Por Mónica López Baltodano
Desde hace dos años, diría yo, se puso en marcha un deliberado proceso de fetichización llamado el “Gran Canal Interoceánico”. Trama de intoxicación de la palabra y la comunicación, de aturdimiento y sumisión de conciencias, en esta Nicaragua convertida hoy, en una especie de “prisión invisible, sin muros, ni puertas”.
Con honestidad científica debo reconocer que en el mercado de la opinión pública, el poder, concentrado en la figura de la pareja presidencial -que ejerce de manera monopólica el control casi total de los medios de creación de opinión y los canales del tejido social e institucional indispensables para la creación de conciencias-, ha logrado imponer la opinión sumisa de que el Canal Interoceánico y su caporal, esta vez chino, trae consigo el mágico hechizo que pondrá fin a los problemas históricos del país.
Esta engañosa verdad del poder, fundada en el canal alucinante, mito que ha recorrido el torrente histórico de Nicaragua desde la conquista, ha sido convocado ahora para lograr, con todo el peso de la violencia simbólica y el ejercicio sin escrúpulos del poder, seducir y someter el consciente e inconsciente de una ciudadanía ansiosa y sedienta de la realización de tantas expectativas colectivas frustradas.
Sociedad la nuestra predispuesta a tomar voluntariamente el somnífero de la moderna colonización de Nicaragua, hoy sintetizada en una mega-concesión del Presidente Ortega, que en su esencia es la antítesis de las luchas emancipadoras de la humanidad.
Estimados amigos y amigas:
No existen verdades del poder exentas de mentiras, ocultamientos y engaños. Como también es muy cierto que la verdad silenciada de la opinión crítica, que busca fisuras para liberarse, tampoco prevalece por sí misma. No prevalece sin resistencia popular. No prevalece sin arduo trabajo, en tiempos complejos de criminalización de la protesta, de campañas de intimidación, difamación y agresiones.
Amigos y amigas, la verdad no prevale sin información honesta y transparente.
Permítanme en una pincelada resumir mis modestos aportes al develamiento y desmitificación de lo que yo llamo, la perversión sin precedente del ejercicio del poder absoluto, de este gran negocio de la ignominia y la usurpación descarada de la soberanía nacional.
Luego de casi dos años de investigación, y sobretodo, del acompañamiento a las acciones de insubordinación y resistencia de miles de ciudadanos encabezados por el Consejo Nacional en Defensa de la Tierra, el Lago y la Soberanía Nacional, quiero compartirles 10 afirmaciones:
1. Enfrentamos una concesión abiertamente inconsulta y violatoria de derechos humanos, que atropellando intempestivamente la Constitución de Nicaragua, vergonzosamente fue aprobada en la Asamblea Nacional, por la Bancada de Gobierno, en tan solo 3 horas de debate y en expedito trámite formal que duró menos de una semana.
2. Enfrentamos una concesión que entrega por 116 años, derechos absolutos a favor de un inversionista privado sobre nuestros más valiosos recursos naturales, entre ellos, nuestro majestuoso Lago Cocibolca, y más de 7 áreas protegidas nacional e internacionalmente. Ello, sin que existiera previamente ningún tipo de estudio de impacto ambiental, ni mucho menos estudios de factibilidad técnica, financiera o comercial.
3. Enfrentamos una concesión que entrega propiedades públicas, privadas y comunitarias de pueblos indígenas, en cualquier de los territorios que el inversionista desee, que bien puede ser cualquier parte del país, quedando el pueblo nicaragüense sometido a un régimen de expropiación vergonzoso, que no solo le entrega a Wang Jing gratuitamente las propiedades públicas, sino que es extremamente oneroso para más de 40,000 productores y campesinos quienes, siendo sometidos a un despojo forzoso de sus hogares, según la Ley Canalera recibirían un pago equivalente al valor catastral -que es ampliamente inferior al valor real de sus tierras-, y un ticket sin retorno para el viaje incierto de su reubicación.
4. Enfrentamos una concesión que vende al país por un pago directo de 100 millones de dólares, pagaderos a destajos si funciona el canal, monto que para ilustrar es directamente proporcional a lo que ingresa en nuestra economía nacional, en tan solo 2 meses de remesas familiares. Actualmente, Nicaragua ostenta tan solo el 1% de las acciones totales del proyecto.
5. Enfrentamos una concesión que generosamente exime al inversionista, sus amigos y aliados, del pago de cualquier tipo de impuestos durante 116 años para todos los proyectos incluidos en el gran-combo de la concesión, dígase canal húmedo, canal seco, oleoducto, puertos de aguas profundas, zonas de libre comercio, aeropuerto, y la gran caja de sorpresas de los nuevos sub-proyectos que Wang Jing puede ir agregando ad infinitum, bajo su libre albedrío y sin pagar un centavo.
6. Enfrentamos una concesión que, en palabras del Presidente, prometía generar un millón de empleos pero que ahora, en palabras del inversionista chino, teóricamente tan solo aseguraría 25,000 empleos para nicaragüenses en condiciones de enclave y jornadas extenuantes.
7. Enfrentamos una concesión que inventó un mega-ministerio llamado “Comisión del Canal”, que no solo se erige como autoridad todopoderosa –bajo designio Presidencial-, sino que paradójicamente hoy, 18 meses después de inventada, nadie sabe dónde se reúnen, cuando se reúnen, ni mucho menos qué deciden -en nombre de los nicaragüenses- pues sus resoluciones nunca han sido publicadas.
8. Enfrentamos una concesión entregada arbitrariamente a un ciudadano chino, llamado Wang Jing, quien hemos descubierto, ha constituido una red de 16 empresas de maletín, fantasmas jurídicos inventados para este proyecto, sin antecedentes técnicos ni experiencia y que están “respaldadas”, según documentos de registro, por capitales sociales que oscilan entre $400 y $1,200 dólares. Nadie sabe hoy de dónde saldrán los 50 mil millones de dólares que hipotéticamente cuesta el proyecto.
9. Enfrentamos una concesión que abusivamente sustrae al inversionista del cumplimiento de la ley nacional, estableciendo que no se le podrán aplicar sanciones ni civiles, ni penales, ni administrativas. Y que aún va más allá, pues el Presidente Ortega, como si se tratase de la cereza del postre, también prometió a Wang Jing reformar la Carta Magna de la nación entera, ajustándola a los intereses corporativos del gran capital, como en efecto lo hicieron.
10. Frente a la concesión que enfrentamos, nosotros también hemos respondido:
–> Más de 70,000 campesinos y pobladores han protagonizado 30 marchas de protesta en diferentes partes del país, en tan solo 5 meses.
–> Ello han recogido ya más de 60,000 firmas demandando la derogación de la ley canalera, firmas que se suman a los 32 recursos por inconstitucionalidad que 180 ciudadanos presentamos en su momento.
–> El mundo ha enviado 10,000 cartas a Ortega solicitando la suspensión del proyecto, junto a organismos y redes internacionales de mucho prestigio que también se han pronunciado.
–> Líderes indígenas del Caribe han solicitado medidas cautelares en contra del Estado de Nicaragua ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
–> Con el Grupo Cocibolca hemos realizado más de 20 foros-debates, a los que el gobierno nunca asiste, que se suman a los valiosos esfuerzos de la Academia de Ciencias de Nicaragua.
–> Se han creado comités de solidaridad en España, Italia y Costa Rica, y siguen creciendo.
Y ahora, al igual que ustedes, estamos aquí por amor al majestuoso Cocibolca, por amor a la urgente armonía entre sociedad y naturaleza, y porque no queremos vivir engañados en una patria de enclave.
Estamos aquí porque no le tenemos miedo al progreso, porque no tememos defender la libertad, en fin, porque estamos comprometidos con el llamado de nuestro querido Padre Ernesto “el mundo debe saber lo que pasa en Nicaragua”.
Diez verdades sobre la promesa del ‘Gran Canal’
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