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San Francisco Regis Clet CM, misionero de China

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San Francisco Regis Clet CM
Por Antonio Elduayen Jiménez CM
En la historia misionera de la Congregación de la Misión (PP. Vicentinos en el Perú), China fue, con Madagascar, el campo de misión Ad Gentes más trabajado. Siendo sus exponentes máximos los mártires San Juan Gabriel Perboyre (1802-1840) y San Franscisco Regis Clet (1748-1820), cuyas imágenes en nuestra parroquia nos los recuerdan. He puesto en primer lugar a Perboyre, porque fue canonizado 4 años antes, no obstante que fueran beatificados en la misma fecha (10.11.1889) y que Regis Clet, que era 46 años mayor, muriera martirizado 20 años antes. Habría que añadir que, también, porque es mucho más conocido de los fieles y se nos hace más simpático y cercano.
Digamos a favor de Regis Clet que es un misionero mucho más curtido, pues tiene 48 años cuando llega a China (frente a los 33 de Juan Gabriel), y misiona durante 30 años (frente a los 5 de Juan Gabriel). Ambos murieron en U-Chang-Fu (la actual Wuhan) y ambos por estrangulación sobre una cruz, pero Regis Clet a la edad de 72 años, frente a los 38 de Juan Gabriel. Dejemos las comparaciones y demos unos datos de Francisco Regis Clet, cuya fiesta se celebra el 18 de Febrero, día de su muerte y partida al cielo.
Nacimiento e ingreso en la Congregación
Canonizado por el Papa Juan Pablo II, con otros otros 119 mártires chinos, el 1º de Octubre del 2000, había nacido en Grenoble (Francia) en agosto de 1743. Ingresó en la Congregación de la Misión (Padres Vicentinos) a los 21 años. Fue ordenado sacerdote en 1773. Durante 15 años ejerció de profesor de teología en el Seminario Mayor de Annecy. Admirado por su gran bondad y su cultura, le llamaban “biblioteca viviente”. En 1788, fue nombrado Director de Novicios en la Casa Madre, París, un año antes de que estallara la Revolución Francesa. Obligado a salir de Francia, pidió ir a las Misiones de China, a donde fue en 1791.
Trabajo misionero y martirio
Durante 30 años evangelizó en las provincias inmensas de Kiong Si, Hou Pe y Ho nan, con gran entusiasmo. Una violenta persecución contra los cristianos le obligó a huir…Traicionado por un cristiano apóstata, a cambio de 30 monedas, fue sometido a infinidad de vejaciones y sufrimientos, que soportó sin la menor queja. Fue condenado a morir estrangulado. Atado a una cruz, se cumplió la sentencia el 18 de febrero de 1820. Casi 50 años mas tarde, sus reliquias fueron llevadas a la Casa Madre en Paris, en cuya Capilla reposan actualmente, frente a las de San Juan Gabriel Perboyre.
Forjador de un gran Patrimonio Misionero
Eso fue San Francisco Regis Clet, con su trabajo de 30 años, que prepararon el apogeo de la Iglesia Católica China (1785-1942). Fue también inspirador de misioneros, haciendo posible que un buen número de vicentinos franceses viajaran a la Misión de la Congegación en China. Entre ellos San Juan Gabriel Perboyre, deseoso de emular el trabajo de Francisco Regis Clet y de conseguir el martirio como él. Es lo que Perboyre decía a sus seminaristas siempre que les mostraba la túnica ensangrentada y las cuerdas de la ejecución de Clet. Que desde el cielo bendiga la gesta misionera de los Padres Vicentinos en China, hoy trabajando en y desde las catacumbas.

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Teoría del Big Bang

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Big Bang
Entre 1927 y 1930, el padre jesuita belga Georges Lemaître obtuvo las ecuaciones Friedman – Lemaître – Robertson – Walker y propuso, sobre la base de la recesión de las nebulosas espirales, que el Universo se inició con la explosión de un átomo primigenio, lo que más tarde se denominó Big Bang.
Al presentar en el Vaticano la muestra “Historia del otro mundo. El universo dentro y fuera de nosotros”, el director del Observatorio Astronómico del Vaticano, el jesuita argentino José Gabriel Funes, explicó que la teoría del Big Bang no está reñida con la fe.
En una entrevista concedida a ACI Prensa, el P. Funes señaló que desde el punto de vista eclesial “el Big Bang no está en contradicción con la fe”.
“Sabemos que Dios es creador, es un padre bueno que tiene un plan providencial para nosotros, que nosotros somos sus hijos, y que todo lo que podamos aprender racionalmente sobre el origen del universo no está en contradicción con el mensaje religioso de la Biblia”, indicó.
La Teoría del Big Bang, también conocida como la gran explosión, es la “mejor teoría que tenemos en este momento de la creación del universo”, dijo.
De forma muy resumida, esta teoría, explica que probablemente, la creación comenzó hace unos 14 millones de años con una explosión colosal en la que se crearon el espacio, el tiempo, la energía y la materia, así, es como nacieron las galaxias, las estrellas y los planetas, los cuales se encuentran en continua expansión.
El P. Funes afirmó, que como astrónomo y católico comparte esta justificación de la creación del universo, a pesar de que “hay algunas preguntas sin respuesta”.
Además, el astrónomo explicó que los católicos “deben ver el cosmos como un don de Dios”, y “admirar la belleza que hay en el universo”.
“Esa belleza que vemos nos lleva de algún modo a la belleza del creador. Y también gracias a que Dios nos ha dotado de inteligencia, de razón, podemos encontrar el logos, esa explicación racional que hay en el universo que nos permite hacer ciencia también. Nos habla también del logos creador de Dios”.
El sacerdote indicó, que aunque no hay prueba alguna de vida inteligente en el universo a parte de la nuestra, “no la podemos descartar”, porque estudios de astronomía muestran que existen alrededor de 700 planetas que giran alrededor de otras estrellas.
“Si en el futuro, que a mí me parece una cosa bastante difícil, se pudiera establecer que existe vida, y vida inteligente, no creo que esto contradiga al mensaje religioso de la creación porque serían también criaturas de Dios”, agregó.
El interés oficial de la Iglesia por la astronomía se remonta al siglo XVI y en 1891, el Papa León XIII decidió crear oficialmente un Observatorio Vaticano para mostrar que la Iglesia no está contra el desarrollo científico, sino que promueve el desarrollo de la ciencia de calidad.
Desde entonces, existe el Observatorio Vaticano, con sede en Castel Gandolfo, mientras que el telescopio que se usa para la investigación, se sitúa en Tucson, Estados Unidos.
El P. Funes explicó que expondrán la muestra del 10 de marzo al 1 de julio en Pisa, por ser la ciudad en la que nació Galileo Galilei –padre de la astronomía moderna–, y donde el astrónomo propulsor del Observatorio Vaticano, Cardenal Pietro Maffi, desarrolló su ministerio.
La exposición consiste en un recorrido en el tiempo a través de imágenes, instrumentos de investigación, así como minerales reales de Luna y marcianos que conducen al espectador a un fascinante viaje desde la creación del universo y la materia, hasta nuestro mundo interior y los átomos que nos conforman.
El Papa Benedicto XVI visitó en el año 2009 el Observatorio Vaticano, situado en la localidad de Castel Gandolfo. En aquella ocasión, sostuvo en sus manos uno de los tesoros del observatorio, un meteorito llegado desde Marte.

Georges Lemaitre

Ciencia y fe: el origen del universo
Todo el mundo sabe algo de Galileo, Newton o Einstein, por citar tres nombres especialmente ilustres de la física. Pero pocos han oído hablar de Georges Lemaître, el padre de las teorías actuales sobre el origen del universo. La teoría del “Big Bang”, la Gran Explosión que, según se cree, originó nuestro mundo, pertenece a la cultura general de nuestra época. Originalmente fue formulada por el belga Georges Lemaître, físico y sacerdote católico. Con ocasión del centenario de su nacimiento se ha editado un libro que ilustra la vida y obra de Lemaître (1).
Lemaître nació en Charleroi (Bélgica) el 17 de julio de 1894, y murió el 20 de junio de 1966. No fue un sacerdote que se dedicó a la ciencia ni un científico que se hizo sacerdote: fue, desde el principio, las dos cosas. Desde muy joven descubrió su doble vocación, y lo comentó con su familia. Su padre le aconsejó estudiar primero ingeniería, y así lo hizo, aunque su trayectoria se complicó porque se pasó a la física y además porque, en mitad de sus estudios, estalló la primera guerra mundial.
En 1911 fue admitido en la Escuela de Ingenieros. En verano de 1914 pensaba pasar sus vacaciones yendo al Tirol en bicicleta con un amigo, pero tuvo que cambiar las vacaciones por la guerra en la que se vio envuelto su país hasta 1918. Después volvió a la Universidad de Lovaina y cambió su orientación: se dedicó a las matemáticas y a la física. Como seguía con su idea de ser sacerdote, tras obtener el doctorado en física y matemáticas, ingresó en el seminario de Malinas y fue ordenado sacerdote por el cardenal Mercier, el 22 de septiembre de 1923. Ese mismo año le fueron concedidas dos becas de investigación, una del gobierno belga y otra de una fundación norteamericana, y fue admitido en la Universidad de Cambridge (Inglaterra) como investigador de astronomía.
El observatorio astronómico de Cambridge estaba entonces dirigido por Sir Arthur Eddington, uno de los astrofísicos más importantes del siglo XX. Eran unos años decisivos para la física. Einstein había formulado la relatividad especial en 1905, y en 1915 la relatividad general, que por vez primera permitía estudiar científicamente el universo en su conjunto. Lemaître siguió las enseñanzas de Eddington y también las de Rutherford, padre de la física nuclear. En junio de 1924 regresó a Bruselas, pero ese mismo año volvió a viajar por motivos científicos, esta vez a Canadá y Estados Unidos. En América, además de encontrar a Eddington, tuvo la oportunidad de conocer directamente a algunos físicos que, en aquellos momentos, estaban realizando trabajos pioneros en las observaciones astronómicas, y pasó el curso 1924-1925 trabajando en Harvard con uno de ellos, Harlow Shapley.
De Cambridge a Lovaina
Desde octubre de 1925, Lemaître fue profesor de la Universidad de Lovaina. Abierto y simpático, tenía grandes dotes para la investigación y era un profesor nada convencional. Ejerció una gran influencia en muchos alumnos y promovió la investigación en la Universidad. Además, en 1930 se hizo famoso en la comunidad científica mundial y sus viajes, especialmente a Estados Unidos, fueron ya una constante durante muchos años.
Lemaître se hizo famoso por dos trabajos que están muy relacionados y se refieren al universo en su conjunto: la expansión del universo, y su origen a partir de un “átomo primitivo”.
La expansión del universo
Las ecuaciones de la relatividad general, formuladas por Einstein en 1915, permitían estudiar el universo en su conjunto. El mismo Einstein lo hizo, pero se encontró con un universo que no le gustaba: era un universo que cambiaba con el tiempo, y Einstein, por motivos no científicos, prefería un universo inalterable en su conjunto. Para conseguirlo, realizó una maniobra que, al menos en la ciencia, suele ser mala: introdujo en sus ecuaciones un término cuya única función era mantener al universo estable, de acuerdo con sus preferencias personales. Se trataba de una magnitud a la que denominó “constante cosmológica”. Años más tarde, Einstein reconoció que había sido el peor error de su vida.
Otros físicos también habían desarrollado los estudios del universo tomando como base la relatividad general. Fueron especialmente importantes los trabajos del holandés Willem de Sitter en 1917, y del ruso George Friedman en 1922 y 1924. Friedman formuló la hipótesis de un universo en expansión, pero sus trabajos tuvieron escasa repercusión en aquellos momentos.
Lemaître trabajó en esa línea hasta que consiguió una explicación teórica del universo en expansión, y la publicó en un artículo de 1927. Pero, aunque ese artículo era correcto y estaba de acuerdo con los datos obtenidos por los astrofísicos de vanguardia en aquellos años, no tuvo por el momento ningún impacto especial, a pesar de que Lemaître fue a hablar de ese tema, personalmente, con Einstein en 1927 y con De Sitter en 1928: ninguno de los dos le hizo caso.
Para que a uno le hagan caso, suele ser importante tener un buen intercesor. El gran intercesor de Lemaître fue Eddington, quien le conocía por haberle tenido como discípulo en Cambridge el curso 1923-1924. El 10 de enero de 1930 tuvo lugar en Londres una reunión de la Real Sociedad Astronómica. Leyendo el informe que se publicó sobre esa reunión, Lemaître advirtió que tanto De Sitter como Eddington estaban insatisfechos con el universo estático de Einstein y buscaban otra solución. ¡Una solución que él ya había publicado en 1927! Escribió a Eddington recordándole ese trabajo de 1927.
A Eddington, como a Einstein y por motivos semejantes, tampoco le hacía gracia un universo en expansión; pero esta vez se rindió ante los argumentos y se dispuso a reparar el desaguisado. El 10 de mayo de 1930 dio una conferencia ante la Sociedad Real sobre ese problema, y en ella informó sobre el trabajo de Lemaître: se refirió a la “contribución decididamente original avanzada por la brillante solución de Lemaître”, diciendo que “da una respuesta asombrosamente completa a los diversos problemas que plantean las cosmogonías de Einstein y de De Sitter”. El 19 de mayo, De Sitter reconoció también el valor del trabajo de Lemaître, que fue publicado, traducido al inglés, por la Real Sociedad Astronómica. Lemaître se hizo famoso.
La fama de Lemaître se consolidó en 1932. Muchos astrónomos y periodistas estaban presentes en Cambridge (Estados Unidos), en la conferencia que Eddington pronunció el día 7 de septiembre en olor de multitud, y en esa conferencia Eddington se refirió a la hipótesis de Lemaître como una idea fundamental para comprender el universo (estaba presente en la conferencia). El día 9, en el Observatorio de Harvard, se pidió a Eddington y Lemaître que explicasen su teoría.
El átomo primitivo
Si el universo está en expansión, resulta lógico pensar que, en el pasado, ocupaba un espacio cada vez más pequeño, hasta que, en algún momento original, todo el universo se encontraría concentrado en una especie de “átomo primitivo”. Esto es lo que casi todos los científicos afirman hoy día, pero nadie había elaborado científicamente esa idea antes de que Lemaître lo hiciera, en un artículo publicado en la prestigiosa revista inglesa Nature el 9 de mayo de 1931.
El artículo era corto, y se titulaba “El comienzo del mundo desde el punto de vista de la teoría cuántica”. Lemaître publicó otros artículos sobre el mismo tema en los años sucesivos, y llegó a publicar un libro titulado “La hipótesis del átomo primitivo”.
En la actualidad estamos acostumbrados a estos temas, pero la situación era muy diferente en 1931. De hecho, la idea de Lemaître tropezó no sólo con críticas, sino con una abierta hostilidad por parte de científicos que reaccionaron a veces de modo violento. Especialmente, Einstein encontraba esa hipótesis demasiado audaz e incluso tendenciosa.
Llegamos así a una situación que se podría calificar como “síndrome Galileo”. Este síndrome tiene diferentes manifestaciones, según los casos, pero responde a un mismo estado de ánimo: el temor de que la religión pueda interferir con la autonomía de las ciencias. Sin duda, una interferencia de ese tipo es indeseable; pero el síndrome Galileo se produce cuando no existe realmente una interferencia y, sin embargo, se piensa que existe.
En nuestro caso, se dio el síndrome Galileo: varios científicos (entre ellos Einstein) veían con desconfianza la propuesta de Lemaître, que era una hipótesis científica seria, porque, según su opinión, podría favorecer a las ideas religiosas acerca de la creación. Pero antes de analizar más de cerca las manifestaciones del “síndrome Galileo” en este caso, vale la pena registrar cómo se desarrollaron las relaciones entre Lemaître y Einstein.

Lemaitre y Einstein

Einstein y Lemaître
El artículo de 1927, sobre la expansión del universo, no encontró mucho eco. Desde luego, Lemaître no era un hombre que se quedase con los brazos cruzados. Convencido de la importancia de su trabajo, fue a explicárselo al mismísimo Einstein.
El primer encuentro fue, más bien, un encontronazo. Del 24 al 29 de octubre de 1927 tuvo lugar, en Bruselas, el famoso quinto congreso Solvay, donde los grandes genios de la física discutieron la nueva física cuántica. Lemaître buscó hablar con Einstein sobre su artículo, y lo consiguió. Pero Einstein le dijo: “He leído su artículo. Sus cálculos son correctos, pero su física es abominable”. Lemaître, convencido de que Einstein se equivocaba esta vez, buscó prolongar la conversación, y también lo consiguió. El profesor Piccard, que acompañaba a Einstein para mostrarle su laboratorio en la Universidad, invitó a Lemaître a subir al taxi con ellos. Una vez en el coche, Lemaître aludió a la velocidad de las nebulosas, tema que en aquellos momentos era objeto de importantes resultados que conocía muy bien y que se encuentra muy relacionado con la expansión del universo. Pero la situación se volvió bastante embarazosa, porque Einstein no parecía estar al corriente de esos resultados. Piccard, para salvar la situación, ¡comenzó a hablar con Einstein en alemán, idioma que no entendía!
Las relaciones de Lemaître con Einstein mejoraron más tarde. La primera aproximación vino a través de los reyes de Bélgica, que se interesaron por los trabajos de Lemaître y le invitaron a la corte. Einstein pasaba todos los años por Bélgica para visitar a Lorentz y a De Sitter, y en 1929 encontró una invitación de la reina Elisabeth, alemana como Einstein, en la que le pedía que fuera a verla llevando su violón (era una afición común a la reina y a Einstein). Esa invitación fue seguida por muchas otras, de modo que Einstein llegó a ser amigo de los reyes. En una conversación, el rey preguntó a Einstein sobre la famosa teoría de la expansión del universo, e inevitablemente se habló de Lemaître; notando que Einstein se sentía incómodo, la reina le invitó a improvisar, con ella, un dúo de violón. Ya llovía sobre mojado.
Otra aproximación se produjo en 1930, en una ceremonia en Cambridge, donde Einstein se encontró con Eddington. De nuevo salió en la conversación la teoría del sacerdote belga, y Eddington la defendió con entusiasmo.
Einstein tuvo varios años para reflexionar antes de encontrarse de nuevo personalmente con Lemaître, en Estados Unidos. Lemaître había sido invitado por el famoso físico Robert Millikan, director del Instituto de Tecnología de California. Entre sus conferencias y seminarios, el 11 de enero de 1933 dirigió un seminario sobre los rayos cósmicos, y Einstein se encontraba entre los asistentes. Esta vez, Einstein se mostró muy afable y felicitó a Lemaître por la calidad de su exposición. Después, ambos se fueron a discutir sus puntos de vista. Einstein ya admitió entonces que el universo está en expansión; sin embargo, no le convencía la teoría del átomo primitivo, que le recordaba demasiado la creación. Einstein dudó de la buena fe de Lemaître en ese tema, y Lemaître, de momento, no insistió.
En mayo de 1933, Einstein dirigió algunos seminarios en la Universidad Libre de Bruselas. Al enterarse de que Hitler había sido nombrado Canciller de la República Alemana, fue a la Embajada alemana en Bruselas para renunciar a la nacionalidad alemana y dimitir de sus puestos en la Academia de Ciencias y en la Universidad de Berlín. Einstein permaneció varios meses en Bélgica, preparando su porvenir de exiliado. En esas circunstancias, Lemaître fue a verle y le organizó varios seminarios. En uno de ellos, Einstein anunció que la conferencia siguiente la daría Lemaître, añadiendo que tenía cosas interesantes que contarles. El pobre Lemaître, cogido esta vez por sorpresa, pasó un fin de semana preparando su conferencia, y la dió el 17 de mayo. Einstein le interrumpió varias veces en la conferencia manifestando su entusiasmo, y afirmó entonces que Lemaître era la persona que mejor había comprendido sus teorías de la relatividad.
De enero a junio de 1935, Lemaître estuvo en Estados Unidos como profesor invitado por el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. En Princeton vio por última vez a Einstein.
El síndrome Galileo
Volvamos al síndrome Galileo. A Einstein le costó aceptar la expansión del universo, aunque finalmente tuvo que rendirse ante ella, porque sus ideas religiosas se situaban en una línea que podría calificarse, con los debidos matices, como panteísta. Por tanto, al otorgar de algún modo un carácter divino al universo, le costaba admitir que el universo en su conjunto va cambiando con el tiempo. Los mismos motivos le llevaron a rechazar la teoría del átomo primitivo. Un universo que tiene una historia y que comienza en un estado muy singular le recordaba demasiado la idea de creación.
Einstein no era el único científico que sufría los efectos del síndrome Galileo. El simple hecho de ver a un sacerdote católico metiéndose en cuestiones científicas parecía sugerir una intromisión de los eclesiásticos en terreno ajeno. Y si ese sacerdote proponía, además, que el universo tenía un origen histórico, la presunta intromisión parecía confirmarse: se trataba de un sacerdote que quería meter en la ciencia la creación divina. Pero los trabajos científicos de Lemaître eran serios, y finalmente todos los científicos, Einstein incluido, lo reconocieron y le otorgaron todo tipo de honores.
Lemaître jamás intentó explotar la ciencia en beneficio de la religión. Estaba convencido de que ciencia y religión son dos caminos diferentes y complementarios que convergen en la verdad. Al cabo de los años, declaraba en una entrevista concedida al New York Times: “Yo me interesaba por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión”.
Con el estímulo de la fe
Lemaître dejó clara constancia de sus ideas sobre las relaciones entre ciencia y fe en estas palabras, pronunciadas el 10 de septiembre de 1936 en un congreso celebrado en Malinas: “El científico cristiano debe dominar y aplicar con sagacidad la técnica especial adecuada a su problema. Tiene los mismos medios que su colega no creyente. También tiene la misma libertad de espíritu, al menos si la idea que se hace de las verdades religiosas está a la altura de su formación científica. Sabe que todo ha sido hecho por Dios, pero sabe también que Dios no sustituye a sus creaturas. La actividad divina omnipresente se encuentra por doquier esencialmente oculta. Nunca se podrá reducir el Ser supremo a una hipótesis científica.
“La revelación divina no nos ha enseñado lo que éramos capaces de descubrir por nosotros mismos, al menos cuando esas verdades naturales no son indispensables para comprender la verdad sobrenatural. Por tanto, el científico cristiano va hacia adelante libremente, con la seguridad de que su investigación no puede entrar en conflicto con su fe. Incluso quizá tiene una cierta ventaja sobre su colega no creyente; en efecto, ambos se esfuerzan por descifrar la múltiple complejidad de la naturaleza en la que se encuentran superpuestas y confundidas las diversas etapas de la larga evolución del mundo, pero el creyente tiene la ventaja de saber que el enigma tiene solución, que la escritura subyacente es al fin y al cabo la obra de un Ser inteligente, y que por tanto el problema que plantea la naturaleza puede ser resuelto y su dificultad está sin duda proporcionada a la capacidad presente y futura de la humanidad. Probablemente esto no le proporcionará nuevos recursos para su investigación, pero contribuirá a fomentar en él ese sano optimismo sin el cual no se puede mantener durante largo tiempo un esfuerzo sostenido. En cierto sentido, el científico en su trabajo prescinde de su fe, no porque esa fe pudiera entorpecer su investigación, sino porque no se relaciona directamente con su actividad científica”.
Un hecho resulta especialmente significativo en este contexto de mutuo respeto entre ciencia y fe, que evita indebidas interferencias. El 22 de noviembre de 1951, el Papa Pío XII pronunció una famosa alocución ante la Academia Pontificia de Ciencias. Algún pasaje parece sugerir que la ciencia, y en particular los nuevos conocimientos sobre el origen del universo, prueban la existencia de la creación divina. Lemaître, que en 1960 fue nombrado presidente de la Academia Pontificia de Ciencias, pensó que era conveniente clarificar la situación para evitar equívocos, y habló con el jesuita Daniel O’Connell, director del Observatorio Vaticano, y con los monseñores Dell’Acqua y Tisserand, acerca del próximo discurso del Papa sobre cuestiones científicas. El 7 de septiembre de 1952, Pío XII dirigió un discurso a la asamblea general de la Unión Astronómica Internacional y, aludiendo a los conocimientos científicos mencionados en el discurso precedente, evitó extraer las consecuencias que podían prestarse a equívocos.
(1) Valérie de Rath. Georges Lemaître, le Père du big bang. Éditions Labor. Bruselas (1994). 159 páginas.

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Prelatura de Caravelí

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Monseñor Federico KaiserAntes de la llegada de Federico Kaiser y los misioneros del MSC, había 20 sacerdotes en esta vasta área: 12 peruanos, 5 franceses y 3 alemanes. Había 180.000 habitantes. Desde 1929 los Padres Redentoristas estaban en Coracora.
Los inicios
La Prelatura de Caravelí fue establecida el 21 de noviembre de 1957 a través de la Bula Papal “Quasi Mater Dulcissima” del Papa Pío XII . En esa oportunidad se desmembraron de la Arquidiócesis de Arequipa las provincias de Caravelí, Condesuyos y La Unión; y de la Diócesis de Ayacucho las provincias de Parinacochas y la parte sur de la provincia de Lucanas. Al crearse la Prelatura de Chuquibamba (05-06-1962) las provincias de Condesuyos y La Unión pasaron a formar parte de la nueva Prelatura. Posteriormente la Provincia de Parinacochas se dividió en dos partes: Parinacochas (Coracora) y Páucar de Sarasara (Pausa). De esta forma, la Prelatura de Caravelí queda integrada por las Provincias de Caravelí, Lucanas, Parinacochas yPaucar del Sarasara .
Al principio esta Prelatura era sufragánea de la Arquidiócesis de Arequipa. Cuando en 1966 la Diócesis de Ayacucho fue elevada al rango de Arquidiócesis, Caravelí se trasladó a esa nueva sede Metropolitana.
Federico Kaiser llega a Caraveli con 6 religiosos MSC. Próximamente también vienen las Misioneras del Sagrado Corazón. Toma posesión de la prelatura como prelado en marzo de 1958 y comienza a recorrer su amplio territorio en furgoneta, a caballo ya pie. Se construye la Catedral de Caravelí y el Seminario Menor. Las Hermanas MSC vivían en el Beaterio, junto a la iglesia de la Virgen del Buen Paso. Se supone que esta imagen de la Virgen llegó en la época colonial desde Canarias/España, de donde también procedían las primeras plantas de vid. Las hermanas se hacen cargo de la escuela parroquial de San Miguel, posteriormente se fundarán también las escuelas parroquiales de Acarí y Puquio.
Comienza una época de intensa labor pastoral, pero se nota que la geografía es tan vasta y complicada (montañas y valles, frío y calor) y las fuerzas humanas eran totalmente insuficientes. monseñor Federico buscó sacerdotes en el extranjero, pero con poco éxito. Solo en Lampa hubo un equipo de sacerdotes diocesanos y laicos alemanes, trabajando especialmente en el desarrollo humano de 1968 a 1982.
Monseñor Kaiser se da cuenta de que hay una necesidad de monjas locales y funda, junto con Sor Wilibrordis MSC en 1961, la Congregación de las “Misioneras de Jesús Verbo y Víctima” MJVV. La comunidad empieza a crecer y atiende especialmente a las zonas más difíciles, donde no llega un sacerdote. Les dio la facultad de bautizar y asistir a matrimonios. Se les encomendaron las parroquias de Atico, Chaparra, Incuyo y Pauza.
monseñor Federico Kaiser participa en el Concilio Vaticano II y es ordenado obispo, tan recientemente como el 7 de diciembre de 1963, en su natal Duelmen/Alemania durante una de las sesiones del concilio. Su lema episcopal es “Verbo y Victima”.
Pronto surgen dificultades entre los misioneros alemanes y las Hermanas MJVV. Se les acusa de ser muy conservadores y de no integrarse en el “grupo pastoral”. Federico Kaiser sufre por este tema. Por ello y por su salud, solicitó la jubilación anticipada en 1971. Desde ese momento vivió en el convento del Cenáculo y se dedicó al 100% a la formación de las Madres MJVV hasta su muerte en 1993. Su proceso de beatificación se abrió en Lima el 26 de septiembre de 2018.
Su sucesor, Mons. Bernhard Kuhnel Langer MSC, Vicario Apostólico desde 1972, fue consagrado obispo el 27 de abril de 1983 en la Catedral de Caravelí. En 1975, después de una visita apostólica, las Madres MJVV dejaron todas las parroquias de la Prelatura, conservando únicamente sus casas de formación. Empiezan a trabajar en otras diócesis. Hoy hay 450 monjas en 7 países. Al inicio de la administración de mi antecesor, Caravelí volvió a hacerse cargo de la administración pastoral de la parroquia de Pullo. Monseñor Bernardo también trae un grupo de sacerdotes polacos Fidei Donum. En la Prelatura se forman catequistas rurales, que mantienen la fe en la época del terrorismo (1980-1995), cuando muchos misioneros tuvieron que retirarse de la zona. Se destaca también una gran labor en salud, con centros de atención en cada parroquia. Monseñor Bernardo eligió a Chala como sede episcopal, principalmente por su ubicación y acceso. Una vez jubilado, se trasladó a Caravelí para ayudar en la labor pastoral de la parroquia, labor que sigue realizando en la medida de sus posibilidades.
En 2005 Mons. Juan Carlos Vera Plascencia MSC como obispo y ordenado en Trujillo, su ciudad natal. Elige nuevamente a Caravelí como Sede Episcopal. Al principio encontró solo 4 sacerdotes diocesanos y terminó con 12. A partir de 2014 fue nombrado obispo de Castrense y al mismo tiempo Administrador Apostólico de esta Prelatura.
En 2017, Mons. Reinaldo Nann, sacerdote diocesano Fidei Donum de Freiburg, Alemania, quien ya había trabajado como misionero en Perú durante 23 años. Fue ordenado obispo el 15 de agosto de 2017 en Trujillo y tomó posesión en Caravelí el 22 de agosto de 2017. Su lema es: “Evangelio para los pobres”.
Misioneras de Jesús Verbo y Víctima
La congregación Misioneras de Jesús Verbo y Víctima, celebró sus Bodas de Oro fundacionales en Caravelí, la pequeña ciudad peruana que las vio nacer hace 50 años, de la mano de Monseñor Federico Kaiser MSC y de la Madre Wilibrordis.
En 1957 el Papa Pío XII creó la prelatura de Caravelí para una mejor atención de una vasta zona peruana. Una prelatura es un territorio puesto bajo la conducción de un Obispo sin ser todavía formalmente una diócesis. Los actualmente 30,000 km2 de Caravelí pueden no parecer una extensión tan grande comparados a los 50,000 de la diócesis de Salto o aún a los 25,000 de la diócesis de Melo. Sin embargo, la accidentada geografía montañosa acrecienta las distancias.
El primer Obispo de Caravelí fue Monseñor Federico Kaiser, un misionero alemán que terminó recibiendo la ciudadanía peruana. Frente a las necesidades pastorales de la población de la prelatura, Monseñor Kaiser se encontró con muy pocos recursos: algunos sacerdotes de su congregación y algunas religiosas de la rama femenina de la misma.
Madre WillibrordisAgotadas las posibilidades de conseguir sacerdotes religiosos o diocesanos que vinieran como misioneros, decidió fundar una congregación religiosa preparada especialmente para atender comunidades en las que no se contara con un sacerdote. Apenas pide ayuda para su proyecto a la Hermana Wilibrordis, encuentra en ella un eco inmediato y entusiasta y una gran capacidad ejecutiva. Así, el 22 de junio de 1961 nacen en Caravelí las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima, las “Madres”, como habitualmente se les llama y se llaman entre ellas.
Las misioneras se multiplican rápidamente y se prodigan para llegar a los más recónditos rincones de la prelatura, donde a veces transcurre un año entero entre dos visitas de un sacerdote. Con una sólida espiritualidad, fundada sobre la Palabra y la Eucaristía (Jesús Verbo y Víctima), con una vida austera y disciplinada llevada con alegría y salpicada de buen humor, las MJVV comienzan a llamar la atención de otros obispos también necesitados de una mejor atención pastoral en esos lugares “donde termina el asfalto”. Es así que la congregación se extiende, abre sus comunidades o “Patmos” en otras diócesis de Perú, y luego en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay. En 1982 la congregación obtiene su aprobación pontificia.
Fuente: http://misionerasdejesus.wordpress.com
Familia Jesus SanadorFamilia de Jesús Sanador
Una familia de sacerdotes, hermanos y hermanas consagrados a Cristo y su Iglesia; unidos por los votos privados de la obediencia, la castidad, la pobreza y el martirio, con el fin de vivir de una manera profética la vocación bautismal de seguir a Jesucristo y ser sus instrumentos de sanación para las familias, incluyendo no sólo la familia individual nacional, pero también a la familia más amplia de la Iglesia y de la sociedad.
Fundados en 1998, por el padre Felipe Scott Chavanches en Tampa-Florida. Presentes desde el 10 de enero de 2003 en la Diócesis de Chosica, cuyo Obispo es Norberto Strottman MSC. En el 2008 llamados a ir “más lejos”, fueron invitados a servir al Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado por su actual Obispo, Monseñor Francisco González Hernández OP.
Fuente: www.familiadejesusperu.org

Jesucristo Resucitado

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Gracia y amor
Con la Carta apostólica Porta fidei, del 11 de octubre de 2011, el Santo Padre Benedicto XVI ha proclamado un Año de la fe, que comenzará el 11 de octubre de 2012, en el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, y concluirá el 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
Ese año será una ocasión propicia para que todos los fieles comprendan con mayor profundidad que el fundamento de la fe cristiana es «el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva»1. Fundada en el encuentro con Jesucristo resucitado, la fe podrá ser redescubierta integralmente y en todo su esplendor. «También en nuestros días la fe es un don que hay que volver a descubrir, cultivar y testimoniar. Que en esta celebración del Bautismo el Señor nos conceda a todos la gracia de vivir la belleza y la alegría de ser cristianos»2.
El comienzo del Año de la fe coincide con el recuerdo agradecido de dos grandes eventos que han marcado el rostro de la Iglesia de nuestros días: los cincuenta años pasados desde la apertura del Concilio Vaticano II por voluntad del Beato Juan XXIII (1 de octubre de 1962) y los veinte años desde la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, legado a la Iglesia por el Beato Juan Pablo II (11 de octubre de 1992).
Según las palabas del Papa Juan XXIII, el Concilio ha querido «transmitir pura e íntegra, la doctrina, sin atenuaciones ni deformaciones» comprometiéndose a que «esta doctrina, cierta e inmutable, que debe ser fielmente respetada, sea profundizada y presentada de manera que corresponda a las exigencias de nuestro tiempo»3. En este sentido, continúa siendo de crucial importancia la afirmación inicial de la Constitución dogmática Lumen gentium: «Cristo es la luz de los pueblos. Por ello este sacrosanto Sínodo, reunido en el Espíritu Santo, desea ardientemente iluminar a todos los hombres, anunciando el Evangelio a toda criatura (cf. Mc 16,15) con la claridad de Cristo, que resplandece sobre la faz de la Iglesia»4. Desde la luz de Cristo que purifica, ilumina y santifica en la celebración de la sagrada liturgia (cf. Constitución Sacrosanctum Concilium), y con su palabra divina (cf. Constitución dogmática Dei Verbum) el Concilio ha querido ahondar en la naturaleza íntima de la Iglesia (cf. Constitución dogmática Lumen gentium) y su relación con el mundo contemporáneo (cf. Constitución pastoral Gaudium et spes). Alrededor de sus cuatro Constituciones, verdaderos pilares del Concilio, se agrupan las Declaraciones y Decretos, que abordan algunos de los principales desafíos de nuestro tiempo.
Después del Concilio, la Iglesia ha trabajado para que sus ricas enseñanzas sean recibidas y aplicadas en continuidad con toda la Tradición y bajo la guía segura del Magisterio. Para facilitar la correcta recepción del Concilio, los Sumos Pontífices han convocado reiteradamente el Sínodo de los Obispos5, instituido por el Siervo de Dios Pablo VI en 1965, proponiendo a la Iglesia directrices claras a través de las diversas Exhortaciones apostólicas post-sinodales. La próxima Asamblea General del Sínodo de los Obispos, en octubre de 2012, tendrá como tema: La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.
Desde el comienzo de su pontificado, el Papa Benedicto XVI se ha comprometido firmemente en procurar una correcta comprensión del Concilio, rechazando como errónea la llamada «hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura», y promoviendo la que él mismo ha llamado «‘hermenéutica de la reforma’, de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo, único sujeto del pueblo de Dios en camino»6.
El Catecismo de la Iglesia Católica, colocándose en esta línea, por un lado se presenta como un «auténtico fruto del Concilio Vaticano II»7, y por otro intenta favorecer su acogida. El Sínodo Extraordinario de los Obispos de 1985, convocado con ocasión del vigésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II y para hacer un balance de su recepción, sugirió la preparación de este Catecismo para ofrecer al pueblo de Dios un compendio de toda la doctrina católica y un texto de referencia segura para los catecismos locales. El Papa Juan Pablo II aceptó esta propuesta como un deseo de «responder plenamente a una necesidad real de la Iglesia universal y las Iglesias particulares»8. Redactado en colaboración con todo el episcopado de la Iglesia Católica, este Catecismo «manifiesta de verdad una cierta ‘sinfonía’ de la fe».9
El Catecismo presenta «lo nuevo y lo viejo (cf. Mt 13, 52), dado que la fe es siempre la misma y, a la vez, es fuente de luces siempre nuevas. Para responder a esa doble exigencia, el Catecismo de la Iglesia Católica, por una parte, toma la estructura “antigua”, tradicional, ya utilizada por el catecismo de san Pío V, articulando el contenido en cuatro partes: Credo; Sagrada Liturgia, con los sacramentos en primer lugar; el obrar cristiano, expuesto a partir del Decálogo; y, por último, la oración cristiana. Con todo, al mismo tiempo, el contenido se expresa a menudo de un modo “nuevo”, para responder a los interrogantes de nuestra época»10. Este Catecismo es «un instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial, y una regla segura para la enseñanza de la fe»11. Allí se hallan «los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente. En efecto, en él se pone de manifiesto la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido en sus dos mil años de historia. Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los Maestros de teología a los Santos de todos los siglos, el Catecismo ofrece una memoria permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe»12.
El Año de la fe desea contribuir a una renovada conversión al Señor Jesús y al redescubrimiento de la fe, de modo que todos los miembros de la Iglesia sean para el mundo actual testigos gozosos y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar la “puerta de la fe”a tantos que están en búsqueda de la verdad. Esta “puerta” abre los ojos del hombre para ver a Jesucristo presente entre nosotros «todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20). Él nos enseña cómo «el arte del vivir» se aprende «en una relación intensa con él»13. «Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe».14
Por encargo del Papa Benedicto XVI15, la Congregación para la Doctrina de la Fe, de acuerdo con los Dicasterios competentes de la Santa Sede y con la contribución de la Comisión para la preparación del Año de la fe16, ha escrito esta Nota con indicaciones para vivir este tiempo de gracia, las cuales no excluyen otras propuestas que el Espíritu Santo quiera suscitar entre los pastores y fieles de distintas partes del mundo.
Indicaciones
«Sé en quien he puesto mi confianza» (2 Tm 1, 12): estas palabras de San Pablo nos ayudan a comprender que la fe «es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado»17. La fe como confianza personal en el Señor y la fe que profesamos en el Credo son inseparables, se evocan y exigen mutuamente. Hay un fuerte vínculo entre la fe vivida y sus contenidos: la fe de los testigos y confesores es también la fe de los apóstoles y doctores de la Iglesia.
En este sentido, las siguientes indicaciones para el Año de la fe tienen el objetivo de favorecer el encuentro con Cristo a través de testigos auténticos de la fe y aumentar el conocimiento de sus contenidos. Se trata de propuestas que tienen la intención de solicitar una respuesta eclesial ante la invitación del Santo Padre, para vivir en plenitud este año como un especial «tiempo de gracia»18. El redescubrimiento gozoso de la fe también ayudará a consolidar la unidad y la comunión entre las distintas realidades que conforman la gran familia de la Iglesia.
I. En el ámbito de Iglesia universal
1. El principal evento al comienzo del Año de la fe será la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, convocada por el Papa Benedicto XVI para el mes de octubre de 2012 y dedicada Al tema de La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Durante el Sínodo, el 11 de octubre de 2012 tendrá lugar una solemne celebración para dar inicio al Año de la fe, en recuerdo del quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
2. En el Año de la fe hay que alentar las peregrinaciones de los fieles a la Sede de Pedro, para profesar la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, uniéndose a aquél que hoy está llamado a confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 32). Será importante también fomentar las peregrinaciones a Tierra Santa, el lugar que tuvo la primicia de conocer a Jesús, el Salvador, y a María, su madre.
3. Durante este año será útil invitar a los fieles a dirigirse, con particular devoción a María, imagen de la Iglesia, que «reúne en sí y refleja en cierto modo las supremas verdades de la fe»19. Por lo tanto, se debería alentar toda iniciativa que ayude a los fieles a reconocer el papel especial de María en el misterio de la salvación, a amarla filialmente y a imitar su fe y virtud. Para ello será muy conveniente organizar peregrinaciones, celebraciones y reuniones en los principales Santuarios.
4. La próxima Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, en julio de 2013, ofrecerá a los jóvenes una ocasión privilegiada para experimentar el gozo que proviene de la fe en el Señor Jesús y de la comunión con el Santo Padre, en la gran familia de la Iglesia.
5. Al respecto, sería conveniente la realización de simposios, congresos y reuniones de gran escala, incluso a nivel internacional, que favorezcan la comunicación de auténticos testimonios de la fe y el conocimiento de los contenidos de la doctrina de la Iglesia Católica. Demostrando que también hoy la Palabra de Dios sigue creciendo y diseminándose, es importante que se dé testimonio de que en Jesucristo «encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano»20 y que la fe «se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre»21. Algunos congresos serán especialmente dedicados al redescubrimiento de las enseñanzas del Concilio Vaticano II.
6. El Año de la fe ofrecerá a todos los creyentes una buena oportunidad para profundizar en el conocimiento de los principales documentos del Concilio Vaticano II y el estudio del Catecismo de la Iglesia Católica. Esto vale particularmente para los candidatos al sacerdocio, en especial durante el año propedéutico o los primeros años de estudios teológicos, para los novicios y novicias de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, así como para aquellos que se preparan a entrar en una Asociación o Movimiento eclesial.
7. Este año será una ocasión propicia para acoger con mayor atención las homilías, catequesis, discursos y otras intervenciones del Santo Padre. Los pastores, personas consagradas y fieles laicos serán invitados a un renovado compromiso de adhesión eficaz y cordial a la enseñanza del Sucesor de Pedro.
8. Durante el Año de la fe, en colaboración con el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, se esperan iniciativas ecuménicas dirigidas a invocar de Dios y favorecer «la restauración de la unidad entre todos los cristianos», que «es uno de los fines principales que se ha propuesto el Sacrosanto Concilio Vaticano II»22. En particular, tendrá lugar una solemne celebración ecuménica para reafirmar la fe en Cristo de todos los bautizados.
9. En el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización será establecida una secretaría especial para coordinar las diversas iniciativas sobre el Año de la fe promovidas por los distintos Dicasterios de la Santa Sede o que de todos modos sean relevantes para la Iglesia universal. Será conveniente que con tiempo se informe a esta secretaría sobre los principales eventos que se organicen y también podrá sugerir iniciativas apropiadas. La secretaría abrirá un sitio especial en Internet, para proporcionar información útil para vivir de manera efectiva el Año de la fe.
10. Al final de este año, en la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, tendrá lugar una Eucaristía celebrada por el Santo Padre, en el que se renovará solemnemente la profesión de fe.
II. En el ámbito de las Conferencias Episcopales 23
1. Las Conferencias Episcopales podrán dedicar una jornada de estudio al tema de la fe, de su testimonio personal y de su transmisión a las nuevas generaciones, de acuerdo con la misión específica de los Obispos como maestros y «pregoneros de la fe»24.
2. Será útil favorecer la reedición de los Documentos del Concilio Vaticano II, del Catecismo de la Iglesia Católica y de su Compendio, en ediciones económicas y de bolsillo, y su más amplia difusión con el uso de medios electrónicos y modernas tecnologías.
3. Se espera que se renueve el esfuerzo para traducir los documentos del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica a los idiomas que aún no cuentan con traducción propia. Hay que alentar iniciativas de apoyo caritativo a las traducciones a las lenguas locales de los territorios de misión cuyas Iglesias particulares no puede sostener tales gastos. Esto podrá llevar a cabo bajo la dirección de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.
4. Los pastores, aprovechando los nuevos lenguajes de la comunicación, se esfuercen por promover trasmisiones televisivas o radiofónicas, películas y publicaciones, incluso a nivel popular, accesibles a un público amplio, sobre el tema de la fe, sus principios y contenidos, así como la importancia eclesial del Concilio Vaticano II.
5. Los santos y beatos son los auténticos testigos de la fe25. Por lo tanto, será conveniente que las Conferencias Episcopales se esfuercen por dar a conocer los santos de su territorio, usando incluso los medios modernos de comunicación social.
6. El mundo contemporáneo es sensible a la relación entre fe y arte. En este sentido, se recomienda a las Conferencias Episcopales que, para enriquecimiento de la catequesis y una eventual colaboración ecuménica, se fomente el aprecio por el patrimonio artístico que se encuentra en lugares confiados a su cuidado pastoral.
7. Se invita a los docentes de los Centros de estudios teológicos, Seminarios y Universidades católicas a verificar la relevancia que, en su enseñanza, tienen los contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica y las implicaciones que se derivan para sus respectivas disciplinas.
8. Será útil preparar con la ayuda de teólogos y escritores de renombre, subsidios divulgativos de carácter apologético (cf. 1 Pe 3, 15), para que los fieles puedan responder mejor a las preguntas que surgen en los distintos contextos culturales. Se trata de los desafíos de las sectas, los problemas asociados con el secularismo y el relativismo, y de los «interrogantes que provienen de un cambio de mentalidad que, sobre todo hoy, reduce el ámbito de las certezas racionales al de los logros científicos y tecnológicos»26, así como de otras dificultades específicas.
9. Sería deseable revisar los catecismos locales y los subsidios catequísticos en uso en las Iglesias particulares, para asegurar su plena conformidad con el Catecismo de la Iglesia Católica27. En el caso de que algunos catecismos o subsidios para la catequesis no estén en completa sintonía con el Catecismo o que padezcan lagunas, será oportuno comenzar la elaboración de nuevos catecismos, sirviéndose del ejemplo y la ayuda de otras Conferencias Episcopales que ya lo hayan hecho.
10. En colaboración con la Congregación para la Educación Católica, competente en materia, será oportuno verificar que los contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica estén presentes en la Ratio de la formación de los futuros sacerdotes y en el currículo de sus estudios teológicos.
III. En el ámbito diocesano
1. Se auspicia una celebración de apertura del Año de la fe y de su solemne conclusión en el ámbito de cada Iglesia particular, para «confesar la fe en el Señor Resucitado en nuestras catedrales e iglesias de todo el mundo»28.
2. Será oportuno organizar en cada diócesis una jornada sobre el Catecismo de la Iglesia Católica, invitando a tomar parte en ella sobre todo a sacerdotes, personas consagradas y catequistas. En esta ocasión, por ejemplo, las eparquías católicas orientales podrán tener un encuentro con los sacerdotes para dar testimonio de su específica sensibilidad y tradición litúrgicas en la única fe en Cristo; así, las Iglesias particulares jóvenes de las tierras de misión podrán ser invitadas a ofrecer un testimonio renovado de la alegría de la fe que las distingue.
3. Cada obispo podrá dedicar una Carta pastoral al tema de la fe, recordando la importancia del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica, teniendo en cuenta las circunstancias específicas de la porción de fieles a él confiada.
4. Se espera que en cada Diócesis, bajo la responsabilidad del obispo, se organicen eventos catequísticos para jóvenes y para quienes buscan encontrar el sentido de la vida, con el fin de descubrir la belleza de la fe de la Iglesia, aprovechando la oportunidad de reunirse con sus testigos más reconocidos.
5. Será oportuno verificar la recepción del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica en la vida y misión de cada Iglesia particular, especialmente en el ámbito catequístico. En tal sentido, se espera un renovado compromiso de parte de los departamentos de catequesis de las diócesis, que sostenidos por las comisiones para la catequesis de las Conferencias Episcopales, tienen en deber de ocuparse de la formación de los catequistas en lo relativo a los contenidos de la fe.
6. La formación permanente del clero podrá concentrarse, particularmente en este Año de la fe, en los documentos del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica, tratando, por ejemplo, temas como “el anuncio de Cristo resucitado”, “la Iglesia sacramento de salvación”, “la misión evangelizadora en el mundo de hoy”, “fe e incredulidad”, “fe, ecumenismo y diálogo interreligioso”, “fe y vida eterna”, “hermenéutica de la reforma en la continuidad” y “el Catecismo en la atención pastoral ordinaria”.
7. Se invita a los Obispos a organizar celebraciones penitenciales, particularmente durante la cuaresma, en las cuales se ponga un énfasis especial en pedir perdón a Dios por los pecados contra la fe. Este año será también un tiempo favorable para acercarse con mayor fe y frecuencia al sacramento de la Penitencia.
8. Se espera la participación del mundo académico y de la cultura en un diálogo renovado y creativo entre fe y razón, a través de simposios, congresos y jornadas de estudio, especialmente en las universidades católicas, que muestren «cómo entre la fe y la verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos, tienden a la verdad»29.
9. Será importante promover encuentros con personas que «aun no reconociendo en ellos el don de la fe, buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo»30, inspirándose también en los diálogos del Patio de los Gentiles, iniciados bajo la guía del Consejo Pontificio de la Cultura.
10. El Año de la fe será una ocasión para dar mayor atención a las escuelas católicas, lugares privilegiados para ofrecer a los alumnos un testimonio vivo del Señor, y cultivar la fe con una oportuna referencia al uso de buenos instrumentos catequísticos, como por ejemplo el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica o el Youcat.
IV. En el ámbito de las parroquias / comunidades / asociaciones / movimientos
1. En preparación al Año de la fe, todos los fieles están invitados a leer y meditar la Carta apostólica Porta fidei del Santo Padre Benedicto XVI.
2. El Año de la fe «será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía»31. En la Eucaristía, misterio de la fe y fuente de la nueva evangelización, la fe de la Iglesia es proclamada, celebrada y fortalecida. Todos los fieles están invitados a participar de ella en forma consciente, activa y fructuosa, para ser auténticos testigos del Señor.
3. Los sacerdotes podrán dedicar mayor atención al estudio de los documentos del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica, recogiendo sus frutos para la pastoral parroquial –catequesis, predicación, preparación a los sacramentos, etc.– y proponiendo ciclos de homilías sobre la fe o algunos de sus aspectos específicos, como por ejemplo, “el encuentro con Cristo”, “los contenidos fundamentales del Credo” y “la fe y la Iglesia”32.
4. Los catequistas podrán apelar aún más a la riqueza doctrinal del Catecismo de la Iglesia Católica y, bajo la responsabilidad de los respectivos párrocos, guiar grupos de fieles en la lectura y la profundización común de este valioso instrumento, con la finalidad de crear pequeñas comunidades de fe y testimonio del Señor Jesús.
5. Se espera por parte de las parroquias un renovado compromiso en la difusión y distribución del Catecismo de la Iglesia Católica y de otros subsidios aptos para las familias, auténticas iglesias domésticas y lugares primarios de la transmisión de la fe. El contexto de tal difusión podría ser, por ejemplo, las bendiciones de las casas, el bautismo de adultos, las confirmaciones y los matrimonios. Esto contribuirá a confesar y profundizar la doctrina católica «en nuestras casas y con nuestras familias, para que cada uno sienta con fuerza la exigencia de conocer y transmitir mejor a las generaciones futuras la fe de siempre»33.
6. Será conveniente promover misiones populares y otras iniciativas en las parroquias y en los lugares de trabajo, para ayudar a los fieles a redescubrir el don de la fe bautismal y la responsabilidad de su testimonio, conscientes de que la vocación cristiana «por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado»34.
7. En este tiempo, los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica son llamados a comprometerse en la nueva evangelización mediante el aporte de sus propios carismas, con una renovada adhesión al Señor Jesús, fieles al Santo Padre y a la sana doctrina.
8. Las comunidades contemplativas durante el Año de la fe dedicarán una particular atención a la oración por la renovación de la fe en el Pueblo de Dios y por un nuevo impulso en su transmisión a las jóvenes generaciones.
9. Las Asociaciones y los Movimientos eclesiales están invitados a hacerse promotores de iniciativas específicas que, mediante la contribución del propio carisma y en colaboración con los pastores locales, se incorporen al gran evento del Año de la fe. Las nuevas Comunidades y Movimientos eclesiales, en modo creativo y generoso, encontrarán los medios más eficaces para ofrecer su testimonio de fe al servicio de la Iglesia.
10. Todos los fieles, llamados a reavivar el don de la fe, tratarán de comunicar su propia experiencia de fe y caridad35, dialogando con sus hermanos y hermanas, incluso de otras confesiones cristianas, sin dejar de lado a los creyentes de otras religiones y a los que no creen o son indiferentes. Así se espera que todo el pueblo cristiano comience una especie de misión entre las personas con quienes viven y trabajan, conscientes de haber «recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos»36
Conclusión
La fe «es compañera de vida que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo»37. La fe es un acto personal y comunitario: es un don de Dios, para vivirlo en la gran comunión de la Iglesia y comunicarlo al mundo. Cada iniciativa del Año de la fe busca favorecer el gozoso redescubrimiento y el renovado testimonio de la fe. La indicaciones aquí ofrecidas tienen el objetivo de invitar a todos los miembros de la Iglesia a comprometerse para que este año sea una ocasión privilegiada para compartir lo más valioso que tiene el cristiano: Jesucristo, Redentor del hombre, Rey del Universo, «iniciador y consumador de nuestra fe» (Heb 12, 2).
Dado en Roma, en la Sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 6 de enero de 2012, Solemnidad de la Epifanía del Señor.
William Cardenal Levada – Prefecto
Luis Ladaria SJ -Arzobispo titular de Thibica Secretario
Notas:
1 BENEDICTO XVI, Carta Encíclica, Deus caritas est, 25 de diciembre de 2005, n. 1.
2 IDEM., Homilía en la Fiesta del Bautismo del Señor, 10 de enero de 2010.
3 JUAN XXIII, Discurso durante la solemne apertura del Concilio Vaticano II, 11 de octubre de 1962.
4 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen gentium, n.1.
5 Las Asambleas Ordinarias del Sínodo de los Obispos han tratado los siguientes temas: La preservación y el fortalecimiento de la fe católica, su integridad, vigor, desarrollo, coherencia doctrinal e histórica (1967); El sacerdocio ministerial y la justicia en el mundo (1971); La evangelización en el mundo moderno (1974); La catequesis en nuestro tiempo (1977); La familia cristiana (1980); La penitencia y la reconciliación en la misión de la Iglesia (1983); La vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo (1987); La formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales (1991); La vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (1994); El Obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo (2001); La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y la misión de la Iglesia (2005); La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia (2008).
6 BENEDICTO XVI, Discurso a la Curia Romana, 22 de diciembre de 2005.
7 IDEM., Carta apostólica Porta fidei, n. 4.
8 JUAN PABLO II, Discurso di clausura de la II Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, 7 de diciembre de 1985, n. 6. El mismo Pontífice, en la fase inicial de este Sínodo, durante el Ángelus del 24 de noviembre de 1985, dijo: «La fe es el principio basilar, es el quicio, el criterio esencial de la renovación que pretendió el Concilio. De la fe se deriva la norma moral, el estilo de vida, la orientación práctica en cada una de las circunstancias».
9 IDEM., Constitución apostólica Fidei depositum, 11 de octubre de 1992, n. 2.
10 Ibíd., n. 3.
11 Ibíd., n. 4.
12 BENEDICTO XVI, Carta apostólica Porta fidei, n. 11.
13 IDEM., Discurso a los participantes en el Encuentro promovido por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, 15 de octubre de 2011.
14 IDEM., Carta apostólica Porta fidei, n. 7.
15 Cf. Ibíd., n. 12.
16 Dicha Comisión, constituida en la Congregación para la Doctrina de la Fe por mandato del Santo Padre Benedicto XVI, cuenta entre sus miembros a los Cardenales William Levada, Francis Arinze, Angelo Bagnasco, Ivan Dias, Francis E. George, Zenon Grocholewski, Marc Ouellet, Mauro Piacenza, Jean-Pierre Ricard, Stanisław Ryłko y Christoph Schönborn; a los Arzobispos Luis F. Ladaria y Salvatore Fisichella; y a los Obispos Mario del Valle Moronta Rodríguez, Gerhard Ludwig Müller y Raffaello Martinelli.
17 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 150.
18 BENEDICTO XVI, Carta apostólica Porta fidei, n. 15.
19 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen gentium, n. 65.
20 BENEDICTO XVI, Carta apostólica Porta fidei, n. 13.
21 Ibid., n. 6.
22 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Decreto Unitatis redintegratio, n. 1.
23 Las indicaciones que se ofrecen a las Conferencias Episcopales valen también, en modo análogo, para los Sínodos de obispos de las Iglesias patriarcales y arzobispales mayores y para las Asambleas de Iglesias sui iuris.
24 Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, n. 25.
25 Cf. BENEDICTO XVI, Carta apostólica Porta fidei, n. 13.
26 Ibid., n. 12.
27 Cf. JUAN PABLO II, Constitución apostólica Fidei depositum, n. 4.
28 Cf. BENEDICTO XVI, Carta apostólica Porta fidei, n. 8.
29 Ibíd., n. 12.
30 Ibíd., n. 10.
31 Ibíd., n. 9.
32 Cf. BENEDICTO XVI, Exhortación apostólica post sinodal Verbum Domini, 30 de septiembre de 2010, nn. 59-60 y 74.
33 IDEM., Carta apostólica Porta fidei, n. 8.
34 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Decreto Apostolicam actuositatem, n. 2.
35 Cf. BENEDICTO XVI, Carta apostólica Porta fidei, n. 14.
36 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución pastoral Gaudium et spes, n. 1.
37 BENEDICTO XVI, Carta apostólica Porta fidei, n. 15.

Manuel Adalberto Pardo Barreda SJ

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Manuel Pardo SJ

Por Dr. Víctor Nomberto Bazán
Manuel Pardo Barreda SJ nació el 19 de abril de 1877 en Chorrillos, décimo hijo del Presidente de la República Manuel Pardo Lavalle y de Mariana Barreda. Bautizado en la Parroquia El Sagrario, el 22 de abril 1877. Su padre, fundador del Partido Civilista, se desempeñaba como Presidente del Senado cuando fue asesinado en 1878; quedando huérfano al cuidado de su madre, igual que sus hermanos.
Tenía diez años cuando ingresó al Colegio de los Padres Jesuitas, realizando su primera comunión. En 1893 tomó la decisión de ingresar a la Compañía de Jesús, a pesar de la oposición de sus hermanos, uno de los cuales llegó a ser Presidente de la República en dos períodos: 1904-1908 y 1915-1919.
Manuel viajó en un barco a vapor del Callao al puerto de Guayaquil, para luego atravesar por vía terrestre la Cordillera de los Andes hasta Quito; haciendo escalas en Ambato, Latacunga y Riobamba, e internándose en el noviciado de la Concepción de Pifo. El 21 de junio, fiesta de San Luis Gonzaga, Manuel vistió por primera vez la sotana jesuita.
Manuel Pardo fue un excelente novicio en opinión de su maestro el padre Garate, asumiendo la vida religiosa según la Regla de San Ignacio. Y en una carta del 15 de setiembre de 1893, dirigida a Mariana Barreda por el padre Lorenzo Sanvicente señala que Manuel “no piensa sino en Dios”. Siempre tuvo un sentido práctico “imitando a Jesucristo”, venciendo toda dificultad que se le presentaba.
Diversos testimonios, como los manifestados por los padres José Roesch y José Panizo Orbegoso, dan cuenta de cómo Manuel Pardo Barreda SJ era un autentico seguidor de Jesucristo Resucitado.
El 13 de junio de 1895, solemnidad del Corpus Christi, Manuel hizo sus primeros votos en la Compañía de Jesús. Su mayor petición era “hacerme muy santo, que es mi única aspiración en esta vida” (1). Por humildad solicitó en una oportunidad ser hermano coadjutor, lo cual no fue aceptado por sus superiores.
Como estudiante se dedicó a la gramática, humanidades, retórica, filosofía y teología. No olvidemos que su abuelo fue Felipe Pardo y Aliaga, literato y Ministro de Relaciones Exteriores. Compuso el siguiente epigrama dedicado al apellido del padre Reyes:
Aquí yace ¡Oh vanidad!
un héroe que no fue conde,
duque, ni otra dignidad;
algo más, no fue por donde
un héroe por el mundo va.
Tampoco fue general,
ni legislador de leyes,
fue más que Gran Mariscal,
más que príncipe real,
pasó de rey y fue…Reyes.
Su año de magisterio lo realizó en el Colegio de Quito, donde permaneció en dos etapas: de febrero a junio de 1897 –por razones de salud- y de setiembre de 1900 a julio de 1901. Durante este período estimulaba el trabajo de equipo y el deporte en sus jóvenes alumnos. Y fundó una Academia de Filosofía con sus discípulos, sin olvidar santificarse a sí mismo para santificar a los demás. En 1897 recibe de Pedro Rafael Gonzáles Calixto, Arzobispo de Quito, la tonsura y las Ordenes Menores.
Admiraba a Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia; y al padre Francisco Suárez SJ. Tuvo preferencia por la Teología Moral y su mayor virtud fue la caridad. Fue así como contribuyó a pagar la deuda que los padres jesuitas tenían por el Colegio San José de Arequipa (2).

Manuel Pardo Barreda SJEn el camino a la santidad
“El sacerdote debe ir al pueblo, manteniendo contacto lo más posible con él” decía inspirado por León XIII. La misión del padre Manuel Pardo SJ se resume en lo siguiente: “No tengo en la vida, otro deseo que el de unirme, más y más a Dios, y trabajar por el mejoramiento del mundo”. Como ha señalado su biógrafo: era “un varón muy santo, devotísimo del Sagrado Corazón” y cuyo ejemplo de vida fue transmitido mediante una cadena de 110 emisoras en San Luis Missouri y otros cuatro Estados de Norteamérica, con 200,000 radioyentes (3).
Según el jesuita Matthew Hale: “Pardo inmoló a Dios juventud, inteligencia, posición social, el afecto de sus seres queridos y, finalmente la salud y la vida. El Dios de su corazón fue su recompensa”.
El padre Manuel Pardo SJ se propuso “fundar un periódico católico y una universidad católica para que no se pierda el fruto de la instrucción secundaria” y su mayor preocupación fueron las vocaciones en Perú, Ecuador y Bolivia para la Compañía de Jesús.
Se le presentaron grandes dificultades: el 2 de abril de 1904 le detectaron tuberculosis; además falleció el Arzobispo de Quito, quedando como único Obispo de Ecuador Arsenio Andrade de la Diócesis de Riobamba, quién lo ordenó sacerdote el 26 de julio.
Su primera misa fue celebrada el 31 de julio –día de San Ignacio de Loyola- en Quito. Ese mismo día era elegido democráticamente Presidente del Perú su hermano mayor José.
José Pardo BarredaEn diciembre se trasladó a Lima y luego hasta Arequipa. Luego de retornar a Lima, se embarcó en el vapor “Colombia” el 29 de marzo de 1906 rumbo a Guayaquil y Panamá, donde llegó el Domingo de Ramos, para transportarse en ferrocarril a Colón, donde tomaron el vapor “Montevideo” para España.
Hicieron escala en Curazao y San Juan de Puerto Rico. En Santa Cruz de Tenerife la salud del padre Manuel se agravó, llegando a desembarcar en el puerto de Cádiz donde entregó su alma al Señor el 11 de mayo.
Fue embalsamado y su cuerpo trasladado en el vapor Serapis al puerto del Callao donde llegó el 19 de agosto de 1906. En un vagón del ferrocarril sus restos fueron trasladados al cementerio, y colocados en el mausoleo de la familia Pardo, en presencia de su hermano el Presidente.
Notas:
(1) Carta del padre Manuel Pardo Barreda SJ del 11 de febrero de 1896.
(2) Carta del padre Manuel Pardo Barreda SJ a su madre, desde Quito, el 24 de abril de 1901.
(3) La familia Pardo Barreda fue la benefactora de la difusión del Apostolado de la Oración y de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en los Estados Unidos de Norteamérica, lo cual fue reconocido la noche del domingo 27 de abril de 1942, día de San Pedro Canisio y de Santo Toribio de Mogrovejo.
Bibliografía
Hale SJ, Matthew (1945). El Padre Manuel Pardo Barreda SJ. (1877-1906). Lima: Empresa Gráfica Scheuch.
Mücke, Ulrich (2010). Política y Burguesía en el Perú. El Partido Civil antes de la Guerra con Chile. Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos, Instituto de Estudios
Peruanos.
Mc Evoy, Carmen (2007). Homo politicus. Manuel Pardo, la política peruana y sus dilemas, 1871-1878. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto Riva Agüero, ONPE.
—— (1994). Un proyecto nacional en el siglo XIX. Manuel Pardo y su visión del Perú. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Nomberto, Víctor y Juan Aguilar. Manuel Pardo Barreda SJ. Nueva corónica 2 (Julio, 2013) ISSN 2306-1715, pp. 461-469. Escuela de Historia. UNMSM.
O’Neill, Charles Edwards SJ y Joaquín María Domínguez SJ (2001). Diccionario histórico de la Compañía de Jesús: biográfico-temático, Volumen 3. Madrid.
Universidad Pontificia Comillas.
Vargas Ugarte SJ, Rubén (1947). Vocación de santo: Manuel Pardo y Barreda de la Compañía de Jesús. Lima: Empresa Gráfica Sanmarti.
Fuente: https://www.researchgate.net/publication/258833457_Manuel_Pardo_Barreda_SJ

Catedral católica de Orange

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Orange California

A la Diócesis de Orange -décima en población católica de Estados Unidos- se le ha dado la oportunidad de comprar la famosa Catedral de Cristal, mandada diseñar y construir por el conocido telepredicador reverendo Schuller. Con lo cual costará la mitad que si se construyera la nueva que necesitaba la diócesis.
La Catedral de Cristal es un edificio espectacular. El emblemático Philip Johnson diseñó la estructura, el adyacente campus y los edificios en Garden Grove, California.
El conjunto arquitectónico ha sido objeto de un procedimiento de quiebra complicada, presentada por los acreedores y otros contra Crystal Cathedral Ministries (CCM).
La decisión, anunciada por el juez del Tribunal de Bancarrota de los Estados Unidos confirmó la selección de la diócesis por parte de la junta directiva de la CCM como comprador preferido. La junta directiva de la CCM determinó los términos de la oferta monetaria y no monetaria de la diócesis para competir con la propuesta de la Universidad Chapman.
Si bien el tribunal ha validado la cesión, la ocupación de la diócesis del campus y el uso de la iglesia no será inmediato. Según los términos del acuerdo, la CCM continuará usando la iglesia y las estructuras del campus por un periodo de tres años. Durante el mismo periodo se establecerá un centro pastoral diocesano en el campus de Garden Grove, y se transferirá una escuela parroquial y una iglesia a la nueva localización.
La decisión inicial de comprar la propiedad de Crystal Cathedral Ministries surgió como alternativa a los planes diocesanos de diseñar y construir una nueva catedral católica para servir y anticipar las necesidades de la creciente diócesis de Orange.
Alentada por un grupo de asesores laicos y otros expertos, la diócesis comenzó el proceso de compra con la intención de adquirir un espacio de culto adecuado, y un campus administrativo por menos de lo que costaría la construcción de una catedral desde el principio, además de estar disponible en un periodo de tiempo más corto.
El obispo de la diócesis Tod D. Brown expresó su preocupación por la posibilidad de que la Catedral de Cristal se reutilizara para un uso distinto al culto. Su uso como lugar de culto fue decisivo en la decisión de la CCM para seleccionar a la diócesis como comprador preferente.
Aunque habrá que realizar reformas en el diseño, antes de que la iglesia pueda ser usada, como catedral católica, la decisión del tribunal contenta los objetivos primarios de la diócesis, mantiene la Catedral de Cristal como un lugar de culto, y pone de relieve la relación vital entre los católicos laicos y el clero en el condado de Orange.

Futura catedral de Orange“Lamentamos sinceramente las circunstancias difíciles que el doctor Schuller y su ministerio han encontrado. Estos desafíos permitirán a la diócesis de Orange proteger estar maravillosas estructuras como lugar de culto, y pronto proveerán a nuestra comunidad católica de una nueva catedral, un centro pastoral, una escuela parroquial y más. A pesar de estos maravillosos resultados, sentimos los sucesos que nos han llevado a las circunstancias actuales y ofrecemos nuestro respeto al doctor Schuller y a su ministerio”, dijo monseñor Tod D. Brown.
Como monseñor Brown dijo muchas veces durante este proceso, la diócesis no habría sido capaz de realizar esta puja y competir por esta propiedad sin el inapreciable apoyo y las contribuciones de muchas personas dentro de la comunidad laica.
“La estupenda noticia de hoy confirma claramente que nuestra Iglesia es del pueblo y del clero, es una alegría compartida la que disfrutamos hoy, Estoy muy contento de haber participado de este esfuerzo”, concluyó monseñor Brown, según informa la página de la diócesis.
El obispo escribió una carta a los fieles católicos en la que comunicaba la noticia y agradece a “todos los que habéis rezado por este resultado y por los sabios y útiles consejos que he recibido de muchos consejeros laicos y personal diocesano”.
“Este resultado es el culmen de nuestros esfuerzos para tener una catedral suficientemente grande para afrontar nuestro presente y anticipar nuestras necesidades. Me sorprendió y alegró que mucha gente me confesase esperar que este proceso tuviese éxito; está claro, por todo el interés centrado en nuestros esfuerzos, que muchos de nuestros laicos entienden la necesidad y la importancia de una catedral de este tipo para los católicos del Orange County”.
“En los días cercanos a la fiesta de Acción de Gracias vamos a agradecer todas las bendiciones que hemos recibido como un regalo de Dios, no centrándonos en lo que nos falta”, concluye la carta de monseñor Brown.
Fuente: ZENIT.

Marino De Prá De Min SDB

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La presencia de los salesianos en el Perú data de fines del XIX, y en el Callao desde 1898. Justamente el primer templo dedicado a Juan Bosco se construyó en la Diócesis del Callao en el año 1954.
Marino De Prá SDBY en la Capilla ubicada en el barrio Frigorífico del Callao, con mucha alegría y gozo, el Padre Marino De Prá SDB celebró sus Bodas de Oro Sacerdotales.
Monseñor IrizarAl final de la Misa se hizo presente el Obispo del Callao, Monseñor Miguel Irizar: “Te agradezco Padre Marino por las incansables obras que realizas en esta zona del Callao, donde hace mucha falta la presencia misionera; presencia que tú has sabido mostrar como buen salesiano que eres, siguiendo el ejemplo de San Juan Bosco”.
Barrio FrigorificoLa ceremonia eucarística fue concelebrada por algunos sacerdotes salesianos. Asimismo, se contó con la presencia de gran cantidad de fieles, quienes se unieron a la alegría de esta fiesta. Las muestras de cariño no se hicieron esperar, al final de la celebración, niños, jóvenes y adultos manifestaron su alegría y agradecimiento al Padre Marino, a través de números artísticos.
De Prá SDBEl Padre Marino De Prá SDB es Vicario Parroquial de la Parroquia “San Juan Bosco”, pero además realiza con mucho entusiasmo e ilusión su labor pastoral en la zona de “Puerto Nuevo”, donde viene construyendo una capilla-oratorio.
Misiones salesianasEs en esta zona y en la del barrio del Frigorífico donde el Padre Marino celebra la Santa Misa, promueve la Adoración al Santísimo y dirige catequesis y grupos de oración.

Toda una vida entregada al servicio de Dios

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Fernando Basabe Manso de Zuñiga SJ

Fernando Basabe Manso de Zúñiga SJ

Por Marco Antonio Alberca Balarezo
El Padre Fernando Basabe Manso de Zúñiga SJ, partió a su encuentro definitivo con Dios. Como buen soldado de la Compañía de Jesús, hizo de su vida un infatigable y amoroso servicio al Padre. Aún su enfermedad pienso que fue una forma de ofrecer a Dios todo su amor. Quienes tuvimos la suerte de conocerlo, creo que me entenderán.

Bastaba verle y oírle predicar, dirigir un retiro, o celebrar la Misa, para descubrir lo enamorado que estaba de Dios, a veces pienso que eso hacia que exigiese a todos los que tenían la oportunidad de asistir, mayor entrega y verdadero compromiso cristiano.
Son muchas las cosas que vienen a mi mente, todos ellos recuerdos muy hermosos, su manera tan particular de dirigir espiritualmente, su preocupación por las personas, su gentileza, su sencillez y sobre todo su sentido del humor.
Por eso, al enterarme de su partida, algo me dice que su encuentro con Dios en el cielo debe haber sido muy hermoso, pues ahora, goza de todo aquello que predicó.
Pido a Dios por él, y a él le pido que desde el cielo nos siga acompañando. Dios te bendiga Padre Fernando.

Mística

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Jesucristo Resucitado

Para tu Amor
Autor: Juanes
Para tu Amor lo tengo todo
Desde mi sangre hasta la esencia de mi ser
Y para tu Amor que es mi tesoro
Tengo mi vida toda entera a tus pies
Y tengo también
Un corazón que se muere por dar Amor
Y que no conoce el fin
Un corazón que late por vos
Para tu Amor no hay despedidas
Para tu Amor yo solo tengo Eternidad
Y para tu Amor que me ilumina
Tengo una luna, un arco iris y un clavel
Y tengo también
un corazón que se muere por dar Amor
y que no conoce el fin
un corazón que late por vos
Por eso yo te quiero
tanto que no sé como explicar lo que siento
yo te quiero
porque tu dolor es mi dolor
y no hay dudas
yo te quiero
con el alma y con el corazón
te venero
hoy y siempre gracias te doy a ti mi Amor
por existir
Para tu Amor lo tengo todo
lo tengo todo y lo que no tengo también
lo conseguiré
para tu Amor que es mi tesoro
tengo mi vida entera a tus pies
Y tengo también
un corazón que se muere por dar Amor
y que no conoce el fin
un corazón que late por vos
Por eso yo te quiero
tanto que no se como explicar lo que siento
yo te quiero
porque tu dolor es mi dolor
y no hay dudas
yo te quiero
con el alma y con el corazón
te venero
hoy y siempre, gracias yo te doy a ti mi Amor
por existir…
Mística
La mística (del verbo griego myein, “encerrar”, de donde mystikós, “cerrado, arcano o misterioso”) designaría un tipo de experiencia muy difícil de alcanzar en que se llega al grado máximo de unión del alma humana a lo Sagrado durante la existencia terrenal. Se da en las religiones monoteístas (zoroastrismo, judaísmo, cristianismo, islamismo), así como en algunas politeístas (hinduismo); algo parecido también se muestra en religiones que más bien son filosofías, como el budismo, donde se identifica con un grado máximo de perfección y conocimiento.
Según la teología, la mística se diferencia de la ascética en que ésta ejercita el espíritu humano para la perfección, a manera de una propedéutica para la mística, mediante dos vías o métodos, la purgativa y la iluminativa, mientras que la mística, a la cual sólo pueden acceder unos pocos, añade a un alma perfeccionada por la gracia o por el ejercicio ascético la experiencia de la unión directa y momentánea con Dios, que sólo se consigue por la vía unitiva, mediante un tipo de experiencias denominadas visiones o éxtasis místicos, de los que son propios una plenitud y conocimiento tales que son repetidamente caracterizados como inefables por quienes acceden a ellos.
El misticismo está generalmente relacionado con la santidad, y en el caso del Cristianismo puede ir acompañado de manifestaciones físicas sobrenaturales denominadas milagros, como por ejemplo los estigmas y los discutidos fenómenos parapsicológicos de bilocación y percepción extrasensorial, entre otros. Por extensión, mística designa además el conjunto de las obras literarias escritas sobre este tipo de experiencias espirituales, en cualquiera de las religiones que poseen escritura.
El misticismo, común a las tres grandes religiones monoteístas, pero no restringido a ellas (hubo también una mística pagana, por ejemplo), pretende salvar ese abismo que separa al hombre de la divinidad para reunificarlos y acabar con la alienación que produce una realidad considerada injusta, para traer en términos cristianos el Reino de los Cielos a la Tierra. Los mecanismos son variados: bien mediante una lucha meditativa y activa contra el Ego (Budismo) o nafs como en el caso del sufismo musulmán, bien mediante la oración y el ascetismo en el caso cristiano, o bien a través del uso de la Cábala en las corrientes más extendidas del judaísmo.
Mística pagana
Las religiones de origen europeo antiguo, llamadas despectivamente “paganas” o paganismo, son aquellas creencias y religiones anteriores o distintas al judaísmo, cristianismo e islamismo y a menudo caracterizadas por el animismo o el politeísmo. En el seno de estas religiones, los Misterios de Eleusis o eleusinos y el Neopitagorismo, todavía mal conocidos, llegaron a tener creyentes que se manifestaban de forma mística.
Las religiones celtas agrupan diversas creencias. Estas religiones mantenían un politeísmo conectado en gran medida con fuerzas de la naturaleza (animismo) que deificaban todo lo viviente o activo. A falta de extensas referencias escritas, por los hallazgos arqueológicos y funerarios se puede deducir que eran religiones muy marcadas por la magia y el ritual. Se han encontrado vasijas de procedencia celta con personajes en posturas yógicas que con toda probabilidad representan a sacerdotes. Esto lleva a pensar en algún tipo de misticismo religioso emparentado con las creencias en dioses asociados a fuerzas naturales.
El filósofo neoplatónico Plotino (siglo III d.C.) nacido en Egipto, representa una mística natural, que, no obstante, describe el éxtasis con “una perfección tal que ha sido después imitada por los místicos cristianos” quienes siguieron sus mismas fórmulas.
Mística cristiana
En el caso de la mística cristiana el acto místico de unión con Dios, conocido como éxtasis, no depende del individuo, sino solamente de Dios, que por motivos que sólo Él conoce otorga como gracia privada un breve tiempo de comunicación sensible ultraterrena a algunas almas a las que se acerca bien directamente o bien para su posterior transmisión a un grupo específico o al conjunto social. Puede ir acompañado de las manifestaciones llamadas estigmas o llagas: heridas que reproducen algunas de las heridas de Cristo en la cruz, así como de bilocación (suceso que consiste en que el santo o místico es visto en dos o más sitios al mismo tiempo) y manifestaciones proféticas. Se cree que el éxtasis es otorgado, en el caso del Catolicismo, pero esto no es necesario, a personas que han seguido una dura disciplina ascética de ayuno, soledad, oración, humildad, trabajo, penitencia, mortificación e introspección mediante el seguimiento de una regla de conducta monástica (clero regular masculino y femenino) para purificarse ante los ojos de Dios mediante los caminos o vías llamados vía purgativa y vía iluminativa. Los místicos carmelitanos hablan de noche oscura, así como de dar un ciego y oscuro salto de fe con la esperanza de que Dios se apiade y recoja el alma de sus siervos. Si Dios quiere, habrá una unión mística o éxtasis, experiencia más divina que humana que resulta de un placer inefable, esto es, intransmisible por entero, sino sólo en una parte muy pequeña, por medio de la palabra o cualquier otro medio de expresión. Así la describe por ejemplo Santa Teresa de Jesús: Y es tanto lo que se emplea el alma en el gozo de lo que el Señor la representa, que parece que se olvida de animar el cuerpo. (…) No se pierde el uso de ningún sentido ni potencia, pero todo está entero para emplearse en Dios solo. De este recogimiento viene algunas veces una quietud y paz interior muy regalada, que está el alma que le parece que no le falta nada.
También, sin embargo, existe una mística protestante que representan, por ejemplo, escritores como Emanuel Swedenborg y sus Arcanos celestes o Joseph Smith, fundador de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días o Mormonismo, o incluso el poeta William Blake, así como una mística heterodoxa representada, en la forma más antigua, por los cristianos gnósticos y en la Edad Media y Renacimiento por los alumbrados, los dejados o por los seguidores del quietismo preconizado por Miguel de Molinos, una mística en ciertos sentidos muy cercana al Budismo.
La tradición mística cristiana arranca en realidad de Pablo de Tarso y del Evangelio según San Juan, así como de los posteriores Padres de la Iglesia, en particular los Padres del yermo o de la Tebaida. San Agustín de Hipona fue una figura muy influyente, así como Santo Tomás de Aquino. Carácter místico tienen algunas obras muy leídas del desconocido Pseudo Dionisio Areopagita, que algunos quieren indentificar erróneamente con el desconocido griego convertido por Pablo de Tarso en el Areópago de Atenas; su teología negativa fue un avance que se incorporó a la mística cristiana y se encuentra, por ejemplo, en San Juan de la Cruz. Siguen después las escuelas místicas de distintas órdenes monásticas, entre las cuales destacan las distintas ramas de la mística franciscana, la mística agustina, la mística carmelita y la mística trinitaria. Tuvo mucha importancia y fue no poco influyente la mística germánica, representada por Jan van Ruysbroeck, el maestro Eckart, Tomás de Kempis y, ya en el Barroco, por Angelus Silesius y su Peregrino querubínico.
Mística germánica
Cabe resaltar dentro de la Mística germánica una figura de gran importancia: la abadesa, líder monástica, mística, profetisa, médica, compositora y escritora alemana Hildegard de Bingen; también en la Edad Media creó escuela el Meister Eckhart y sus discípulos Enrique Suso y Juan Taulero. Y, en el siglo XVII, Jakob Böhme y sobre todo Johann Scheffler, más conocido como Angelus Silesius, autor de los paradójicos epigramas religiosos contenidos en Peregrino querubínico.
Mística italiana
La mística italiana cuenta con las figuras del poverello San Francisco de Asís, autor del famosísimo Cántico, una de los primeros textos de la literatura italiana y sin duda alguna uno de los más hermosos.
Mística española
La mística española se desarrolló principalmente en Castilla, Andalucía y Cataluña. Brota fuertemente en el siglo XVI a causa de la tensión existente con el Protestantismo. Existen los precedentes medievales de Raimundo Lulio, que marca fuertemente la tradición española con el contacto de la cultura árabe y la mística sufí, y con la tradición semítica de la Cábala (en España se compiló su libro más importante, el Zohar, y muchos escritores sefardíes emigrados ampliaron las enseñanzas cabalísticas, como por ejemplo Moisés Cordovero o Isaac Luria). Se trata, además, cronológicamente, de una de las últimas místicas aparecidas y en cierto modo representa la culminación de la tradición mística cristiana.
La característica más acusada de la mística española es su carácter ecléctico, armonizador entre tendencias extremas; un ejemplo, podemos encontrar en San Juan de la Cruz al demonio nombrado en árabe Aminadab o un mismo verso repetido al estilo de la poesía árabe. Un segundo rasgo es que en la literatura religiosa hispana predomina lo ascético sobre lo místico. El tercero sería su gran elaboración formal: presenta un excelente estilo literario, de forma que muchas de sus obras se cuentan como obras maestras de la literatura en lengua española.

Santa Teresa de JesusVivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
Como corriente literaria, utiliza la creación de obras escritas como medio para expresar la religiosidad y lo que supone para sus autores la unión del alma con Dios, reservada a muy pocos elegidos.
Vías purgativa, iluminativa y unitiva
Para la unión del alma con Dios se establecía el seguimiento de tres vías, procedimientos, pasos o fases, según el Tratado espiritual de las tres vías, purgativa, iluminativa y unitiva de Bernardo Fontova (Valencia, 1390-1460), cartujo en Vall de Crist; y que repetiría Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla, en Varón de deseos en que se declaran las tres vías de la vida espiritual, purgativa, iluminativa y unitiva (1642):
• Vía purgativa: el alma se purifica de sus vicios y sus pecados mediante la penitencia y la oración. Las atracciones por sí mismas no tienen por qué ser malas pero sí lo es el apego o gusto que provocan en la memoria, porque la impide orientarse plenamente hacia Dios. La privación corporal y la oración son los principales medios purgativos.
• Vía iluminativa: una vez purificada, el alma se ilumina al someterse total, única y completamente a la voluntad de Dios. El alma se halla ya limpia y en un desamparo y angustia interior inmensos, arrojada a lo que es por sí sola sin el contacto de Dios. El demonio tienta entonces y el alma debe soportar todo tipo de tentaciones y seguir la luz de la fe confiando en ella y sin engañarse mediante una continua introspección en busca de Dios. Pero ha de ser humilde, ya que si Dios no quiere, es imposible la unión mística, pues la decisión corresponde a Él.
• Vía unitiva: el alma se une a Dios, produciéndose el éxtasis que anula los sentidos. A este punto sólo pueden llegar los elegidos y es muy difícil describirlo con palabras porque el pobre instrumento de la lengua humana, ni siquiera en forma poética, puede describir una experiencia tan intensa: se trata de una experiencia inefable. El hecho de haber alcanzado la vía unitiva puede manifestarse con los llamados estigmas o llagas sagradas (las heridas que sufrió Cristo en la cruz), con fenómenos de levitación del santo y con episodios de bilocación (es decir, encontrarse en varios lugares al mismo tiempo). El santo, porque ya lo es al sufrir este tipo de unión, no puede describir sino sólo aproximadamente lo que le ha pasado.
Periodos
Pedro Sainz Rodríquez señala cuatro periodos en la historia de la mística española:
• Período de importación e iniciación, que comprende desde los orígenes medievales hasta 1500, durante el cual se traducen y difunden las obras de la mística extranjera.
• Período de asimilación (1500-1560) en el que las doctrinas importadas son por primera vez expuestas a la española por los escritores que son precursores (Fray Hernando de Talavera, fray Alonso de Madrid, fray Francisco de Osuna, Fray Bernardino de Laredo, San Juan de Ávila, la sordomuda Teresa de Cartagena y otros).
• Período de plenitud y de intensa producción nacional (1560-1600, reinado de Felipe II: Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús).
• Período de decadencia o compilación doctrinal, prolongado hasta mediados del siglo XVII, representado por autores como Miguel de Molinos y también por otros autores que no son creadores originales, sino retóricos del misticismo que se ocupan de ordenar y sistematizar la doctrina del período anterior.
Escuelas
Marcelino Menéndez Pelayo hizo una clasificación por escuelas según las órdenes religiosas de los místicos:
• Ascetas dominicos, cuyo prototipo es Fray Luis de Granada.
• Ascetas y místicos franciscanos (San Pedro de Alcántara, Fray Juan de los Ángeles, Fray Diego de Estella, Venerable Madre Juana de la Cruz, etc.).
• Místicos carmelitas (San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, etc.), con sus propios eremitorios, como el del Desierto de Bolarque.
• Ascetas y místicos agustinos (Fray Luis de León, Pedro Malón de Chaide, etc.
• Ascéticos y místicos jesuitas (San Francisco de Borja, Juan Eusebio Nieremberg, y otros).
• Clérigos seculares y laicos (Juan de Valdés, Miguel de Molinos), que son místicos heterodoxos.
Esta clasificación, en la que cada orden religiosa posee su propia tradición teológica y doctrinal, se puede simplificar aun más en tres corrientes:
• Afectiva (predomina lo sentimental sobre lo intelectual), que tiene siempre presente el Cristocentrismo o la imitación de Cristo hombre como vía por donde el cristiano puede llegar a la divinidad (franciscanos y agustinos).
• Intelectualista o escolástica, que busca el conocimiento de Dios mismo por la elaboración de una doctrina metafísica (dominicos y jesuitas).
• Ecléctica o genuinamente española, representada por la mística carmelita.
Helmut Hatzfeld ha elaborado una clasificación de las teorías de interpretación de la mística española muy influyente; en la que son cinco las escuelas principales:
• Escuela Ahistórica, propuesta por Jean Baruzzi, en un estudio francés sobre San Juan de la Cruz: sostiene la originalidad de los místicos españoles que descubren sus símbolos decisivos independientemente de las condiciones históricas.
• Escuela Sintética, cuyo teorizador principal es Gaston Etchegoyen a través de un estudio francés sobre Santa Teresa; supone que la mística española puede explicarse y entenderse como una fusión sintética de diferentes formas más antiguas, todas exclusivamente occidentales.
• Escuela Secular, obra de Dámaso Alonso; según ella numerosos elementos simbólicos de los místicos españoles derivan de la poesía profana, popular o culta, sobre todo de la poesía de Garcilaso (a través de las versiones a lo divino de sus poemas que hizo Sebastián de Córdoba), el Romancero, la lírica popular y la lírica cancioneril.
• Escuela Arabista, integrada por Julián Ribera y sobre todo por Miguel Asín Palacios, que contempla afinidades entre los escritos de San Juan de la Cruz y los del místico mahometano Abenarabí, de la primera mitad del siglo XIII; por otra parte, nadie ha podido negar la influencia del misticismo musulmán en el catalán Raimundo Lulio.
• Escuela Germánica, que alega que el influjo mayor recibido por los místicos españoles proviene de los místicos flamencos y alemanes como Meister Eckart, o el flamenco Jan van Ruysbroeck, o Thomas de Kempis.
Hatzfeld se inclina por considerar que tanto Oriente como Occidente han contribuido a la formación del lenguaje de los místicos españoles.
La mística española cuenta con figuras señeras en el Siglo de Oro y sobre todo en Castilla, como Bernardino de Laredo, Francisco de Osuna; Santa Teresa de Jesús compuso importantes obras místicas en prosa, como Las moradas y Camino de perfección; a San Juan de Ávila se le debe tal vez el famoso soneto místico “No me mueve mi Dios para quererte”, y San Juan de la Cruz compuso con sus experiencias místicas unos poemas que son quizá la cumbre de la lírica española de todos los tiempos, el Cántico espiritual y la Noche oscura del alma, comentados por él mismo en prosa, entre otros varios poemas no menos importantes. Destacan también otros místicos, como Santo Tomás de Villanueva, San Juan Bautista de la Concepción, Cristóbal de Fonseca, el beato Alonso de Orozco, fray Pedro Malón de Chaide, fray Luis de Granada o fray Juan de los Ángeles. En el País Vasco destaca la figura de San Ignacio de Loyola. En Cataluña fue importante en la Edad Media Ramón Llull, también conocido como Raimundo Lulio, cuyo Libro del amigo y el amado es el principal testimonio de la literatura mística en catalán. Tras el Siglo de Oro, la mística española entró en decadencia.
Mística islámica o sufismo
La voz sufí deriva de la raíz sûf, (lana), aludiendo al hábito con que vestían los sufíes como muestra de desapego del mundo. A los ascetas errantes árabes se los llamaba también faquires (“pobres”, en árabe faqîr, pl. fuqarâ), y en persa derviches (darvîsh). Mirados con cierta precaución a veces por algunos sectores de la ortodoxia islámica, el respeto que demostró a sus enseñanzas Algazel, denominado por algunos orientalistas occidentales como “el San Agustín árabe”, y más conocido entre los musulmanes como Hujjatul Islam o la Prueba del Islam, hizo que a partir de grupos sunnitas ubicados Irak en el siglo VIII, y de Bagdad y El Cairo en el siglo IX, se extendiese la presencia del sufismo por todo el mundo islámico, desde Irán hasta India, y desde el Magreb hasta Anatolia y Al Ándalus.
La ascética y mística sufí o sufismo se explica a sí misma como una vía que parte esencialmente del ejemplo establecido por el Profeta del Islam, el Profeta Muhammad, y por gente de entre sus Compañeros dedicados intensamente a la oración y el desapego, conocidos algunos de ellos como Ahl as Suffa o la Gente del Banco.
La espiritualidad del sufismo hace énfasis a la vez en la acción, la contemplación y la oración, buscándose:
– un estado de acción de sinceridad perfecta, modelado sobre la base del Corán y el ejemplo del Profeta del Islam;
– un estado de contemplación por el cual no se vea en todo sino la huella de Dios o las luces reflejas de Dios;
– un estado de oración o más propiamente ‘Recuerdo de Dios’ (dhikr) perpetuo. Este estado atraviesa grados empezando por el dhikr de la lengua, el dhikr del corazón, dhikr del secreto, dhikr del secreto del secreto y así hasta varios niveles cada vez más profundos hasta el dhikr más allá de toda categoría y conceptualización, en lo que sería la zona más honda de la huella eterna del espíritu en estado de contemplación de Dios.
Los ejemplos de espiritualidad islámica fueron esparciéndose a lo largo del mundo musulmán y, con el correr del tiempo, frente a un universo de población musulmana con muy distinto grado de compromiso en la práctica de la religión. A este grupo de personas empezó a conocérsele como sufís. Una de sus grandes figuras iniciales sunnitas radicó en Basora (Hassan al-Basrî, muerto el 728), otros vivieron en Medina y en la Meca, preconizando el amor y la bondad de Dios (Al-láh) y el sometimiento completo (externo e interno) a la voluntad divina, lo que lleva, afirma la tradición sufí, en los casos de pureza modélica, a experimentar la cercanía ‘más cercana que la vena yugular ‘ (según una frase del Corán) de la Presencia Infinita de Dios, frente a la cual el ser humano quedaría aniquilado como la nada frente al Uno.
La organización de los sufíes en cofradías o fraternidades (tariqas) de personas que frecuentaban las enseñanzas de un maestro sufí alcanzó un punto de desarrollo institucional notable en el siglo XII. El sufismo alcanzó su exposición doctrinal ortodoxa más lograda en la obra de Al-Ghazali (Algacel).
En la actualidad, las vías (tariqas) u ‘órdenes’ sufis más expandidas en todo el mundo son la qadiri y la naqshbandi, así como también la shadhilli y la chisti.
Es indispensable la guía de un maestro, o “director espiritual” (muršid), quien ya ha recorrido las estaciones espirituales y ha llegado a la realización espiritual, a fin de guiar al discípulo por el largo sendero de la lucha contra el ego (nafs).
Las experiencias de los grandes maestros sufíes han inspirado una buena parte de la lírica y la narrativa islámicas.
Dichos y hechos propios de los sufís
Los santos sufís narran haber recibido, por gracia de Dios, estaciones espirituales más allá de nuestra comprensión ordinaria de las cosas; y a la vez afirman que buscar las estaciones en sí mismo es alejarse de ellas, pues la única búsqueda debe ser la complacencia de Dios. Son conocidas en la literatura sufí las narraciones de milagros (karamat) que ocurrieron a maestros sufís, si bien la enseñanza sufí al respecto es que la búsqueda de milagros es un obstáculo en la vía, y si ellos ocurren debe ser únicamente sin intervención de una voluntad activa o de ostentación al respecto.
Los maestros distinguen dos clases de conocimiento de la religión del Islam, el Corán y la vida del profeta: el erudito, de carácter mental-discursivo y el del corazón o de naturaleza gnóstico-espiritual, señalando que si bien ambos conocimientos son necesariamente complementarios, sólo el siervo puro puede acceder al conocimiento interno.
A su vez, si bien las cofradías sufís se han sumado a los demás musulmanes en el seguimiento del respeto a los gobernantes, son conocidos los casos en que un gobernante ha ejercido persecuciones sobre sufís (Mustafá Kemal Ataturk, en Turquía, o el régimen comunista en Rusia, por citar sólo dos casos) y el concepto del verdadero rango que tienen el santo y el rey frente a Dios por parte de los sufís.
Un ejemplo de esto último puede encontrarse en la siguiente anécdota de Shah Bahauddin Naqshband (1317-1388), según narración de otro maestro sufí, Sheij Fariuddin al-Attar:
“En una oportunidad el rey de Transoxiana, Sultan Abd Allah Kazgan, vino a Bukhara. Decidió ir de caza alrededor de Bukhara y mucha gente lo acompañó. Shah Bahauddin Naqshband estaba en una aldea cercana. Cuando la gente se fue de caza Shah Naqshband fue a la cúspide de una colina y permaneció allí sentado. Mientras estaba allí sentado entró a su corazón el pensamiento de que Dios había dado un gran honor a los santos. A causa de ese honor, todos los reyes de este mundo deberían inclinarse ante ellos. El pensamiento aún no se le había ido del corazón, cuando un caballero con una corona en la cabeza como la de un rey, se acercó a él y desmontó su caballo. Con gran humildad saludó a Shah Naqshband y permaneció en su presencia de la manera más amable. Se inclinó ante el shaykh pero el shaykh no lo miró. Lo mantuvo de pie durante una hora. Finalmente Shah Naqshband lo miró y le dijo: ‘¿Qué haces aquí?.’ El dijo: ‘Soy el rey Sultan Kazgan. Salí a cazar y olí un aroma hermoso, lo seguí hasta aquí y te encontré sentado en medio de una poderosa luz.’ El hecho de haber pensado ‘todos los reyes de este mundo deberían inclinarse ante los santos’ se había vuelto realidad. Es así como Dios honra los pensamientos de Sus santos”.
Siguiendo la “vía” (tarîqa) de un maestro (xeic, Shéij), el sufismo afirma que se puede llegar a una estación espiritual donde el ‘ojo’ contempla al Ser Supremo, frente al cual toda la Creación se convertiría en ‘menos de una mota de polvo suspendida en la nada’, lo que técnicamente se ha denominado en el lenguaje del sufismo como “el aniquilamiento de sí mismo en Dios” (fanâ).
Características del sufismo
Shaij Nazim al-Qubrusi, maestro de la orden naqshbandi, ha sido criticado fuertemente por el wahabismo en el Islam, y representa, como otros casos contemporáneos, el fenómeno actual de la pugna entre la comprensión sufí y la comprensión literalista o externalista del mismo.
Un elemento tipológico que diferencia al sufismo del ‘misticismo’ a secas es que el cultivo de la vía se considera y asume en el sufismo como una ciencia o ‘ílm’, la ciencia de las estaciones del corazón y de la lucha contra el nafs, cuyos maestros dominan con las correspondientes técnicas espirituales para permitir que el discípulo avance en el proceso.
Asimismo, otro elemento tipológico es que, a diferencia de los esfuerzos o ascesis individuales, quien tiene en definitiva ‘la llave’ del discípulo es el Maestro, el cual se considera en el sufismo que para ser verdaderamente tal debe mantener conexión espiritual viva e ininterrumpida con el Profeta Muhammad mismo, considerado así como la fuente primera y permanente del sufismo. A esta conexión de transmisión del conocimiento espiritual desde el Profeta mismo se la denomina ‘silsila’ o vía de transmisión.
En el sufismo se encuentran obras y visiones de naturaleza metafísica, elemento sapiencial o gnóstico (en sentido etimológico) del sufismo.
Afirman los maestros sufís tales como Ibn Arabi o Sheij Abdelqader al Jilani que la gnosis de Dios implica asimismo recibir un conocimiento de la religión de naturaleza privilegiada. De modo que los sheisj sufís, tal como eran considerados en el califato otomano, pasan a representar la función de garantes de la ortodoxia a la vez que de conocedores del misterio.
Es frecuente encontrar en la literatura sufí afirmaciones de que el estado de pureza permite comprender más en el Corán que lo que los ojos o la mente común podrían hallar.
Grandshaykh Abdullah al-Faizi ad-Daghestani (1891-1973), maestro anterior de la tariqa naqshbandi, sucedido por Shaij Nazim al-Qubrusi, refirió por ejemplo lo siguiente:
“Ellos [los más grandes de entre los santos de Dios, nueve en particular en la historia del Islam] recitan el Corán no como lo hacemos nosotros que lo leemos de principio a fin sino que lo recitan con todos sus secretos y realidades internas. Porque Dios ha dicho: ‘wa la ratbin wa la yabisin illa fa kitabin mubin [Sagrado Corán 6:59]’. ‘No hay nada húmedo o seco que no esté inscrito en un libro claro’. No hay ninguna de las creaciones de Dios en todos los universos creados que no haya sido ya mencionado, con todos sus secretos, en un Libro Claro, el Corán… Allah ha puesto en cada letra del Corán doce mil conocimientos distintos.
Hoy en día se percibe la existencia de una corriente en Occidente de ‘sufismo sin Islam’, auto-denominada a veces sufismo universal, de modo análogo a lo que sería, en otro orden de ideas, el yoga sin hinduismo. Este fenómeno es considerado espiritualidad New Age, sin embargo, los sheijs de las tariqas tradicionales rechazan esta aproximación.
Mística judaica, o Cábala
La principal corriente mística hebrea (que no debe confundirse con el judaísmo ortodoxo propiamente dicho) se denomina Cábala (también Qabbalá, del hebreo קבלה qabbalá, “recepción”, o más popularmente aceptado como «tradición») y se produjo y difundió fundamentalmente durante la Alta Edad Media hasta alcanzar su esplendor con la aparición del זהר Zóhar en la península Ibérica en el siglo XIII y las posteriores interpretaciones jasídicas. En el siglo XVIII, después del colapso del movimiento sabático mesiánico, la Cábala fue relegada y considerada nociva para la comunidad. Desde entonces, muchos estudiosos judíos de Occidente han rehuido las discusiones teológicas que pudieran revivir el pensamiento místico. Así quedaron en el olvido valiosos manuscritos cabalísticos y las discusiones e interpretaciones que sobre ellos hacían los místicos judíos.
En la definición del historiador y teólogo agnóstico judío Gershom Scholem (Grandes tendencias de la mística judía, Barcelona: Ediciones Siruela, 1996, editado originalmente en 1941), el misticismo es el estadio posterior a la religión. Al sentir el hombre post-primitivo una alienación respecto al mundo que habita, se desarrolla debido a este hueco un sentimiento religioso en el que Dios se percibe como algo alejado, al otro lado del abismo que separa lo divino de lo humano. Es ésta la definición que se plantea de religión, en que Dios es algo alejado de ser adorado u obedecido.
Según Scholem, el misticismo judío posee tres características fundamentales que le dan su particular personalidad:
1. En primer lugar, reticencia hacia la confesión personal, por la reserva hacia todo lo relacionado con la experiencia mística y por la ausencia de elementos autobiográficos.
2. En segundo lugar, el misticismo judío muestra una actitud metafísica positiva en relación al lenguaje, considerado instrumento propio de Dios, y como lenguaje creador, se refleja en el hablar común del hombre.
3. En tercer lugar, la mística judía se caracteriza por una continuada deferencia hacia la tradición: así, cuanto más pura es la mística, más cerca está de la verdadera tradición entendida como «conocimiento original de la humanidad.
Acaso el mayor de los místicos judíos fuera el malagueño Shlomo ben Yehudah Ibn Gabirol, también conocido como Avicebrón (c. 1021-c. 1058), autor de una Fuente de la vida (Mekor Hayim) que fue conocida por los filósofos cristianos medievales a través de su traducción latina (Fons vitae); por otra parte, el gran erudito y teólogo Rambam, que conocemos habitualmente como Maimónides (1135-1204), aportó la idea de la ausencia de atributos en Dios, que pesó mucho en la configuración cabalística de Dios como En-Sof.
Una de las fuentes más importantes de la Cabalá es el Zóhar o Libro del Esplendor se trata de una compilación de diversos textos cuya elaboración se atribuye tradicionalmente a Moisés de León, judío español, (fallecido en 1305), aunque algunos de sus elementos parecen ser mucho más antiguos. Algunas de sus ideas se parecen superficialmente a las de los filósofos griegos, de los panteístas egipcios y de los gnósticos. La idea básica allí expuesta es que, del seno mismo de la Divinidad oculta o Infinito (el Ein-Sof), surgió un rayo de luz que dio origen a la Nada (Ain), identificada con una esfera (Sfirá) o región, que recibe el nombre de Kéter (Corona). A partir de esta corona suprema de Dios emanan otras nueve esferas (las sfiroth). Estas diez esferas constituyen los distintos aspectos de Dios mediante los cuales éste se automanifiesta.
Según la cábala el verdadero Mesías nacerá al fin del tiempo y entonces el mundo regresará a su fuente. Entonces se acabará el infierno y empezará un tiempo de gran felicidad. La redención humana se logra por la rígida observancia de la ley, y la salvación se alcanza a través de un conocimiento “esotérico” especial. Cada persona es agente de su propia salvación y a través de conocimientos secretos, puede alcanzar la divinidad.
Los cabalistas suelen interpretar las combinaciones de letras de palabras clave en los textos sagrados, así como su valor numérico, con un sentido trascendente. Dos son principalmente los métodos utilizados para unificar las doctrinas cabalísticas: el de Moisés Cordovero y el de su discípulo Isaac Luria.
MandalaMística budista
La mística budista consiste en alcanzar el estado de Buda o nirvana, llamado Samādhi en el yoga; en el budismo Zen se realiza mediante un súbito acto de conocimiento integral denominado satori. Hay varios métodos, incluyendo mantras (recitaciones) y una meditación sobre la realidad. Con frecuencia el monje budista zen recurre a algunos ejercicios denominados kōans o problemas o cuestiones tan irresolubles cómo fáciles de resolver que sirven para desintegrar la apariencia lógica de la realidad.
Fenómenos místicos
En la filosofía de Victor Cousin, el misticismo es uno de los cuatro grandes estadios filosóficos que periódicamente se suceden en el pensamiento humano y que sigue a épocas fuertemente racionalistas. Otros dicen que el misticismo podría ser sólo síntomas de defectos médicos de una persona. Por ejemplo, se dice que Santa Teresa de Jesús era muy enfermiza y que pudiera haber padecido de problemas psicológicos productos de la misma. También se ha usado como explicación científica por investigadores e historiadores del misticismo el que algunas visiones pudiesen haber sido provocadas por una intoxicación debida al hongo conocido como cornezuelo de centeno, potente psicotrópico.
En la música se puede encontrar una excelente adaptación de Noche oscura del alma de San Juan de la Cruz hecha por la cantante Loreena McKennit en su disco The mask and mirror.
También la cantante Madonna, en 1989, lanzó un disco titulado Like a prayer, donde la letra de la canción que daba nombre al álbum estaba impregnada de misticismo del estilo de San Juan de la Cruz. En el video musical se pueden apreciar varios simbolos que remiten a algunos de sus poemas, por ejemplo Llama de amor viva. Por este video la Iglesia Católica declaró a Madonna blasfema. También en el video de su tema Bedtime story (año 1994) se puede apreciar un ritual derviche y diferentes elementos de la mística sufí, aunque ella profesa la Cábala judía.
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Fuente: Wikipedia.

El Señor es mi pastor

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San José del Amazonas

Benedicto XVI aceptó la renuncia al gobierno pastoral del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas presentada por Monseñor Alberto Campos Hernández OFM, de conformidad al canon 401 numeral 2 del Código de Derecho Canónico.
Monseñor Alberto Campos Hernández OFM nació en Fresnillo, Diócesis de Zacatecas (México), el 5 de junio de 1951. Inició su educación secundaria en el “Colegio Fresnillo” dirigido por los hermanos lasallistas (1965-1966) y la concluyó en la ciudad de Guadalajara en el Colegio “Fray Pedro de Gante” (1966-1970) dirigido por los franciscanos. Ingresó al noviciado de la Orden de Frailes Menores (Franciscana) en 1970. Sus estudios de Filosofía los realizó en el convento de Nuestra Señora de Zapopan (1971-1973) y la Teología en el convento de Nuestra Señora del Refugio en San Pedro Garza García, Nuevo León (Monterrey) de 1975 a 1979. Fue ordenado diácono el día 05 de Mayo de 1979 y presbítero el día 02 de Agosto de 1979. Posteriormente fue a Medellín, Colombia (ITEPAL) para estudiar Teología Pastoral (1985) y Espiritualidad Franciscana en Petrópolis, Brasil (1986).
Ha realizado su labor pastoral principalmente en el campo misionero. Como religioso franciscano y sacerdote trabajó por diez años en comunidades indígenas (huicholes y coras) en la Prelatura de Jesús María del Nayar, encomendada a los franciscanos. Fue Asistente Espiritual de la Asociación de los Misioneros Laicos del Nayar (grupos de jóvenes y adultos misioneros mexicanos) por quince años; y Maestro de Novicios en su Provincia Franciscana por tres años (1987-1990). Fue Definidor y Secretario Provincial para la Evangelización Misionera en la provincia de Los Santos Francisco y Santiago de México animando y promoviendo la labor misionera en parroquias, colegios, casas de formación franciscana y visitando a los misioneros de 1990 a 1993. Fue enviado como misionero a Uganda, África de 1993 a 1998 en la parroquia rural de Rushooka (Diócesis de Mbarara) como superior local y acompañante de los neo-profesos franciscanos.
El 14 de febrero de 1998 el Papa Juan Pablo II lo nombró Obispo del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas (Perú). Su ordenación se realizó el día 30 de mayo del mismo año en la Basílica de Zapopan (México). Su toma de posesión como Vicario Apostólico en la sede de Indiana fue el día 19 de junio. En la Conferencia Episcopal Peruana ha desempeñado por 6 años la presidencia de la Comisión Episcopal de Juventud promoviendo el trabajo pastoral articulado y sistemático de los jóvenes a nivel diocesano, religioso y nacional incluyendo a los movimientos de pastoral juvenil; y actualmente desempeña el cargo de Presidente de la Comisión Episcopal de Misiones.
El Papa ha nombrado Administrador Apostólico sede vacante et ad nutum Sanctae Sedis del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas a Monseñor Miguel Olaortúa Laspra OSA, Vicario Apostólico de Iquitos.