Camino, verdad y vida

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Evangelio según San Juan 14,1-12: 
Jesús dijo a sus discípulos: “No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.
En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar.
Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.
Ya conocen el camino del lugar adonde voy”.
Tomás le dijo: “Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?”.
Jesús le respondió: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.”
Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”.
Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”.
Jesús le respondió: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: ‘Muéstranos al Padre’?
¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre”.

Santos Jacinta y Francisco Marto

El Papa Francisco declaró santos este 13 de mayo a Francisco y Jacinta Marto, los pastorcitos videntes de Fátima, al inicio de la Misa celebrada en el atrio del santuario mariano y a la que asistieron 500,000 fieles.
De acuerdo al rito, el Santo Padre oyó atentamente la solicitud del Obispo de Leiria-Fátima, Monseñor António Augusto dos Santos Marto, para que se “inscriba a los beatos Francisco Marto y Jacinta Marto en el catálogo de los santos y, como tales, sean invocados por todos los cristianos”.
Durante la petición, el Prelado estuvo acompañado por la postuladora de la causa, la religiosa Angela Coelho. Luego leyó una breve biografía de los dos pequeños hermanos que en 1917, junto con su prima Lucía –actualmente Sierva de Dios–, fueron testigos de las seis apariciones de la Virgen María en esta localidad portuguesa.
Así, luego de las letanías de los santos, el Papa procedió al recitar la fórmula de canonización: “En honor de la Santísima Trinidad, para exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de haber largamente reflexionado, implorando varias veces la ayuda divina y oído el parecer de muchos hermanos nuestros en el Episcopado, declaramos y definimos como Santos a los Beatos Francisco Marto y Jacinta Marto, y los inscribimos en el Catálogo de los Santos, estableciendo que, en toda la Iglesia, sean devotamente honrados entre los santos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
Tras el agradecimiento de Monseñor Dos Santos Marto, estallaron los aplausos de la multitud reunida en las afueras del Santuario de Nuestra Señora de Fátima.
Antes de iniciarse la Misa, la imagen de la Virgen de Fátima entró en procesión transportada por los cadetes de la Academia Militar.
Asimismo, ingresaron las dos lámparas que contienen las reliquias de Francisco y Jacinta, transportadas por la postuladora, la hermana Angela Coelho, y por el consultor de la postulación, Pedro Valinho; acompañados de unos 20 niños y adolescentes de entre 9 y 16 años.
La imagen de la Virgen y las reliquias fueron ubicados a la derecha del altar. La Eucaristía es concelebrada por 8 cardenales, y 73 obispos y arzobispos.
Durante su homilía, el Papa aseguró que María, “previendo y advirtiéndonos sobre el peligro del infierno” al que lleva una vida sin Dios, se apareció en Fátima a tres pastorcitos para “recordarnos la Luz de Dios que mora en nosotros y nos cubre”
Pues “Fátima es sobre todo este manto de Luz que nos cubre, tanto aquí como en cualquier otra parte de la Tierra, cuando nos refugiamos bajo la protección de la Virgen Madre para pedirle, como enseña la Salve Regina, ‘muéstranos a Jesús’”, afirmó.
El Papa recordó a los fieles que “tenemos una Madre” y los exhortó a aferrarse a ella como hijos. Además, destacó que en la celebración de este sábado “nos hemos reunido aquí para dar gracias por las innumerables bendiciones que el Cielo ha derramado en estos cien años” de las apariciones “y que han transcurrido bajo el manto de Luz que la Virgen”.
“Como un ejemplo para nosotros, tenemos ante los ojos a San Francisco Marto y a Santa Jacinta, a quienes la Virgen María introdujo en el mar inmenso de la Luz de Dios, para que lo adoraran. De ahí recibían ellos la fuerza para superar las contrariedades y los sufrimientos”, afirmó.
El Pontífice señaló que “la presencia divina se fue haciendo cada vez más constante en sus vidas, como se manifiesta claramente en la insistente oración por los pecadores y en el deseo permanente de estar junto a ‘Jesús oculto’ en el Sagrario”.
Finalmente, Francisco pidió que “con la protección de María, seamos en el mundo centinelas que sepan contemplar el verdadero rostro de Jesús Salvador, que brilla en la Pascua, y descubramos de nuevo el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece cuando es misionera, acogedora, libre, fiel, pobre de medios y rica de amor”.
Durante la presentación de dones estuvo presente el niño brasileño que se sanó milagrosamente gracias a la intercesión de los nuevos santos. El menor recibió un afectuoso abrazo del Santo Padre al llegar al altar.
También estuvo la familia del argentino Jorge Sosa, vigilante y sacristán del Santuario, quien se casó con Isabel, una mujer portuguesa con quien decidieron llamar a sus dos pequeños hijos Francisco y Jacinta, tal como los dos pastorcitos de Fátima.
Al término de la Eucaristía, el Santo Padre dirigió unas palabras a las personas enfermas que asistieron a la Misa de canonización. “Jesús sabe lo que significa el sufrimiento, nos comprende, nos consuela y nos da fuerza, como hizo con san Francisco Marto y santa Jacinta, y con los santos de todas las épocas y lugares”, les aseguró, para luego bendecirlas personalmente con el Santísimo Sacramento.
Finalmente, desde el altar, Francisco culminó la Misa bendiciendo a los miles de peregrinos con la Custodia.
Fuente: ACI Prensa.

Beato John Sullivan SJ

Este sábado 13 de mayo fue beatificado en Dublín (Irlanda), el Padre John Sullivan, un sacerdote jesuita converso del protestantismo, reconocido por su dedicada labor con los pobres y afligidos.
La ceremonia se llevó a cabo en la iglesia de San Francisco Javier de Dublín y fue presidida por el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Angelo Amato. Concelebró la Eucaristía el Arzobispo de Dublín y Primado de Irlanda, Cardenal Diarmuid Martin.
“Los testigos en los procesos diocesanos a menudo repetían que el Padre Sullivan era ‘un pobre entre los pobres’, ‘la personificación del espíritu de pobreza’. Aunque provenía de una familia rica, una vez que se convirtió en  religioso, se olvidó de las comodidades y se contentó con lo que era puramente necesario. Fiel al voto de pobreza, dio inmediatamente a los demás todo don que recibió”, dijo en su homilía el Cardenal Amato.
El Purpurado también se refirió a un incidente cuando el Padre John, en una de sus visitas habituales a los enfermos, se encontró con un sacerdote en la casa de visita: “El pastor le pidió que se fuera, temiendo a un oponente peligroso en el ministerio. Ante la brusca orden, el Padre Sullivan se arrodilló y pidió perdón. El presbítero se sintió profundamente conmovido”.
Durante la Misa fue desvelado un gran retrato del Beato John Sullivan, y una reliquia de sus cabellos fue llevada al altar.
Después de la ceremonia hubo tiempo para la oración y reflexión, durante la cual los cientos de personas hicieron fila para recibir una bendición de la cruz del nuevo beato.
Biografía
El Beato John Sullivan nació en Dublín el 8 de mayo de 1861. Su padre, el futuro ministro de Justicia de Irlanda, Sir Edward Sullivan, era protestante; y su madre, Bessie Josephine Sullivan, era católica.
Fue educado por su padre en la tradición protestante. Estudió en la Portora Royal School en Enniskillen, y más tarde en el Trinity College en Dublín.
En diciembre de 1896 fue recibido en la Iglesia Católica y cuatro años más tarde ingresó a la Compañía de Jesús.
La mayor parte de su vida sacerdotal la pasó en la escuela jesuita Clongowes Wood College, lugar donde enseñó desde 1907 hasta su muerte.
Desde el principio se destacó por una extraordinaria santidad, por lo que ganó la reputación “persona santa”. Los enfermos y los marginados acudían a él y depositaban grandes esperanzas en sus oraciones, porque muchas habían sido sanados. Inclusive hoy en día sigue siendo así.
En vida ya se extendía una devoción al Padre Sullivan, que continuó después de su muerte el 19 de febrero de 1933.
Su tumba se encuentra en la iglesia jesuita de Gardiner Street, en Dublín, que sigue siendo visitada por los que buscan su ayuda.
El 7 de noviembre de 2014, el Papa Francisco firmó el decreto oficial en el que reconocía las virtudes heroicas del ahora Beato John Sullivan.
Fuente: ACI Prensa.

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