Adiós al Nobel de Cien años de soledad, su destino: Macondo

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Gabriel Garcia Marquez

Por Víctor Hugo Sandoval Pinto
Gabriel García Marquez falleció en México de un cáncer linfático. El gran escritor de «Doce cuentos peregrinos» y «El coronel no tiene quién le escriba» se iba a los 87 años. Fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1982: 20 años antes que Mario Vargas Llosa, 8 antes que el mexicano Octavio Paz y 9 después que el chileno Pablo Neruda. Sin embargo pese a haber conocido a tantas celebridades, ya no le dirigía la palabra a ninguna de ellas. No era desprecio. Era el Alzheimer. Aunque su personaje de «Cien años de soledad» Aureliano Buendía se acordaba de todo antes de que lo abatieran las balas, autor y personaje pudieron ser testigos de la muerte y el frío.
Régis Débray habla de Gabriel García Marquez
Esta mañana, por la radio, Régis Debray, aquel quiso hacer una revolución en Bolivia, rendía homenaje a Gabo, tal como le apodaron todos. Gabriel, si bien le comía la ambición, quiso hacer una revolución interna: hacer lo que él quisiera. Volverse escritor sí o sí. Aunque no escribió en francés o inglés, penetró las fronteras, los cielos y el planeta como Hércules y con Macondo, ese pueblo recóndito, sobre sus hombros. Eso fue «hacer la revolución». Una revolución que podemos calificar de «cultural».
Antes de convertirse en toda una celebridad, se exilió en Francia como la mayoría de los escritores del Boom Latinoamericano para estrechar lazos con el país de Victor Hugo y escribir alejado de todo que le golpea, le hace reaccionar, y le empuja a sacar todo ese mundo revuelto que tenemos muy por dentro. Esta obra, por ende, podía terminar en un terremoto. Débray declaraba esta mañana que García Márquez y Victor Hugo estaban a la misma altura. Sea verdad o no, Gabriel conocerá el significado de la palabra « hambre » antes de poder vivir comodamente de su literatura, sin verse obligado a vender sus dientes como Fantina, la mártir de «Los miserables».
Aunque Debray intentó describir la inmensidad del talento literario de Gabo, Victor Hugo et García Márquez, cada uno de ellos, escogieron su propio camino. García Márquez no era un hombre que amara las luces o el poder para cambiar el mundo.
Hugo, ya un novelista afamado, se metió en política y era un enemigo encarnado de Napoleón III. La caída y la muerte del dictador en Inglaterra le permitiría regresar a Francia y morir en París. Como un monstruo sagrado, los funerales se celebrarían bajo el Arco del Triunfo. Por otro lado, Gabo nunca usó la política para que la historia tomara un giro imprevisto o para que diera marcha atrás.
1999 : el cáncer amenaza a Gabo
Cuando en 1999 creía que su vida estaba en peligro, el cáncer “con cola de cerdo” había invadido su cuerpo como una maldición, Gabo decidió que era hora de dedicarse más a la escritura, desde las 8 de la mañana hasta las 14 horas sin interrupción. La que se vio encogida fue su vida social. Y nunca se arrepentió. En 1990 su colega Mario Vargas Llosa se lanzó a las presidenciales de Perú, con la derecha y la izquierda liberales que le apoyaban desde Europa. Eso, él nunca lo habría hecho. ¿Renunciar al placer por un sacrificio tan poco gratificante?
Quizás porque… ¿es posible gobernar ese pueblo grande llamado América Latina, tierra en donde las cosas ilógicas se vuelven imposibles? ¿Quién podría llevar las riendas de semejante cortejo? Gabo nunca tuvo envidia de los cocheros de caravanas de circo.
Y ante tanta imaginación que florece, ¿quién sabe si en medio de los funerales, ya sea bajo un arco de sábanas o no, su ataúd, como Dolores la Bella, toma vuelo y desaparece sin darnos explicación? Es mejor eso que imaginarlo como un genio encerrado en su lámpara mágica.

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