de julio de 1030 y falleció en Cracovia, Voivodato de Pequeña Polonia. Fue obispo de Cracovia, mártir y santo polaco.
Estanislao estudió en la ciudad de Gniezno, luego fue enviado por sus padres a París, en Francia y a Lieja, en Bélgica. Cuando regresó a Polonia fue ordenado sacerdote por Lambert Suła, el entonces obispo de Cracovia. Cuando Lambert Suła murió en 1072, fue ordenado nuevo obispo de Cracovia. Estanislao criticaba mucho los crueles castigos del del rey polaco Boleslao II el Temerario, y tuvo varios conflictos en materia del propiedades y terrenos. En una oportunidad Boleslao afirmaban que uno de los terrenos que había recibido el obispado de Cracovia no le correspondía y exigió que Estanislao renunciase a ellos de inmediato. Según la leyenda Estanislao resolvió resucitar a Pedro, el noble que había hecho la donación y lo llevó a testificar. Sin poder objetar el asunto Boleslao se vio forzado a ceder. Sin embargo los conflictos se agudizaron más aún hasta que el monarca ordenó a sus hombres que ejecutasen al obispo. Sin atreverse siquiera a tocarlo, la leyenda relata que Boleslao mismo tomó su espada y asesinó a Estanislao mientras celebraba una misa el 11 de abril de 1076.
Como castigo Boleslao aplicó una medida común en esa época de descuartizar el cuerpo sin vida del Santo, el cual milagrosamente luego de ser colocado en su ataúd se reensambló y recuperó su gracia. El asesinato generó disturbios e inestabilidad en Polonia tras lo cual Boleslao se vio forzado a huir a la corte de su primo el rey San Ladislao de Hungría.
Fuente: Wikipedia.

Santo Thomas Becket

Santo Thomas Becket

Nació en Londres en 1170. Era hijo de un empleado oficial, y en sus primeros años fue educado por los monjes del convento de Merton. A los 24 años consiguió un puesto como ayudante del Arzobispo de Inglaterra (el de Canterbury) quien se dio cuenta que Tomás tenía cualidades excepcionales para el trabajo, así que le fue confiando poco a poco oficios más difíciles e importantes. Lo ordenó de diácono y lo encargó de la administración de los bienes del arzobispado. Lo envió varias veces a Roma a tratar asuntos de mucha importancia. Tomás como buen diplomático había obtenido que el Papa Eugenio Tercero se hiciera muy amigo del rey de Inglaterra, Enrique II, y éste en acción de gracias por tan gran favor, nombró a nuestro santo (cuando sólo tenía 36 años) como Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores.
Tras la muerte del Arzobispo Teobaldo en 1161, el rey Enrique II de inmediato pensó en Santo Tomás como el mejor candidato para ocupar dicho cargo, pero nuestro santo se negó muy cortésmente alegando que él no era digno para tan honorable puesto. Sin embargo, un Cardenal de mucha confianza del Sumo Pontífice Alejandro III lo convenció de que debía aceptar, y al fin aceptó. Cuando el rey empezó a insistirle en que aceptara el oficio de Arzobispo, Santo Tomás le hizo una profecía o un anuncio que se cumplió a la letra. Le dijo: “Si acepto ser Arzobispo me sucederá que el rey que hasta ahora es mi gran amigo, se convertirá en mi gran enemigo”. Enrique no creyó que fuera a suceder así, pero sucedió. Ordenado de sacerdote y luego consagrado como Arzobispo, pidió a sus ayudantes que en adelante le corrigieran con toda valentía cualquier falta que notaran en él. Como él mismo lo había anunciado, los envidiosos empezaron a calumniar al arzobispo en presencia del rey. Dicen que en uno de sus terribles estallidos de cólera, Enrique II exclamó: “No podrá haber más paz en mi reino mientras viva Becket. ¿Será que no hay nadie que sea capaz de suprimir a este clérigo que me quiere hacer la vida imposible?”.
Al oír semejante exclamación de labios del mandatario, cuatro sicarios se fueron donde el santo arzobispo resueltos a darle muerte. Estaba él orando junto al altar cuando llegaron los asesinos. Era el 29 de diciembre de 1170. No opuso resistencia. Murió diciendo: “Muero gustoso por el nombre de Jesús y en defensa de la Iglesia Católica”. Tenía apenas 52 años.
El Papa Alejandro III lanzó excomunión contra el rey Enrique, el cual profundamente arrepentido hizo penitencia durante dos años, para obtener la reconciliación en 1172.
Fuente: ACI Prensa.

Ascensión del Señor

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Ascension del Señor

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Celebramos la Ascensión de Jesús. Cuando subió al cielo y se sentó a la derecha del Padre, tal como lo cuenta Marcos (Mc 16, 15-20) y lo rezamos en el Credo. O más exactamente, cuando, terminada su misión en la tierra, volvió al Padre de quien había salido (Jn 17, 13.24) y recibió todo poder y gloria en el cielo y en la tierra (Fil 2, 9-11). Es ante todo su triunfo personal, por el que hemos de felicitarle con toda el alma. Pero es también nuestro triunfo (Ef 2.6), por el que nos felicitamos los unos a los otros.
Cara a nosotros, la Ascensión de Jesús significa que va a realizar lo que nos había prometido: ante todo, enviarnos desde el Padre al Espíritu Santo, que será su relevo entre nosotros (Jn 16, 7); luego prepararnos un lugar en el cielo donde estemos siempre con Él (Jn 2,2-3). Significa también, desde el lado de los apóstoles y nuestro, que hemos de mirar continuamente a donde está Cristo, para que nos sirva de estímulo, inspiración y guía en nuestro caminar por la tierra (Col 3, 1-3); que en la historia de la salvación empezó el tiempo del Espíritu y de la Iglesia; que la iglesia fundada por Cristo en los apóstoles había llegado a su mayoría de edad (Hech 1, 10-11), para actuar en adelante, ya no tanto de la mano de Jesucristo, como un niño, sino con el Espíritu del Señor, como adulta.
De todos estos puntos tan importantes, quiero referirme sólo al que llamo el tiempo del Espíritu y de la Iglesia, que incluye el de la Mayoría de Edad de la Iglesia. Pero antes, una necesaria observación: la partida de Jesús al Padre no significó dejarnos huérfanos, pues sigue en persona con nosotros en la eucaristía, al mismo tiempo que está junto al Padre Dios en el cielo. Se fue, pero se quedó, en lo que llamamos su presencia sacramental. Siendo Dios, pudo hacerlo, quiso hacerlo y lo hizo.
Tras la ascensión de su Maestro, los apóstoles se sintieron apenados y desconcertados (¡¿quién no?!). De repente se sintieron solos y con la responsabilidad de llevar a cabo la gran misión que les confiara (Mt 28, 19). Ciertamente Jesús los había preparado para ello (Mc 33, 13-15), pero siempre habían dependido de Él, que además los había sacado de tantos apuros. Ahora, allí estaban ellos, atónitos y sin saber qué hacer. Hasta que sintieron la voz que les despertó a la realidad. ¡Jesús ya se fue…! Ahora les toca actuar ustedes (He 1, 10-11), es su turno. Y se volvieron a Jerusalem, a esperar la venida prometida del Espíritu Santo y dar con Él testimonio de Jesús. Con Jesús como fuente y modelo, empezaba un nuevo tiempo en la Historia de la Salvación: el tiempo de la acción del Espíritu Santo y de la Iglesia, cuyo inicio se cuenta en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

Caritas

Asamblea de Cáritas Internationalis

Por Ingrid Saavedra- Cáritas
Al recibir oficialmente la bandera de Caritas Internationalis como nuevo Presidente de la Confederación, el Cardenal Luis Antonio Tagle, afirmó que “El Amor es Real” y dio por finalizada la sesión de trabajo realizada en Roma durante cinco días y que contó con la participación de representantes de 165 países.
Al término del encuentro, recogimos algunas impresiones de los miembros de Caritas América Latina y el Caribe sobre el trabajo realizado y los desafíos para la Región.
Para el Padre Francisco Hernández, Secretario Ejecutivo de Caritas América Latina y el Caribe: “Hemos tenido una buena reflexión teológica con el Padre Gustavo Gutiérrez OP en torno a una ‘Iglesia pobre para los pobres’, que está muy cerca de nuestro trabajo en América Latina, pero que también registra un desafío importante de seguir haciendo procesos de conversión personal y pastoral, tanto para acercarnos cada uno como persona a esta realidad inspirada en el Evangelio, como para que las Caritas de la Región podamos realmente expresar que somos parte de esta Iglesia que quiere ser pobre para los pobres”.
Por otro lado me parece que hemos elegido bajo la tutela del espíritu a nuestros nuevos servidores para el próximo cuatrienio, con lo cual crecemos en la comunión eclesial a partir de Caritas Internationalis como ‘Una Sola Familia’. Luego de aprobado el Marco Estratégico de toda la Confederación, nos vamos con el desafío de revisar también el regional. Esperamos hacer esto en nuestra próxima reunión de Comisión Regional Ampliada en junio y al mismo tiempo tenemos que revisar el plan del Departamento de Justicia y Solidaridad del Celam, esto con el fin de estar a tono con un plan de trabajo y una estrategia integrada a todos los niveles”, señaló.
Para la Directora Caritas Brasil, María Cristina Da Anjos: “Esta fue una Asamblea importante, un momento para definir las futuras prioridades de trabajo y también a la nueva directiva de Caritas. La presencia de los jóvenes y de la mujer en este encuentro es fundamental para el futuro de nuestra organización. También creo que se fortaleció mucho nuestra identidad al iniciar la Asamblea con una misa presidida por el Papa Francisco. Personalmente para mí, terminar la Asamblea como miembro del Consejo Directivo es algo que no esperaba y que me coloca en una responsabilidad mayor dentro de la Confederación, es importante que las mujeres tengamos un espacio garantizado para el próximo periodo”, señaló.
En tanto, Maritza Sánchez, Directora de Caritas Cuba, señaló: “Tengo la impresión de una Caritas mucho más fuerte, que tiene claro cuál es su misión y su camino y también mucho más fortalecida en cuanto a las cuestiones técnicas profesionales. Me voy convencida de que para hacer un buen servicio se tiene que vivir profundamente la fe y esforzarse en gestionar de manera transparente todas las cosas para hacer un trabajo de mayor calidad a los pobres y para mantener la eficacia de lo que hacemos.
Para Víctor Chávez, Secretario Ejecutivo de Caritas Paraguay: “La Asamblea ha sido muy interesante, llenamos muchas expectativas que traíamos y nos vamos con muchas ganas y mucho compromiso para el trabajo de nuestra Caritas a nivel nacional. Nos sirvió también para estrechar lazos y trabajar con las otras Caritas de la zona y ya nuestros proyectos, para realizar un trabajo en conjunto, se van afirmando y estamos poniendo algunas líneas para seguir trabajando.
Finalmente, el Presidente de la Pastoral Social Caritas Chile, Monseñor Pedro Ossandón, manifestó que: “Esta Asamblea es expresión de la caridad de la Iglesia y de una Iglesia que anuncia y testimonia la caridad. Con el Papa Francisco, y con más de 400 representantes de las Caritas de todo el mundo, estoy muy contento por la gran tarea con la que volvemos a nuestra Caritas en Chile. Nos llevamos muchos desafíos y una gran visión del trabajo que se está realizando a nivel mundial. Creo que nos va a servir para animar el trabajo a nivel nacional en la diócesis”, puntualizó.

Vivir en paz y unidad

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Paz y amor

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
La parábola de la viña y los sarmientos (Jn 15, 1-17), nos hizo ver en su primera parte (Jn 15, 1-8), la importancia de la unidad, la necesidad que tenemos de vivir unidos con Cristo y entre nosotros, como los sarmientos de una vid. En su segunda parte (Jn 15, 9-17), nos muestra hoy la importancia de la caridad, la necesidad que tenemos de permanecer en el amor del Señor (= dejarnos querer por Él) y de amarnos los unos a los otros. Siendo esto el único mandamiento que nos dio en su vida: que nos amemos unos a otros como Él nos amó (Jn 15, 12).
Para Jesús la unidad y la caridad están tan relacionadas, que no se conciben la una sin la otra. Se exigen mutuamente. No hay caridad verdadera si no nace de y lleva a la unidad (de los que dicen quererse), y no hay unidad verdadera si no nace de y lleva al amor (de quienes dicen vivir unidos). Para Jesús, la caridad es el otro nombre de la unidad, la otra cara de la unidad. ¿Lo es también para nosotros? Sí tenemos un alto concepto de la caridad, a la que llamamos la reina de las virtudes, pero ¿cuán alto es nuestro concepto y cuánta importancia damos de hecho a la unidad? La unidad, la unión, el vivir unidos, ¿es lo máximo para nosotros? ¿Nuestra máxima preocupación?
Cuando uno falta a la caridad, pide perdón y se confiesa rápido. Lamentablemente no pasa lo mismo con las faltas contra la unidad y somos capaces de vivir desunidos, (ignorándonos, evitándonos, sin hablarnos, etc.) e ir a comulgar como si nada hubiera pasado. Olvidando que la condición indispensable para comulgar es vivir en la paz y la unidad, tal como lo rezamos en la misa con la oración de preparación inmediata para la comunión. Podremos hacer mil cosas buenas como preparación a la comunión, pero la requerida es que vivamos en paz y en unión (con Dios, con nosotros mismos y con los demás). Eso y cumplir con el mandamiento del amor al prójimo, que es la condición para hacernos acreedores del amor de Jesús y del Padre Dios (Jn 15,10).
A quien cumple y vive el mandamiento de la unidad y la caridad, Jesús le promete grandes bendiciones. Ante todo la de tener parte en Su alegría, una alegría plena que lo llena y desborda, no obstante la cruz que lleva a cuestas. Luego, la de ser sus amigos, no sus servidores sino sus amigos. Simplemente porque le nace querernos y brindarnos su amistad, más allá de cualquier consideración. No fueron ustedes los que me eligieron, dirá a sus apóstoles, sino que fui yo quien los eligió a ustedes. Es su iniciativa, gratuita y generosa… hasta dar su vida por los amigos. Finalmente, la de garantizarnos que Dios nos concederá cuanto le pidamos en nombre de Jesús, pues Dios es su Padre.
Lentejas“Listos para proclamar el Evangelio de la Paz” (Ef 6,15).
Mensaje de la Conferencia Episcopal Peruana
Ante los sucesos que vienen ocurriendo en el sur del país, particularmente en la Provincia de Islay, con motivo del proyecto minero “Tía María”, llamamos a una profunda reflexión, que desemboque en una pronta acción en defensa de la vida, la construcción de la paz y la justicia.
Tenemos conocimiento de la importancia de proyectos como el de Tía María porque implicarán altos  niveles de inversión para la economía de la región y del país, con la consecuente creación de puestos de trabajo, importantes obras de infraestructura y el aporte a los recursos públicos, especialmente regionales y locales, con todo lo que ello implicaría en favor de la calidad de vida.
Sin embargo, nos preocupa las poblaciones que durante años viven de la agricultura, dinamizada en los últimos tiempos, que es necesario promover y proteger, puesto que favorece  la alimentación y una muy importante generación de puestos de trabajo, que mejora la economía de las familias, la región y del país en su conjunto. En el importante valle del río Tambo, para favorecer la agricultura, es necesario proteger el agua tanto superficial como del subsuelo. La calidad del aire y de la tierra es  también esencial para lograr los necesarios niveles de productividad. Nuestra mirada debe incluir el bien común, el cuidado de la Creación, un desarrollo verdaderamente humano, sostenible y solidario.
Lamentamos profundamente los hechos de violencia que se vienen suscitando y en particular la muerte  de hermanos nuestros, como Victoriano Huayna y Henry Checlla. ¡No debe haber más víctimas! Lamentamos también los numerosos heridos tanto de la policía como de civiles que ya son muchos. ¡No más violencia! Llamamos a las fuerzas del orden y también a la población civil a reafirmar el respeto por los derechos humanos y por la paz. Es sumamente necesario retomar el diálogo alturado, con la buena voluntad de todas las partes implicadas, que deben participar en él para que se restablezca la Paz.
Como lo hemos manifestado en el Comunicado de los Obispos del Perú de enero del presente año: “La paz es la buena noticia del Evangelio. La debemos construir entre todos, porque son “Bienaventurados los que trabajan por la paz” (Mt 5,9). En ese sentido, ratificamos nuestra voluntad de respaldar y apoyar las iniciativas para restablecer el diálogo y la construcción de Paz.
Que María, Nuestra Señora de la Paz, nos ayude a lograr el restablecimiento de la paz en el sur y en todo nuestro amado Perú.
Monseñor Salvador Piñeiro García-Calderón
Arzobispo de Ayacucho
Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana

La vid y los sarmientos

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Cristo vive en mi

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
La parábola de “la vid y los sarmientos” (Jn 15,1-8) es muy rica en contenido y en enseñanzas. En varios aspectos, bastante más rica que la comparación paulina del cuerpo (1 Cor 12, 1-31). En especial, en lo que se refiere a la igualdad esencial de sus miembros, que fue sin duda lo que llevó a Juan Pablo II a preferirla al presentar y desarrollar su exhortación sobre los laicos cristianos (CHFL,1989). El otro aspecto se refiere a la vitalidad e intimidad de la unión entre el tronco de la vid y los sarmientos. La savia corre desde la cepa a todos los sarmientos (desde Cristo a todos los cristianos). San Pablo llamó a esto “vivir en Cristo”, expresión que repite más de cincuenta veces y que se traduce en lo que fue su vida: “vivo yo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20)
Esta especial unión entre Jesucristo y los cristianos (la vid y los sarmientos), se entiende mejor teniendo en cuenta la relación madre-hijos (en su primera etapa, sobre todo). Son sangre de mi sangre, vida de mi vida, dice la madre refiriéndose a sus hijos, los que a su vez dependen totalmente de la madre. Jesús plantea esta misma unión-relación entre Él y sus discípulos: “el que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15, 5). Y hasta se pone orgulloso cuando los discípulos son creativos y producen abundantes frutos (Jn 15, 8).
La unión y permanencia en Cristo, que llega a su plenitud en la comunión de la santa misa, es del todo necesaria para el discípulo. Y es causa de muchas bendiciones, algunas de las cuales las veremos en el próximo domingo, que continúa el evangelio de hoy (Jn 15, 9-17). Aquí quiero mencionar sólo dos, que están en el testo del evangelio de hoy. La primera tiene que ver con las buenas obras (de justicia, caridad y santidad), que sólo si estamos unidos a El podremos hacer (Jn 15, 4). Si no seremos rama seca, que sólo sirve para ir al fuego… La segunda tiene que ver con la oración: “si ustedes permanecen en mí pidan lo que quieran y lo conseguirán” (Jn 15, 7).
Antes me referí a la igualdad esencial de todos los miembros de la iglesia, significada por el hecho de ser todos igualmente ramas. Es la gran diferencia con la comparación del cuerpo humano y del cuerpo de Cristo, que es la iglesia, donde hay unos miembros que son “menos honorables” y otros “más nobles” que otros (1 Cor 12, 21-24). O cuando se dice que “en primer lugar están los apóstoles, en segundo lugar los profetas, en tercer lugar los maestros…” (1 Cor 12, 28). La iglesia es ciertamente jerárquica y sus miembros tienen vocaciones y funciones distintas unos de otros, pero básicamente, en cuanto fieles cristianos, todos somos igualmente ramas (sarmientos), igualmente llamados a ser cristianos y a ser santos.

Vocaciones sacerdotales

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Cristo Sacerdote

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Con motivo del evangelio del Buen Pastor (Jn 10, 11-18), hoy celebramos en la Iglesia el Día de las Vocaciones Sacerdotales. Entiendo que para ustedes es clara la relación que hay entre la Vocación Sacerdotal y el Buen Pastor, y es claro el por qué la Iglesia puso el Día de las Vocaciones Sacerdotales en el Día del Buen Pastor. (Digamos entre paréntesis que hoy es también Día de las Vocaciones a la Vida Consagrada y Religiosa, pues también ellos, los consagrados y religiosos, tienen que ser buenos pastores, y el Día de las Vocaciones de los Laicos, pues todos ellos, especialmente los papás y cuantos tienen autoridad y gobierno, tienen que ser buenos pastores).
Jesús Buen Pastor nos dice lo que el sacerdote tiene que ser: Pastor, y cómo tiene que serlo: Bueno. Algo tan sencillo encierra muchas enseñanzas y consecuencias. La primera y más importante es que la grandeza del sacerdote está en ser un buen “pastor de almas y de comunidades”. Como Jesucristo. Es esto lo que hay que mirar en y pedir del sacerdote, y no tanto si es una profesión con peso y rango en la sociedad (su figuración social). Sino si se parece a Jesús Buen Pastor y se comporta con la gente como Él. Al sacerdote se le suele ver como “el hombre del culto” (misa y sacramentos), y es eso, pero sin dejar de ser pastor y con olor a oveja. Se lo suele ver también como “hombre de iglesia”, pero sin dejar de ir por calles y plazas, buscando las ovejas “perdidas”, extraviadas y remisas.
Otra enseñanza importante es que, como pastor, el sacerdote debe pastorear, es decir, debe convocar las ovejas, reunirlas en grupos (comunidades), conducirlas juntas hacia prados buenos y seguros, y, al caer de la tarde, guardarlas en el redil. Hasta el siguiente día. Así, la evangelización del sacerdote pasa por la pastoral, que es hacer pastoreo. Es lo que hizo el apóstol Pablo, porque, como Jesús, amó de corazón a las ovejas, llegó a conocerlas y a llamar a cada una por su nombre, las cuidó y defendió, cargó a hombros las heridas y extraviadas, y dio su vida por ellas (Jn 10, 1-21). Amor, dedicación, paciencia, sacrificio, son algunas de las virtudes que se esperan del sacerdote buen pastor.
Y es aquí donde entra y cobra todo su valor el Día de oración por las vocaciones sacerdotales. Hay que orar mucho para que el Señor envíe a su campo sacerdotes (Lc 10.2), que sean buenos pastores. Orar y apoyar moral y económicamente. Orar, apoyar y valorar tanto el sacerdocio que los papás se ilusionen con un hijo sacerdote. Tanto… que preparen el ambiente donde surjan vocaciones, que luego cultiven y ofrezcan al Señor en su Iglesia.

Testigos de la resurrección de Jesucristo

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Resurreccion de Jesucristo

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Ser testigos de la resurrección de Cristo y dar activo testimonio de su resurrección, son dos compromisos consustanciales del cristiano, tuyo y mío. Y lo son como condición para serlo y como exigencia de serlo. Es decir, sólo es cristiano el que está seguro de que Jesucristo murió y resucitó, porque lo ha visto con los ojos (como los apóstoles) o porque lo creemos por la fe (como nosotros); está seguro y da testimonio de ello, como lo hicieron los apóstoles. O dicho con palabras de Benedicto XVI, no se puede ser discípulo sin al mismo tiempo ser misionero (Aparecida, nº 3).
Lo que acabo de decir lo encontramos, sobre todo, en Lucas (Evangelio y Hechos) y en las cartas de San Pablo y San Pedro. El Apocalipsis, que es el testimonio que Juan da a las siete iglesias de Asia (Apo 1, 2.4), nos presenta a Jesucristo como testigo fiel (Apo 1,5; 22, 20) y paradigma de testigo para nosotros. Veamos algunos textos, empezando por el del evangelio de hoy, en el que Jesús dice a los apóstoles: “Ustedes son testigos de estas cosas” (Lc 24. 35-48 ). “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (He 1, 8).
Ser testigos de la resurrección del Señor es el principal privilegio y compromiso que tienen y dan los apóstoles (He 2,32; 3,15; 5,32; 10,39). Por eso, Pedro se presenta como testigo de los padecimientos del Señor (1Pe 5,1) y es lo que los ONCE ponen como requisito, a la hora de elegir como apóstol al discípulo sustituto de Judas (He 1, 22). Es para que sea su testigo que el Señor se aparece a Saulo a la entrada de Damasco y lo elige como apóstol (He 22,15; 26,16). Pablo tendrá esto siempre muy presente (2 Cor 1,12; 2 Tim 2,7) y se sentirá contento porque creen en su testimonio (2 Thes 1,10). Además, será lo que pida a los suyos: “No te avergüences de dar testimonio del Señor”, le dirá a Timoteo (2 Tim 1, 8 ),
Creo que queda muy en claro que, para ser cristianos, ustedes y yo debemos ser testigos y dar testimonio activo de la resurrección del Señor. Ahora, recordemos brevemente que para ser testigo se requieren tres cosas y veamos si las cumplimos: una, haber visto algo o estar al tanto de algo por fuente segura. Es nuestro caso en relación con la resurrección del Señor, de la que estamos seguros por fe fundada en hechos históricos; dos, estar dispuestos a dar testimonio, cueste lo que cueste y donde sea; y tres: dar testimonio de lo que sabemos hasta las últimas consecuencias. Los apóstoles y muchos de los cristianos de todos los tiempos y en especial los de hoy, pagaron su testimonio con su vida. Los llamamos mártires, es decir, testigos que dieron testimonio de su fe en Cristo al precio de su vida. ¡Benditos sean!

Divina Misericordia 2015

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Divina Misericordia

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Este 2º Domingo de Pascua, por ser la octava de la Resurrección del Señor, fue siempre un Día Grande. “Como si ahora hubiéramos nacido…” (1 Pe 2,2), es la obertura de la liturgia, que hace referencia a cuantos por el bautismo hemos muerto y resucitado con Jesucristo. Por su evangelio sobre todo (Jn 20, 19-31), San Juan Pablo II lo escogió para celebrar en él al Señor de la Divina Misericordia. Ciertamente, le cae muy bien a este 2º Domingo de Pascua el ser el Día del Señor de la Divina Misericordia. Y el ser también, desde entonces, el Día de San Juan Pablo.
Al Señor Resucitado le cae perfecto el sobrenombre de Señor de la Divina Misericordia, pues es como se muestra después de su Resurrección: todo Misericordia. “Rico en Misericordia”, 1º con los apóstoles, al desearles repetidamente la paz. ¡El shalom, debió sonarles a música celestial! No había reproche (por su huída en el Viernes Santo), sino los sentimientos y los buenos deseos del amigo y Maestro, que les tendía las manos, mientras ellos se iba llenando de alegría, de valor, de ganas de ser verdaderos apóstoles y testigos de su Resurrección. 2º con todos los hombres y mujeres del mundo, al dar a los apóstoles el poder de perdonar, instituyendo para siempre, el Sacramento del Perdón (Jn 20, 23, texto que debiéramos memorizar). 3º con la Iglesia, comunidad de apóstoles y fieles, al enviarles el Espíritu Santo, “don de todo consuelo”.
Fue el Espíritu Santo, quien resucitó a Jesús (Rom 8,11), dejando una cruz y un sepulcro vacíos. Él lo devolvió a la vida para ser “el Señor”, pero también para ser, cara a nosotros, “el Señor de la Misericordia”, de modo que atraídos por su amor, no vivamos ya para nosotros sino para Él. Emocionó a los apóstoles tocar a Jesús y saber que era real, pero les emocionó aún más sentirlo como amigo y hermano. La convicción de que Jesús estaba vivo y, por su amor misericordioso, de nuevo con ellos. ¡¿Quién o qué los podría apartar ya del amor de Cristo?! (Rom 8,35). Es la clase de experiencia de fe que tenemos que hacer nosotros: para no tener miedo y para cambiar la realidad, pues Él, que venció al mundo y la muerte, camina a nuestro lado.
Hoy en día la imagen del Señor de la Divina Misericordia, está en todas las iglesias del mundo católico, siendo también una de las más queridas por el pueblo de Dios, que la tiene en sus hogares. Hay quien dice que esto es el primer milagro que hizo en vida el Papa Juan Pablo II. El hecho cierto es que son millones los devotos que se reúnen todos los días para venerar la imagen y honrarla con el rezo de la Coronilla de la Divina Misericordia. Siendo la súplica Jesús en Ti confío, la que más repiten los fieles.