El Día de la Tierra se celebra el 22 de abril de cada año. Su promotor, el senador estadounidense Gaylord Nelson, instauró este día en 1970, buscando la creación de una agencia ambiental. Hoy, el Día de la Tierra apunta a la toma de conciencia de los recursos naturales del planeta y su manejo, a la educación ambiental, y a la participación como ciudadanos ambientalmente conscientes y responsables.
Reflexiones de Carl Sagan
En él se encuentra todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió, vivió sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol.
La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades visitadas por los habitantes de una esquina de ese pixel para los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida.
Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.
Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de los prejuicios humanos que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido.
Victor Franz Hess
En 1911 y 1912, el físico austriaco Victor Hess realizó una serie de ascensos en globo para medir la radiación atmosférica. Buscaba la fuente de una radiación ionizante registrada en un electroscopio; la teoría predominante era que la radiación provenía de las rocas terrestres.
Para comprobar la teoría, en 1909 el científico alemán Theodor Wulf midió la tasa de ionización cerca de la cima de la Torre Eiffel (a unos 300 metros de altura) con un electroscopio portátil. Aunque esperaba que la tasa de ionización disminuyera con la altura, Wulf observó que la tasa de ionización en la cima era justo por debajo de la mitad que a nivel del suelo, una disminución mucho menos significativa de lo previsto.
Los vuelos en globo de Victor Hess llevaron estas mediciones aún más lejos. En 1911, su globo alcanzó una altitud de unos 1100 metros, pero Hess no encontró ningún cambio esencial en la cantidad de radiación en comparación con el nivel del suelo. Posteriormente, el 17 de abril de 1912, Hess ascendió a 5300 metros durante un eclipse solar casi total. Dado que la ionización de la atmósfera no disminuyó durante el eclipse, dedujo que la fuente de la radiación no podía ser el Sol, sino que debía provenir de un espacio más lejano. En lo alto de la atmósfera, Hess había descubierto una fuente natural de partículas de alta energía: los rayos cósmicos.
Hess compartió el premio Nobel de Física de 1936 por su descubrimiento, y desde entonces los rayos cósmicos han demostrado ser útiles en experimentos de física, incluidos varios en el CERN.
Mapamundi de Martin Behaim, primer globo terráqueo de la historia
En el año 1492 el alemán Martin Behaim, ayudado por el miniaturista Georg Holzschuher, diseñó un mapa esférico que actualmente se considera la primera representación del globo terráqueo de la historia.
Es cierto que otras culturas anteriores ya diseñaron globos de este tipo, como por ejemplo el griego Crates en el siglo III a.C., pero ninguno de ellos se ha conservado, siendo el de Behaim el más antiguo.
El primer rasgo interesantes del Mapamundi de Behaim es precisamente el hecho de ser una esfera, lo cual obligó a su autor a considerar la anchura del océano entre Europa y Asia.
Curiosamente el globo fue diseñado y presentado en el mismo año del Descubrimiento de América. Esto supuso que quedara rápidamente obsoleto, aunque por otra parte le confiere el valor de ser el último mapa del mundo anterior a este evento.
Behaim diseño su globo por encargo de las familias más importantes de Nuremberg, su ciudad natal. En su día fue denominado Erdapfel (en alemán: “manzana de la Tierra”).
Hay que señalar que Behaim no fue un explorador, aunque sí un gran cartógrafo y estudioso de la geografía de su tiempo. Aprendió las técnicas del oficio en Portugal, que por aquel entonces contaba con importantes escuelas de cartografía.
Aspectos técnicos
El globo tiene un diámetro de 50.8 cm y en él están las líneas del ecuador, los trópicos y los círculos polares. El ecuador se divide en 360°, aunque éstos no están numerados. Sólo se señala un único meridiano, ubicado 80° al oeste de Lisboa.
El cálculo de los grados ofrece una imagen engañosa de la distancia real entre Europa y Asia por el oeste. Esto se debe a que en el diseño de Behaim se dieron por válidos los cálculos de Tolomeo sobre el tamaño del planeta.
La precisión geográfica del globo varía de un continente a otro y depende en gran medida de las fuentes utilizadas. El Mediterráneo se representa demasiado alargado, mientras que los continentes de Europa y Asia son demasiado grandes.
Como es lógico, las costas de Europa y el Mediterráneo están representadas con mayor precisión, al ser los territorios más conocidos y mejor estudiados en aquella época. África se muestra también con gran detalle, especialmente en la costa norte y oeste. Este grado de precisión puede explicarse por el viaje de Behaim en el año 1490 por la costa occidental africana, guiado por una carta náutica portuguesa bastante exacta.
La costa oriental africana y en general el continente asiático presentan un alto grado de imprecisión y distorsión. El subcontinente indio es apenas reconocible como tal y el Pacífico está salpicado por un gran número de islas míticas e inexistentes. También en el Atlántico aparece representada la legendaria Isla de San Borondón, incluida en el archipiélago canario.
El Mapamundi de Martin Behaim se exhibe actualmente en el Museo Nacional Germano de Nuremberg (Alemania).