In buona Fede

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Protestantización de la Iglesia; abusadores con ‘influencias

Por Saúl Castiblanco- Gaudium Press.
El Cardenal Gerhard Muller advierte que “está en curso, según mi parecer, una democratización” en la Iglesia, que él asimila a “una protestantización de facto”. Es esta una advertencia que el Cardenal parece dirigir tanto al proceso sinodal universal cuanto al Camino sinodal alemán, al que dedica palabras especiales que ejemplificarían el riesgo a nivel global: “Como alemán mi pensamiento va pronto a aquello que está ocurriendo en Alemania donde se ha iniciado en el 2019, con el visto bueno de Roma, un recorrido sinodal del cual están emergiendo impulsos más bien críticos y peticiones teológicamente no sostenibles. En este cuadro hay incluso quien quisiera ejercitar desde la base el control por la elección del obispo”, algo como la elección del “presidente de un Land [estado federado alemán] ligado a la voluntad del pueblo, algo como un diputado”, cosa que no tiene “que ver con la Iglesia. Un obispo viene ordenado por el Espíritu Santo y recibe un mandato”.
Muller se apoya en San Pablo, quien dice de sí que “‘Ningún hombre me ha hecho apóstol’. En Alemania en los debates [del llamado Camino sinodal alemán], en los documentos publicados y en los intercambios en curso se ha hablado muy poco de Dios, de Cristo, de gracia y de verdad. Más bien se discute animadamente del ejercicio del poder”.
Sobre los abusos sexuales del clero
De acuerdo “a los reglamentos internos”, el Dicasterio de la Doctrina de la Fe debe enviar “las sentencias a los obispos”, afirma Muller. Corresponde a cada uno de estos ver si las publica o no, o si hace visibles “los nombres de los sacerdotes condenados, las penas impuestas en los procesos. En cuanto a las estadísticas sobre los abusos, en realidad existen pero solo para uso interno sin que sea prevista la divulgación al exterior. La decisión de volverlas conocidas no depende del Prefecto del Dicasterio. No sé si se trata de escasa trasparencia, son las reglas. (…) La competencia de cambiar, en última instancia, queda en manos del Pontífice que puede decidir aquello que considera más oportuno. (…) Si no recuerdo mal hemos sin embargo publicado algunas estadísticas sobre sacerdotes reducidos al estado laical. El ochenta y cinco por ciento de las víctimas era formado por personas del sexo masculino”.
Levanta la periodista Franca Giansoldati el caso del obispo argentino Zanchetta, que fue llamado al Vaticano mientras se desarrollaba un proceso judicial contra él en Argentina, a quien el Papa le otorgó un encargo especial hecho a medida en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa), y que ahora, después de condenado, se encuentra en prisión domiciliaria en su país. Pregunta Giansoldati por el proceso canónico contra ese prelado en la Congregación de la Doctrina de la Fe: “no se ha nunca sabido nada de su proceso, ni de la sentencia. ¿Por qué tanto misterio?
Los que tocan la puerta en Santa Marta pidiendo clemencia
Se ha hecho un proceso canónico en su contra pero no conozco el resultado, dice el Cardenal Muller. Zanchetta hace que se discuta puesto que ha podido gozar de un estatus privilegiado en cuanto amigo del Papa. Normalmente las amistades no pueden influir el proceder de la justicia, todos deben ser tratados en modo igual. El problema reside aquí, incluso porque el Papa –con su autoridad– puede suspender un proceso”. Cuenta el purpurado el caso –ya reseñado por los medios– que vivió él como prefecto de Doctrina de la Fe con el sacerdote Mauro Inzoli, a quien el tribunal vaticano decidió reducir al estado laical. “Lamentablemente sin embargo, allí estuvo un cardenal de curia que fue a tocar a la puerta a Santa Marta pidiendo clemencia. Ante ese intervencionismo el Papa se convenció y escogió modificar la sentencia ajustando la pena”, dejándole el estado sacerdotal pero prohibiendo exhibirlo en público.
Este caso de intervención de un influyente cardenal en favor de un abusador a punto de ser reducido al estado laical no es único. “Recuerdo que ha habido diversos cardenales que han reaccionado y mostrado fuerte contrariedad delante de las sentencias de reducción al estado laico de clérigos culpables de abusos”, dice Muller. “Ellos han ejercido presiones para dar vuelco a las decisiones”.
Cuando un “clérigo de nacionalidad polaca o americana o extranjera, [era] condenado por el tribunal de la congregación de la Doctrina de la Fe, se procedía velozmente a la reducción del estado clerical”, cuenta Muller, “mientras que para los sacerdotes italianos había siempre tanta dificultad en aplicar la sentencia porque se movían entre bastidores los amigos influyentes que tocaban la puerta en Santa Marta e iban donde el Papa a pedirle que intercediera. Y al final lo conseguían casi siempre”.
Recuerda el Cardenal Muller que “en el 2014 el Papa ha instituido en la Congregación de la Doctrina de la Fe el Colegio para las revisiones de estos procesos. Este organismo compuesto por siete obispos puede llegar incluso a anular la sentencia del tribunal e impedir la reducción al estado laical del clérigo. No estuve nunca contento de esta marcha, me he lamentado decenas de veces, pero muchos, en el Vaticano, tenían una idea bien diversa. En suma, terminaba siempre por ser el teólogo alemán rígido que quería aplicar las normas de manera inflexible. El Colegio para las revisiones [de las sentencias] ha triunfado en cancelar casi siempre las sentencias emitidas. El Arzobispo Charles Scicluna –que ahora es el jefe de este colegio– siendo un hombre riguroso y excepcional, auguro pueda llevar adelante una línea clara de justicia”.

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