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Dialogar al interior de la compleja Iglesia italiana
Por Fabricio Mastrofini
El Congreso Eucarístico, que se desarrolla periódicamente y reúne a los diferentes componentes de la Iglesia italiana, es importante desde el punto de vista teológico, porque recuerda que la Iglesia se constituye alrededor de la eucaristía. Así como en la misa dominical en la parroquia, los fieles, los grupos, las asociaciones, los movimientos se reúnen a orar, también la Iglesia italiana hace lo mismo con las diferentes «almas» que pasan por ella. Así como los doce apóstoles, diferentes entre sí, se reúnen en la mesa de la última cena porque están unidos por un hilo común y por la fe en Cristo, también a nivel nacional sucede lo mismo con el Congreso Eucarístico. Y es el motivo por el que estas citas oscilan entre la espiritualidad y los debates sobre temas sociales. En este sentido, se recuerda siempre el pasaje del Evangelio según Lucas sobre Marta y María, las dos hermanas que reciben a Jesús: una se mantiene ocupada con los quehaceres, la otra se detiene para escucharlo. Pasaje interpretado como la representación de los dos aspectos que deben ir juntos: la contemplación y la actividad. Dos aspectos que, con el tiempo, declinaron en modos diferentes, e incluso polémicos: los contemplativos son acusados de olvidarse de los problemas materiales de las personas; los activistas, de no dar espacio a la oración y de transformar la fe en obras demasiado sociales. Son las críticas generalmente dirigidas a quien se ocupa demasiado de aliviar los problemas de los demás. El Congreso Eucarístico debería servir para llevar al diálogo a diferentes elementos de una Iglesia italiana que es, de todos modos, compleja y no unívoca. El Concilio Vaticano II ha dado un nombre grandilocuente a la necesidad de dirigirse hacia el mismo fin de la realización del Evangelio, acuñando la denominación «eclesiología de comunión». En general no sucede y, sin embargo, desde el punto de vista teórico se busca hacerlo.
Para profundizar sobre estos aspectos, sugiero:
• Desde el punto de vista teológico, para una conexión con el conjunto de la teología y de la historia de la salvación en la interpretación cristiana: Powers J. M., Teología eucarística [Teología de la eucaristía], Queriniana, Brescia, 1979; pp. 240; 14.50 euros.
• Desde el punto de vista personal, para comprender de qué modo la participación en la misa y los símbolos de la misma pueden entrar en la vida de cada uno de los creyentes: Nouwen J.H., La coppa della vita [La copa de la vida], Queriniana, Brescia, 2011; pp. 104; 9 euros.
• En el plano pastoral, es decir, del modo concreto de introducir una celebración en la vida de toda la Iglesia, es útil, entre otros: Ruggeri G., Il profumo del pane [El aroma del pan], Queriniana, Brescia, 2005; pp. 132; 7 euros.
Por Fabricio Mastrofini
El Congreso Eucarístico, que se desarrolla periódicamente y reúne a los diferentes componentes de la Iglesia italiana, es importante desde el punto de vista teológico, porque recuerda que la Iglesia se constituye alrededor de la eucaristía. Así como en la misa dominical en la parroquia, los fieles, los grupos, las asociaciones, los movimientos se reúnen a orar, también la Iglesia italiana hace lo mismo con las diferentes «almas» que pasan por ella. Así como los doce apóstoles, diferentes entre sí, se reúnen en la mesa de la última cena porque están unidos por un hilo común y por la fe en Cristo, también a nivel nacional sucede lo mismo con el Congreso Eucarístico. Y es el motivo por el que estas citas oscilan entre la espiritualidad y los debates sobre temas sociales. En este sentido, se recuerda siempre el pasaje del Evangelio según Lucas sobre Marta y María, las dos hermanas que reciben a Jesús: una se mantiene ocupada con los quehaceres, la otra se detiene para escucharlo. Pasaje interpretado como la representación de los dos aspectos que deben ir juntos: la contemplación y la actividad. Dos aspectos que, con el tiempo, declinaron en modos diferentes, e incluso polémicos: los contemplativos son acusados de olvidarse de los problemas materiales de las personas; los activistas, de no dar espacio a la oración y de transformar la fe en obras demasiado sociales. Son las críticas generalmente dirigidas a quien se ocupa demasiado de aliviar los problemas de los demás. El Congreso Eucarístico debería servir para llevar al diálogo a diferentes elementos de una Iglesia italiana que es, de todos modos, compleja y no unívoca. El Concilio Vaticano II ha dado un nombre grandilocuente a la necesidad de dirigirse hacia el mismo fin de la realización del Evangelio, acuñando la denominación «eclesiología de comunión». En general no sucede y, sin embargo, desde el punto de vista teórico se busca hacerlo.
Para profundizar sobre estos aspectos, sugiero:
• Desde el punto de vista teológico, para una conexión con el conjunto de la teología y de la historia de la salvación en la interpretación cristiana: Powers J. M., Teología eucarística [Teología de la eucaristía], Queriniana, Brescia, 1979; pp. 240; 14.50 euros.
• Desde el punto de vista personal, para comprender de qué modo la participación en la misa y los símbolos de la misma pueden entrar en la vida de cada uno de los creyentes: Nouwen J.H., La coppa della vita [La copa de la vida], Queriniana, Brescia, 2011; pp. 104; 9 euros.
• En el plano pastoral, es decir, del modo concreto de introducir una celebración en la vida de toda la Iglesia, es útil, entre otros: Ruggeri G., Il profumo del pane [El aroma del pan], Queriniana, Brescia, 2005; pp. 132; 7 euros.