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Amor con amor se paga

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Eckhart de Hochheim OP (Tambach, Turingia, 1260–Colonia, 1328), más conocido como Meister Eckhart en reconocimiento a los títulos académicos obtenidos durante su estancia en la Universidad de París (Meister significa “maestro” en alemán), fue un monje dominico, conocido por su obra como teólogo y filósofo y por sus visiones místicas.
Biografía y obra
Ha sido uno de los más influyentes teólogos del Medievo, pese a la relativa heterodoxia de sus obras, en las cuales la influencia neoplatónica es tangible. Enseñó en varias de las escuelas más prestigiosas de su orden hasta ser acusado de herejía en sus últimos años; aunque el Papa Juan XXII declaró heréticas algunas de sus proposiciones en la bula In agro dominico de 1329, Eckhart murió en paz con la Iglesia. La ortodoxia de su obra sigue actualmente en discusión, lo que no ha impedido que ejerciese una poderosa influencia en buena parte de la filosofía alemana de los últimos siglos.
Como miembro de la Orden de los Predicadores, las doctrinas de Eckhart se apoyaron en la sólida base teológica proporcionada por Tomás de Aquino; sin embargo, el componente neoplatónico que había introducido éste en una ontología fundamentalmente aristotélica -por ejemplo a través de la doctrina de la participación- adopta en Eckhart un carácter mucho más marcado, aproximándose a las tesis que siglos antes había sostenido Juan Escoto Eriúgena. La característica principal de la teología de Eckhart es la fertilidad de Dios, de cuya sobreabundancia de amor procede el Hijo o Verbo; esta sobreabundancia, que es origen también de la creación del mundo, está estrechamente ligada al clásico concepto neoplatónico de emanación, aunque en la teología de Eckhart la creación del mundo es claramente un acto de voluntad divino y no una consecuencia necesaria de su esencia. Eckhart replica también la distinción de Eriúgena entre natura naturans y natura naturata para distinguir la divinidad única de Dios (su ser absoluto e incualificado) de su expresión en la Trinidad, en la que ésta se realiza y manifiesta. Este proceso, al que califica en ocasión de “autorrevelación” de la trinidad, interesaría profundamente a los idealistas, en especial a Hegel, que vería en él una prefiguración de sus propias doctrinas.
Las obras doctrinales de Eckhart, en el latín de la época, circularon durante varios siglos; Nicolás de Cusa las menciona, pero luego se consideraron perdidas hasta que el fraile Henry Denifle encontró manuscritos de las mismas en Erfurt en la década de 1880. Su hallazgo dio lugar a un renacimiento del interés por Eckhart, del cual se habían conservado hasta el momento sólo sermones escritos en lengua vernácula —de elevada y peculiar retórica— y los comentarios de otros autores.
Bibliografía
Maestro Eckhart. El fruto de la nada (y otros escritos). 1998 [1ª edición, 5ª impresión]. Madrid: Ediciones Siruela.
—. Tratados y sermones. 1983, 744 p. (agotado). Barcelona: Editorial Edhasa.
Fuente: Wikipedia.
Virgen de GuadalupePoesía mística de San Juan de la Cruz (1542-1591)
Cántico espiritual
Canciones entre el alma y el Esposo
Esposa
1. ¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
2. Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
3. Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

Pregunta a las criaturas
4. ¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.
Respuesta de las criaturas
5. Mil gracias derramando
pasó por estos Sotos con presura,
e, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.
Esposa
6. ¡Ay, quién podrá sanarme!
Acaba de entregarte ya de vero:
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero.
7. Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.
8. Mas ¿cómo perseveras,
¡Oh vida!, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?
9. ¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?
10. Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.
11. ¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!
12. ¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!
El Esposo
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.
La Esposa
13. Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,
14. la noche sosegada
en par de los levantes del aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.
15. Nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.
16. A zaga de tu huella
las jóvenes discurren al camino,
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.
17. En la interior bodega
de mi Amado bebí, y cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía;
y el ganado perdí que antes seguía.
18. Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa;
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa:
allí le prometí de ser su Esposa.
19. Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.
20. Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido;
que, andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada.
21. De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.
22. En solo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello,
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.
23. Cuando tú me mirabas
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo
que en ti vían.
24. No quieras despreciarme,
que, si color moreno en mi hallaste,
ya bien puedes mirarme
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mi dejaste.
25. Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no parezca nadie en la montiña.
26. Detente, cierzo muerto;
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.
Esposo
27. Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.
28. Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada.
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.
29. A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores
y miedos de las noches veladores,
30. Por las amenas liras
y canto de serenas os conjuro
que cesen vuestras iras,
y no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro.
Esposa
31. Oh ninfas de Judea!,
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
morá en los arrabales,
y no queráis tocar nuestros umbrales
32. Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas
Esposo
33. La blanca palomita
al arca con el ramo se ha tornado
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado.
34. En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.
Esposa
35. Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte ó al collado
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
36. Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos
37. Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí, tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día:
38. El aspirar del aire,
el canto de la dulce Filomena,
el soto y su donaire,
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena
39. Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco parecía,
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.
Llama de amor viva
Canciones del alma en la íntima comunicación, de unión de amor de Dios.
1. ¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
2. ¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando. Muerte en vida la has trocado.
3. ¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su Querido!
4. ¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!
Noche oscura
Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación.
1. En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada
¡Oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
2. A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
3. En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
4. Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
5. ¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que el alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
6. En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba
7. El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
8. Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
Quedéme no sabiendo
Coplas hechas sobre un éstasis de harta contemplación
Entréme donde no supe
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia tracendiendo.
I
Yo no supe dónde entraba,
pero cuando allí me vi
sin saver dónde me estaba
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo
toda sciencia trascendiendo.
II
De paz y de piedad
era la sciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida vía recta
era cosa tan secreta
que me quedé balbuciendo
toda sciencia trascendiendo.
III
Estava tan embebido
tan absorto y ajenado
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo
toda sciencia tracendiendo.
IV
El que allí llega de vero
de sí mismo desfallesce
quanto sabía primero
mucho baxo le paresce
y su sciencia tanto cresce
que se queda no sabiendo,
toda sciencia tracendiendo.
V
Cuanto más alto se suve
tanto menos se entendía
que es la tenebrosa nuve
que a la noche esclarecía
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda sciencia tracendiendo.
VI
Este saber no sabiendo
es de tan alto poder
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer
que no llega su saber
a no entender entendiendo
toda sciencia tracendiendo.
VII
Y es de tan alta excelencia
aqueste summo saber,
que no ay facultad ni sciencia
que la puedan emprender
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
yrá siempre tracendiendo.
VIII
Y si lo queréis oýr
consiste esta summa sciencia
en un subido sentir
de la dibinal esencia
es obra de su clemencia
hazer quedar no entendiendo
toda sciencia tracendiendo.

Franciscanos 800 años de fraternidad

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San Francisco de Asís

La historia de Francisco es la historia de la gracia y de la conversión. Francisco es testimonio elocuente y grandioso de que Dios es, de que Dios existe, de que Dios es amor, de que no podemos vivir sin este amor, sin este Dios. Francisco es anhelo y realización, desde este Dios del Amor, de las aspiraciones más profundas y más nobles del corazón del hombre. Francisco expresa y ejemplariza además las dos tendencias y tensiones del creyente en busca del equilibrio y de la propia vocación: la ascética y la mística, la misión y la contemplación, la oración y la caridad.
Y lo demás -que en su vida fue tanto y tan grande- a él se le dio y a nosotros se nos dará y vendrá por añadidura: la paz, la fraternidad, la pobreza, la humildad, la caridad, el respeto y la promoción de la naturaleza. Y todo porque Francisco descubrió, siguió, amó y transmitió al Cristo total: al Amor Encarnado, al Amor Crucificado y al Amor Resucitado.
San Francisco de Asís es patrono de los ecologistas, de los agentes forestales, de parroquias, de ciudades –como San Francisco, en USA-, de los veterinarios, de los pacifistas. Como escribía el sacerdote y poeta catalán del siglo XIX, Jacinto Verdaguer, terciario franciscano, “quien por fraile quien por hermano, todo el mundo es franciscano”.
De todas las ramas franciscanas, han florecido en santidad 571 santos y beatos. Ninguna otra familia religiosa tiene tantos. Literatos tan extraordinarios como Dante, Todi, Tasso, Chesterston, Rubén Darío, Valle Inclán, Julien Green, Kazantzakis, escribieron espléndidas páginas de la mejor literatura en memoria y honor del “Poverello”. El mismo Miguel Cervantes, que fue terciario franciscano, pudo inspirarse en él para reflejar alguno de los rasgos de su inmoral Don Quijote de la Mancha. Hasta José Saramago y Alvaro Pombo lo han hecho. Todos ellos y tantos otros han querido rendir un homenaje al autor del “Cántico a las criaturas” y de “Las florecillas”. Desde sus situaciones personales de creencia o de increencia, se han acercado respetuosamente a este creyente, a este cristiano por antonomasia.
Vida de Francisco
1181 (Verano u otoño) Nace en Asís, bautizado como Giovanni, pero su padre, Pedro Bernardone, lo llamó Francisco.
1199 – 1200 Guerra civil en Asís. Muchas familias nobles se refugiaron en Perusa.
1202 (Noviembre) Guerra entre Perusa y Asís. Victoria de Perusa en Collestrada. Francisco pasa un año en prisión (se enferma) hasta que es rescatado por su padre.
1204 Vive un largo periodo de enfermedad y de convalecencia.
1205 Francisco parte para unirse a la armada de Brienne. Regresa después de una visión-mensaje que tuvo en Espoleto. Inicia un periodo gradual de conversión.
1205 (Otoño) Mensaje del Crucifijo de San Damián. Conflicto con su padre.
1206 (Enero o febrero) renuncia a todo ante el obispo de Asís.
1206 (Primavera) Francisco cuida a los leprosos de Gubbio.
1206 (Verano) Regresa a Asís e inicia a reconstruir San Damián; “finaliza” su proceso de conversión; (desde el Verano hasta Enero/Febrero) repara San Damián, San Pedro y la Porciúncula.
1208 (24 febrero) Francisco escucha el Evangelio de la fiesta de San Mateo.
1208 (16 abril) Bernardo de Quintavalle y el sacerdote Pedro Cattani se unen a él, otros lo harán después.
1208-1209 (Otoño e invierno) Francisco recibe la certeza del perdón de sus pecados y del crecimiento de su fraternidad. Irán de dos en dos a predicar.
1209 Regresan a la Porciúncula y Francisco escribe una breve Regla para él y sus once compañeros. En Roma reciben la aprobación del Papa Inocencio III. Regresan a Rivo Torto y después a la Porciúncula.
1212 (Noche del Domingo de Ramos) recepción de Santa Clara en la Porciúncula. Después de un periodo con las Benedictinas, Clara va a vivir a San Damián.
1215 Francisco se encuentra en Roma por el IV Concilio de Letrán.
1216 En Perusa Francisco recibe del Papa Honorio la Indulgencia de la Porciúncula.
1217 (5 de Mayo Pentecostés) Capítulo general de todos los hermanos en la Porciúncula. Inician las primeras misiones fuera de Italia.
1219 (26 de mayo) Parten los primeros misioneros a Marruecos.
1219 (24 de junio) Francisco viaja a Tierra Santa.
1219 (Otoño) Francisco encuentra al Sultán de Egipto.
1220 Primeros mártires Franciscanos muertos en Marruecos.
1220 El Cardenal Hugolino es nombrado Protector de la Orden.
1220 Francisco renuncia a ser Ministro general, y el Hermano Pedro Cattani toma su lugar.
1221 Durante el Capítulo muere Pedro Cattani y el Hermano Elías se transforma en Vicario.
1221-1222 Francisco predica en varias regiones de Italia.
1223 Francisco va a Fonte Colombo para escribir la Regla definitiva para de la Orden de Hermanos Menores. Dicha Regla es discutida y modificada en Capítulo, y finalmente aprobada por el Papa Honorio III en el mes de noviembre.
1223 Se realiza el primer pesebre durante la misa de media noche en Greccio.
1224 Francisco vive un extenso tiempo de retiro en el monte Alverna donde recibe los estigmas.
1225 Se agrava el problema a sus ojos y pasa un poco de tiempo en San Damián con Santa Clara y las Hermanas. Por insistencia del Hermano Elías se somete a cuidados médicos aunque sin resultados positivos. Casi ciego compone la mayor parte del “Cántico de las Criaturas”.
1225-1226 Francisco va a Fonte Colombo, donde los médicos le realizan una cauterización, sin obtener resultados positivos. Encontrándose en Siena su salud se deteriora y dicta su testamento.
1226 (Septiembre) Estando en la casa del Obispo de Asís, Francisco siente cercana la muerte y pide que lo lleven a la Porciúncula.
1226 (3 de octubre) Muere en la Porciúncula la tarde del mismo sábado.
1226 (4 de octubre) Es sepultado en la iglesia de San Jorge.
1228 (16 de julio) Es canonizado en Asís por su amigo el Cardenal Hugolino, ahora Papa Gregorio IX.
1230 (25 de mayo) Trasladan el cuerpo del santo a la nueva basílica papal de Asís dedicada a San Francisco.

El primer Papa franciscano fue Nicolás IV

Nació en Ascoli, el 30 de septiembre de 1227 y murió en Roma, el 4 de abril de 1292. Elegido Papa n.º 191 en 1288.
De nombre Girolamo Masci; ingresó en la orden franciscana en su juventud, y actuó, en 1272, como legado pontificio en Constantinopla con la misión de lograr la participación de la Iglesia Ortodoxa en el XIV Concilio Ecuménico que se celebraría en Lyon en 1274. En ese mismo año sucedió a San Buenaventura como general de los franciscanos, cargo que le permitió condenar la obras del filósofo Roger Bacon y ordenar su encarcelamiento.
En 1278, el Papa Nicolás III lo nombró Cardenal presbítero de Santa Prudenciana y Patriarca católico de Constantinopla para posteriormente ser nombrado Cardenal obispo de Palestrina por el Papa Martín IV.
Su elección como Papa se produjo casi diez meses después de la muerte de su antecesor Honorio IV, debido a que una epidemia de peste asoló Roma y diezmó el cónclave provocando la huida de los Cardenales supervivientes que no regresaron hasta que la situación se normalizó.
Consagrado el 22 de febrero de 1288 fue el primer Papa franciscano de la historia de la Iglesia.
En mayo de 1289, Nicolás IV coronó, como rey de Nápoles y de Sicilia, a Carlos II de Anjou a cambio de que éste hubiera reconocido su vasallaje al pontífice.
Nicolás IV murió el 4 de abril de 1292 y fue sepultado en la basílica romana de Santa María la Mayor, junto a la cual había construido su residencia, rompiendo con la tradición de San Juan de Letrán como sede papal.
Fuente: Ecclesia Digital y Wikipedia.

Domingo de Resurrección, nuestro día central

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Jesucristo Resucitado

La Saeta
¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?

Saeta Popular
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
Antonio Machado

Maria Magdalena

El Domingo de Resurrección se realiza en Lambayeque, la procesión del encuentro. Un acto tradicional que se mantiene desde el año 1893 y en el que se escenifica el encuentro de Jesús Resucitado con su Madre representada por la Dolorosa, quien luce un manto negro en señal de duelo. El encuentro siempre se da en el parque principal y es allí donde una niña vestida de ángel sube al anda de la Dolorosa y le quita el manto negro para reemplazarlo por uno celeste, en prueba de que el duelo ha terminado hasta el año siguiente.

Teresa de la Cruz Candamo Álvarez Calderón

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Teresa de la Cruz Candamo Alvarez CalderónTodo en Cristo

Nació en Lima, el 19 de Agosto de 1875. Fueron sus padres don Manuel Candamo y doña Teresa Álvarez Calderón. Fue bautizada el 27 de Agosto del mismo año, siendo sus padrinos dos hermanos de su madre: Nicanor y María Rosa Álvarez Calderón, Hermana de la Caridad y fundadora del hospital de Tarma. Teresa fue educada en un hogar profundamente católico y virtuoso. Desde temprana edad mostró una vivacidad especial y un corazón muy sensible y compasivo. Desde su infancia mostraba sus habilidades artísticas y su afición a la lectura. Recibió su primera educación con profesoras particulares en su casa, pasando posteriormente como interna al San Pedro, de las religiosas del Colegio del Sagrado Corazón.
Dominaba el francés y el inglés, destacando también por sus cualidades musicales, por su hermosa voz, así como por sus excelentes trabajos literarios. Tuvo especial devoción a la Santísima Virgen y se consagró como Hija de María. Culminó sus estudios escolares el año 1892.
En 1903 su padre fue elegido Presidente de la República por lo que la vida social discreta que Teresa llevaba anteriormente se volvió mucho más activa, acorde al rango de su familia. A los pocos meses de actividad presidencial el señor Candamo, falleció en Arequipa. Este hecho afectó muchísimo a Teresa y a los suyos. Pasado el duelo, la familia decidió hacer un viaje a Europa.
El proyecto vocacional que Teresa ha intuido en Europa, lo concretiza progresivamente a su retorno al Perú: Teresa intensifica su vida contemplativa y, al mismo tiempo comienza a dedicarse con gran celo a obras de apostolado, sobre todo a la Catequesis, labor que empieza a desarrollar, juntamente con su hermana María, en la Parroquia del Sagrario de Lima.
Teresa, encuentra en su hermana María del Sagrado Corazón Candamo, a la intérprete fiel del ideal al que había sido llamada. María comparte plenamente y participa con ella en todo, comprendiéndola y siendo su leal secretaria. Ambas se complementan.
Entre tanto se iban uniendo a Teresa y a María algunas jóvenes que compartían con entusiasmo los mismos ideales y trabajos apostólicos y a quienes Teresa iba exponiendo las inspiraciones divinas que recibía y que ella escribe en «La Obra de la Cruz», primeras Constituciones y actual Regla de la Congregación.Rosa Mercedes Andréu, Mercedes Cobián, María Jesús Balta, Rosa María Gómez Sánchez, Felipa Salvidea, Magdalena Echecopar, Lucía Espinoza, María Izquierdo, Lucrecia Pizarro y Lucía Haré fueron las otras compañeras que compartieron con Teresa desde los días iniciales, el esfuerzo en la realización del gran proyecto fundacional.
En este período, Teresa tuvo la iluminación divina sobre el espíritu de la futura Obra y el camino para alcanzar la santificación: la sencillez, como expresión de una fuerte espiritualidad de la Cruz y que abarca todo un programa de vida intensamente contemplativa y fuertemente apostólica, sintetizado en Liturgia y Catequesis, bajo el lema: «Omnia in Christo».
Así transcurren los años buscando realizar su camino de fe en la escuela del abandono a la voluntad divina, hasta que, después de realizar gestiones ante las autoridades eclesiásticas, Teresa recibe, el 24 de febrero de 1919, el anhelado permiso oficial, concedido el 17 de diciembre de 1918 por S.S. Benedicto XV, para la fundación de la Congregación; hecho que se realiza en la Solemnidad de la Exaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre de 1919, en la Quinta Villacampa del Rímac.
La Madre Teresa de la Cruz dejó marcada su huella de amor a la Iglesia en las últimas palabras pronunciadas antes de entregar su alma a Dios el 24 de Agosto de 1953: “Por las almas, por mi Congregación, por los Párrocos del Perú y de todo el mundo”.

Las religiosas comparten este ideal y esta misión con la “Asociación de la Cruz”, institución fundada igualmente por la Madre Teresa de la Cruz. La Congregación se extiende actualmente en diversas ciudades de nuestro país: Piura, Chiclayo, Pimentel, Cajamarca, Paramonga, Chimbote, Huaraz, Lima (Pueblo Libre, Santa Teresita, Chaclacayo, Los Ángeles, Chacarilla, Monterrico), Chincha, Ica, Ayacucho, Cuzco, Huancavelica, Yurimaguas, Iquitos, Arequipa, Hunter, Tacna. También en Argentina (La Plata y San Pedro), Venezuela, Chile (La Recoleta, Puente Alto y Ñuñoa) e Italia (Roma, Boffalora, Ternate y Brivio).
El 29 de Abril de 1980 ha quedado marcado profundamente en el acontecer de nuestra historia, por ser la fecha en que se dio apertura al proceso de beatificación de la Sierva de Dios Teresa de la Cruz, que nos ha dejado una huella luminosa como mística del Calvario y apóstol incansable.
La Venerable Madre Teresa de la Cruz Candamo Álvarez Calderón es tía del sacerdote católico Jorge Álvarez Calderón Ayulo, párroco de San Marcos en el distrito de San Juan de Lurigancho (Diócesis de Chosica); y del notable historiador José Agustín de la Puente Candamo. Si desea visitar los restos de la Madre Teresa de la Cruz Candamo puede acercarse al Oratorio de Santa Teresita, ubicado en José Díaz 421 al costado del Estadio Nacional.
Oración para pedir favores a Dios por su intercesión y obtener así su glorificación
Señor Jesucristo, por los méritos de tu Cruz y por la gloria de tu santa Resurrección, dígnate glorificar a tu Sierva Teresa de la Cruz -mística del Calvario y apóstol incansable- concediéndome las gracias que por su intercesión te suplico: (se pide la gracia que se desea recibir).
Te pido también que a imitación suya aprenda a abandonarme confiadamente a la voluntad divina, afrontando con paz las diferentes pruebas de esta vida, buscando identificarme plenamente contigo y hacer de mi vida una predicación constante y gozosa del misterio de la Cruz para mayor gloria tuya y bien de la Iglesia. Así sea.
Fuente: http://canonesasdelacruz.edu.pe

Luz Maria Alvarez Calderon FernandiniSólo hay una salida para los sufrimientos…pasar por ellos,
Dios nunca te dará más de lo que puedes cargar
Así que carga tu cruz…
Aprendamos a cargar nuestra cruz sin renegar y sólo pidamos al Señor fuerza y fortaleza para salir adelante y triunfadores
Cualquiera sea tu cruz, cualquiera sea tu dolor,
siempre habrá un resplandor, un atardecer, después de la lluvia…
Quizás puedas tropezar, quizás hasta caer…
Pero Dios siempre está listo a responder a tu llamada…
Dios siempre enviará un arco iris después de la lluvia.
Asociacion Civil San Javier del Peru

Proyecto de Reducción de la Pobreza se desarrolló en Huancavelica
Mediante Concurso Público de Méritos convocado por la empresa consultora Chemonics International –ejecutora del Proyecto PRA- fue seleccionado el consorcio conformado por la Universidad del Pacífico, el Instituto de Desarrollo Urbano PIRKA y la Asociación Civil “San Javier del Perú”, como operador del Centro de Servicios Económicos de Huancavelica, que integra la red de diez centros de servicios ya en funcionamiento.
En tal sentido, se firmó en la Universidad del Pacífico un contrato entre el referido consorcio de instituciones con la Compañía de Minas Buenaventura. En el acto estuvieron presentes el Presidente de Directorio de la Compañía de Minas Buenaventura, Alberto Benavides de la Quintana; el Rector de la Universidad del Pacífico, José Javier Pérez; la Directora Ejecutiva del Instituto de Desarrollo Urbano PIRKA, Giannina Basile; la Presidenta de la Asociación Civil “San Javier del Perú”, Luz María Álvarez-Calderón Fernandini y el subdirector de USAID, Ken Yamashita.
Con un aporte de inversión para cuatro años, la Compañía de Minas Buenaventura financió los gastos de implementación y funcionamiento del Centro de Servicios Económicos (CSE) en este departamento, uno de los más pobres del país. El monto cubrió los servicios de un equipo de profesionales, así como un fondo para el desarrollo de asistencia técnica a negocios rentables y sostenibles, que contribuyen al desarrollo económico regional. El proyecto ejecutado por el Centro de Consultoría de la Universidad del Pacífico, apoya el progreso económico y social de Huancavelica.
Por su parte, el aporte de USAID sirvió para fortalecer la puesta en operación del Centro y a través de Chemonics International Inc., facilitó los contactos con el mercado externo y con expertos internacionales para el desarrollo de la asistencia técnica; asimismo, efectuó el monitoreo y la supervisión técnica del Centro de Servicios de Huancavelica.

Cuerpo, alma y espíritu

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Cardenal Tomás Spidlík SJ

Antropología cristiana
Por Cardenal Tomàš Špidlík SJ
La antropología cristiana distingue, desde el principio, dos niveles diferentes de la persona humana. Al mismo tiempo comienza a afirmarse, sobre todo con los alejandrinos en base a la doctrina platónica del alma, y a definirse su toma de posición respecto a los problemas filosóficos. En esta situación: la oposición bíblica entre el hombre exterior y el hombre interior, el hombre carnal y el hombre espiritual, les pareció a los Padres corresponder bien con la distinción griega entre el alma y el cuerpo.
Es verdad que los ortodoxos insisten siempre en la unidad del alma y el cuerpo; el hombre entero es una sustancia y, por otra parte, el alma existe ya por sí misma y anima el cuerpo que tiene su consistencia fuera de ella. Es necesario admitir que los esfuerzos de los antiguos Padres por hacer inteligible la unidad del alma y del cuerpo no permite, desde el punto de vista especulativo, captar esta unidad en su esencia. El problema, más tarde, será más fácil para los autores escolásticos que consideran el alma como la “forma” de un ser viviente orgánico.
Los antiguos Padres venían de superar otro gran obstáculo que se presentaba en el platonismo. Definen gustosos al hombre con las palabras propias de Platón: to uranión fytón, la planta celeste (1), “a causa de la dignidad de nuestra alma” (2). En la Biblia, el alma (nephes) es el “soplo de vida” que hace del hombre un “alma viviente“, pero este término es muchas veces empleado en contraste con el mundo celeste de Dios y del espíritu (ruah) (3). Entonces se debió completar la dicotomía filosófica (cuerpo-alma) con la tricotomía teológica (cuerpo-alma- espíritu). Esta última vino a ser tradicional en Oriente, y también se nota una cierta confusión en el uso y en el significado de los términos.
Diversos aspectos de la “tricotomía
La distinción tripartita del hombre: soma, psyjé, nus, parece surgir de Posidonio; es sin embargo común a Aristóteles y a los peripatéticos. Un poema de Gregorio de Nazianzo (4) y uno de los discursos teológicos (5) presentan esta idea como una verdad generalmente admitida. La primitiva terminología cristiana depende más o menos directamente de aquella de Plotino o del ambiente neoplatónico. Se trata de una tricotomía diversa: el alma misma se divide en tres partes. Clemente Alejandrino llama al alma tripartita o trigene y enumera las partes: to noerón, to zymikón, to epizymetikón (6).
Conocemos una fórmula tricotómica de la Biblia. San Pablo, en I Tes. 5, 23, expresa en su plegaria el siguiente pedido: “El Dios de la paz os santifique (hasta la perfección) y (todo lo que es vuestro) espíritu (pneuma), alma (psyjé) y cuerpo (soma), (se conserve) irreprensible para la venida de Nuestro Señor Jesucristo“. Evidentemente Pablo no aludía a alguna tricotomía en el sentido helenístico, por otra parte no se lo puede considerar tampoco un simple pleonasmo, desde el momento en que el Apóstol distingue los fenómenos que dependen del cuerpo, del alma y del espíritu. Se puede notar que San Pablo no hace del pneuma un elemento físico del alma sino una comunicación de Dios (7). Y es propiamente en relación con este significado del término pneuma que se establece la distinción entre el hombre psyjikós y el hombre pneumatikós (8).
Orígenes sigue esta dirección: sabe bien que el alma se vuelve espiritual sólo cuando se pone bajo el influjo del Espíritu Santo (9). Tenemos aquí un ejemplo de la trasposición que sufre la terminología en la enseñanza cristiana. En la forma más pura se la encuentra en la célebre definición del hombre espiritual que da San Ireneo: “El hombre perfecto es la mezcla y la unión de un alma que asume el Espíritu del Padre (el todo) mezclado con la carne” (10).
Es esta tricotomía espiritual la que ha prevalecido en Oriente. Teófano el Recluso escribe, interpretando la Epístola a los Romanos: “Todo está cumplido en el Espíritu Santo… Sin el alma el cuerpo está sin vida, así sin el Espíritu de Dios, el alma está sin vida espiritual” (11).
Esta tricotomía espiritual se compagina bien con la dicotomía psicológica. San Ireneo puede decir que “el hombre es, por naturaleza, un ser compuesto, y esta composición consiste en cuerpo y alma” (12). También en Clemente Alejandrino, quien desde el punto de vista psicológico está habitualmente considerado como tricotomista platónico, son numerosos los textos en que se habla sólo de cuerpo y alma (13). Muchos autores, entonces, varían entre una posición y otra (14).
Los términos no son siempre unívocos. Esto se ve bien en Orígenes. Por una parte no falta en él la fórmula dicotómica (15), que considera la presencia del ser humano en el mundo terrestre “hace posible nuestra vida sobre la tierra” (16). Por otra parte agrega un tercer elemento llamado pneuma, logos, dianoetikóv, kardía y sobre todo egemonikón (17). Decir que es el Espíritu Santo sería decir mucho y, sin embargo, es la parte mejor del compuesto humano, lo que es “más divino” (theióteros) del alma y el cuerpo (18), nuestra “principal sustancia” (proegumene ypóstasi) (19). Así se la define como “una cierta trascendencia del hombre por encima de sí” (20).
Semejantes titubeos se notan en los autores espirituales de Oriente hasta los tiempos modernos. Para Teófano el Recluso, el tercer elemento del compuesto humano es el espíritu, pero también en él no se sabe exactamente si se debe escribir la palabra con mayúscula o minúscula (21).
Esta aparente confusión o duda es sin embargo, muy significativa. Aquí tocamos el grave problema teológico de la presencia del Espíritu Santo: viene “desde fuera” y al mismo tiempo pertenece a nuestro yo. Es, entonces, mi “espíritu” y el Espíritu.
El espíritu y el alma: Vivir según el Espíritu
Vista la ambigüedad de los términos, es difícil describir lo que los autores espirituales llaman “espíritu del hombre“. Una buena síntesis de toda la tradición puede leerse en Teófano el Recluso (22). Esta “parte superior del alma” nos une a Dios: es aquella “fuerza soplada (espirada) sobre el rostro del hombre en el momento de la creación; el alma es una fuerza inferior, o la parte de la misma fuerza, destinada a cumplir las obras de la vida terrestre” (23). “El espíritu… reúne en sí el sentimiento de lo divino, la necesidad de la conciencia, la esperanza de lo mejor y al mismo tiempo la conciencia de todo lo que hacemos y conocemos” (24).
Las consecuencias prácticas de esta doctrina sobre el espíritu son evidentes. Porque el espíritu es como el alma de nuestra alma, vivir según el espíritu y obedecer sus exigencias será la suprema norma de la vida cristiana: “si satisfacemos las necesidades del espíritu, ellas enseñan al hombre cómo armonizar entre sí las otras necesidades, y es así que ni las satisfacciones del alma ni las del cuerpo están en contradicción con la vida espiritual, al contrario colaboran con su actividad. Así resulta la armonía de todos los movimientos y de todos los comportamientos, los pensamientos, los sentimientos, los deseos, las intenciones y los placeres. Es el paraíso” (25).
El hombre en su totalidad está bajo el influjo del espíritu. Los “sentidos espirituales” y sobre todo la conciencia, afirma Teófano, constituyen la voz verdaderamente personal, cuando se hace “sentir“.
El sentido espiritual
La doctrina de “los sentidos espirituales” proviene de Orígenes (26). Evagrio protesta contra quienes no quieren conceder al nus lo que todos reconocen en los sentidos: intuición directa de su objeto (27). El sentido más excelente, para un noético como Evagrio, es la vista espiritual que se realiza en la luz de la Santísima Trinidad durante la oración; los otros sentidos cumplen el rol de sucedáneos de la vista, es decir, cuando falta la visión divina permiten entender la palabra de Dios (28) o leerla en las creaturas (29).
Los partidarios de la “escuela del sentimiento” hacen consideraciones sutiles sobre las funciones particulares de los otros sentidos espirituales; el olfato percibe el perfume de la virtud y el hedor del mal y del maligno (30); el gusto, la bondad y la dulzura de Dios (31); el texto da la “certeza” como al Apóstol Santo Tomás (Jn. 20, 24 ss).
Se dice con bastante claridad que esta aiszesis está “toda en la inteligencia” (32) y el sentido espiritual se reaviva a medida que los sentidos inferiores son mortificados. No hay entonces, una revancha del sensualismo contra los excesos del espiritualismo (33). Por otra parte, el significado difuso del nus y su evolución hacia el término “corazón” descarta seguramente el peligro del intelectualismo.
La conciencia
En sentido propio, la conciencia es la función actual de la decisión moral personal; pero la evolución del término es tan importante que no es posible hablar de un concepto homogéneo (34). La palabra antigua que designa la conciencia es “corazón. Entre los griegos la syneidesis expresa los actos más diversos, como percibir, recoger, conocer, ser consciente, etc. Por otra parte los griegos valoran mucho la moralidad según el sentimiento del bienestar, y presentan el de culpabilidad en modo muy expresivo (aidós, fóbos, aiszesis, etc.). Séneca tiene conocimiento de un espíritu que reside en el hombre, “que observa y toma nota de nuestras buenas y malas acciones” (35). Según Filón, el syneidós está puesto en el hombre por Dios (36).
En los primeros escritos cristianos el término syneidesis y conciencia se insinúan primero esporádicamente, luego, con el tiempo, se hacen más frecuentes. El Occidente latino se inclina pronto hacia una interpretación moral (37), mientras que en el Oriente griego los significados originales son ampliamente conservados. Aunque también la conciencia propiamente dicha es mencionada con frecuencia.
En Doroteo se lee una bella conferencia sobre este tema. “Cuando Dios creó al hombre, puso en él un germen divino, una especie de facultad (espere logismón), quizá como un logismos“, un pensamiento proveniente de fuera muy viva y luminosa como una chispa, para iluminar el espíritu y hacerle discernir el bien del mal. “Esto es lo que se llama conciencia, que es la ley natural” (38). “Esta se debe observar, respecto de Dios, del prójimo y de las cosas materiales” (39). “Dicen los Padres que el monje no debe permitir que su conciencia lo atormente por alguna cosa…” (40).
La naturaleza del alma
Desde el punto de vista moral (“salvar la propia alma“) los escritos de los Padres no carecen de firmeza. Desde el punto de vista especulativo, en cambio, quedan abiertas muchas cuestiones que deben ocupar la razón. De estos problemas encontramos un inventario en Orígenes: “¿El alma es corpórea o incorpórea, simple o compuesta…? ¿Está contenida en el semen corporal y transmitida como el cuerpo, como algunos piensan, o viene desde fuera ya perfecta, para revestir al cuerpo ya formado…? etc.” (41).
Todas estas cuestiones no atraían necesariamente la atención de los autores espirituales, pero no podían dejar de esbozar una teoría ontológica de la estructura del alma cuando se trataba de nombrar, describir y graduar los favores divinos según su repercusión psicológica. Son numerosos los escritos de los Padres y de los autores eclesiásticos que tratan de ex profeso “sobre el alma” (peri psyjés) (42).
No es fácil esclarecer el impacto de las influencias del ambiente en que vivían, y por consecuencia, fijar con certeza el sentido de más de un término (43). En general se pueden distinguir dos series de textos: unos, menos numerosos, consideran al alma como “principio de la vida terrestre” (44); los otros hablan del alma “espiritualizada“, unida con “el espíritu” (45). En este último caso se canta la belleza de esta alma “espiritual“, su origen divino, su libertad, su inmortalidad.
Origen divino del alma, su espiritualidad
En el Medioevo, Santo Tomás de Aquino ha elaborado su doctrina sobre el alma (46) basándose sobre la psicología de Aristóteles. Aunque forma del cuerpo, el alma es “espiritual“, simple, y desarrolla una actividad independiente del cuerpo.
Los primeros Padres no tenían dificultad en reconocer una cierta “espiritualidad” del alma, estableciendo un estrecho lazo entre ella y el cuerpo, y atribuyéndole una especie de cuerpo sutil desde el momento que el alma es principio de la vida terrestre. Para Ireneo, las almas son incorpóreas sólo “en la medida en que se las compara al cuerpo” (47). Clemente de Alejandría habla de un “alma corpórea“, del “pneuma corpóreo” (48), del “pneuma carnal” (49).
Expresándose así los Padres se preocupan de salvar la trascendencia de la espiritualidad divina, lo cual no queda claro en la concepción platónica. El término “espiritual” ha recibido, entre los cristianos, un sentido específico. Por lo tanto, el alma se puede llamar verdaderamente “espiritual“, en cuanto está “compenetrada por la potencia del Espíritu” (50). Pero es preciso también, dice Ireneo, que se espiritualice, por su libre elección. Ella “está entre estas dos cosas“, la carne y el espíritu: “si sigue al espíritu, es por él elevada; pero si consciente con la carne, cae en los deseos terrenos” (51). Por lo tanto sólo las almas de los justos son “espirituales“, las almas de los pecadores se vuelven “carnales” o “terrestres” (52).
En todo caso las reminiscencias de la doctrina platónica permanecen frecuentes. Al comienzo del De anima, poema didáctico en 129 versos sobre la naturaleza del alma, Gregorio de Nazianzo enuncia una tesis general de la filosofía de su tiempo: “El alma es el soplo de Dios y experimenta la mezcla del elemento terrestre, aunque es de naturaleza celeste; es una luz escondida en una caverna, pero divina e imperecedera” (53).
Platónicamente, Gregorio se enoja con las teorías materialistas de los estoicos que comparan al alma con un “fuego ardiente“, con “el aire respirado“, con el “plasma sanguíneo“, o incluso “a la armonía de los elementos corpóreos tendientes a la unidad” (54).
La inmortalidad del alma
Se ha sostenido que sólo la idea de la resurrección de los cuerpos pertenece al cristianismo, mientras que la idea de la inmortalidad del alma habría sido importada bajo el influjo de la filosofía griega (55). Parece difícil, sin embargo, conocer las convicciones de la antigüedad en este campo (56). Sin duda la antropología semítica era menos apta que la antropología griega (al menos la de Platón) para integrar la idea de la inmortalidad del alma, para admitir que en el hombre hay un elemento incorpóreo inaccesible a la muerte física (57).
La Biblia mantiene una relación estrecha entre el pecado y la muerte (Rom. 5, 12-21), mientras que Cristo es para nosotros el iniciador de la incorruptibilidad (58). En Ignacio de Antioquía el tema de un “remedio de inmortalidad” tal vez está tomado de las religiones mistéricas, pero está aplicado a la Cena del Señor y al Pan de Vida (59). Por otra parte, la importancia que daba la Iglesia antigua al don del afzarsía es el corolario natural del rol que le reconocía al Espíritu vivificante (60).
También conocemos la opinión de algunos autores antiguos que llegan a negar la incorruptibilidad del alma (61). Es necesario en todo caso, tomar cuenta de la siguiente situación: los términos “inmortalidad e incorrupción” cambian su sentido entre los autores espirituales, que expresan la verdad escatológica y la firme persuasión de que “la vida no es de nosotros, ni de nuestra naturaleza, sino que es dada según la gracia de Dios…” (62).
El concepto de libertad entre los griegos
En la libertad los griegos veían antes que nada la “libertad de elección” que se manifiesta principalmente en las relaciones sociales y públicas del individuo (en relación a la ciudad, la libertad “judaica” y social se opone a la esclavitud) y que se convierte luego, en la antropología estoica, en libertad interior e intangible con la cual el individuo dispone de sí mismo (autarcía). Por otra parte es necesario notar que los griegos no hablan de una facultad volitiva especial. La voluntad era para ellos solamente un aspecto del conocimiento (63).
Es difícil comprender cómo los estoicos, con su tendencia fatalista, pudieron quedar en la historia como los grandes campeones de la libertad individual. Por una parte la necesidad de las leyes cósmicas, el fatum (64), aplasta al individuo; por otra viene elaborado un mecanismo del conocimiento, llamado por Clemente de Alejandría “la organización de los sentidos en vista de la ciencia“, de lo cual resulta prácticamente una necesidad psicológica. Desde una impresión de los sentidos, aiszesis, se llega mecánicamente a una tilosos en egemoniko, luego a una fantasía y al fin a una katálepsyis (65).
Un valiente defensor de la libertad ha sido Filón. Su gran mérito es haber puesto la libertad del hombre en relación a la libertad de Dios, que puede hacer milagros, es decir acciones libres, excepcionales, en el mundo dirigido por las leyes cósmicas (66).
La libertad cristiana
A la luz de la revelación bíblica la libertad humana aparece, en los Padres, en concreta relación entre el hombre y Dios. Y del mismo modo en que defienden la libertad de Dios en la Providencia así insisten sobre la libre responsabilidad del hombre frente a la llamada que Dios le hace. Justino ataca violentamente a los estoicos: el libre albedrío es condición y fundamento del mérito (67). Y dice Basilio: “¡Qué falta de razón sería no dar a cada uno el bien y el mal según el mérito personal!” (68).
Los textos de Clemente de Alejandría presentan un interés especial. Contra los gnósticos se hace apóstol del libre albedrío y parece creer en la existencia de una facultad especial, encargada de la elección, y en esto supera a los filósofos: “el querer precede a todo, porque las potencias lógicas están hechas para servir al querer” (69). De todos modos Clemente niega que el proceso del conocimiento sea mecánico: la imagen (fantasía) es común al hombre y al animal. Pero el hombre juzga las imágenes, el consentimiento (sugkatázesis) está en nuestro poder, pues sin él no habría ni opinión, ni juicio, ni conocimiento (70).
Interesante es esta ligazón entre libertad y conocimiento (71). No hay virtud sin libertad y, para los Orientales, es imposible alcanzar la verdad sin la práctica de la virtud. La unión de la verdad y la libertad aparece ya en San Juan en una perspectiva superior: participación de la gnosis y de la libertad divina. “La verdad os hará libres…; si el Hijo os libera seréis realmente libres” (Jn. 8, 32.36). San Pablo especifica: Jesús, que es la Verdad, nos hace libres con su Espíritu, porque “donde esté el Espíritu del Señor, allí está la libertad” (2 Cor. 3, 17).
En Occidente el problema de la libertad humana (como el de la espiritualidad del alma y de su inmortalidad) está puesto y estudiado en sí mismo y no en referencia directa al de la verdad y la libertad divina. Es necesario evitar aún “la confusión entre el término psicológico de la voluntad y el término metafísico de la libertad“, escribe P. Evdokimov (72). “La voluntad está aún ligada a la naturaleza, y sometida a la necesidad y a los fines inmediatos. La libertad depende del espíritu, de la persona. Cuando ella se alza hacia el vértice, no desea más que la verdad y el bien” (73).
Para los Padres griegos son características estas palabras de Gregorio de Nisa: “La libertad es semejanza con aquél que es sin patrón (adéspotos) y es soberano (autokrátes), semejanza que había sido dada por Dios en el origen” (74). “Es a causa de la libertad que el hombre sea deiforme y bienaventurado…” (75).
La verdadera libertad es una propiedad “espiritual“, un don del Espíritu Santo (76).
Libertad “estructural” y libertad de elección: eleuthería y proairesis
El estado de decadencia (luego de la culpa original) no basta para definir la condición de la libertad humana. Cuando al comienzo Dios comunicó al hombre la propia libertad, ésta comportaba varios aspectos. Por sobre toda la libertad del mal, del pecado: “La vida vida humana era simple… sin mezcla con el mal” (77).
Por su incorruptibilidad e inmortalidad el hombre superaba las condiciones cósmicas y biológicas. Apatheia significa libertad e independencia del espíritu del pathos carnal (78), la victoria sobre la sensualidad, la virginidad con todas sus prerrogativas (79). El término autokrátes, soberano, subraya el carácter real de la independencia ante los “otros (seres) que están sometidos a las leyes inmutables de la necesidad” (80). La theoría es la libertad de la inteligencia, una adquisición inmediata de la verdad sin ilusiones (81).
Hay un término que resume bien todos los aspectos principales de la libertad humana elevada al nivel de la libertad divina: parresía, el hablar franco con Dios, una confianza “que goza de la misma visión divina cara a cara” (82).
Ahora, a causa de la caída ha cambiado todo. La posición del pecador se resume en una sola palabra: esclavitud (cfr. Rom. 5, 12). Sometido a las leyes biológicas y cósmicas, el hombre está condenado a la muerte, a los sufrimientos físicos; las pasiones se revelan y ofuscan su espíritu, le quitan la fuerza. La desaparición de la caridad lleva a la esclavitud social. La theoría, visión de Dios, es cambiada por el enceguecimiento; la simplicidad confidente con Dios desaparece (83). ¿Existe aun la libertad si por la prevaricación de Adán todos se han vuelto “esclavos del pecado“? (Rom. 6, 20). La Biblia se vuelve siempre a la posibilidad de elección y subraya la responsabilidad del hombre (cfr. Sir. 15, 11-15). Por una parte la libertad está definitivamente perdida, por otra parte aún existe; esta aparente contradicción es explicada por Gregorio de Nisa (84) con dos términos: eleuthería, la plena libertad, que no existe más en el pecador; pero Dios, en su bondad, le ha conservado como una reminiscencia del paraíso, una libertad limitada: la proairesis, la libertad de elegir entre el bien y el mal.
Por medio de esta proairesis el hombre es capaz de volver progresivamente a la plena libertad original, la eleuthería. Si elige el bien, hace uso de la libertad para reforzar su libertad; si por el contrario elige el mal, usa de su libertad para aniquilar la verdadera libertad. ¡He aquí en qué consiste la perversidad del pecado! (85).
Para salvarse basta quererlo (86)
En la Iglesia Occidental es principalmente Agustín quien, para luchar contra el moralismo naturalista del pelagianismo, ha tratado la gracia como un tema aparte. El forja los términos de gracia preveniente y subsecuente, gracia operante y cooperante (87), e insiste sobre la debilidad humana, sobre la imposibilidad de obrar el bien (88).
Los predicadores y moralistas de Oriente, en cambio, han insistido frecuente e insistentemente sobre el rol humano. La observancia de todos los mandamientos divinos está en poder de todos. José de Volokolamsk rechaza categóricamente toda opinión contraria como una “calumnia” contra el Señor y su yugo dulce y soportable (89). Está en la tradición de los Padres griegos (90).
El reproche de pelagianismo o semipelagianismo fue ya expresado por Agustín (91). Algunas expresiones parecen escandalosas, como cuando dice Crisóstomo: Ni Dios ni la gracia del Espíritu Santo previenen (son previos) a nuestra libertad (92).
Pero estos reproches son injustos. El corazón del tratado de la gracia es, en Oriente, la divinización del hombre, imagen de Dios. Esta se identifica con el hombre mismo, con su naturaleza. No podemos sorprendernos entonces, de que los autores no hayan afrontado el problema de la libertad en sus relaciones con la gracia, porque esta gracia entra en la constitución del hombre, en las funciones de sus facultades, especialmente de su libertad. En un hombre equilibrado todas las partes que lo componen funcionan en colaboración (synergeia).
Una comparación más explícita entre “la obra del hombre” y “la obra de Dios” es, también en Oriente, fruto de discusiones. La polémica contra los monotelitas ha dado a Juan Damasceno la ocasión de desarrollar largamente su doctrina sobre la libertad humana y sobre la ayuda de Dios (synergeia). Explica claramente que el hombre ha recibido la capacidad de elegir libremente el bien; realizar el bien depende, sin embargo, de la cooperación divina (93).
Teófano el Recluso reconoce que si teóricamente la cuestión es complicada, en la práctica no es un gran problema: “Los teóricos se ocupan de la relación entre la gracia y la libertad. Para aquél que lleva la gracia dentro de sí el problema está ya resuelto. El que lleva la gracia dentro de sí se ofrece y se abandona a su omnipotencia, y la gracia es omnipotente en él. Esta verdad es más evidente que toda verdad matemática y que toda experiencia exterior…” (94).
De aquí la famosa máxima expresada, entre otros, por el Pseudo-Macario: “es necesario hacer todo lo que está en nuestro poder” (95), o según Teófano: “Trabaja con todas vuestras fuerzas, pero confiad al Señor el cuidado de triunfar” (96).
Partes y facultades del alma
Esta cuestión ha comenzado a preocupar a la filosofía y, más tarde, a los autores espirituales, desde el momento en que se comprendió la necesidad de reunir, en la concepción de un solo principio psíquico, el poder y las fuerzas diversas que se manifiestan en el hombre.
Platón tenía una concepción dualista del alma, o al menos de este modo interpretada en la época de los Padres (97): el nus, la parte superior, racional, y la psyjé, una función animal, inferior (lo que Evagrio llama “la parte pasional del alma“) (98), a su vez subdividida en zymikón y epizymetikón. De allí resulta una tripartición, recibida por algunos Padres, y una idea fundamental de la antropología de Evagrio (99).
Los estoicos, diluyendo la unidad del alma, señalan generalmente ocho partes: son los cinco sentidos, más la voz, el semen, y el egemonikón, es decir el nus platónico modificado, que dirige todo y hace la unión, dotado de tres facultades, el fantastikón, el ormetikón y el sygkazetikón (100). Esta subdivisión estoica es utilizada bastante artificialmente por Clemente de Alejandría (101).
En general se puede decir que estas divisiones y otras semejantes carecen de precisión. Los autores espirituales consideran las facultades humanas en su relación con el pneuma. Y se preguntan cuál es esta facultad del alma, privilegiada, que está en contacto inmediato con el Espíritu, con lo divino (102). Se sabe que la tradición griega jugaba en esta cuestión un rol considerable. Se creía que sólo Dios es accesible al nus. Se ha hecho mucho por cristianizar su noción, heredada de la filosofía. Pero al fin se debió capitular ante este esfuerzo, a veces ingrato. Los autores espirituales han retornado al lenguaje de la Biblia y del pueblo: “la sede del Espíritu” es el corazón, al cual se une el Espíritu.
NOTAS
1.Tim., 90 ab, ed. A.Rivaud, París, 1949, p. 225.
2.S. BASILIO, Hom. in Hex., 9, 2, PG 29, 192ab.
3.Cfr. LEON, X. – DUFOUR, Ame, VTB, coll. 39-43.
4.Carm., I, I, 10, PG 37, 464-467.
5.Or., 30, 21, PG 36, 132b; cfr. Grégoire de Nazianze, p. 101.
6.Stromata, V, 80,9, GCS 2, p. 379, 25.
7.Cfr. WARNACH, V., EF II, p. 253; HERRADE MEHL-KOEHLEIN, L’homme selon l’ Apotre Paul, coll. Cahiers Théologiques 28, Neuchatel, París, 1950.
8.Cfr. PRAT, F., La théologie de saint Paul, París, 1923, t. II, p. 490 ss.
9.De Orat., 10, PG 11, 445; cfr. J. RIUS-CAMPS, El dinamismo trinitario en la divinación de los seres racionales según Orígenes, OCA 188, Roma, 1970.
10.Adv. haer., V, 8, 1, PG 7, 1142b; cfr. HAUSHERR, I., Direction spirituelle en Orient autrefois, OCA 144, Roma, 1955, pp. 39-55; cfr. p. 25.
11.Ed. Sergiev Posad, 1910, pp. 401 ss.; Théophane le Reclus, p. 31.
12.Adv. haer., II, 15, 3; HARVEY, vol. I, p. 282.
13.Cfr. SPANNEAUT, Le stoïcisme, pp. 167 ss.
14.Ibíd., pp. 138 ss. S. M. ZARIN, escritor ruso, afirma en su Manuale d’ascetica (Petersburgo, 1907, vol. II, p. 228) que se es libre de admitir o no la tricotomía, pues ella no siempre es reconocida en la literatura patrística.
15.De principiis, I, 1, 6, GCS 5, 22, 21-22; In Mat. XIII, 9, GCS 10, 203, 26-27; cfr. J. DUPUIS, «L’sprit de l’homme». Étude sur l’antropologie d’Origène, Desclèe de Brouwer 1967, p.67.
16.De principiis, I, I, 6, GCS 5, 22, 21-23.
17.Cfr. DUPUIS, p.70.
18.In Joan., 2, 21 (15), GCS 4, 78, 3-5.
19.Ibíd., XX, 22 (20), GCS 4, 355, 9-10.
20.H. DE LUBAC, Histoire et Esprit. L’intelligence de l’Écriture d’après Origène, París, 1950, p. 157.
21.Théophane le Reclus, pp. 35 ss.
22.Cfr. Théophane le Reclus, pp. 29 ss.
23.Sobranie pisem…, Moscú, 1898 ss., I, p. 162.
24.Mysli na kazdyj den goda…, Moscú, 1881, p. 394.
25.Cto jest’ duchovnaja zizn… 18, Moscú, 1897, p. 65.
26.RAHNER, K., Le début d’une doctrine des cinq sens spirituels chez Origène, RAM 13 (1932), pp. 113-145; M.OLPHE-GALLIARD, Le sens spirituel dans l’spirituel dans l’histoire de la spiritualité, en Nos sens et Dieu, en Ét. Carmélitaines. Desclée de Brouwer 1954, pp. 179-193.
27.Entre las cartas de S. BASILIO, Ep. 8, 12, PG 32, 265d.
28.Cfr SIMEON EL N. TEOL., Trattati etici, II, 243 ss., SC 122 (1966), p. 409.
29.Cfr. HAUSHERR, I., (LEMAITRE), en DS, col. 1843.
30.Vita di Antonio, 63, PG 26, 933a.
31.Cfr. Sal. 33, 9; ZIEGLER, J., Dulcedo Dei. Ein Beitrag zur Theologie der griechischen und lateinischen Bibel, Münster, 1937; ADNÈS, P., Gout spirituel, DS 6 (1967), coll. 626-644.
32.SIMEON EL N. TEOLOGO, Trattati teologici e etici, Et., III, 160ss., SC 122 (1966), p. 403.
33.Cfr. BOUSSET, W., Apophthegmata. Studien zur Geschichte des ältesten Mönchtums, Tubinga, 1923, p. 318.
34.Cfr. DUPONT, J., Syneidesis. Aux origenes de la notion chrétienne de la conscience morale, en Studia Hellenistica, fasc. 5, (1948), pp. 119-193; J. STELZENBERGER, Conscience, EF I, pp. 255-266.
35.Ep., 41, 1.
36.Cfr. VÖLKER, W., Fortschritt und Vollendung bei Philo von Alexandrien, Lipsia 1938, pp. 95-105.
37.Cfr. STELZENBERGER, J., Conscientia bei Augustinus, Paderborn, 1959, pp. 26-172.
38.Istruzioni, 3, 40, SC 92 (1963), p. 209.
39.Ibíd., 3, 44-45, pp. 215-217.
40.Ibíd., 3, 46, p. 219.
41.In Cant., 1, 2, PG 13, 126-127.
42.Cfr. BAINVEL, J., en D. Th. C., 1 (1909), coll. 971 ss.
43.Cfr. REYPENS, L., Ame, D.S.1 (1937), coll. 433-465; A.J.FESTUGIERE, La révélation d’Hermès Trismégiste, III. Les doctrine de l’ame, París, 1953.
44.Cfr. TASIANO, Or. ad Graecos, 13 y 15, PG 6, 833 ss., 837 ss.
45.Cfr. H. CROUZEL, Théologie de l’image de Dieu chez Origène, París, 1956; SPANNEUT, M., Le Stoïcisme…, pp. 135 ss.
46.En particular en la Suma Teológica, I, q. 75-77.
47.Adv. haer., V, 7, 1; HARVEY, t. II, pp. 336 ss.; cfr. SPANNEUT, Le stoïcisme, p. 147.
48.Strom.,VI, 136, 1, GCS 2, p. 500.
49.Strom., VI, 136, 2 y 3, ibid.
50.S. IRENEO, Fragm., VI; GRAFFIN-NAU, PO 12, pp. 738-739.
51.Adv. haer., V, 9, 1; HARVEY, II, p.342.
52.Cfr. CROUZEL, H., Théologie de l’image…, pp. 182 ss.
53.Carm. I, I, 8, vv. 1-3, PG 37, 446 ss.; v. 66 ss., col 452; cfr. PLATON, Rep., VII, 514a-518b.
54.Carm., ibíd., 7 ss.; Grégoire de Nazianze, p. 21.
55.Cfr. CULMANN, O., Immortalité de l’ame ou résurrection des corps? Neuchatel-París, 1956; CUMONT, F., Lux perpetua, París, 1949; CORNELIS, H., La résurrecition de la chair et les croyances païennes sur les fins dernières, en La résurrection de la chair, París, 1962, pp. 21-133; SOLIGNAC, A., Immortalité, DS, 7, 2, coll. 1601-1614.
56.Cfr. MANSION, A., L’immortalité de l’ame et de l’intellect d’après Aristote, en Revue Philosophique de Louvain 31 (1953), pp. 444-472; MOSSAY, J., La mort et l’audelà dans saint Grégoire de nazianze, Lovaina, 1966.
57.Cfr. LYS, D., Nèphèsh, Histoire de l’ame dans la révélation d’Israel au sein des religions proche-orientales, París, 1962; Ruach. Le souffle dans l’Ancien Testament. Enquete antrhopologique à travers l’histoire théologique d’Israël, París, 1962; REFOULE, R., Immortalité de l’ame et résurrection de la chair, en Rev. de l’hist. des rel., 163, (1963), pp. 11-52.
58.Cfr. DS 7, 2, col. 1605.
59.Ad Eph., 20, 2.
60.Cfr. HERMANN, I., Kyrios und Pneuma. Studien zur Christologie der paulinischen Hauptbriefe, Munich, 1961.
61.S. JUSTINO, Diálogo con Trifón, 5, 2-5, PG 6, 488-489; cfr. DS 6, col. 829.
62.S. IRENEO, Adv. haer., II, 56, 2, HARVEY I., p. 383; cfr. SPANNEUT, Le stoïcisme, p. 148.
63.Cfr. POHLENZ, M., Der hellenische Mensch, Göttingen, 1974; Die Stoa…, I, Göttingen, 1948, pp. 124-125.
64.Cfr. SIMON DE CEOS, Frag., 27, citado por A.J. FESTUGIERE, L’idéal religieux des Grecs et l’évangile, coll. Etudes bibliques, París, 1932, p. 168; cfr. p. 38, 114, 120.
65.Cfr. SPANNEUT, M., Le stoïcisme, pp. 222 ss.
66.Cfr. WOLFSON, H.A., Philo. Foundations of Religious Philosophy in Judaism, Christianity, and Islam, Cambridge (Massachusetts), 2 ed. 1948, vol. I, pp. 424 ss.
67.II Apol. VII, 4, PG 6, 456ss.; cfr. SPANNEUT, M., Le stoïcisme, p. 236.
68.Omelie sull’Hexameron, SC 26 (1950), pp. 361 ss.; PG 29, 133 ac. Quod Deus non est auctor malorum, 6, PG 31, 345b.
69.Strom., II, 77, 5, GCS 2, p. 153; SC 38 (1954), p.95.
70.Strom., II, 54, 5-55, 1, p. 145, SC 38, p. 78; cfr. SPANNEUT, M., Le stöicisme, p. 225.
71.Cfr. La sophiologie de S. Basile, p. 44.
72.La femme et le salut du monde, Tournai-París, 1958, p.48.
73.Ibíd.
74.De anima et resurrectione, PG 46, 101c; GAYTH, J., La conception de la liberté chez Grégoire de Nysse, París, 1953, pp. 17 ss.
75.De mortuis, PG 46, 524a.
76.Cfr. SPIDLIK, T., La libertà come riflesso del misterio trinitario nei Padri Greci, Augustinianum, 13 (1973), pp. 515-523.
77.GREGORIO DE NISA, De anima et resurr., PG 46, 81b.
78.Cfr. GAYTH, op. cit., p. 62.
79.GREGORIO DE NISA, De hominis opif., 18, PG 44, 192ab.
80.Cfr. GAYTH, op. cit., p. 73; La sophiologie, pp. 40 ss.
81.Cfr. GAYTH, op. cit., p. 64.
82.Ibíd., p.66; EVAGRIO, Antirrh., VIII, 10, FRANKENBERG, P. 538, 12-13.
83.GREGORIO DE NISA, De an. et resurr., PG 48, 81b; cfr. GAYTH, op. cit., p. 118 ss.
84.Cfr. GAYTH, op. cit., p. 77 ss.
85.Ibíd., pp. 103 ss.; De hom. opificio, 18, PG 44, 192ab.
86.S. JUAN CRISOSTOMO, Lettere ad Olimpia, 10, 1, SC 13 bis (1968), p. 242.
87.Cfr. MERLIN, M., Saint Augustin et les dogmes du péché originel et de la grace, París, 1931.
88.Cfr. PL 46, 358, Index generalis: hominis crimen malum error et infirmitas.
89.Joseph de Volokolamsk, pp. 32 ss.
90.Cfr. JUGIE,.M,; Theol. dogm. christ. or., I-V, París, 1926-1935, vol. II, p. 733.
91.SAN PROSPERO se opone a Cassiano en su De gratia Dei et de libero arbitrio contra collatorem, PL 51, 213-276.
92.Cfr. S. JUAN CRISOSTOMO, Comm. in Mt., hom. 15, 1, PG 58, 471.
93.Cfr. Esposizione della fede ortodossa (43-44), II, 29-30, PG 94, 968a, 972ab.
94.Pisma o duchovnoj Zizni, Moscú, 1903, p. 121; Théophane le Reclus, p. 194.
95.Hom., 4, 17, PG 34, 493b.
96.Cto jest’ duchovnaja zizn…, 46, Moscú, 1897, p. 170; Théophane le Reclus, p. 195.
97.Cfr. SPANNEUT, M., Le stoïcisme, pp. 133 ss.
98.Practicós, 84, SC 171 (1971), p. 674.
99.Cfr. GUILLAUMONT, A., ibíd., SC 170, pp. 104 ss.
100.Cfr. POHLENZ, Die stoa. Geschichte einer geistigen Bewegung, Göttingen 1948-1949, I, pp. 87-90; ARNIM, SVF II, 827-832, p.226.
101.Strom., I, 39, 1, GCS 1, p. 25; SC 38, p.39; Strom., V.52, 2, GCS 5, p.362; Strom., IV, 116, 1, p.229; Strom., V, 80, 9, p. 379, 25; cfr. SPANNEUT, M., Le stoïcisme, p. 170.
102.Cfr. Théophane le Reclus, p. 296.

Giulio Rocca, mártir misionero laico en el Perú

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Giulio Rocca

Giulio Rocca, nació en Isolaccia (Italia) el 30 de marzo de 1962. Se había enrolado en una aventura de generosidad, la Operación Mato Grosso, guiada por la espiritualidad de San Juan Bosco.
Fue asesinado en la Parroquia de Jangas (Ancash- Perú) el primero de octubre de 1992, cuando realizaba su actividad evangelizadora a favor de los pobres de la zona.
En la noche de ese día llegaron terroristas del grupo armado Sendero Luminoso a la Parroquia, en la que ofrecía su ayuda voluntaria, y donde sólo se hallaban mujeres y niñas.
Los terroristas comenzaron a adoctrinarlas sobre los motivos de su lucha y su «táctica de baja intensidad», según cuenta Micaela, voluntaria italiana que también colaboraba con la Parroquia junto a su esposo.
Describe así esta estrategia: «homicidios en cadena espaciados y con objetivos concretos, realizados por personas generalmente muy jóvenes, entre 20-25 años, ignorantes y vacíos como pocos, que sólo han aprendido de memoria palabras como revolución, tomar el poder, guerra popular, despertar de las conciencias para combatir los abusos, ¡violencia!».
Al ver sólo a mujeres, los terroristas se enfadaron mucho y comenzaron a robar todo lo que encontraban.
En ese momento llegó Giulio con otra voluntaria. Giulio estaba convencido de que «podía detener esta locura del terrorismo. Estaba demasiado convencido del camino inverso: la caridad, la bondad, la conversión personal, el camino de Jesús, la verdadera revolución en favor del hombre, de cada hombre», relata Micaela.
Después de un intercambio de palabras, se llevaron a Giulio a pesar de su resistencia. Lo encontraron hacia las tres de la madrugada, con un tiro, abandonado en la carretera.
Giulio había escrito dos días antes al obispo comunicándole su decisión de ser sacerdote en la diócesis de Huaraz.
Monseñor José Ramón Gurruchaga, entonces obispo de Huaraz, dijo en la eucaristía tras su muerte: «Su aspiración final fue responder a Jesús que lo llamaba insistentemente. Lo miró, lo amó, y Giulio lo percibió. Tu obispo tenía ya preparado el puesto en la diócesis, pero… ¿quien se decidirá en su lugar? El puesto está vacío. Queda su gesto. Su corazón palpita. Vive resucitado en Dios amor».

Fuente: Agencia de Noticias Zenit e Informe de la Comisión de la Verdad.

La herencia espiritual de Bogdan Janski

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Bogdan Janski

Ignacy Teodor Bogdan Jański (1807-1840) Fundador de la Congregación de la Resurrección

Por el R.P. Ernest Alexander Varosi C.R.
La mayoría de las organizaciones y comunidades religiosas tienen su origen o fundación por una persona o personas que fueron sometidos a una transformación religiosa que cambia su sistema de valores, profundizando su fe y confianza en Dios. Luego, la visión o la misión comienza a tomar forma; y otros que empiezan a compartir esa visión y misión se unen para formar una comunidad para vivir mejor y llevar a la práctica el Evangelio.
El año 2007 es el bicentenario del nacimiento de Bogdan Janski, el fundador de la Congregación de la Resurrección. Por lo tanto, es oportuno reflexionar sobre el patrimonio espiritual que ha transmitido a otras personas con ideas afines que se unieron con él para promover su visión de una transformación (resurrección) de la sociedad.

¿Quién fue Bogdan Janski?

Bogdan Janski nació en 1807 en Polonia, pertenecía a la nobleza. Su padre estaba en el ejército napoleónico. El joven Janski manifiesta tempranamente los rasgos en los cuales se perfeccionó en toda su vida: era intelectualmente agudo, perseverante, tenaz, dedicado enteramente a una causa.
En 1823 ingresó en la Real Universidad de Varsovia, donde estudió derecho y administración. En la universidad se sintió atraído por el filósofo materialista francés Barón de Holbach, que expuso un tipo determinista del materialismo, a la luz de la evidencia de la ciencia contemporánea; reduciendo todo a la materia y la energía inherente a la materia. También propuso una ética hedonista, así como un ateísmo sin concesiones. No es de extrañar; Janski gravitado hacia una lucha contra la visión cristiana del mundo que defiende y propaga activamente junto con otros estudiantes entusiastas. Sin embargo, un compañero de estudios, Krolikowski, aunque materialista, era un lector apasionado de la Biblia, y consideró que la única solución a los males sociales de la época eran las enseñanzas de Jesucristo. Janski quedó impresionado por el intento del novelista Krolikowski para sintetizar el materialismo y la religión.
Después de haber completado sus estudios en la Universidad de Varsovia en 1827, tomó un empleo como abogado, pero estaba ansioso por reunirse con sus amigos de la Universidad en París y así, en 1828, a los 21 años, se le dio el permiso y una beca del Estado, para proseguir sus estudios en París.

El Escenario

París en el siglo XIX era una ciudad cosmopolita llena de gente de todo tipo; de filósofos, pensadores, políticos, escritores, artistas, defensores de una sociedad socialista como remedio para los trastornos sociales derivados de la industrialización y los cambios económicos efectuados por el capitalismo. Fue también un momento de la renovación católica encabezada por esos oradores, predicadores y escritores como Lamennais, el fundador del movimiento de L’Avenir. Muchos acudieron a escuchar las presentaciones de la fe del predicador dominico Lacordaire. En ese momento, vivía en París, el gran autor católico polaco Adam Mickiewicz, que como católico practicante, tendría un impacto profundo en el pensamiento de Janski.
Fue sobre todo entre los emigrantes polacos que Janski se encontró más comprometido intelectualmente en sus deliberaciones sobre lo religioso y secular del pasado, presente y futuro de Polonia. Al ser de mente despierta, estuvo intelectualmente impulsado a incorporar las corrientes intelectuales de la sociedad parisina, atraído por el flujo impresionante de ideas. Apeló al humanismo, al socialismo, al laicismo y la historia del cristianismo en todos los niveles. No debe pasarse por alto la atracción personal de Janski hacia el lado oscuro de la sociedad parisina. Durante un tiempo se sintió atraído por las ideas de los sansimonianos y Robert Owen, socialista utópico de Escocia. Ambos movimientos parecían ofrecer una solución alternativa a la agitación social. Por otra parte, los sansimonianos proclamaban una nueva era para la humanidad, una nueva moral, y un nuevo cristianismo. Atraídos por sus ideas se unió al movimiento y se convirtió en un entusiasta promotor. Aunque Janski no se quedó con el movimiento por mucho tiempo, su asociación con sansimonianos provocaría el comienzo de su viaje espiritual personal.

El Cambio

A lo largo de la historia, los fundadores de muchas de las comunidades religiosas o innovadores religiosos se sometieron a una experiencia transformadora que les afectaba, lo que cambió totalmente su horizonte intelectual, moral y religioso. Para San Francisco de Asís fue una enfermedad grave que provocó su búsqueda espiritual y condujo a su transformación en un predicador dedicado del Evangelio. La vida de Francisco cambió para siempre el 24 de febrero 1209 cuando oyó un sermón en la iglesia local. El sermón fue acerca de Mateo 10,9; en la que Cristo dice a sus seguidores que fueran a proclamar que el Reino de Dios estaba sobre ellos, que no debían tener nada de dinero con ellos, ni siquiera un bastón o zapatos para la carretera. Francisco se inspiró para dedicarse por completo a una vida de pobreza apostólica. Francisco interpretó el pasaje literalmente y desde entonces se dedicó de lleno al seguimiento radical de Jesús. Una herida recibida en la batalla obligó a San Ignacio de Loyola a descansar mucho tiempo, para recuperarse recurrió a la lectura de las vidas de los santos y la vida de Cristo. Él se sintió tan conmovido por el desafío de Cristo y del Evangelio, que decidió cambiar su estilo de vida y dedicarse a vivir y predicar la buena noticia. La Madre Teresa, de memoria reciente, habla de escuchar la voz llamando a una “vocación en una vocación“, que poco a poco la atrajo a gastar más y más tiempo dedicándose a cuidar a los más pobres de los pobres, y asegurar que en los moribundos y las personas abandonadas se muestra la compasión y el cuidado amoroso de la compasión y el amor de Dios.
Bogdan no hace mención de tener una experiencia iluminadora particular, que hubiera alterado significativamente su vida y colocado en el camino hacia el compromiso de todo corazón a Dios. Sin embargo, existen tres cosas que se pueden señalar que influyeron en su cambio religioso. Uno de ellos era el nacionalismo polaco y la fallida revolución de 1830, que obliga a él y a otros a pensar profundamente en la relación entre el cristianismo y la experiencia histórica polaca. El otro factor, fue su asociación con la sansimonianos y su énfasis en el neo-cristianismo, con su visión de la perfectibilidad humana y la probidad moral. A pesar de que rompió con el movimiento, se vio afectado por sus puntos de vista y comienza a prestar atención a su propia vida religiosa y moral personal; empezando a llevar un “diario” de sus luchas por la santidad. Su asociación con Adam Mickiewicz, el gran gigante de la literatura polaca y cristiano practicante, también desempeñó un papel en Janski, que se está convirtiendo de nuevo a Dios. Adam le demostró que era posible ser un defensor de las causas y ser cristiano al mismo tiempo, lo cual deja profundamente impresionado a Janski. Por último, su exposición a los escritos y el contacto con los promotores de la renovación religiosa francesa también afectó a su punto de vista intelectual y estimuló su deseo de buscar una relación auténtica con Dios. En conjunto, estos factores obligaron a Janski a reflexionar profundamente sobre sí mismo y su futuro, sentando las bases para su conversión moral y el creciente deseo de unión con Dios.

El nuevo Janski comienza a emerger

Durante los años 1830-1840, Bogdan sometido a un proceso incesante de superación personal y de examen, analiza escrupulosamente su vida anterior con el fin de lograr un firme propósito de enmienda. En su lucha por descubrir el “verdadero yo“, empezó a abrazar dos verdades importantes: que la santidad personal y la fidelidad a la Iglesia son absolutamente esenciales para cualquier renovación social; y que esta verdad esta anclada en el principio de que Dios ama a cada uno de nosotros de manera incondicional.
La conversión genuina implica la autotrascendencia para el cambio radical en la vida de esa persona y sus objetivos. Nada menos que la entrega personal total al Dios de amor, eminentemente real en Bogdan Janski. Su conversión de una vida lejos de Dios (el pecado) a la vida con Dios, se convierte en el punto de partida para la dinámica espiritual de constante crecimiento y el descubrimiento del verdadero yo.
Sin duda, el momento culminante del proceso de Janski a la autorealización y la transparencia fue su confesión general. La culminación de un viaje que lo llevó a su regreso a la fe en la Iglesia Católica, que había abandonado en su juventud.
Paradójicamente, Janski habia abandonado la Iglesia y la fe en Dios, pero nunca abandonó su deseo de dedicarse al servicio de los demás y lograr un cambio en la sociedad.El suburbio parisino de Saint Mande fue el lugar donde este joven, inquieto, de nacionalidad polaca, a la edad de 28 años hizo las paces con Dios. Era el año 1834. Se tardó cinco sesiones para completar su confesión ante el cura párroco, el Padre Chausette. La razón de esta confesión prolongada fue el deseo de Janski a hacer una ruptura total con el pasado. Pasó revista a su vida en etapas cuidadosamente tomando nota de sus infidelidades, su impiedad y su adhesión a la secta del socialismo utópico. Escribió en su diario, el 24 de noviembre 1834, en el momento de su confesión general, sobre su deseo de convertirse en una nueva persona: “Ya he confesado los pecados de la apostasía, el sacrilegio, la depravación, el orgullo y el escándalo que mostré a muchos… yo era un mal hijo, mal hermano, mal amigo, mal ciudadano“.
Estas palabras revelan un dolor sincero y un fuerte sentido de responsabilidad moral por sus acciones. Él atribuye su conversión a la gracia gratuita de Dios. Fue este don de gracia que en última instancia condujo a su cambio de corazón y de su regreso a la fe: “tu gracia, no ningún mérito, el trabajo o el razonamiento de las mismas fueron la causa”. La bondad de Dios se contrasta con la miseria de Janski. Es vista como un regalo de un Dios misericordioso y amoroso. Ora: “Te doy gracias, Señor, porque usted se dignó a considerar mi miseria y el sufrimiento, mi anhelo y el gemido de la verdad y por todo lo que es bueno“.
Él reconoce que su regreso a la fe es un don inmerecido y parte del plan divino. Exclama retóricamente: “¿Por qué volver a la fe católica? Porque lo deseaba o por misericordia de Dios!
Janski fue objeto de una conversión intelectual, moral y religiosa; que se evidencian en sus expresiones de éxtasis por haber “vuelto a casa“. A partir de este momento y en adelante se esforzó por hacer de Dios el horizonte incondicional de su vida. Fue cautivado por la bondad y el amor de Dios. Él aceptó la responsabilidad de su impiedad. Escribe en su diario el 10 de enero 1835, el día en que recibió la absolución: “Pero ahora, al menos, estoy limpio de mis pecados y unido con Dios. Gracias Dios misericordioso“. Él simboliza su entrega incondicional a Dios como un tipo de pacto entre él y Dios. El mantenimiento de este compromiso dependerá de la cooperación con la gracia divina. Él reza: “Dame la gracia necesarias para garantizar que mi pacto con vosotros y vuestra Iglesia será eterno. Durante el resto de mi vida puedo demostrar que soy digno de tu misericordia“.
Bogdan Janski da testimonio de la conversión y reorientación de su vida. Él ha encontrado el que sería el guía normativa para su vida en el futuro. Cabe señalar que las entradas posteriores en el diario ponen de relieve su constante lucha para permanecer fiel a este compromiso.
¿Qué experiencia humana influyó en él para hacer este cambio en su vida y de comprometerse de manera tan completa a Dios? Parte de la respuesta se encuentra en la búsqueda personal Janski de la trascendencia. En una carta escrita a su hermano Stephen, en febrero de 1838 se alude a la búsqueda de la trascendencia: “El principal cambio en mi vida, el rasgo dominante de mi estado actual, después de una búsqueda constante de investigación, estudio y experiencia; por fin he llegado a reconocer la verdad eterna y perfecta en la enseñanza de Jesucristo, en la Iglesia Católica universal que él fundó“.
Por lo tanto, la elección de hacer de Jesús Cristo, el horizonte de la determinación de su vida sólo se ha alcanzado después de muchos años de lucha personal y la introspección. Por ejemplo, en 1823, cuando comenzó sus estudios en Derecho y Administración en la Universidad de Varsovia, se sentía atraído por la filosofía materialista de Holbach; un compañero le propuso “tomar parte en orgías sexuales, en los burdeles de Varsovia“. Los factores determinantes de su horizonte intelectual, moral y religioso; enfrentaron su sensualidad y el ateísmo. Su conversión religiosa y de confesión general en 1834 fue una etapa crítica en su viaje hacia la trascendencia. En junio de 1834, escribe en el diario: “Oh Señor, dame la capacidad de creer en ti y en tu amor humilde hacia mí, saciar mi espíritu de orgullo y sensualidad. Que un rayo de tu gracia descienda en mis pensamientos, ya que la única verdad es mi impotencia y mi miseria“.
Él se acercaba a la conciencia de que sin la gracia y la entrega libre a Dios, no era posible la trascendencia y la superación de su debilidad moral, como don gratuito de un Dios misericordioso y amoroso. Fue una conversión de la satisfacción a los valores. El poder para hacer esta transición no se origina en sí mismo porque era impotente y corrupto, pero debido al amor incondicional de Dios mediado en parte pero no exclusivamente a través del círculo de amigos que había llegado a conocer en la sociedad parisina.

La visión de Janski

Después de haber experimentado una transformación importante, en realidad, una resurrección, Bogdan volvió su atención a sus compañeros nacionalistas para convencerles de que el verdadero patriotismo no puede ser separado de la fe religiosa. Se dio cuenta de que Polonia y los exiliados polacos para lograr sus objetivos, tendrían que lograrlos por medio de la conversión a los valores del Evangelio y un catolicismo auténtico.
He aquí cómo describe su misión (1834): “Mi trabajo social entre mis compatriotas debe comenzar después de mi primera confesión. Y así, 1) Tengo que pensar en la organización de una comunidad de oración en común con un compromiso de vivir un cristianismo práctico; 2) Yo tengo el plan de organizar, en nombre de Cristo, una especie de hermandad, que va a definir la fe de nuestra nación… Hoy tuve la idea de que nuestro objetivo en la inmigración y en nuestro país debe esforzarse de ser un ejemplo de vida cristiana en todos nuestros pensamientos, palabras y hechos“.
A través de su celo personal, a instancias de Bogdan, pudo convencer a Peter Semenenko y Jerome Kajsiewicz de sus ideas, cambiando sus valores y el horizonte teológico, retornando a la práctica de la fe católica. Peter y Jerome, de haber pasado por su renacimiento personal, abrazaron a Bogdan como su líder, maestro y consejero. En conjunto, empezaron a considerar cómo se podría promover una visión social cristiana de la sociedad basada en el amor incondicional de Dios sólidamente fundamentada en la esperanza firme.
Esas aspiraciones comenzaron a tomar forma en 1836, cuando decidieron unirse y formar una hermandad con el fin de preservar y mejorar su conversión religiosa, a fin de promover una visión de una sociedad renovada. En una carta a Wieloglowski escrita en 1836 Janski claramente las razones subyacentes para el establecimiento de la hermandad: “Desde el principio estábamos convencidos de que, si nuestra conversión personal y la de otros hermanos que estaban en el camino hacia una unión más estrecha con Dios, debían ser eficaz, era justo y necesario que nos retiramos de los círculos sociales en los que vivimos y reunirnos para formar una comunidad. Esta iba a ser una comunidad en la que cada miembro apoye el fortalecimiento de los otros en espíritu a través de los ejercicios comunes, una comunidad en la cual los miembros se lleven a la senda de la verdad, reconociendo sus obligaciones graves a sí mismos, a Dios, y a las personas. Así que decidimos comenzar una vida en común, y fundar una pequeña casa a principios de 1836” (Bogdan Janski a V. Wieloglowski).
En agosto de 1839, el año antes de morir, Janski preguntó retóricamente en sus apuntes personales: “¿[Quizás] ha llegado el momento de trabajar directamente en la unión de toda la humanidad desde una familia?“. Janski murió en 1840, no vivió para ver el pleno florecimiento de esta empresa, sin embargo, sus ideas y su visión fueron suficientes para sostener a sus seguidores ya que han trabajado para completar el proyecto que se materializó el domingo de Pascua, en 1842, cuando seis los hombres hicieron sus primeros votos y formaron los hermanos de la Resurrección.
A través de su lucha humana por encontrar significado y propósito, junto con su batalla personal para superar los pecados de la carne, Janski a descubierto al Dios misericordioso y compasivo que ama a cada uno de manera incondicional. Debido a su propia lucha personal por la integridad, Bogdan estaba firmemente convencido de que una persona no se puede salvar a sí mismo sin el don inmerecido de la gracia redentora de Dios. Además, los seres humanos abandonados a sí mismos sólo puede producir miseria y sufrimiento. Descubrió que lo más importante y significativo para la gente, es la llamada a la autotrascendencia, ir más allá de sí mismos, el altruismo cristiano. Así, como San Agustín, así también Janski, descubrió que el ser humano puede encontrar su plena identidad sólo en el corazón de Dios. En consecuencia el horizonte intelectual, moral y religioso de las personas está definido por el Dios trascendente y el amor incondicional de Dios.

¿Cuál es entonces la herencia espiritual de Bogdan Janski?

Janski, como el espíritu visionario y fundador de la Congregación de la Resurrección, ha inspirado a sus seguidores con tres puntos de vista espirituales importantes para seguir animando a sus miembros en la actualidad.
La verdad fundamental, la búsqueda de sentido es la idea de que la piedra angular de la auténtica conversión fue abrazar plenamente y entregarse al amor misericordioso e incondicional de Dios, y al mismo tiempo, reconocer nuestra nada, miseria y corrupción. Estos son los dos pilares indispensables para tener una relación personal con Dios para Janski; de esta conciencia surge el don de la esperanza.Beata Celina
La segunda verdad, en forma de desarrollo espiritual, para Janski se deriva de su interacción con el movimiento social de la época. Este aspiraba a abordar los males sociales del mundo, proponiendo un orden más justo y social equitativo. Aunque Janski identificado con el espíritu de estos movimientos sentía que ninguna sociedad o movimiento nacional que ignora la dimensión espiritual de manera adecuada podría satisfacer las aspiraciones de sus miembros. Con la visión de una sociedad cristiana renovada comenzó a evolucionar y atraer a otros.
En tercer lugar, Janski estaba convencido que era necesario formar una comunidad o fraternidad, que se refuerza mutuamente en su determinación de vivir una vida de más la unión con Dios y con el ejemplo positivo de promover la renovación o la resurrección de la sociedad en general. Por lo tanto, viviendo una vida en común mediante el cual los miembros se ofrecen apoyo mutuo, es la piedra angular fundamental de la vida de la comunidad.
En resumen, podemos resumir el legado espiritual de Bogdan como una visión de una sociedad resucitada que vive y anuncia la esperanza cristiana en el mundo. Ese espíritu sigue anima e inspira a los miembros de la Congregación, en la declaración de su Carisma (1981), que declara: “Creemos que el amor de Dios por nosotros es misericordioso y fiel…Creemos que Dios nos llama a trabajar juntos por la resurrección de la sociedad, dando su vida y su amor a todos…Esto también requiere que construyamos, y enseñemos a otros para construir, una comunidad cristiana en la que todos puedan experimentar la esperanza, la alegría y la paz de la Resurrección de Cristo“.

Seguidores de Jesucristo, testigos de su Resurrección

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Beata Celina Chludzińska Borzecka: esposa, madre, viuda y religiosa fundadora 
La Madre Celina (1833-1913), polaca, fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo; siendo joven sentía el profundo deseo de consagrarse al Señor en la clausura, pero sus padres le comunicaron su voluntad de que contrajera matrimonio, haciéndolo así a los veinte años con José Borzecki. Era muy amada por su marido. A su vez, Celina fue esposa amorosa y ejemplar.
Tuvo cuatro hijos; dos murieron pronto. Bajo el régimen zarista, sin descuidar sus deberes familiares, la nueva beata se prodigó por los insurgentes que luchaban por la independencia de Polonia. Fue por ello arrestada.
Tiempo después tuvo que entregarse con especial atención al cuidado de su marido, tras sufrir éste un ataque que le paralizó medio cuerpo. Cuando enviudó, cinco años después, eligió Roma como su ciudad en 1875, donde encontró la espiritualidad resurreccionista y redescubrió su vocación religiosa.
Fue al conocer al cofundador de los Resurreccionistas, el padre Pedro Semenenko. Celina eligió la vida comunitaria y con su hija menor Edwina, fundó la rama femenina de la Congregación de los Resurreccionistas, dedicada a la educación cristiana de las jóvenes pobres.
El año oficial de la fundación fue 1891: el 6 de enero, Celina Chludzińska Borzecka y su hija, co-fundadora, hicieron profesión emitiendo los votos como religiosas de la Resurrección dando inicio a la nueva congregación.
Antes había pasado muchas contradicciones; con la ayuda de buenos amigos Celina logró abrir su primera escuela vespertina para chicas, donde monseñor Giacomo Della Chiesa –futuro Papa Benedicto XV-, cuyos padres vivían en el apartamento vecino a la escuela, sirvió de capellán y catequista.
Benedicto XVI presentó el modelo de vida de la beata polaca, identificándolo con un martirio incruento, siendo éste «testimonio silencioso y heroico de los muchos cristianos que viven el Evangelio sin componendas, cumpliendo su deber y dedicándose generosamente al servicio de los pobres».
«Mi vocación es cumplir la voluntad de Dios fielmente y con amor», escribía la madre Celina.
«La beata Celina -subrayó el cardenal Saraiva tras elevarla a los altares- vivió su historia constantemente unida a Dios en oración».

Ésta «le hizo capaz de aceptar humildemente diversas realidades y situaciones y reconocer en ellas la mano del Señor que la protegía, sostenía y guiaba, haciéndole seguir la voluntad de Dios, e intuir que –como decía el siervo de Dios Bogdan Janski, fundador de los Resurreccionistas- “a veces Dios usa extraños caminos para llevarnos a sus metas“», recalcó.
Las distintas etapas de la vida de la beata Celina Chludzińska Borzecka «constituyen para muchas personas un modelo posible a imitar porque nos demuestran que la grandeza del hombre no consiste sólo en realizar acciones extraordinarias, sino en vivir la vida cotidiana responsablemente, siendo capaces de dar así la propia respuesta a la gracia de Dios».

40 años del Apostolado de la Resurrección

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Cine y Espiritualidad

Cine y Espiritualidad: El problema del mal
Conmemorando los 40 años del Apostolado de la Resurrección, se proyectó la película Río Místico, dentro del Ciclo Cine y Espiritualidad.

Ir al cine
A pesar de la posición de Olof Palme como Primer Ministro, él buscaba una vida normal. A menudo salía sin guardaespaldas, y en la noche de su asesinato no era vigilado. Caminando del cine a su hogar con su mujer, Lisbet Palme, en la calle Sveavägen de Estocolmo, cerca de la medianoche del 28 de febrero de 1986, la pareja fue atacada por un pistolero.
La decisión de Palme de ir al cine fue hecha con poca antelación. Lisbet Palme llamó a su hijo, Mårten Palme, a las 5 para hablar de una película que se iba a proyectar. Olof Palme no oyó nada de los planes hasta que llegó a su casa a las 6 y media, cuando se encontró con su mujer. En ese momento, Palme ya había rechazado la protección del servicio de seguridad. Habló con su hijo sobre los planes por teléfono, y eventualmente Palme y su mujer decidieron a reunirse con Mårten y su esposa, quienes ya habían comprado entradas para ellos. Esta decisión fue hecha aproximadamente a las 8 de la noche. Después del asesinato, la policía registró la casa de Palme, además de los lugares de trabajo de Lisbet y Mårten en busca de dispositivos de vigilancia ocultos, pero no encontraron ninguno.
A las 8 y media la pareja Palme salió de su apartamento, sin protección, yendo en la dirección de la estación de metro de Gamla Stan. Varias personas presenciaron su camino breve a la estación y, según la investigación de la policía, notaron que faltaba la presencia de los guardaespaldas. La pareja tomó el metro a la estación Rådmansgatan, desde donde caminaron al Gran Cine. Se encontraron con su hijo y su mujer fuera del cine a las 9. Olof Palme aún no había comprado entradas, al reconocer al Primer Ministro, el taquillero quiso que la familia Palme tuviera las mejores butacas.
Después de ver la película, la familia Palme se quedó fuera del cine durante unos momentos pero se separaron a las 11 y cuarto. Olof y Lisbet Palme fueron en dirección sur hacia la estación del metro de Rådmansgatan. Cuando llegaron a Adolf Fredriks kyrka (la iglesia de Adolfo Federico), cruzaron Sveavägen y continuaron caminando en el lado opuesto. Pararon durante un momento para mirar algo en una tienda antes de caminar hacia la entrada de la estación del metro. A las 11:21 horas, sólo a poca distancia de la entrada de la estación, un hombre apareció, le pegó un tiro a Palme a quemarropa y dirigió otra bala hacia la esposa de Olof Palme. Después, el asesino salió corriendo por la calle de Tunnelgatan, subió las escaleras a Malmskillnadsgatan y continuó hacia la calle David Bagares, donde fue visto por última vez.
Olof Palme, que tenía 59 años en el momento de su muerte, fue líder del Partido Socialdemócrata y primer ministro de Suecia entre 1969 y 1976 y desde 1982 hasta su muerte.
Diez años después, a finales de septiembre de 1996, el coronel Eugene de Kock, un ex agente de la policía sudafricana, dio su testimonio al Tribunal Supremo de Pretoria, alegando que Palme había sido asesinado en 1986 porque “fue muy opuesto al régimen del apartheid y Suecia dio contribuciones sustanciales al CNA“.
La muerte de Olof Palme sigue siendo un suceso de tanta importancia en Suecia que el año pasado el Parlamento realizó cambios en la ley para evitar que el crimen prescriba, algo que con la antigua legislación hubiera sucedido este 28 de febrero, al cumplirse los 25 años de su asesinato.
Fuente: Wikipedia.

Río Perené

Por José Antonio Benito.
En la casa misión de San Ramón existe una lápida de bronce, con la siguiente leyenda: “LA NACION PERUANA HONRA AQUÍ LA MEMORIA DE LOS HEROICOS MISIONEROS NACIONALES DE LA ORDEN DE SAN FRANCISCO, DESCUBRIDORES, EVANGELIZADORES Y PROTOMÁRTIRES DE LA REGIÓN DE CHANCHAMAYO Y EL PERENÉ: PADRE CRISTÓBAL LARIOS Y FR. GERÓNIMO JIMÉNEZ EN EL TRICENTENARIO DE SU GLOROSA MUERTE. SE INAUGURÓ ESTE MONUMENTO SIENDO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA EL GENERAL DE DIVISIÓN DON OSCAR R. BENAVIDES“.
Perú tiene todavía una deuda con sus mártires. Lo peor que podemos hacer con un mártir es olvidarlo es como re-matarlo, volver a matarlo, así como suena.
Re-cordarlo es volver a pasarlo por el corazón para que se convierta –en frase de Tertuliano- en “semilla de nuevos cristianos“. Les presento la bella historia de los primeros mártires de la selva en el vicariato de San Ramón: Fray Jerónimo Jiménez y Fray Cristóbal Larios. El primero era limeño y religioso del convento de los Descalzos, que, descolgándose de las Pampas de Junín, alcanza la porción de la selva, y, atravesando los valles de Huancabamba y Chorobamba, por sendas desconocidas, llega al famoso CERRO DE LA SAL, paraje donde concurrían los indios desde las más remotas comarcas para proveerse de dicho condimento. Funda allí la primera conversión, o misión dedicada a la evangelización de los nativos, y luego prosigue su misión evangelizadora hacia el valle de Chanchamayo, donde establece la conversión de San Buenaventura de Quimiri, vecina a la actual ciudad de La Merced. A los dos años, por descubrir nuevos mundos, halla la muerte en las márgenes del Perené con su compañero el Padre Cristóbal Larios, natural de Ica y el primero en entrar por Tarma, flechados por los nativos campas.

El año 1937, con motivo de los 300 años de su martirio tuvieron lugar en Chanchamayo las extraordinarias misiones predicadas por un selecto grupo de misioneros que recorrieron en gira religiosa los pueblos, haciendas y caseríos de los distritos de San Ramón y La Merced, Oxapampa, Chorobamba y Huancabamba, recogiendo abundante fruto espiritual. El Gobierno Peruano reconociendo los méritos de los misioneros franciscanos, decretó que los dos centros escolares de San Ramón y La Merced llevaran los nombres de “Fray Jerónimo Jiménez y Padre Cristóbal Larios“.
Les comparto la relación de su martirio tomado de la reciente obra del Padre ALFONSO TAPIA. HISTORIA DE LA PARROQUIA DE SAN RAMÓN (San Ramón 2014) pp.182-188 y que lo ha transcrito íntegramente de la obra clásica Izaguirre B., Sáiz F., Historia de las Misiones Franciscanas en el Oriente del Perú, volumen I (1619-1767), Lima 2002, 193-199: La caravana en que iba fray Jerónimo río abajo por el Perené, con los cinco militares, algunos muchachos de servicio, Zampati, su mujer, e indios balseros, llegó a un punto, a lo que parece, próximo a las Cascadas, donde el agua hierve detenida en su rápido curso por las peñas que abundan en el lecho del mismo río. De repente sintieron el silbido de las flechas, que con puntería certera caían sobre los soldados españoles, no descubriéndose el punto de donde partían.
El cacique, su mujer y los balseros, según convenio, se desnudaron con ligereza, saltaron al agua y, a nado, ganaron la orilla. Llovían las flechas sobre los españoles, hasta que murieron, menos un joven de catorce años, que mal herido pudo escapar y salvarse.
El cacique ya en tierra, notó que los indios perdonaban la vida a Fray Jerónimo. Irritóse el bárbaro y mandó que le flechasen. Su mujer se esforzó por impedirlo. Es mucha la elocuencia de la mujer india cuando su corazón palpita de veras y las lágrimas acuden a sus mejillas. Con mirada lastimosa y suplicante, dijo a su marido, que aquel Padre le había enseñado las oraciones, y su compañero le había bautizado: que ningún mal le había hecho aquel religioso y no había razón para que muriese. El cacique, ciego de furor, dio a su mujer tan recio golpe, que ésta cayó en tierra, casi privada de sentido y con señales de mortal angustia. Intimó de nuevo a los indios que flechasen al fraile. Los indios debían de tener notable cariño y amor a Fray Jerónimo, pues no se animaban a ejecutar las órdenes del cacique. Dijerónle que ya habían muerto los españoles de pantalón y armas que eran de temer; pero que aquel se vestía como mujer, que estaba desarmado, que era inofensivo y bueno, y no había por qué matarle.
Era esto cantar melodías al tigre: y a voces destempladas les volvió a mandar que de una vez lo matasen. Dos de los indios obedecieron: las dos saetas le dieron en el pecho, pero ninguna en el corazón. El siervo de Dios viéndose herido, se puso de rodillas sobre los palos de la balsa: tomó en las manos el Santo Cristo, le miró con toda la ternura que le inspiraba su ardiente amor, lo estrechó a su pecho con dulces lágrimas de júbilo por la dicha del martirio; luego con el crucifijo entre las manos, levantó los ojos al cielo, su patria, a donde iba a volar su alma; y quedó en aquella postura en coloquios dulces y ardientes con Dios y con María Santísima, su tierna madre.
Los indios no quisieron tirarle más flechas. Zampati, empero, mostrando un loco furor, arrojando espuma por la boca, prorrumpiendo en imprecaciones salvajes, se arrojó en persona al río, llegó a la balsa, tomó uno de los remos, y con él le dio dos golpes en la cabeza y lo dejó tendido y muerto. Hizo otro tanto con otro de los niños que por su tierna edad no pudo escapar.
Hizo arrancar la túnica que vestía el religioso, para tener con qué pagar a los flecheros. Díjose públicamente, que luego, para aliento en aquella cristiandad, se dejó ver en el aire una hermosa palma toda luminosa y resplandeciente.
Esto sucedía el día 8 de diciembre de 1637: luego dio órdenes para que un buen número de indios, bien surtidos de flechas, buscase al Padre Larios y sus compañeros y los matasen. Que procediesen con cautela y los esperasen en lugar en que no les valiesen sus armas. En asegurarse pasaron cosa de tres días. Los esperaron emboscados en una cuesta en donde no se podía subir sino valiéndose de ambos manos. Flecharon a la primera avanzada. Notándolo el Padre Larios, se adelantó a voces, suplicando que no los matasen; la respuesta fue una lluvia de flechas, de suerte que mortalmente herido, cayó rodando cuesta abajo, hasta llegar a los pies de Juan de Vargas Valdés, que dejándole cadáver, huyó con Juan de Miranda. Estos dos soldados anduvieron errantes por las chacras de los indios, pero lograron escapar con vida y pudieron relatar lo acaecido. Escaparon cuatro más, pero dos de ellos murieron de hambre y de penuria.
A todos los muertos dejaron completamente desnudos despojándolos de todos sus vestidos, que Zampati repartió a los indios de la facción. Repartió asimismo los vasos sagrados que llevaba el padre Larios, incluso el cáliz.
La muerte del Padre Larios sucedió el día once o doce de diciembre de 1637.