Por Miguel Vivanco- Diario El Comercio
La última sesión del Consejo Permanente de la OEA para analizar la crisis política que vive Venezuela ha dejado un mal precedente sobre la forma en que se debe actuar para preservar el sistema democrático de un Estado miembro.
Ante la solicitud panameña de convocar una reunión urgente de cancilleres, varios embajadores no pensaron en revisar la Carta Democrática Interamericana, sino que exigieron un debate a puerta cerrada, formaron alianzas divisorias y tras dos días de discusiones bizantinas aprobaron una declaración anodina que al final no dice nada de lo que debería decir o prevenir.
A continuación algunos pasajes de lo que sucedió en la sede principal de la OEA en Washington:
El primer “error” fue del embajador de República Dominicana, Pedro Vergés, quien de manera deliberada convocó a una reunión a puerta cerrada, lo cual era un absurdo y desencadenó un caos procesal-burocrático que nunca se pudo solucionar.
EL PAPEL DEL ALBA
Los países del ALBA, liderados por Bolivia, lograron que la sesión se declarara “secreta”, con el visto bueno de Brasil y los países de El Caribe. El sorpresivo silencio de México, Colombia, El Salvador y Honduras permitieron que el régimen del presidente Nicolás Maduro se salga con su gusto.
Esta situación permitió que los embajadores Arturo Vallarino (Panama) y Roy Chaderton (Venezuela) se olvidaran del lenguaje diplomático para recurrir a calificativos propios de pelea callejera. “Mentiroso”, “abusivo”, “cínico” y “loco” fueron algunas de las palabras que marcaron la ronda de intervenciones. La sorpresa era generalizada en la sala de sesiones.
EL PESO DEL PETRÓLEO
Los países del Caribe no aportaron ningún tipo de planteamiento para canalizar los debates, por sí fueron honestos en señalar que tenían mucho interés en preservar las relaciones comerciales con Venezuela a través de Petrocaribe, postura que fue como echar un balde de gasolina al ‘fuego’ iniciado por Vallarino y Charderton.
BRASIL ALINEADO
Pero las cosas se complicaron aún más cuando Brasil se alineó con Venezuela, amparándose en la tesis de la no injerencia en temas internos. Las protestas de Estados Unidos y Canadá no se hicieron esperar. En este punto, se acordó un receso (8 de la noche del jueves) para evitar que varios embajadores (entre ellos el Perú) se retiren de la sala de sesiones para restarle legitimidad al tema.
Tras la ronda de consultas los embajadores a sus cancillerías, se reinició la sesión sin que nadie sospechara que la tozudez de los países del ALBA terminaría arruinando cualquier propuesta de resolución que no sea conveniente para el gobierno de Venezuela.
MALTRATO AL REPRESENTANTE PERUANO
El representante del Perú, Juan Jiménez, por pedir un clima de tolerancia en beneficio de todos actores políticos venezolanos (que incluía a la oposición) y proponer que se realice un seguimiento de los acontecimientos para verificar si se deben o no activar los mecanismos de la Carta de la OEA o de la Carta Democrática Interamericana, fue criticado de manera agresiva por su homólogo de Venezuela. Algo similar hicieron los representantes de Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Fue necesaria la intervención de Canadá, Chile y Panamá para poner fin a las criticas por parte de los países antes mencionados contra el diplomático peruano.
En este punto, siendo la madrugada del viernes, se adoptó la decisión de descansar ocho horas y empezar a trabajar en comisiones antes de reiniciar la sesión del Consejo Permanente.
MADURO SE SALE CON LA SUYA
La tarde del viernes las divisiones eran las mismas, pero la resolución en respaldo al régimen de Nicolás Maduro ya tenía los votos suficientes para ser aprobada en el pleno del Consejo Permanente.
El embajador peruano, herido en su amor propio por los calificativos recibidos horas antes, encendió nuevamente la discusión al señalar que la OEA no necesitaba expresar su apoyo al gobierno venezolano, sino que debía pronunciarse por la grave situación existente en ese país y exigir un diálogo verdadero, transparente, con tolerancia y sin restricciones.
Las cosas se complicaron más cuando el Perú, Estados Unidos, Panamá y Canadá calificaron de débil y confusa la declaración que quería ser aprobaba por el Consejo Permanente, ya que no fijaba posiciones claras en torno a la defensa de la democracia y las libertades en Venezuela.
NUEVA ARREMETIDA DEL ALBA (Y BRASIL)
Cuando ya se sabía que era imposible evitar que se apruebe una resolución no condenatoria a Venezuela, el Perú solicitó que la sesión sea pública y nuevamente los países del ALBA (con el apoyo de total de Brasil) se opusieron rotundamente. Al final se procedió a una votación a puerta cerrada y quedó demostrada la ineficacia política de la OEA para resolver con prontitud los problemas en la región.Lo grave del tema es que ante un problema delicado como el de Venezuela, los intereses económicos y políticos de algunos países apoyen un nuevo estilo de “secretismo” al interior de la OEA, sin medir las consecuencias de una futura fractura institucional que podría derrumbar los principios de la mencionada institución.
Jiménez niega maltrato
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