Por Dr. Gustavo Medina Vilca, Sociólogo- Diario Los Andes.
Próximos a conmemorar el bicentenario de la República del Perú, los gobernantes crearon un escenario de festejos y de actos conmemorativos para celebrar la independencia del Perú desde un marco institucional, poniendo énfasis en alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, cuyas metas cuantitativas indican que el Perú es un país competitivo con desarrollo social; sin embargo, estos cambios no se visibilizan para la población peruana en mejores condiciones de vida, porque aún percibimos altos niveles de heterogeneidad que dan cuenta de las desigualdades sociales que se presentan dentro de la población del Estado Peruano y que perdurarán en el tiempo hasta que no tengamos una verdadera Reforma del Estado, que sea integral y todos los niveles de gobierno y sus instituciones, donde el eje fundamental sea la auténtica descentralización, que es y seguirá siendo aún el punto principal de la agenda de los gobiernos.
Los indicadores de desarrollo dan cuenta que la mayor parte de la población en el Perú vive en condiciones de exclusión social, así podemos identificar brechas de género en el acceso al empleo donde las mujeres tienen una situación laboral más precaria que los hombres y que se agudiza con la brecha del empleo informal, la brecha de ingresos, la brecha de analfabetismo, de acceso a mayores niveles de educación, la brecha de acceso a servicios básicos, la brecha de acceso a una pensión en la vejez, la brecha de condición de pobreza de los hogares; estas brechas se amplían aún más entre la población que vive en el área urbana y rural. También podemos dar cuenta de la existencia de brechas de salud como la prevalencia de la anemia, de desnutrición crónica infantil, de violencia contra la mujer, de embarazo adolescente, la brechas de cobertura de seguro de salud.
En ese mismo sentido, es importante resaltar que con motivo de la pandemia mundial COVID-19 volteamos la mirada hacia las brechas digitales que tienen que ver con el acceso a las telecomunicaciones y servicios de banda ancha, y la brecha de infraestructura de salud y la infraestructura para los sectores económicos fundamentales para la promoción de la productividad y competitividad de todos los sectores económicos y en especial del sector agropecuario, acuícola y turismo.
En la región Puno, ¿podríamos identificar cambios significativos que nos motiven a ser parte de estas celebraciones? No, porque nuestra región es una muestra clara, que los logros obtenidos por los gobiernos nacionales, y la implementación de competencias y funciones delegadas a los gobiernos regionales y los gobiernos locales no contribuyeron a cerrar las brechas sociales y económicas históricamente enraizadas en la población. Atrás quedaron frases como “inclusión social”, “vida digna”, “el buen vivir”, entre otras que alimentaban esperanza de la construcción de un Estado y una sociedad más justa, pero a pocos meses del bicentenario de la independencia del Perú, continuamos en la búsqueda de una justicia tributaria, del empleo digno, de la equidad de género y de una gobernanza ambiental que promueva el uso racional de los recursos naturales.
En ese sentido, es urgente que todas las acciones de las entidades públicas del Estado y los tres niveles de gobierno (nacional, regional y municipal) estén orientadas a contribuir a cerrar las brechas sociales donde el gasto público debe tener un rostro social con énfasis en el desarrollo de la salud, educación y saneamiento, sólo a así se contribuirá con el cierre de brechas sociales atendiendo las necesidades de gran parte de la población de todo el territorio nacional y de los grupos excluidos como las personas con discapacidad, hombres y mujeres afroperuanos, la población indígena de quechuas y aymaras.
El bicentenario de las brechas sociales
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