Evangelio según San Juan 10,1-10:
Jesús dijo a los fariseos: “Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.
El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir.
Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.
Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz”.
Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.
Entonces Jesús prosiguió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.
Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento.
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia”.
Siete misioneros españoles del Sagrado Corazón beatificados como mártires
Siete misioneros del Sagrado Corazón españoles han sido beatificados como mártires, ha anunciado el Papa Francisco después de la oración mariana de Regina Coeli, este domingo 7 de mayo de 2017, desde la ventana del despacho que da a la plaza San Pedro.
“Ayer, Antonio Arribas Hortigüela y seis compañeros, religiosos de la congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón, han sido proclamados bienaventurados en Gerona, España. Estos discípulos de Jesús fieles y heroico, fueron asesinados por odio a la fe en una época de persecución religiosa”, ha dicho el Papa.
Ha deseado “que su martirio aceptado por amor a Dios y por la fidelidad a su vocación, suscite en la Iglesia el deseo de dar testimonio con fuerza del Evangelio de la caridad”.
Estos Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, una congregación fundada en Francia por el Padre Jules Chevalier, fueron fusilados en Gerona, Cataluña el 29 de septiembre de 1936.
El Papa Francisco había autorizado la publicación, el 8 de julio de 2016, del decreto de la Congregación para las causas de los santos reconociendo el martirio de estos siete jóvenes españoles, entre ellos, cuatro sacerdotes, asesinados por su fe durante la guerra civil española.
Miembros de la comunidad implantada en Canet de Mar, todos ellos eran muy jóvenes, entre 20 y 28 años. En el momento de su muerte, el Padre Arribas Hortigüela gritó en nombre de todos: “¡viva Cristo rey!”.
Sus compañeros eran tres sacerdotes: Abundio Martín Rodríguez, José Vergara Echevarria, Josep Oriol Isern Massó; y tres religiosos en formación: Jesús Moreno Ruiz, Jose del Amo del Amo y Gumersindo Gómez Rodrigo. Este último, afirman los Misioneros del Sagrado Corazón, fue un “ejemplo de humildad y de caridad evangélica”.
Fuente: www.es.zenit.org
El Papa Francisco autoriza a la Congregación para la Causa de los Santos publicar el Decreto de la próxima beatificación de los Mártires españoles Mateo Casals, sacerdote, Teófilo Casajús, estudiante, y Fernando Saperas, hermano, y compañeros, 109 en total, todos pertenecientes a la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado de María (Claretianos), asesinados por odio a la fe entre 1936 y 1937.
Ante esta extraordinaria noticia, sentimos la necesidad de agradecer a Dios por la ansiada meta que la Congregación ha conseguido y que refuerza su espíritu misionero. Oramos por el Santo Padre para que sus trabajos y fatigas consigan los frutos esperados y para que la Iglesia, guiada por él, continúe en paz su camino hacia el Reino anunciado y esperado.
Ésta será el 21 de octubre del presente año 2017. La celebración será presidida por el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona.
Hermano Fernando Saperas, mártir de la castidad
Fernando Saperas Aluja nació en Alió (Tarragona) el 8 de septiembre de 1905. Cuando tenía siete años, murió su padre, don José Saperas, y la familia se quedó sin los ingresos de albañil con que la mantenía. Al cumplir los 15 años, Fernando marchó a Valls (Tarragona) y Barcelona para trabajar de camarero de hotel y de dependiente de un comercio.
Hizo el servicio militar en Barcelona, cerca del Santuario del Corazon de Maria, regido por los Misioneros Claretianos. Siempre que se lo permitían las obligaciones militares, Fernando asistía a dicho Santuario. Por aquel entonces comenzó a sentir el deseo de ingresar en una comunidad religiosa, si no para estudiar, porque su edad ya no lo permitía, al menos para servir en ella como criado. Fue aceptado en la Congregación, no como criado, sino como Hermano misionero. Su ingreso se produjo a finales de 1928.
Una vez realizados los años de formación, fue destinado a Cervera, a la comunidad de la Universidad. Cada día se acrecentaba en él la piedad con que había sido agraciado desde niño. Ademas de asistir a los actos de oración de la comunidad, de participar en la misa y comulgar, hacía frecuentes visitas al Santísimo, realizaba el ejercicio del Viacrucis y rezaba las tres partes del rosario. Junto a la piedad se desarrolló en el Hno. Saperas el amor a la vocación y al Instituto. «Nunca -solía decir- podremos dar las debidas gracias a Dios por el beneficio de la vocación». Sin embargo, la nota mas característica de su espiritualidad fue su buena disposición para el trabajo y el celo misionero con que lo desempeñó. Cumplía sus cargos con diligencia, limpieza, orden y con una impronta evangelizadora.
Estaba encargado de la portería cuando el 21 de julio de 1936 los 117 claretianos de Cervera tuvieron que dispersarse precipitadamente. El Hermano Fernando se dirigió a la comunidad de Solsona con el grupo más numeroso. Pero tuvieron que dispersarse por el camino. Después de rodar por varios caserios de la comarca, y trabajar en la casa del señor Riera de Montpalau, tuvo que marchar hacia la finca de otro amigo, el señor Bofarull. Fue detenido en la mañana del 12 de agosto. Una vez que manifestó su condición de religioso, fue sometido a toda clase de provocaciones y vejaciones contra la castidad. Finalmente, tras quince horas de sufrimientos, perdonando a sus verdugos, murió fusilado a las puertas del cementerio de Tárrega (Lérida). Era ya el 13 de agosto de 1936.
Fuente: www.claret.org