El canciller Héctor Béjar renunció tras unas polémicas declaraciones hechas antes de asumir al cargo, sobre el origen del grupo rebelde Sendero Luminoso, que mató a miles de personas.
El ministro de Relaciones Exteriores era uno de los políticos radicales de izquierda que forman parte del nuevo gabinete de Castillo, lo que ha provocado fricciones con el Congreso, dominado por la oposición.
Béjar, de 85 años y que en su juventud participó en una guerrilla de izquierda en Perú, dijo en una reunión por Internet a inicios de año que el grupo maoísta Sendero Luminoso fue obra de la Marina de Guerra peruana y de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA).
“El terrorismo en el Perú lo inició la Marina (…) Eso se puede demostrar históricamente y han sido entrenados para eso por la CIA”, sostuvo el sociólogo, quien fundó el efímero Ejército de Liberación Nacional (ELN) peruano y llegó a conocer a Ernesto “Che” Guevara en Cuba.
Las palabras de Béjar, difundidas el domingo en un programa de televisión, provocaron la indignación de la Marina, el Congreso y medios de comunicación en un país que vivió dos décadas de guerra interna a fines del siglo pasado con 69000 muertos y desaparecidos, según una Comisión de la Verdad.
La cancillería había informado que las palabras de Béjar fueron “sacadas de contexto” para confundir a la opinión pública, desacreditarlo y obtener su censura.
Desde que fue designado como ministro de Relaciones Exteriores, Béjar había sido criticado por partidos de centro y derecha en el fragmentado Congreso.
La renuncia del canciller añade más incertidumbre política a la gestión de Castillo, lo que está provocando que la cotización de la moneda peruana, el sol, frente al dólar haya caído a mínimos históricos.
El jefe del gabinete de ministros, Guido Bellido, un dirigente del partido marxista que postuló a Castillo, se prepara a acudir el 26 de agosto al Congreso a pedir un voto de confianza.
Quién es Guido Bellido, el controvertido nuevo primer ministro de Perú investigado por “apología del terrorismo”
Bellido encara una investigación preliminar en la fiscalía por el presunto delito de “apología al terrorismo” por unas antiguas declaraciones a favor de una dirigente de Sendero Luminoso, grupo que buscó con las armas derrocar al gobierno.
Un probable rechazo del Congreso al gabinete de ministros ahondaría la agitación política por la llegada del socialista Castillo al poder en el país minero, que el año pasado tuvo hasta tres presidentes en una semana tras las disputas entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Fuente: www.bbc.com
Frente a la sede de cancillería en el centro de Lima piden su renuncia.
El peón de Cuba
Tan vinculado estuvo Cuba con el nombramiento de Béjar que cuando este dejó la Cancillería el último martes, al primer y único medio al que declaró fue a la agencia cubana de noticias Prensa Latina. Y lo hizo para quejarse de que “quieren impedir una política exterior soberana”. ¡Qué tal cuajo!
Lo que muy pocos han advertido alrededor de la designación y la salida de Héctor Béjar del Ministerio de Relaciones Exteriores son las razones que derivaron en su nombramiento. A decir verdad, las razones y los intereses que la dictadura de los Castro tiene para colocar a un peón de Cuba a la cabeza de la Cancillería del Perú.
El dueño de PL hizo sus estudios universitarios en Cuba; y fue en esa isla donde, a inicios de la década de los sesentas, se entrenó un contingente de jóvenes que pretendía iniciar un foco guerrillero en el Perú. El ahora expectorado canciller Héctor Béjar fue parte de ese grupete de insurrectos y terminó en la cárcel hasta que Juan Velasco lo indultó para que trabajara para su gobierno como uno de los encargados de estrechar lazos entre la dictadura militar y Fidel Castro.
Los nexos que el octogenario exguerrillero mantuvo y mantiene con el gobierno cubano y la sumisión que Vladimir Cerrón muestra para con ese régimen, son vergonzosos e inocultables. El sentenciado exgobernador de Junín fue, sin duda, uno de sus principales promotores cuando recién se barajaban nombres para cubrir las plazas al frente de los ministerios del primer gabinete de Pedro Castillo, pero no cabe duda que fue desde La Habana desde donde se definió su designación.
Es cierto que Cerrón fue uno de los primeros en salir en su defensa y luego lamentar su abrupta salida. Pero el interés de los cubanos en manejar nuestra Cancillería y administrar nuestra política exterior, es consabida y antigua.
Si sumamos uno más uno, ¿qué fue lo que hizo Béjar mientras se mantuvo al frente de Torre Tagle? Intentar liquidar el Grupo de Lima. Y lo hizo mientras se llenaba la boca hablando de la “no injerencia” en la política interna de otros países cuando se le preguntaba por los gobiernos de Venezuela, enfrentando una sentencia de la Corte Penal Internacional de La Haya por violar sistemáticamente los derechos humanos; o de Cuba, que acaba de aplastar con vileza y violencia concurridas protestas estudiantiles.
Antes de su nombramiento, Béjar había mostrado su admiración por el narcogobierno que encabeza Nicolás Maduro y por la longeva dictadura cubana, pero también había proferido diversos disparates acerca de Sendero Luminoso y la guerra contra el terrorismo que soportó el Perú. Aun así, Pedro Castillo se vio en la obligación de nombrarlo ministro de Relaciones Exteriores y se procuró el primer gran problema de su administración. ¿Por qué?
Porque lo que Béjar y Cerrón representan en el actual gobierno peruano es justamente la influencia que el castrismo cubano tiene en estos días en Venezuela o Bolivia, y el interés que hace sesenta años la isla ha mostrado por torcer la política exterior de los países de la región. Tan vinculado estuvo Cuba con el nombramiento de Béjar que cuando este dejó la Cancillería el último martes, al primer y único medio al que declaró fue a la agencia cubana de noticias Prensa Latina. Y lo hizo para quejarse de que “quieren impedir una política exterior soberana”. ¡Qué tal cuajo!
Aunque acalladas las protestas del mes pasado, el régimen cubano sabe que se le viene la noche y que pronto le seguirán nuevas movilizaciones sociales. La urgencia de mover un alfil en la Cancillería peruana puede ser vital para sus intereses en la región. El Perú no debe permitirle ningún enroque, nuestra dignidad y soberanía están primero.
Fuente: EDITORIAL PERÚ21