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¡Antimineros contra pobres del Perú!

Bloquearon inversiones en el norte. Ahora van al sur

¡Antimineros contra pobres del Perú!

En el reciente libro Conga (cuando Humala y Heredia paralizaron el desarrollo del cinturón de cobre del norte del Perú), el economista César Humberto Cabrera no solo relata la manera cómo Ollanta Humala y Nadine Heredia paralizaron el proyecto Conga, también revela todo el potencial de desarrollo que tendrían para Cajamarca y el norte del país los proyectos mineros Conga, Galeno, Michiquillay y La Granja.
Diversos estudios señalan que los mencionados emprendimientos mineros podrían producir más de un millón de toneladas de cobre, que se agregarían a los más de dos millones y medio que produce actualmente el Perú. Pero eso no es todo. Los proyectos mineros cajamarquinos permitirían generar miles de empleos y construir dos grandes unidades de procesamiento minero y un ferrocarril para carga y pasajeros. Lambayeque, a través del proyecto Cañariaco, podría integrarse a la vía férrea, mientras Piura podría tener un gran puerto minero en Bayóvar y una refinería para procesar todos los concentrados. Algo más. Quizá no sería extraño que en esta área, tal como puede suceder en el sur, surgiera un clúster minero que no solo posibilite extraer minerales, sino que también desarrolle una industria metal mecánica, como complemento de la actividad minera.
En otras palabras, si estos proyectos mineros, sobre todo de cobre, estuvieran en plena ejecución, el norte del Perú tendría dos motores de desarrollo: la minería y la agroindustria. En este contexto, la pobreza en el norte habría desaparecido significativamente y se acercaría al pleno empleo. Pero, ¿cómo así estas posibilidades de desarrollo se han bloqueado de manera tan dramática, tan inexplicable? La desgracia del norte empezó con las maniobras de Nadine Heredia -tal como lo relata Cabrera en su libro-, jugando en pared con el movimiento antiminero del Perú. A partir del bloqueo de Conga la paralización de los proyectos restantes fue cosa de tiempo. Luego vendría el bloqueo de Tía María.
Pero el movimiento antiminero y la izquierda no solo han paralizado el desarrollo del norte del Perú, sino que ahora empiezan a concentrar sus esfuerzos en bloquear la producción de cobre del llamado Corredor Minero del Sur, que produce alrededor del 50% del cobre nacional y concentra el 60% de la cartera de proyectos mineros. En la huelga magisterial del año pasado, el radicalismo bloqueó los ingresos a las minas Constancia y Espinar en el Cusco, y Las Bambas en Apurímac; y en general, durante todo el 2017 los emprendimientos mineros padecieron el acoso de los sectores radicales.
La pregunta que surge es, ¿por qué un grupo de peruanos petardea de esta manera el desarrollo del país y se convierte en el peor enemigo de los pobres? A estas alturas es incuestionable que el hecho de que el Perú deje de producir más de un millón de toneladas de cobre solo puede favorecer a los grandes traders y especuladores de cobre a nivel planetario. ¿Cuánto más han ganado por el bloqueo de las minas peruanas? De allí que la mayoría de ONG radicales, de una u otra manera, terminen favoreciendo los intereses de los comercializadores de cobre del planeta.
La obsesión de los antimineros con el sur no es broma. Por ejemplo, se acaba de publicar el libro Conviviendo con la minería en el sur andino, de César Flores, vinculado a la ONG ambientalista CooperAcción. El mencionado texto analiza las mesas de diálogo de Chamaca en la provincia de Chumbivilcas (Constancia) y Espinar (Antapaccay) en el Cusco. También evalúa la mesa en Cotabambas en Apurímac (Las Bambas).
El mencionado texto repite todas las leyendas y mitos que desarrollan los sectores antimineros, afirmando que la mayoría de desencuentros en los proyectos mineros se explican por problemas ambientales, y que las llamadas mesas de diálogo deben convertirse en una especie de instancia final que reemplace las funciones del Gobierno central, las regiones y los gobiernos locales.
Como se aprecia, los antimineros no descansan en su cruzada contra el desarrollo y los pobres del Perú, mientras los defensores de las inversiones no se deciden a emprender una guerra ideológica para detener a los enemigos del país.
Fuente: www.elmontonero.pe

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