Archivo de la categoría: Espiritualidad

Jesucristo Rey del Universo

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Jesucristo rey del universo

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Demos hurras, palmas y felicitaciones a Cristo Rey en su Fiesta, que hoy celebramos. Se lo merece por la clase de Rey que fue y es y por la clase de Reino y de Reinado que llevó a cabo. La antítesis, en todo, de lo que pasó y pasa en el mundo con los reyes. Y un ejemplo maravilloso para quienes rigen los destinos de los hombres. El se sabía Rey -por derecho, conquista y descendencia davídica- y así lo dijo (Jn 18,37) y así fue escrito en el INRI de la cruz pese a todo y a todos (Jn 19, 19-22). Le costó la vida ir a contracorriente y hacer entender que un rey y aún más el Rey esperado y ungido (el Mesías), ha venido a este mundo a servir y no a ser servido, y que tiene que ser humilde, afable y amigo de los pobres. ¿Aprenderemos alguna vez esta lección?
De un rey tan humano (Hijo del Hombre, ser humano, se llamaba Él), ¿qué clase de reino y de reinado podía esperarse? La iglesia es quien mejor lo ha entendido y descrito: un reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, el amor y la paz. Más no se puede decir en tan poco. Pero sí completar con lo que dice en otro Prefacio de la Misa: un pueblo nuevo, cuyo estado es la libertad y cuya ley es el precepto del amor
Lo grande y maravilloso para nosotros es que, desde el bautismo, somos reyes con el Rey y reyes en su Reino, no sólo servidores y ciudadanos. Y tenemos una misión concreta y envidiable: la de hacerle reinar en este mundo instaurando en Cristo todas las cosas (leyes, estructuras, trabajos, hombres y mujeres, gozos y esperanzas…), para que Él reine efectivamente en todo. El Reino de Dios ya es, pero todavía no. Por eso pedimos que venga a nosotros Su Reino y trabajamos por hacer realidad aquí abajo lo que allí (junto a Dios) ya es: comunión en el amor, paz y libertad, dicha y gloria para siempre. La tarea es de todos, pero especialmente de los laicos a quienes corresponde vivir, trabajar y santificarse en el mundo, al mismo tiempo que lo santifican.
En relación con todo esto, la Fiesta de Cristo Rey está puesta intencionalmente entre un año (litúrgico) que termina y otro que comienza. Para que, como Señor Soberano, purifique y valide el año 2014, y bendiga y haga fructificar el 2015. Cristo Rey se presenta así como el Señor del Tiempo, el Alfa y la Omega. Todo viene de Él y va a Él, que no está solo: le acompaña su querida madre María, a quien Jesús coronó como Reina y Señora del Universo. Es lo que celebramos en nuestra parroquia, que en su fiesta aniversario, festeja a Cristo Rey y a María Reina, según la primera fase de su aparición a Santa Catalina Labouré (Paris, 1830).

Parábola de los talentos

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Talento

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Antes de irse, el señor de la parábola (Mt 25, 14-30) dejó 5 “talentos” (=5 quintales de plata u oro, no lo sabemos) a uno de sus trabajadores, 2 a otro y 1 a un tercero. En cualquier caso una fortuna a cada uno, para que la hicieran rendir según sus capacidades. Digamos cuanto antes, que a cada uno, aun al que menos. le dejó lo suficiente y la indicación de hacer crecer la fortuna (los “talentos”). ¿Sabemos ya cuántos “talentos” (en términos de salud, inteligencia y tiempo) nos ha dejado el Señor a cada uno de nosotros: 1, 2, 5…? Es importantísimo que lo sepamos (que nos conozcamos), para saber vivir según nuestras posibilidades y para saber a qué atenernos al juzgar la vida de los demás. También para saber cuánto habrá de exigirnos el Señor cuando vuelva y tengamos que rendirle cuentas.
La importancia de esta parábola no está tanto en la invitación a ser precavidos y permanecer en vigilante y activa espera, que nos hizo en la parábola de las 10 vírgenes (Mt 25, 1-13); la importancia está en el pedido de hacer rendir los dones, que nos ha dado. Los dones con los que los hombres venimos al mundo son desiguales, pero son iguales tres cosas: 1. La obligación de esforzarnos y arriesgarnos por hacerlos rendir al máximo. 2. La inversión según lo recibido: quien recibió 2 que no se empeñe ni sufra por invertir como 5; quien recibió 5 que no se limite ni contente con invertir como 2 y menos como 1. 3. La retribución del Señor a quienes han cumplido al máximo, será equitativamente la misma, sin importar si recibieron 1, 2 ó 5 “talentos”.
“Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor, como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor” (Mt 25, 21). Es lo que dijo Jesús a quienes recibieron 5 y 2 “talentos” y supieron trabajarlos. Y es lo que habría dicho a quien recibió sólo 1 “talento”, si hubiera sabido trabajarlo. Lamentablemente no fue así. En la parábola, quien recibió sólo 1 “talento” tuvo miedo de arriesgar el don recibido y lo enterró (lo ocultó). Lo que el hombre dijo e hizo, Jesús lo condenó por ir contra el plan de Dios, que quiere la superación de la persona y la colaboración en el desarrollo del mundo. Tanto es esto así que Jesús ordena dar ese “talento perdido” a quien tiene diez, y dice la frase que constituye el punto central de la parábola: “a quien tiene más (rinde más) se le dará más…”
Jesús nos anima a rendir más para tener más, pero al mismo tiempo nos previene, dando a la parábola un infeliz final: al trabajador negligente y perezoso se le quitará el talento que se le dio y se lo echará a las tinieblas exteriores en las que será el llanto y el crujir de dientes, según la expresión tantas veces usada por Jesús.

Dedicación de la Basílica de Letrán

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San Pedro en Roma

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
La Dedicación de la Basílica de Letrán, se llama la fiesta que celebramos en este domingo. Hoy cumple un aniversario más desde su construcción por Constantino y de su dedicación (año 324) a ser la Basílica Catedral del Papa, Obispo de Roma. Es la más antigua y la más importante entre las cuatro basílicas mayores o papales de Roma –las otras 3 son: San Pedro en el Vaticano, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor-, y tiene el título honorífico de madre y cabeza de toda las iglesias de la ciudad de Roma y de toda la tierra. Dicho esto, añadamos que, más allá de sus años, títulos y mármoles, lo más importante que tiene es que, como cualquier pequeño templo, representa a Jesucristo. Es lo que nos dice el evangelio de hoy (Jn 2, 13-22).
El evangelio de Juan nos habla de cómo Jesús expulsó del templo a los vendedores, hecho que por su importancia lo traen también, con diferentes detalles, los sinópicos. Es un hecho mayor, inesperado y llamativo, que lleva a preguntarnos: cómo lo hizo, por qué y para qué lo hizo. Nos hipnotiza el cómo, pero fue el por qué, lo que más hizo pensar a los apóstoles y a las autoridades judías a cargo del Templo, que incluso armaron una Comisión para exigirle una respuesta convincente. Para los apóstoles se habría tratado de la justa indignación que le produjo ver el templo, casa de su Padre Dios, convertido en un mercado y cueva de ladrones. Puesto en positivo y en términos mesiánicos, el celo por la casa de su Padre lo devoró (Sal 60,10), (pudo más que él).
Para las autoridades judías del templo, Jesús habría querido llamarles la atención porque efectivamente había desorden y hasta abuso, pero ¿quién era Él, en virtud de qué autoridad, hacía lo que hizo? Como otras veces, pedían un signo (milagro). Fue entonces cuando Jesús dijo; “destruyan este templo y yo lo levantaré en tres días” En un primer momento la Comisión pensó que Jesús se mofaba de ellos. Fue un poco más tarde cuando tergiversaron lo dicho por Jesús y le acusaron de haber querido destruir el templo (Mt 26, 61). En realidad Jesús hablaba del templo que es su cuerpo. Es lo que los apóstoles comprendieron cuando resucitó de entre los muertos.
Desde la resurrección de Jesús, por muy santo que sea un templo (la Basílica de Letrán, la catedral de Lima…), todos son pálido reflejo del Templo que es Cristo. Todos han sido reemplazados por Cristo glorificado y por la Iglesia, que es su cuerpo resucitado. Jesucristo es el único verdadero templo de Dios y el único Señor de todo templo, Todo esto lleva a muchas conclusiones, a estas dos por ejemplo:
* 1, el gran respeto y cariño que debe merecernos el templo, no importa cómo sea, pues representa a Dios: lo que hacemos por el templo lo hacemos a Dios;
* 2, la gran dignidad que tenemos y el gran amor con el que hemos de tratarnos los cristianos (tú y yo), pues somos templos vivos de Dios (1 Cor 3,16; 6,19).

San Nuño de Santa Maria Alvares Pereira

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Nuno de Santa Maria Alvares Pereira
«Carmelita portugués, primeramente esposo y padre. Con un remedo de la prodigiosa Excalibur, y amparado por la Virgen, obtuvo grandes victorias. Fue bienhechor de los pobres, artífice de conventos y monasterios»
Por Isabel Orellana Vilches- Zenit.org
En esta festividad de Todos los Santos, la Iglesia celebra también la vida de este portugués, aclamado fervorosamente en su país, que lo festeja el 6 de noviembre.
Nació el 24 de junio de 1360, se cree que en Cernache de Bonjardím, Portugal. Pertenecía a la nobleza, ya que era hijo del caballero Álvaro Gonçalves Pereira, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, gran prior del hospital que esta obra había establecido en el convento de Flor da Rosa. Álvaro tuvo diez hijos. Nuño fue fruto de una unión ilícita, pero al año de nacer lo reconoció legalmente. Ello permitió al muchacho disfrutar de los beneficios que le proporcionaba su ilustre ascendencia. Su infancia transcurrió entre las tropas que estaban al mando de su padre y los libros de caballerías, que hacían furor en la época, sin perder la inocencia de la que estaba adornado. La historia de su vida tiene poco que envidiar a las literarias. Porque el pequeño Nuño, imbuido por las gestas de los caballeros de la Tabla Redonda que las obras ponían a su alcance, se enamoró de los altos ideales impregnados de pureza que atisbaba en los personajes. Soñaba con emularlos, proteger el santo Grial empuñando en sus manos un remedo de la prodigiosa «Excalibur», y convertirse en otro héroe defensor de su país. De hecho, su madre cariñosamente le llamaba «mi Galaaz», nombre de uno de los adalides del rey Arturo.
Realmente, Nuño era valeroso y, como tal, a los 13 años fue armado caballero y designado paje de la reina Leonor Teles. En su corazón ansiaba la vida celibial, pero cuando tenía 16 años, su padre, con la venia del rey, determinó que contrajese matrimonio con Leonor de Alvim, una joven y acaudalada viuda, sin descendencia. Tuvieron tres hijos; los dos varones fallecieron en el parto, sobreviviendo la niña, Beatriz, que sería la esposa del primer duque de Bragança, Alfonso, hijo del rey Juan I. Leonor murió en 1388 al poco tiempo de dar a luz a esta única hija, cuya educación fue confiada por su progenitor a la abuela de la niña.
Históricamente, la muerte del rey Fernando I de Portugal vino acompañada de graves conflictos. Partió de este mundo sin dejar herederos varones y Juan, maestro de Avis, hijo, aunque fuera natural, de Pedro I de Portugal, como lo era el legítimo Fernando, se vio obligado a luchar por la corona de su país contra el rey Juan I de Castilla que pretendía el gobierno luso. La armadura con la que había sido investido caballero Nuño era del maestro de Avis; mantenían una estrecha cercanía. Así que éste lo designó condestable, otorgándole el título nobiliario de conde de Ourém. Al frente de las tropas, Nuño le apoyo en sus aspiraciones monárquicas, y obtuvo varias victorias, algunas de las cuales por ser tan memorables han pasado a los anales de la historia portuguesa como la batalla de los Atoleiros, y especialmente las de Aljubarrota y Valverde. Nuño ya era un gran militar y luchaba con una potente espada, que se conserva, en la que mandó grabar: «Excelsus super omnes gentes Dominus» (El Señor se eleva sobre todos los pueblos), y en la que inscribió, junto a la cruz y una flor de lis, el nombre de María.
El convento del Carmen fue mandado construir por él en terrenos de su propiedad en cumplimiento de la promesa efectuada tras ganar la batalla de Aljubarrota. Porque en medio de los conflictos bélicos, este héroe no abandonaba las prácticas de piedad. Vivía de manera tan ejemplar que invitaba a proceder honestamente a quien se hallaba a su lado. Adoraba al Santísimo Sacramento, sentía una profunda devoción por la Eucaristía, y por la Virgen María, a la que consideraba indudable protectora en el combate y artífice de sus victorias, oraba fervientemente, socorría caritativamente a los pobres, y no consentía gestos licenciosos a su alrededor. Jamás tuvo reparos en mostrar a todos el signo externo de su fe plasmando impresos los rostros de Cristo crucificado, de la Virgen María, del apóstol Santiago y de san Jorge en el estandarte que llevaba. Muchas iglesias y monasterios se deben a su generosidad.
Beatriz falleció en 1414. En agosto de 1422 el santo ingresó en la Orden carmelita, justamente en el convento que él había mandado erigir en Lisboa, aunque su deseo hubiera sido recluirse en una comunidad alejada de Portugal. No pudo hacerlo porque don Duarte, hijo del rey, no lo consintió. Era un hombre eminentemente mariano, y en el hecho de elegir el Carmelo para pasar allí el resto de sus días, pesó su devoción por la Santísima Virgen. Al dar este paso, se desprendió de todos sus bienes y tomó el nombre de fray Nuño de Santa María. No quiso para sí ninguna prebenda; eligió ser un simple «donado» escogiendo una apartada y humilde celda para llevar a cabo su intensa ofrenda de amor. No solo mantuvo intactos los pilares que hasta entonces habían jalonado su vida espiritual, sino que acentuó su oración, ayuno y penitencias, siendo ejemplar en la vivencia de la observancia. Los religiosos vieron en sus virtudes un modelo a seguir. Murió con fama de santidad el 1 de abril de 1431 acompañado de su entrañable amigo, el monarca Juan I, y de grandes personalidades del reino. Fue beatificado por Benedicto XV el 23 de enero de 1918 y canonizado por Benedicto XVI el 26 de abril de 2009.

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Iglesia celestial

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Papa Francisco

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Celebramos hoy la “Conmemoración de todos los fieles difuntos”, entre los que están los nuestros. Familiares, en primer lugar, y luego amigos y conocidos, y tantos otros que se nos cruzaron en la vida y se nos adelantaron en la partida. A todos ellos los recordamos hoy y por todos ellos rezamos. Y oramos con la voz de la Iglesia, que maternal y solícita, viene en nuestra ayuda con un mensaje de fe y de esperanza cristianas: la vida no termina con la muerte, sólo cambia de manera de ser, hasta que en la resurrección de los muertos, entremos en la gloria del Señor con cuantos en Cristo hayan muerto. Los que compartimos su muerte compartiremos su gloria.
Por caer este año en domingo el Día de los Fieles Difuntos, el evangelio de Marcos refuerza inspiradamente este mensaje de fe y esperanza: Jesucristo que murió y fue sepultado, resucitó (Mc 15,33-39;16, 1-6). Es el final triunfal del evangelio de Marcos, que nos llena de consuelo, pues, en Cristo, también nosotros hemos de resucitar. No sabemos cuándo ni cómo, pero será (1 Tes 4, 15-18;1 Cor 15, 35-58). “No se apenen como los hombres sin confianza, pues a quienes creemos que Jesús murió y resucitó, Dios hará que Jesús nos lleve con El” (1 Tes 4, 13-14).
Ayer, hoy o cualquier día, todo tiempo es bueno para recordar, visitar y orar por nuestros queridos difuntos. Y para ganar en su favor la indulgencia plenaria, que la Iglesia regala a manos llenas en esta Conmemoración. Es lo que más necesitan y agradecen nuestros difuntos, pues la indulgencia plenaria perdona (condona) el total de las penas debidas por nuestras faltas y pecados. En virtud de los méritos de Jesucristo, la indulgencia plenaria nos da acceso directo a la gloria del Padre en el cielo. O como se dice popularmente, uno va al cielo con zapatos y todo.
Está escrito que “es bueno ofrecer sacrificios por los muertos para que queden libres de sus pecados” (2 Mac 12,46). Esta creencia y práctica del Antiguo Testamento ha sido más que superada por el Sacrificio de Jesucristo. No hay punto de comparación entre aquellos sacrificios y el de Jesucristo. Por ello, la Iglesia lo renueva incruentamente en cada misa, siguiendo el mandato de su Señor. Por su parte, el pueblo fiel, que tiene un sexto sentido religioso, sabe muy bien que una sola misa tiene un valor salvador infinito y la prioriza a todo a la hora de hacer lo mejor por sus difuntos.
¡Ay del pueblo que no honra a sus muertos!, rezaba un letrero colocado en un abandonado cementerio de… un pueblo también abandonado. Dime cómo honras a tus muertos y te diré quién eres, porque, efectivamente, el trato a tus muertos, pone de manifiesto tu corazón (afecto, aprecio y gratitud), tu piedad (recuerdo, lealtad), y tu sentido religioso (fe en Dios, ayuda espiritual, esperanza del reencuentro).

Amor a Dios, al prójimo y a ti mismo

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Amor

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Son tres los grandes mandamientos del amor: el amor a Dios, el amor al prójimo y el amor a ti mismo. Es lo que nos dice Jesús en el evangelio de hoy (Mt 22, 34-40). El principal y primero es el amor de Dios. A nosotros se nos hace increíble que los fariseos, expertos en la ley, le hiciesen a Jesús una pregunta tan obvia, pero la cosa no debiera extrañarnos tanto si pensamos que, en la práctica, a nosotros nos pasa lo mismo que a ellos. El amor al prójimo es semejante al primero, en el sentido de que es la medida de nuestro amor a Dios, quien toma como hecho a Él lo que hacemos por el prójimo (Mt 25,40). El tercer amor es el amor a sí mismo. El último, pero no lo último, pues es la medida de nuestro amor al prójimo, teniendo que hacer a los demás lo que queremos que ellos nos hagan a nosotros (Mt 7,12). Recordemos que el prójimo es nuestro otro yo.
Recordemos también que el mandamiento del amor es uno solo, pues en el amor a Dios van incluidos los otros dos amores. Recordemos que es cifra de toda perfección, pues quien lo cumple está cumpliendo la Ley (la Torah) y los Profetas (Mt 22,40). Que es la esencia de lo que Dios es, pues se define a Sí mismo diciendo que es Amor (1 Jn 4,8). Que constituye la identidad del cristiano, pues se nos reconocerá por cómo nos amamos los unos a los otros (Jn 13,35). Que el amor es el corazón de la Iglesia, según su Doctora Santa Teresita del Niño Jesús, que fue toda amor. Y recordemos que la Obra de las Misiones de la Iglesia, solamente se entiende, crece y da frutos desde el amor, – subrayemos esto, ya que estamos en el Mes de las Misiones.
En relación con las misiones, el amor es el por qué, el cómo y el para qué de las mismas. ¿Por qué hacer y dar misiones? Porque lo pide la caridad cristiana, cuyo gesto más grande es dar a conocer a Jesucristo y el Reino de Dios, con todo lo que ello significa (2 Cor 5,14). ¿Cómo lograr que las misiones cundan y logren sus objetivos? Es el Papa San Juan Pablo II quien más nos habló de esto, desde Haití 1983, cuando embarcó a la iglesia en la Nueva Evangelización. Nueva en sus expresiones, nueva en sus métodos y nueva en su ardor o celo apostólico, que es el factor más necesario y el que lamentablemente menos parece abundar hoy. Necesitamos urgentemente misioneros al estilo de Francisco Javier, Vicente de Paul y Teresita de Jesús, por mencionar tres ejemplos.
Al para qué de las misiones, la respuesta nos la da el Papa Francisco: para abrirse al amor de Dios, que nos trae la verdadera liberación y la salvación integral (EG., c. IV). Las misiones, que se hacen con amor, llevan el amor y al amor verdaderos. Fue el amor cristiano, encendido por el Espíritu Santo, lo que cambió el mundo pagano. Y será ese mismo amor lo que salve al mundo hoy, tan necesitado del amor verdadero.

Beato Carlos de Austria

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Carlos de Austria

Por Álvaro Real
Carlos de Austria fue el último emperador y rey de Austria, fue el último de una gran dinastía: los Habsburgos, una dinastía que nace en el año 1199, con Rodolfo “el Antiguo” y que reinó en todo tipo de naciones: Borgoña, Bohemia, Chequia, Castilla, Aragón y América.
Fue desterrado de su patria, ayudó a un cambio tras la I Guerra Mundial sin derramamiento de sangre y fue el único dirigente de la Gran Guerra que puso todo su esfuerzo por la paz, que apoyó los esfuerzos por la paz de Benedicto XV. Murió pobre. Carlos de Austira perdió su reino, pero ganó el reino de los cielos. Su fiesta litúrgica es hoy, el día 21 de octubre.
Infancia 
Carlos de Austria nació el 17 de agosto de 1887 en el Castillo de Persenbeug, en la región del Austria Inferior. Sus padres eran el archiduque Otto y la Princesa María Josefina de Sajonia, hija del último rey de Sajonia. El emperador José I era el tío abuelo de Carlos.
Carlos recibió una educación expresamente católica y desde su niñez fue acompañado con la oración por un grupo de personas, porque una religiosa estigmatizada le había profetizado grandes sufrimientos y ataques contra él. De aquí surgió, tras la muerte de Carlos, la «Liga de oración del emperador Carlos por la paz de los pueblos», que en 1963 se convertirá en una comunidad de oración reconocida en la Iglesia.
Muy pronto creció en Carlos un gran amor por la Santa Eucaristía y por el Corazón de Jesús. Todas las decisiones importantes provenían de la oración.
El 21 de octubre de 1911 se casó con la princesa Zita de Borbón-Parma. Durante los diez años de vida matrimonial feliz y ejemplar la pareja recibió el don de ocho hijos. En el lecho de muerte, Carlos decía aún a Zita: « ¡Te quiero sin fin»!
Llegada al trono
El 28 de junio de 1914, tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono, en un atentado, Carlos se convierte en el heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro.
Mientras se encarnizaba la primera Guerra Mundial, con la muerte del emperador Francisco José, el 21 de noviembre de 1916, Carlos se convierte en emperador de Austria. El 30 de diciembre es coronado Rey apostólico de Hungría.
Este deber Carlos lo concibe, también, como un camino para seguir a Cristo: en el amor por los pueblos a él confiados, en el cuidado por su bien y en la donación de su vida por ellos.
El deber más sagrado de un rey – el compromiso por la paz – Carlos lo puso al centro de sus preocupaciones a lo largo de la terrible guerra. Fue el único, entre los responsables políticos, que apoyó los esfuerzos por la paz de Benedicto XV. 
Por lo que respecta a la política interior, incluso en tiempos extremadamente difíciles, abordó una amplia y ejemplar legislación social, inspirada en la enseñanza social cristiana. 
Su comportamiento hizo posible al final del conflicto una transición a un nuevo orden sin guerra civil. A pesar de ello fue desterrado de su patria.
Por deseo del Papa, que temía el establecimiento del poder comunista en Centroeuropa, Carlos intentó restablecer su autoridad de gobierno en Hungría. Pero dos intentos fracasaron, porque él quería en cualquier caso evitar el estallido de una guerra civil.  
Carlos fue enviado al exilio en la Isla de Madeira (Portugal). Como él consideraba su misión como un mandato de Dios, no pudo abdicar de su cargo.  
Sumergido en la pobreza, vivió con su familia en una casa bastante húmeda. A causa de ello se enfermó de muerte y aceptó la enfermedad como un sacrificio por la paz y la unidad de sus pueblos.  
Carlos soportó su sufrimiento sin lamento, perdonó a todos los que no le habían ayudado y murió el 1 de abril de 1922 con la mirada dirigida al Santísimo Sacramento. Como él mismo recordó todavía en el lecho de muerte, el lema de su vida fue: «Todo mi compromiso es siempre, en todas las cosas, conocer lo más claramente posible y seguir la voluntad de Dios, y esto en el modo más perfecto»
Beatificación
Carlos I fue beatificado en Roma el 3 de octubre de 2004, por el papa Juan Pablo II. Sus méritos: las mediaciones por la paz en 1917, su apoyo al papa Benedicto XV y sus virtudes cristianas.
Entre las medidas sociales que tomó en su reinado se encuentra el recortar la vida de la corte para ayudar a la gente más necesitada y crear el primer Ministerio de Asuntos Sociales del mundo. Fue llamado en su tiempo por el “Arbeiter Zeitung” (El periódico de los trabajadores) «el Emperador del pueblo», lo que provocó las burlas de la aristocracia.

Lo que es de Dios

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Por Antonio Elduayen Jiménez CM
“Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Sin duda esta corta frase la habremos oído muchas veces y hasta usado, algunas. La dice Jesús en el evangelio de hoy (Mt 22,15-21), para poner punto final a la discusión con la que sus enemigos quieren sorprenderlo. Y, lo que es mucho más importante, para dejar sentado el principio de solución de las relaciones entre el poder humano-político y el poder divino-religioso; entre el Estado y la Iglesia, como solemos decir hoy, y que por no tenerlo en cuenta, ha sido –y sigue siendo-, motivo de malentendidos y fricciones entre los gobiernos y la iglesia. El dicho de Jesús dejó sentadas también las bases de lo que sería y es hoy la Doctrina Social y Política de la Iglesia. Veamos algunas de las implicaciones del dicho de Jesús sobre “lo que es del César” y “lo que es de Dios”.
1º. “es del César” (palabra que aquí significa orden y poder humano), cuanto el hombre, de modo legítimo y organizado, hace y se da para su desarrollo en todos los aspectos (social, cultural, político, laboral, económico, etc.). En todo esto el hombre es autónomo, y, para su bien o para su mal, debe regirse por las leyes que ellos mismos se hacen. Tal es el Plan de Dios, quien quiso dejar la tierra al hombre (sal 115, 16), única criatura a la que ha amado por sí misma (LG 24). Los problemas surgen cuando el hombre, olvidando que el César (el gobierno) es tal porque Dios así lo ha querido, se cree señor y dueño del universo y suplanta a Dios. 2º. “es de Dios” (palabra que en Jesús significa Dios Trinidad), todo lo creado, incluido el César; a quien confió el mundo para que lo gobierne y mejore.
En su generosos Plan para con “el César”, Dios mantiene siempre su providencia ordinaria sobre el mundo, -extraordinaria a veces, como cuando envió a su Hijo en Jesús. Y espera que “el César” reconozca a su creador, sea dando leyes que se ajusten a la Ley Natural y tengan en cuenta el Bien Común, sea respetando positivamente “lo que es de Dios”, que se concreta en lo que llamamos religión y libertad religiosa. Lamentablemente las cosas no siempre resultan como debieran, por causa de los malentendidos y ambiciones del César y, a veces, de las iglesias.Dada la separación Iglesia-Estado, las posiciones principales del César (de gobiernos y sectores sociales secularizados) para con la Iglesia, son: 1, de oposición militante, que de un modo u otro busca su desaparición; 2. de aparente tolerancia y neutralidad, pero de difícil convivencia; y 3. de respeto y hasta de colaboración, pues apoya condiciones de vida que facilitan su fe y su modo de vida. ¿Se atreverían a poner un ejemplo de país en cada caso? De todos modos, más importante que esto es imitar la actitud valiente e inteligente de Jesús frente a sus contrarios. Para no dejarnos sorprender y, como nos lo pide el apóstol Pedro (1 Pe 3,15), para saber dar razón de nuestra fe.
Paulo VIPaulo VI ya es beato
En Roma, el domingo 19 de octubre de 2014, durante la misa de clausura del Sínodo Extraordinario de los Obispos sobre la Familia, se celebró la beatificación de Paulo VI entre las 10:30 y las 12:20 horas, incluidos el ángelus y la alocución previa del Papa Francisco.
Dos grandes peregrinaciones se desplazaron a Roma para los actos de beatificación del Papa Paulo VI. Fueron las de su diócesis de origen, Brescia, y la de archidiócesis de Milán, regida por Montini entre 1954 y 1963. Cinco mil fieles y tres mil fueron las cifras respectivas de ambas peregrinaciones. La Plaza de San Pedro estuvo abarrotada de fieles, como en las mejores ocasiones, en una hermosa y luminosa mañana. Presidió el Papa Francisco, y el papa emérito Benedicto XVI concelebró, junto a los cardenales, en el primero de los puestos de ellos.Por otro lado, el cardenal Angelo Scola, desde hace dos años arzobispo metropolitano de Milán, sucesor, pues, del nuevo beato, presidió en Roma los actos de vigilia de preparación y de misa de acción de gracias por la beatificación. El primero fue en la tarde del sábado 18 de octubre, en la céntrica basílica de los Doce Apostóles, entre Plaza Venecia y la Fontana de Trevi; y el segundo, en la mañana del lunes 20, en la basílica de San Pablo Extramuros. Dos lugares, pues, bien significativos por sus nombres y su relación con el ya beato Pablo VI.Para la Misa de beatificación se ha compuesto un himno basado en el magisterio del Papa Montini. La música es del salesiano Massimo Palombella, director de la Capilla Musical Pontificia Sixtina, y con letra del jesuita Eugenio Costa. “In nomine Domini”, frase evangélica lema episcopal y pontificia de Paulo VI, es el título también de este himno.
Fue monseñor Luciano Monari, obispo de Brescia, la diócesis originaria de Montini, quien solicitó al Santo Padre la beatificación de Montini, y el postulador de la causa, el religioso Antonio Marrazzo, quien leyó su biografía. Después y tras las letanías de los santos, Francisco proclamó en latín la fórmula de beatificación, Eran las 10:50 horas del domingo 19 de octubre de 1978 cuando Paulo VI quedó inscrito en el libro de los beatos.
La fecha de memoria litúrgica del beato Paulo VI será el 26 de septiembre, día, en 1897, de su nacimiento. El beato Paulo VI falleció el 6 de agosto de 1978. Y, claro, el 6 de agosto – su “dies natalis”- no podía ser la fecha de su memoria litúrgica ya que es la festividad de la Transfiguración del Señor.
La tumba de Pablo VI permanecerá, al menos de momento, en las grutas de la basílica. En la leyenda sobre el mármol color salmón de la misma, eso sí, ya se ha antepuesto al nombre del Papa su condición de beato.  Los tumbas de los últimos papas beatificados o canonizados, excepto la del beato Pío IX, que permanece en la basílica de San Lorenzo Extramuros, y ahora la del beato Paulo VI, fueron ubicadas dentro de la misma basílica vaticana, como es el caso de los tumbas de San Pío X, San Juan XXIII y San Juan Pablo II. Siempre hay tiempo, en cualquier caso, para el traslado de las tumbas.
El milagro atribuido a la intercesión de Paulo VI, y que le permitió ser beatificado, es la curación de un niño todavía en el vientre de su madre, a principios de la década de 1990 en California, después de que se diagnosticase que tenía graves problemas cerebrales, pero la madre se negó a abortar y el niño nació sin problemas.
Junto al altar, se expuso como reliquia principal la camiseta ensangrentada de Paulo VI, después del atentado, en 1970, cuando un pintor boliviano le hirió con dos puñaladas a su llegada al aeropuerto de Manila.
El Papa Francisco vistió en la celebración la casulla blanca que le fue regalada a Paulo VI en 1977 con ocasión de ochenta cumpleaños. También empleó su cruz o báculo pastoral y uno de los cálices que el nuevo beato utilizaba. Francisco, como solo hace en las grandes ocasiones, portaba en su dedo anular el anillo del pescador, que le fue impuesto el 19 de marzo de 2013, día del inicio solemne de su ministerio apostólico petrino.Entre las delegaciones oficiales desplazadas a Roma, se halló la del Estado español, encabezada por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo. Entre los obispos españoles, presentes en la concelebración, se hallaron, junto a los padres sinodales arzobispo Ricardo Blázquez, presidente de la CEE, y los cardenales Martínez Sistach y Sebastián Aguilar, los cardenales Rouco y Cañizares, el arzobispo Osoro y el obispo Algora, entre otros.
Fuente: Revista Ecclesia.

Santos canadienses

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Santos canadienses

El Arzobispo de Quebec y Primado de Canadá, Cardenal Cyprien Lacroix, agradeció al Papa Francisco por la canonización “equivalente” de la hermana María de la Encarnación, considerada la Madre de la Iglesia Católica en ese país, y Francisco de Laval, primer Obispo de Canadá.
El Papa Francisco declaró santos a María de la Encarnación y Francisco de Laval el 3 de abril de este año. Esta declaración de santos, denominada canonización “equivalente”, consiste en que el Papa, por la autoridad que le compete, extiende a la Iglesia Universal el culto y la celebración litúrgica de un santo, una vez que se comprueban ciertas condiciones precisadas por el Papa Benedicto XIV.
La canonización “equivalente” ha sido utilizada ya por el Papa Francisco, en la canonización de Santa Ángela de Foligno, el 9 de octubre de 2013, y de San Pedro Fabro, el 17 de diciembre del mismo año. Este modo también ha sido usado por los Papas Benedicto XVI, Juan XXIII, entre otros.
Concluida la Misa de acción de gracias por los dos nuevos santos de Canadá, el Cardenal Cyprien Lacroix señaló que los dos nuevos santos son “dos gigantes de la fe y de la vida misionera”, al tiempo que le expresó al Papa Francisco su deseo de “responder al llamamiento misionero para evangelizar el mundo de nuestro tiempo”.
Recordando la exhortación apostólica del Santo Padre, Evangelii Gaudium, el Cardenal señaló que “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús, y por ello vuelve a nombrar a los dos nuevos santos recordando que ellos fueron dos testimonios elocuentes”.
Fuente: ACI/EWTN Noticias.

Gran banquete de bodas

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Banquete universal

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
En tiempos de Jesús, una boda era socialmente lo máximo. Tanto que para imaginar cómo era el cielo lo comparaban con una gran boda. Es lo que hizo Jesús al comparar el Reino de Dios con las bodas del hijo de un rey (Mt 22, 1-14). Imaginemos entonces la desfachatez y el desaire de aquellos invitados, con invitación personal y todo, no quisieron ir, “no hicieron caso”. La reacción del rey fue terrible, pues acabó con ellos. Y como la fiesta debía hacerse, el Rey mandó a sus criados a invitar y traer a cuantos encontrasen por el camino, buenos y presentables o malos y desarrapados.
Visto como parábola, el relato nos dice que el Padre Dios envió su Hijo a este mundo como el Mesías prometido, Jesucristo, el novio de Israel (Lc 5,34). Y que para que lo recibiesen envió a Israel jueces y profetas, que, a lo largo de su historia, fueron preparando su llegada. Lamentablemente, Israel no hizo caso, autoexcluyéndose del Reino de Dios (el Banquete). Sólo unos pocos (los apóstoles y discípulos) le fueron leales y lo acogieron. Y salieron a invitar y ganar para Jesús y su causa a los no-pueblo-de-Israel. En relación con estos últimos, “los malos y desarrapados” entre comillas, hubo uno -¡sólo uno!- , a quien el rey mandó sacar de malas maneras por haberse colado sin el vestido de fiesta, que sin duda y como era la costumbre, le ofrecieron a la entrada, pero que él no quiso ponérselo.
Para nosotros, los católicos, Jesús no sólo es ese Hijo a quien su Padre Dios prepara un gran banquete de bodas. Él mismo es el Banquete, que se nos da en comida: el banquete eucarístico, decimos desde siempre. Jesús eucaristía, que se entrega como Pan de Vida para la salvación del mundo. Como Misa, como comunión y como adoración, la Eucaristía es el Banquete al que nos invita personalmente el Padre Dios. ¿Y no les parece que, en relación con la eucaristía, hacemos nosotros lo que hicieron aquellos malos invitados? ¿Que en nosotros se repite lo que nos cuenta la parábola del banquete?
Llama la atención el hecho de que excusas tan serias y grandes como las que dieron los invitados que menciona Lucas (Lc 14, 18-20), no fueron suficientes para Jesús y los castigó. Léanlas, por favor, y comparen con nuestras insignificantes disculpas. Y eso que nuestro banquete eucarístico es incomparablemente mejor y más importante que el banquete del señor de la parábola. ¡¿Qué dirá Dios de nuestras excusas para no ir a misa?! ¿¡Qué, de nuestras tardanzas y/o de nuestras salidas sin terminar la santa misa!? ¿¡Y qué, de no ir a comulgar…!? Debe serle terriblemente penoso ver a algunos que van a comulgar sin “vestido de fiesta”, es decir “sin la gracia de Dios”, que se les ofrece mediante la confesión y/o regularizando antes su situación relacional (de pareja).
SinodoEs nuestro hijo
Los australianos Ron y Mavis Pirola cuentan que en las familias se vive cotidianamente la tensión entre «la afirmación de la verdad» y la expresión de «compasión y misericordia». Cuentan la historia de sus amigos y de su hijo, que quiere llevar a su compañero a festejar la Navidad a casa: «Es nuestro hijo»
Por Andrea Tornielli- Vatican Insider
En el Aula nueva del Sínodo, en donde desde hoy por la mañana se discute sobre la familia, resonó esta tarde la voz de dos cónyuges australianos, Ron y Mavis Pirola, codirectores del Consejo Católico de Australia para el Matrimonio y la Familia. Fue evidente desde sus primeras palabras que la experiencia de las personas reales cambia la mirada, el enfoque con el que apreciar los problemas y los desafíos que la familia debe vivir concretamente, y con el que pasan a un segundo plano ciertas disquisiciones doctrinales.
Los cónyuges contaron que «poco a poco, nos dimos cuenta de que la única característica que distingue nuestra relación sacramental con respecto a cualquier otra buena relación centrada en Cristo es la intimidad sexual y que el matrimonio es un sacramento sexual que encuentra su máxima expresión en una relación sexual». «Nosotros creemos –añadieron– que hasta que las parejas casadas no lleguen a venerar la unión sexual como parte esencial de su espiritualidad será extremadamente difícil apreciar la belleza de esas enseñanzas como las de la encíclica “Humanae Vitae”. Necesitamos nuevas formas y lenguajes fácilmente reconocibles para tocar los corazones de las personas».
La «Iglesia doméstica» que representa la familia, continuaron los esposos, puede «ofrecer mucho a la Iglesia en su tarea evangelizadora. Por ejemplo, la Iglesia afronta constantemente la tensión de sostener la verdad incluso expresando compasión y misericordia. Las familias deben afrontar esta tensión en todo momento». La pareja australiana puso como ejemplo un caso que se relaciona con la homosexualidad. «Unos amigos nuestros estaban planeando su reunión familiar para Navidad, cuando su hijo gay les dijo que quería invitar a su compañero. Ellos creían profundamente en las enseñanzas de la Iglesia y sabían que a sus nietos les habría gustado ver que acogían a su hijo y a su compañero en la familia. Su respuesta podría ser resumida en tres palabras: “Es nuestro hijo”». Este, explicaron Ron y Mavis Pirola, es un «modelo de evangelización para las parroquias, puesto que responden a situaciones semejantes». El Papel de la Iglesia es el de «hacer conocer al mundo el amor de Dios».
«Una amiga nuestra, divorciada, dice que a veces no se siente plenamente acogida en su parroquia –continuaron. Para el resto de su parroquia ella debería ser un modelo de valentía y compromiso frente a las adversidades. De personas como ella aprendemos a reconocer que todos llevamos heridas internas en nuestra vida. Ser conscientes de nuestras heridas ayuda enormemente a reducir nuestra tendencia a juzgar a los demás, una actitud que representa un obstáculo para la evangelización».