Busco la santidad

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Busco la santidad

Por Ysela Vega- Diario La República
El
amor a Cristo ha fortalecido su espíritu, el que está incólume a pesar de las adversidades que trajo consigo el atentado delincuencial del que fue víctima hace diez años y que lo dejó postrado en una silla de ruedas, hecho que para el reverendo padre Edwin Santa Cruz Pérez significó un llamado para hacer el bien, purificar su alma ayudando a los que sufren carencias afectivas y a labrar su camino hacia la santidad.
Su carácter afable, jovial y un buen sentido del humor, el que demuestra en cada uno de sus actos y a todos, sin hacer diferencia de ningún tipo, han convertido a este religioso en uno de los predilectos de niños y menesterosos, los que dan testimonio de su paciencia y de la tranquilidad espiritual que transmite con solo dialogar; virtudes que comprobé al entrevistarlo en su morada, el seminario Santo Toribio de Mogrovejo.
Llamado divino
“Dios me hizo el regalo más bonito al acogerme en su rebaño como sacerdote”, expresa Edwin de 39 años, quien a los 14 años descubrió su vocación sacerdotal en su natal Languden, caserío de la provincia de Santa Cruz (Cajamarca). Poco tiempo después sus hermanas Merly y Jovita Guadalupe le siguieron los pasos al unirse a la congregación Misioneras de Jesús Verbo y Víctima.
Nacido en el seno de una familia humilde y católica, en donde el cariño y la disciplina fueron la mezcla perfecta que lo motivó a servir a la iglesia. En 1993 dejó su pueblo para ingresar al seminario y tras ocho años de estudios, el 8 de diciembre del 2001, en la fiesta religiosa de la Inmaculada Concepción, el obispo de la Diócesis de Chiclayo, monseñor Jesús Moliné Labarta, lo ordenó sacerdote.
Recuerda que su primera misión como vicario la realizó en la parroquia Santa Lucía de Ferreñafe. Empero dos años después se le designó como párroco de la parroquia San Pablo en Incawasi y Sagrado Corazón de Jesús en Batangrande, sin saber que su destino ya estaba marcado, un atentado, cambiaría sus planes de vida.

Misa en la catedral

“Perdónalo, Señor”
El 7 de marzo del 2003 llegó a Batangrande para evangelizar y propagar la palabra de Dios, sin embargo tres meses después, exactamente el 30 de junio, la fe y la fidelidad de Edwin a quien sus amigos cercanos de cariño lo llaman, “El padre incógnita”, por no saber cómo reaccionará su organismo clínicamente las 24 horas, fue puesta a prueba al ser herido de bala por Henry Carrión Rueda, alias “Mono”, en la carretera Chiclayo-Chongoyape a causa de la ambición para adueñarse de la motocicleta que conducía el sacerdote.
Sin que su sonrisa de esfume al recordar este triste episodio, me dice que debió fingir su muerte para salvar su vida. “Iba en la moto, cuando este hombre gritó: ¡Padre, padre! Yo creí que necesita apoyo, por lo que retorné hasta el lugar donde él estaba. Sin ningún remordimiento, esta persona me apuntó con el arma de fuego y me disparó.
Caí a la pista, pero estaba conciente de todo. El sujeto se acercó a mí para verificar si había fallecido, es por eso que lo simulé. De pronto, me arrastró hasta unos campos para abandonarme”, afirma y agrega que es un milagro que esté vivo.
Santa Cruz continúa con su narración al afirmar que en ese momento, solo dos pensamientos abarcaron su mente, como es el perdón. “Le dije Señor si esa es tu voluntad la respeto, perdona a este hombre y a mí por cualquier falta que haya cometido. Me entregué a Jesucristo en cuerpo y alma”, exclama.
Nuevas metas
Queda mucho por decir de este bondadoso clérigo, quien después de recobrar las fuerzas y sus ganas de seguir en la senda del bien, aún cuando padece de paraplejia flácida que le quitó la movilidad de sus piernas, está decido en continuar captando ovejas para el rebaño de Cristo para ayudar y comprender a quienes sufren de algún tipo de discapacidad.
“Cargo la cruz de nuestro ‘Señor Amor’, pues algo quiere de mí”, exclama, antes de despedirse y agradecer todo lo que ha recibido del Creador.

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