Por Martha Meier Miró Quesada– Diario EXPRESO.
¿Odebrecht sigue manipulando la política peruana? Probablemente porque una mafia de tales dimensiones, asociada a poderosos delincuentes locales, requiere de operadores en todas las esferas del poder (incluida la prensa y las oenegés para evitarse un presidente –como Merino de Lama, digamos– o congresistas que hagan trizas esa traición a la patria llamada “acuerdo de colaboración eficaz”; intervengan sus obras; les expulsen del país; sean obligados a pagar una multa billonaria y sus aliados peruanos caigan presos. A tres meses y días de las elecciones generales no están dadas las condiciones para que sean libres, confiables y adecuadamente organizadas. No se conoce que haya sido sorteado el orden de los candidatos en las boletas, fecha de impresión ni que su distribución a todos los rincones del Perú se de a tiempo en medio de la segunda ola de la pandemia. Estamos contra el reloj y podríamos enfrentarnos a unas elecciones anulables por tener una participación menor al 40%.
El Jurado Nacional de Elecciones, JNE, además, con su afición a las tachas sin sustento se ha convertido en obstáculo para el ejercicio democrático del voto. La más reciente víctima ha sido el pensador y notable economista Hernando de Soto, de Avanza País. Un tal César Augusto Girón Atoche, director del Centro de Investigación y Estudios Legales, Citel, presentó dos tachas en su contra que fueron prontamente aceptadas pese a aducir que De Soto no tiene título de economista por la Universidad de Ginebra ni realizó estudios en la Universidad Católica, en Lima. Ambas patrañas desbaratadas por el propio de Soto, el jueves, en el programa del periodista Beto Ortiz. A la candidata del Apra, Nidia Vílchez, el JNE le dejó huérfana de correligionarios al Congreso, anulando varias de sus listas incluida la de Lima encabezada por Carla García, hija mayor del extinto presidente Alan García Pérez, una mujer incómoda para los enfermizos perseguidores de su padre y encubridores de los gangsters de la construcción.
A contramano tenemos a los engreídos del JNE, Verónika Mendoza, vinculada a la ex alcaldesa Susana Villarán quien confesó haber recibido tres millones de dólares de Odebrecht; a Forsyth que carga como vice a Patricia Arévalo suegra y del villaranista e investigado Augusto Rey, a Humala sobre quien huelgan comentarios y a Salaverry otrora denunciado por ser gran deudor de la Sunat y que lleva como uno al Congreso a Martín Vizcarra, ex apoderado de Graña y Montero y proveedor de Odebrecht. Recién ayer la doctora Yeni Vilcatoma logró que se le excluyese de candidatear; el hombre dijo que apelará y seguro le darán la razón.
En la CADE, el declamador Sagasti, con su retórica del infortunio, dijo “se requiere erradicar todo acto de corrupción”. Empiece con Odebrecht, señorito. A ver…
¿Elecciones Odebrecht?
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