Sobre la situación en Siria el arzobispo maronita Samir Nassar afirmó que: «Cuando llega el momento de tomar decisiones importantes para nuestro país, las minorías cristianas cuentan poco. Es una situación que nos obliga a evitar irritar al gobierno y no nos permite hacer otra cosa más que mirar con desconfianza las protestas en acto que, probablemente, conducirán a la toma del poder por parte de un régimen islámico».
«Desde diciembre del 2010 —continuó el prelado durante su intervención en el movimiento Ayuda a la Iglesia que Sufre (AIS), relanzado por la agencia Zenit— vemos a la realidad que nos rodea moverse rápidamente, sin tener tiempo para reaccionar, sin saber qué hacer ni qué posición tomar».
Son ayudas concretas que, si bien son limitadas en los poderes, ayudan a la Iglesia a desempeñar un rol en «el nacimiento de un nuevo Cercano Oriente». «Debemos afrontar la situación y hallar modos de diálogo adecuados a la nueva situación —afirmó Nassar— más aún siendo que ésta es una tarea que nosotros los cristianos tenemos desde hace siglos; tarea difícil, sí, pero seguramente posible».
El primer paso que los fieles deben dar es el de superar el temor a que se instaure un integrismo que reduzca drásticamente la libertad religiosa, una preocupación siempre viva por el recuerdo de la violencia y las persecuciones pasadas. Es necesario superar esta preocupación «buscando, sobre todo, instaurar un diálogo con el islam moderado, que representa la mayoría de los sirios, evitando también tomas de posición islamofóbicas, buscando terrenos comunes en la cultura, en el arte, en el deporte y en las iniciativas humanitarias». El arzobispo considera necesario, además, tomar distancia de las políticas de neto contraste con el islam y afirma que los cristianos pueden contribuir notablemente en los conflictos entre chiítas, suníes, alauíes —por ejemplo, en Siria, en el Líbano y en Irak— promoviendo la unión y la reconciliación, porque «esta es una misión de paz evangélica que podemos y debemos poner en práctica».
En lo que se refiere a la cohabitación de las diferentes Iglesias orientales, monseñor Nassar subrayó la extrema importancia que tuvo el reciente Sínodo por Oriente Medio que, en octubre pasado, «sentó las bases para una colaboración indispensable entre las distintas familias eclesiales de Oriente Medio», porque en una situación delicada como la actual es necesario «acercarse y reducir las diferencias»; por este motivo, las diferentes Iglesias sirias organizan conjuntamente el catecismo, la preparación al matrimonio, y comparten algunos lugares de culto. También desde hace varios años obispos católicos y ortodoxos se encuentran regularmente.
De hecho, los cristianos de Oriente ya constituyen un importante testimonio para sus musulmanes, un testimonio que existe desde el siglo VII. «Ser cristianos de lengua árabe nos permite mostrar a los musulmanes nuestro modo de vivir la fe. Sucede a menudo que ellos vienen a nuestras iglesias, donde pueden ver a hombres y mujeres rezar juntos, una lección sobre la igualdad definitivamente elocuente». Muchos sirios no cristianos luego siguen las homilías y los programas que comentan el Evangelio a través de «Télé Lumière», canal satelital católico que transmite durante las 24 horas y «esto los ayuda a tener una nueva mirada sobre el Corán, así como nosotros, que observamos sus momentos de oración, el mes del Ramadán, y la caridad hacia los pobres, sentimos más vivos nuestros deberes de cristianos». Los cristianos en Siria se encuentran en una posición difícil, y para resistir es fundamental, concluyó el obispo, «el compromiso valiente de realidades como AIS para las Iglesias en dificultades».
Fuente: www.vaticaninsider.com
Camino a Damasco
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