Ibiza

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José Ferrer Guasch, José Tur Ferrer y Andrés Tur Tur.

La Santa Sede concede su aprobación para que prosiga el proceso para beatificar a 21 curas asesinados en 1936

Por José Miguel L. Romero
La Santa Sede ha concedido la «prórroga de competencia» y el preceptivo ‘nihil obstat’ (aprobación oficial de la Iglesia) para el proceso de beatificación de 21 sacerdotes diocesanos que fueron asesinados en Ibiza y Formentera entre agosto y septiembre de 1936, el breve pero sangriento espacio de tiempo durante el que la República recuperó el poder de las islas tras el golpe de Estado del 18 de julio: «Fueron inmolados por odio a la fe en diferentes lugares del territorio de la diócesis, durante la persecución de 1936», justifica la Iglesia para proceder a la beatificación (declaración de que un difunto, cuyas virtudes han sido previamente certificadas, puede ser honrado con culto) de los que califica como «mártires diocesanos».
El decreto de aprobación del proceso de beatificación de los 21 curas ibicencos fue firmado por el cardenal prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos en Roma, Angelo Amato, así como por el secretario de la congregación, monseñor Marcelo Bartolucci, según detalla el obispado pitiuso en su web oficial.
El inicio de este proceso se remonta al 23 de noviembre de 2008, cuando el obispo de la diócesis, Vicente Juan Segura, dio el primer impulso mediante la declaración del «martirio del siervo de Dios Juan Torres Torres y de 20 sacerdotes diocesanos compañeros mártires». Desde entonces «se han recogido pruebas testificales» acerca de todos ellos para incluirlas en el proceso. Además fue nombrada una comisión de peritos de Historia y Archivística encargada de recoger todos los escritos y documentos sobre todos ellos. El objetivo es recopilar todas las pruebas posibles antes de que «desaparezcan las personas que pueden atestiguar».
La apertura de la causa tuvo su origen una vez «vistos los numerosos escritos de algunos sacerdotes y seglares y oídos muchos testimonios» que solicitaban la beatificación, tal como fue publicado en el Boletín Oficial del Obispado de 2008.
Tres de los sacerdotes cuyo proceso de beatificación se ha iniciado fueron asesinados entre el 7 y el 10 de agosto. El primer caído fue el reverendo Juan Torres Torres, nacido en Eivissa el 20 de abril de 1912, ordenado sacerdote el 6 de junio de 1936 en la catedral de Vila y nombrado entonces ecónomo de la parroquia del Pilar de Formentera. Fue asesinado el 7 de agosto de 1936, «posiblemente entre las 21 y las 22 horas», junto al sargento de Infantería retirado Lucas Ramón Costa.
Cuerpos desaparecidos
En ‘Rafael Alberti en Ibiza’, Antonio Colinas recoge que «ambos opusieron obstinada resistencia con algunos elementos armados» al desembarco republicano, si bien José Luis Gordillo señala en ´Formentera. Historia de una isla´ que el capellán, «que bizqueaba y desconocía el manejo de las armas de caza», poca batalla podía presentar. Fueron fusilados en el puerto de la Savina, donde los vecinos encontraron al día siguiente un charco de sangre, pero no sus cuerpos: «[…] Después fueron echados al mar, puesto que no amanecieron los respectivos cadáveres», se indica al respecto en la Causa General pitiusa. El 22 de febrero de 1937 ambos fueron inscritos en el registro civil de Formentera. Y en ambos casos se subraya que se ignoraba dónde fueron enterrados.
Dieciocho religiosos fueron acribillados la noche del 13 de septiembre en el Castillo, donde fueron conducidos tras ser apresados a punta de fusil, la mayoría de manera muy violenta. La familia de Andrés Tur Tur (nacido en Jesús el 30 de noviembre de 1905, ordenado sacerdote en Eivissa el 16 de marzo de 1929 en la catedral, coadjutor de la parroquia de Santa Eulària y fallecido el 13 de septiembre) conserva el mueble que los milicianos abrieron a culatazos (una docena) con el rifle Mauser. Los otros 18 curas fallecidos aquella trágica jornada fueron Antonio Tur Costa, Antonio Roig Guasch, José Tur Bennassar, Miguel Planells Tur, José Ramón Escandell, Joaquín Cirer Sala, José Riera Bonet, Antonio Cardona Vingut, Francisco Planells Tur, José Torres Torres, Mariano Roig Marí, José Ferrer Guasch, Antonio Marí Torres, Ignacio Serra Riera, Antonio Ramón Orvay, Mariano Escandell Roig, Miguel Riera Bonet, José Tur Ferrer y José Serra Ribas.
La noche del 13 de septiembre de 1936 el Castillo se empapó con la sangre de aquellos sacerdotes, pero también con la de 17 militares y 59 civiles inocentes.
Primera etapa de un largo proceso
El largo proceso de beatificación consta de cuatro etapas. «La primera de ellas conduce a la calificación de siervo de Dios de la persona cuya causa se ha iniciado», según explica el obispado en su página web. El obispo diocesano, en este caso Vicente Juan Segura, y el postulador de la causa solicitan iniciar el proceso, para lo cual «presentan a la Santa Sede un informe sobre la vida y las virtudes de la persona» o personas en cuestión, 21 en el caso de las Pitiusas. La Santa Sede, por medio de la Congregación para las Causas de los Santos, examina entonces el informe y dicta el decreto ´nihil obstat´ por el que nada impide proseguir el proceso, detallan desde el obispado pitiuso.

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