Los pasos autocráticos de Martín Vizcarra
Por Juan Paredes Castro– Diario El Comercio.
¿Los enredos políticos y constitucionales del presidente Martín Vizcarra obedecen solo a una pobre asesoría gubernamental o a un proyecto político personal que muy pocos conocen y cuyos objetivos podrían llegar, en un extremo, a violentar el sistema democrático?
Hay claros ejemplos en América Latina de cómo constituciones y democracias han terminado secuestradas por quienes llegaron al poder gracias a esas constituciones y a esas democracias, jurando y rejurando respetarlas, para luego ser desnaturalizadas a la medida de sus ambiciones hasta convertirlas en autoritarismos reeleccionistas y corruptos.
¿Acaso Nicolás Maduro en Venezuela no viene de ese tipo de secuestro, al igual que Daniel Ortega en Nicaragua y Evo Morales en Bolivia? ¿Y en su momento Alberto Fujimori en el Perú y los Kirchner (Néstor y Cristina) en Argentina? Tampoco fue un secreto el plan de “reelección conyugal” para que Nadine Heredia sucediera a Ollanta Humala.
Si hay algo que reformar con más urgencia en el Perú es precisamente la presidencia y la Presidencia del Consejo de Ministros.
En la cuestión de confianza planteada por Vizcarra al Congreso, imponiéndole a este, a través del primer ministro Salvador del Solar, plazos y términos perentorios de aprobación de reformas de fondo, saltan como liebres flagrantes infracciones constitucionales que podrían colocar al país en el limbo político.
¿O es que ello respondería exprofesamente a un objetivo político que acabaría con todo lo que hemos ganado constitucional y democráticamente en las últimas dos décadas?
No creemos casuales los pasos autocráticos que viene dando el mandatario hace tiempo y que todos podemos confundir con el ímpetu natural de quien quiere, por ejemplo, un país sin corrupción y con reformas políticas. No dudaría de que en verdad él así lo desee. El problema es su pretensión de alcanzar ese objetivo desconociendo la Constitución, alterando la separación de poderes y desafiando la institución parlamentaria, que genera tanta insatisfacción como la que igualmente genera la institución del Ejecutivo.
Por defectuosos que fuesen estos y otros poderes autónomos, no están sujetos a mandatos presidenciales de urgencia.
Preferiría pensar que los arrebatos autocráticos presidenciales se deben a una sobrerreacción populista frente a la indiferencia y letargo con que el Congreso, de mayoría fujimorista, contempla la lucha anticorrupción y las iniciativas de reforma política del Gobierno. Siempre he sostenido que esa mayoría fujimorista no tiene mejor oportunidad que hoy para reivindicar, en los temas anticorrupción y de reformas políticas, los daños que perpetró la autocracia de 1990 al 2000.
Sin embargo, el hecho de que las medidas anticorrupción y pro reforma política descansen solo en la iniciativa presidencial, sin acuerdos ni consensos de ancha base, y con fuerte injerencia del Ejecutivo sobre los demás poderes, revela la falta de autoridad moral en Vizcarra para involucrar al Gobierno y al Estado en el alcance de las mismas medidas.
Ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio define muy bien la ausencia de esa autoridad moral presidencial, llamada a unir más que a desunir, a crear confianza más que incertidumbre.
El último papel de Salvador del Solar
Por Ricardo Vásquez Kunze- Político.pe
Mariela Balbi ya se ha encargado en un estupendo artículo publicado en Expreso (Nace un dictador) de Martín Vizcarra. Yo me ocuparé de Salvador Del Solar, el premier que lo refrenda.
Es imposible que los actores sepan a ciencia cierta cuál será su último papel en esta vida, ya sea en las tablas o en una película. Sin duda, muchos añoran interpretar grandes roles protagónicos o incluso de reparto (como el fantástico Lee Strasberg y su Hyman Rhoth en El Padrino II) antes de irse o de retirarse. Pero de lo que estoy seguro es cuál será el último papel de Salvador Del Solar Labarthe, si sigue por el camino de agravio a la Constitución y a la democracia que ha emprendido Martín Vizcarra con un guión de cuentos chinos.
A Salvador Del Solar le espera la cárcel: con cartelito de “detenido” y con traje a rayas. Ese será su papel postrero como actor. ¿Lo interpretará como el “Papillon” de Dustin Hoffman, como Steve McQueen en “El gran escape” o como Paul Newman en “El indomable”? ¿O se suicidará como Frank Pentangeli? ¡Quién sabe! Pero de que terminará tras las rejas es un hecho como lo ha sido para Alberto Fujimori… aunque Vizcarra y Del Solar no le lleguen ni a la suela en lo que se refiere a lo que el Chino (sin negar sus pasivos) hizo por el Perú: salvarlo del caos.
El guión de Vizcarra actuado por Del Solar es más claro que el agua: “¡Peruanos, miren a otro lado!” A este dúo le toca gobernar, es decir, solucionar los problemas de la gente (reconstrucción del norte, agua, luz, crimen organizado de verdad, sicariato, terremoto en la selva, etc.) y no han hecho absolutamente NADA para solucionarlos, porque lo que Salamanca no da, natura no procura. Ergo, si el edificio que me toca reconstruir está enclenque y destartalado, o, peor aún, ni siquiera se han cavado los cimientos… ¿qué hago? Pues el viejo truco de prender fuego en la acera del frente y quemar una casona que en todos los países del mundo nunca tiene mucho aprecio, porque así es la naturaleza de todos los Congresos.
Siempre hay quejones y quejosos que NUNCA se sienten “representados”, que SIEMPRE están “indignados”, y que JAMÁS entienden ni entenderán la dinámica lenta y decimonónica de ese viejo Poder del Estado. Y, claro, es natural que la gente voltee a mirar y distraerse con el incendio de la acera del frente a que se concentren en que el gobierno al que le toca resolver sus problemas no está poniendo ni una piedra por ellos.
La que ha tenido una de las más felices frases de estos últimos tiempos ha sido la congresista Rosa Bartra (constantemente ridiculizada por los pasquines antifujimoristas hasta la caricatura insultante, en esencia porque no les gusta a estos limeñosos de primera generación su acentito provinciano de docente de Huamachuco, en La Libertad). Ella le ha dado un “ultimátum” a Del Solar para que resuelva todos los problemas del país en 15 días, tal como él se lo ha dado al Congreso para “resolver” a gusto del gobierno las reformas mamarrachientas que van ha propiciar un caos político que nos terminará hundiendo (basta ver la fantasiosa propuesta de la “comisión Tuesta” de celebrar elecciones internas universales, a nivel nacional y en un mismo día, para que se elijan candidatos con una participación mínima de 250 mil electores inscritos por partido. Si no lo logran, se elimina al partido del registro electoral: ¡en síntesis la desaparición de TODOS los partidos!).
¿Puede resolver el premier TODOS los problemas del país en 15 días? ¿O para qué cree que el mandato del presidente y del Congreso es de cinco años? Y lo más risible de todo es que Del Solar no sabe ni qué papel está interpretando, salvo que se trate de esos engendros posmodernos en la que los actores improvisan una obra sin pies ni cabeza como les da la gana ante un público perplejo que aplaude como foca sin saber qué diablos pasa.
Ha dicho Del Solar que, si las reformas no están a su guisa y como quiere el mandón de Vizcarra, “dará por entendido que la confianza le ha sido negada”. Perdón, un momentito: ¿este actor no ha leído la Constitución? Las cuestiones de confianza NUNCA se dan por “entendido”. Se votan, señor premier. ¿Teme acaso perder la votación y verse en la impronta de firmar con Vizcarra el cierre del Congreso ante la protesta del TC (contundente comunicado de Blume, presidente) y de la Corte Suprema (que ha mandado a pasear al Ministerio Público, Zoraida Ávalos, Vela y Pérez con su pedido de pleno casatorio extraordinario por prisiones preventivas), que ya se están pronunciando contra una muy probable dictadura?
¿O teme el primer ministro que el “pantano” al que aludía Robespierre –y que son los NN y comechados a los que no conoce ni su familia– termine votando a favor de la confianza, y entonces él ya no tenga más cortinas de humo ni incendios falsos que mostrar y no pueda mostrar NADA en lo poco que le queda hasta el 2021?
¿O es que en el fondo de su ser temerá la cárcel, por más que sus ayayeros le hagan creer que está en el papel de De Gaulle con su Quinta República? Porque, hablando de De Gaulle, no sé si habré escuchado bien desde mi cama que Del Solar proponía someter a referéndum las reformas propuestas por el gobierno si el Congreso no las aprobaba. Oiga: eso es traje a rayas obligado para usted, no sé si de Gamarra o de Yves Saint Laurent pero a rayas de cabo a rabo. ¿Y sabe por qué? Porque es una dictadura.
Cuando De Gaulle hizo un referéndum para que los franceses aprobaran su Constitución, ese poder se lo dio la Asamblea Nacional que lo llamó para encargarse de la crisis de Argelia. Y De Gaulle puso como única condición que le dieran poderes absolutos, los que le fueron dados por la Asamblea que se autodisolvió. ¡Aquí usted quiere refrendar el cierre del Congreso, que no le ha otorgado ningún poder para hacer desde el Ejecutivo una nueva Constitución ni tampoco para reformar la existente!
Por último, apelar a la lucha anticorrupción por el archivamiento del caso Chávarry es para los que tenemos ciertas neuronas la idiotez más grande, pues revela el típico guión del “chivo expiatorio” con el que Vizcarra –refrendado por Del Solar– pretende cerrar el Congreso. No hay pruebas de lo que se le acusa a Chávarry y basta citar la propia declaración mediática de la fiscal Rocío Sánchez (a todas luces fanática e ideologizada, pero sobre todo poco eficiente) para tener eso más claro que el agua del manantial donde empieza a correr la nieve del Everest: “Hay que aclarar que lo importante es que no busquemos pruebas directas porque NO EXISTEN PRUEBAS DIRECTAS en casos tan delicados como lo son las organizaciones criminales o delitos clandestinos. Lo que tenemos –y ya está claro para la hipótesis de la Fiscalía– es cuál era la organización, la estructura, la finalidad y cuáles eran las funciones propias que iba a desempeñar cada uno de sus integrantes”.
En simple: NO HAY NINGUNA PRUEBA. TODO ES PURA ESPECULACIÓN. NO EXISTE NADA. ¿Y saben por qué? Porque en España ya los mandaron al cuerno con todas sus “hipótesis” sobre el caso Hinostroza, que es aún “más grave” que el de Chávarry. Lo que sí existe es el afán de una camarilla caviar muy bien organizada a través de pasquines, redes sociales, opinócratas y ONG de la “sociedad civil” de dar un golpe de Estado en la Fiscalía para tener mayoría absoluta y usarla según sus intereses. Para eso y no por otra cosa quieren sacar a Chávarry.
Termino diciendo que es más improbable que Chávarry (supongo que la bancada de FP no se dejará amedrentar esta vez, aunque ahí hay tanto NN que nunca volverá al Congreso que preferirán quedarse dos años más que perderlos por Chávarry, aunque luego se demuestre que es inocente de todas las patrañas que se le achacan) termine tras las rejas a que lo haga Del Solar. Quién sabe si tras las rejas y como preso corone el papel de su vida que nunca ha sido muy bueno. Me refiero al de actor, claro.
Nace un dictador
Por Mariella Balbi– Diario EXPRESO.
El suicidio de Alan García, un acto de valentía, catalizó importantes hechos que permitieron un freno al régimen dictatorial que vivimos. La abusiva acusación de organización criminal se debilita y palidece. Es un delito prefabricado, cuestionado por la justicia española. Las cuentas de Atala indican un reparto familiar de US$12 millones. No existe dinero transferido a García. Muerto este resultaba imposible que Susana Villarán continuara gozando de privilegios judiciales.
La Comisión Permanente rechazó la turbia e inconsistente acusación constitucional contra el ex fiscal de la Nación, Gonzalo Chávarry, provocando un terremoto político más dañino que el reciente. Vizcarra no puede soportar que Chávarry sea investigado permaneciendo en el cargo, al igual que él. Vizcarra tiene un rosario de acusaciones, denuncias, colaboradores eficaces y la complacencia de la fiscalía de la Nación y de la Fiscalía Anticorrupción.
¿Qué sabe Chávarry? ¿Por qué es tan amenazador desde que llegó a la Fiscalía de la Nación? Lo cierto es que este hiperbólico caso le quemó el pastel al régimen, a los medios y a los hueleguisos. Ha provocado que Vizcarra y sus huestes planteen la cuestión de confianza por una reforma política que, la verdad, es un mamarracho diplomado y hecho a la medida.
Pero cualquier quebranto de la democracia tiene un propósito: perpetuarse en el poder. La tal reforma consolida al dictador, mete la mano con descaro a los partidos políticos y nos impone un régimen ‘polpotiano’ de elección alternada: hombre, mujer. No puedo votar por quien me canta el forro, debo cumplir mi cuota de género. A quienes somos feministas consecuentes nos causa rechazo.
La actitud más matonesca, propia de las dictaduras, es amenazar al Congreso: o apruebas lo que impongo sin cambiar nada o te cierro. Importa un bledo que sea un poder del Estado, elegido a veces por más votos que los de muchos presidentes regionales.
Vizcarra quiere que el Congreso sea un moco, el Poder Judicial otro, poseer un control ‘fujimontesinista’ de la Fiscalía. Para ello usa a la DINI, con modernas máquinas ‘chuponeadoras’ compradas por Humala, y a la Diviac. Espía a sus opositores. Pero siempre menciona a la Constitución para darse un barniz de legalidad.
Estamos subsumidos en una sopa de letras para ver cómo salimos de esta tromba política que ya arruinó a la economía y arrastró al Perú a un crecimiento menor del perifoneado 4%. Vizcarra fracasa, se agarra de las encuestas, insiste y lleva al país cada vez más al fondo. Nos espera otro quinquenio perdido.
El Tribunal Constitucional le dio metralleta al mono con su sentencia de noviembre pasado, permitiendo la cuestión de confianza por quítame esas pajas. El desacierto comenzó con un pedido de la oposición. Pero ya dijo lo lógico: el Presidente no puede pedir confianza por reformas constitucionales, no es su facultad y los congresistas no tienen mandato imperativo.
El martillo y la tuerca
Por Mario Ghibellini– Diario El Comercio.
El presidente Vizcarra anunció el miércoles de esta semana la presentación de una cuestión de confianza al Congreso“respecto de las políticas de estado de fortalecimiento institucional y lucha contra la corrupción”. En el discurso en el que dio a conocer su decisión, se tomó el trabajo, además, de precisar cuáles son los cinco propósitos cuya aprobación “sin vulnerar la esencia” se buscaba obtener de parte de la representación nacional. A saber, que la inmunidad parlamentaria no se convierta en impunidad, que las personas condenadas no puedan ser candidatas (al Parlamento o a la presidencia, se entiende), que cualquier ciudadano pueda participar en la selección de candidatos de las organizaciones políticas a través de elecciones primarias e internas, que se elimine el voto preferencial y que se garantice la participación política con alternancia (de género).
Superados algunos problemas de concordancia y con los modos verbales, la enumeración anterior es casi una cita textual de lo dicho por el mandatario, así que resulta legítimo sacar conclusiones a partir de ella.
Preguntémonos, en primer lugar, cuántas de esas iniciativas habían sido ya revisadas y descartadas por la Comisión de Constitución como para motivar el ultimátum al Congreso. Pues solo una: la que se vincula con la inmunidad parlamentaria. Y si revisamos el calendario, descubrimos que fue archivada el 16 de mayo: seis días antes de la marcha del jefe de Estado hasta el Palacio Legislativo para protestar por ello y trece días antes de su anuncio de la cuestión de confianza. Cabe sospechar, pues, que el verdadero problema al que la medida intentaba responder era otro. Uno, por lo pronto, más reciente.
Y no hace falta ser un politólogo colegiado para adivinar que ese problema es el renovado blindaje que la Comisión Permanente le había brindado un día antes del anuncio presidencial al fiscal supremo Pedro Chávarry. De hecho, Vizcarra empezó el miércoles su discurso aludiendo a ese episodio y anexó al final de la enumeración de las materias sobre las que se disponía a demandar la confianza una exhortación a los congresistas “para que reconsideren el archivo de las denuncias constitucionales contra el ex fiscal de la nación”.
-Exhortación de confianza-
Como no existe la ‘exhortación de confianza’, el presidente optó por la otra figura. Pero la verdad es que si el problema era el blindaje a Chávarry, presionar para que se apruebe la alternancia de género en las listas parlamentarias no parece la herramienta de solución más adecuada. Es como si el mandatario quisiera arreglar un mecanismo en el que hay una tuerca suelta, pero solo tuviese a la mano un martillo… Y a pesar de todo, decidiese acometer el inconveniente con el martillo.
A nadie se le escapa, ciertamente, que la explicación de esa incongruencia tiene que ver con el hecho de que la vergonzosa protección al referido fiscal ofrecía una coyuntura política perfecta para sacar al Congreso al fresco. Pero la utilización del instrumento elegido por el jefe de Estado entraña riesgos que no pueden ser ignorados.
Para empezar, es perfectamente posible que la mayoría a la que se pretende ajustar le conceda el 4 de junio al Gabinete Del Solar la confianza solicitada y luego siga haciendo lo que le viene en gana con respecto a las reformas políticas. De ahí los inútiles intentos del gobierno de colocarle parámetros al procesamiento que se les debe dar.
¿Quién podrá definir, por ejemplo, en qué momento se ha “vulnerado la esencia” de lo propuesto por el Ejecutivo en tal o cual reforma como para objetar la versión aprobada sobre la materia por el Legislativo? Ante cualquier tentativa de hacer algo semejante, no es muy difícil imaginar a la integrante más televisiva del Parlamento cambiando a “Condorito” por “El Principito” y recordándole al presidente que “lo esencial es invisible a los ojos”.
Los esfuerzos por imponerle plazos límite a la representación nacional para lidiar con todo el paquete de propuestas –el 15 de junio, según ha postulado el premier– son, por otro lado, casi una invitación al ludibrio; máxime cuando se añade al final la inspirada puntualización: “Si ese plazo es excedido, valoraremos que la confianza nos ha sido rehusada”.
¿Resulta acaso verosímil la posibilidad de que, digamos, dos semanas después de la concesión de confianza, el presidente diga de pronto que se están demorando mucho en aprobar sus reformas o que se las han deformado y que por lo tanto procede a disolver el Congreso? ¿Cree alguien que estaría dispuesto a afectar para siempre su imagen –cuando no su situación legal– con las sombras de conspiración contra el Estado de derecho que una conducta así atraería sobre él?
En esta pequeña columna, estamos persuadidos de que no. Y la veracidad de ese diagnóstico es tan evidente que hasta los más ceporros de los inquilinos de la plaza Bolívar tienen que haber llegado a él, y por lo tanto la amenaza no ha de haberles producido otra cosa que ganas de desafiarla.
-Aserrín, aserrán-
En medio del apremio por recuperar la aprobación ciudadana que se le escurre, Vizcarra daría la impresión de haberse embarcado, pues, en un ejercicio aún más absurdo que el de la caminata hasta el Congreso (que por lo menos reportaba beneficios cardiovasculares). Por una parte, en lugar de someter a la oposición parlamentaria, la ha encabritado. Y por otra, según información publicada en este Diario, ha provocado tensiones con la Presidencia del Consejo de Ministros, cuyo titular prefería intentar primero el diálogo en la Comisión de Constitución. Y que, además, no debe contemplar muy complacido la prueba que toda esta situación ofrece de que es una ficha política fungible para este gobierno.
Ojalá no sea demasiado tarde para sugerirle al presidente que, para solucionar el problemita de la tuerca, cambie el martillo por una llave inglesa. Porque si no, desde el otro lado de la cancha le van a desenfundar seguramente un serrucho. Y eso ya sabemos cómo acaba.
MITAD CORRUPTOS, MITAD ENCUBRIDORES
Por Luciano Revoredo– LaAbeja.pe
Hace algunas semanas que vienen circulando noticias y comentarios en las redes sociales en relación con el dinero sucio que recibió y administró Susana Villarán.
La red de implicados es grande, y poco a poco se va conociendo. Una de las asociaciones más reveladoras es la que mantuvo Villarán con el IDL (Instituto de Defensa Legal). La exalcaldesa fue una de las fundadoras del cuestionado Instituto que dirige Gustavo Gorriti. Lo interesante es que bajo su gestión el IDL recibió casi medio millón de soles en contratos por asesorías y consultorías a la Municipalidad de Lima.
Además, Carlos Rivera Paz, representante legal y directivo del IDL, quien fuera el derrotado abogado defensor de Pedro Salinas en la querella que se le interpuso por difamación, ha representado legalmente a Villarán durante el periodo en el que fue alcaldesa de Lima facturando alrededor de 160 mil soles. En este tinglado de relaciones entra también Paola Ugaz, quien además de pertenecer al IDL, percibió la absurda suma de diez mil quinientos soles mensuales por administrar las redes sociales de la comuna que gobernó Villarán.
Poco a poco se viene evidenciando que estamos ante otra red de contactos e influencias muy bien aceitada con el dinero de Odebrecht. Las pistas e indicios son abrumadores, quizá incluso más claros que en otros casos que han tenido una ruidosa resonancia mediática.
Villarán ya ha reconocido su responsabilidad e inclusive ha declarado con cierto descaro que lo volvería a hacer. Sin embargo, en este caso hay un escandaloso silencio de importantes sectores de la prensa sobre destapes importantes, como el de los correos de Augusto Rey, que han tenido poquísima repercusión y rápidamente se han buscado olvidar con otros ciclos noticiosos. Este proceder, por lo demás, es parte de la manera de operar de ese sector de la prensa que tal vez por razones ideológicas, o quizá por tener rabo de paja, prefiere mirar hacia otro lado. El pueblo con su habitual picardía la ha bautizado como prensa mermelera.
En esa línea, se hace extrañar alguna manifestación de Pedro Salinas respecto de las oscuras implicaciones que se ciernen sobre su socia Paola Ugaz. Las últimas columnas de Salinas han ignorado olímpicamente estos temas que son de no poca relevancia. Recordemos que Ugaz es su socia, su íntima, la “Pao”. No sólo no es un personaje lejano, sino que están embarcados juntos en pesquisas profesionales. ¿No tiene nada que decir al respecto Pedro Salinas?
Se tienen indicios verosímiles y también evidencias contundentes de un comportamiento poco profesional y reñido con la ética por parte de Ugaz. Estamos frente a una suerte de “red” de personas que se han asociado para cometer actos ilícitos.
Según ha insistido Salinas una y otra vez, si uno es parte de una red de esa naturaleza debe conocer todo lo que allí sucede, y por tanto se hace cómplice y/o encubridor. ¿Por qué en este caso Salinas no aplica sus principios implacables? ¿Es acaso un encubridor? La pregunta queda en su cancha.