Unas fotitos

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Por Martha Meier Miró-Quesada– Diario EXPRESO.
En medio del dolor de millones de peruanos que han perdido familiares, empleo y esperanzas, Vizcarra decidió dedicar su tiempo a una sesión fotográfica por Fiestas Patrias. Para este hombre todo es propaganda, imagen y búsqueda de aplauso, aparte de mirar a otro lado cuando de su entorno corrupto se trata. Nada sabemos de las urgentes reformas para enfrentar la pandemia, la apocalíptica fase post Covid-19 ni de una vocación real de articular eficientemente la colaboración con el sector privado y las iglesias.
El Perú urge respuestas rápidas, de reforzar la economía para que sea resiliente a cualquier adversidad, local o global. La indecisión y la demora en todos los aspectos solo ahondan la tragedia que vivimos por el virus chino. La pandemia afecta a todos los países, era imposible evitar el duro golpe económico, pero la extensa cuarentena solo generó pobreza, desempleo y no contuvo al virus.
El objetivo principal de Vizcarra parece ser perdurar en el poder, asegurándose una popularidad en las encuestas que la calle desmiente. A este individuo no le interesa el dolor y la desesperación de las familias que perdieron a sus seres queridos por la pandemia o sufren por la falta de camas UCI, de oxígeno, de personal de salud para los suyos. De hecho, su sesión fotográfica de Fiestas Patrias tuvo la intención de borrar las desgarradoras imágenes de la señora Celia Capira, corriendo para alcanzar a la comitiva oficial y tratar de hablar con el huidizo Vizcarra, que como su porrista Julio Guzmán del Partido Morado, cuando algo quema este también escapa.
No había que ser genio ni adivino para prever el duro impacto de la pandemia sobre la economía nacional y la riqueza de las personas. Estamos frente a un escenario de colapso, saldremos a una situación similar a la del fin de la guerra con Chile, con la tercera mayor recesión del planeta. En pocos meses los negocios que hoy tambalean desaparecerán y algunas grandes empresas pasarán a la historia.
La mayoría de las variables de la actividad económica analizadas arrojan balances negativos. La caída de las grandes economías afectará nuestras agroexportaciones, el creciente desempleo generará inseguridad y violencia, la conflictividad social podría seguir frenando los grandes proyectos mineros y las hectáreas dedicadas a la siembra de coca para el narcotráfico seguirán extendiéndose (Estados Unidos acaba de advertirnos que hubo un crecimiento de más de setenta mil hectáreas de la hoja).
El gobierno de Vizcarra no hace nada para que ese mañana no sea tan desgraciado. Solo ¡click! fotitos patrioteras.

Se oculta la corrupción

Por Mariella Balbi- Político.pe
Hasta que por fin la ministra de Salud dio las cifras reales del Covid-19: 43 000 muertos y 5000 contagios diarios. Aterrador. Sea por tener un pariente enfermo o porque la realidad no se puede ocultar, la mayoría de peruanos sabía que las cifras del gobierno eran mentirosas.
Cuando la OPS anunció que superábamos los 40 mil muertos, el exministro de Salud soltó muy orondo: “nosotros tenemos otra opinión”, soslayando su responsabilidad. Martín Vizcarra divulgó esas cifras falsas, sabiéndolo y pensando solo en su imagen, construida gracias al apoyo de los medios. Cumplida la cuarentena, la prensa sigue mandando sus preguntas por escrito a Palacio de Gobierno, donde se selecciona las más convenientes.
Antes de otorgar la confianza el Congreso debe exigir, en nombre de los ciudadanos, una explicación de las tremendas falsedades divulgadas. Han muerto 43,000 personas y serán más. Es claro que al régimen no le importa la vida y la salud de los peruanos. Los ha dejado a su suerte, y eso viola las leyes.
El Parlamento tiene que llegar a la verdad sobre la negativa rotunda de aplicar pruebas moleculares masivamente, lo que linda con el delito para muchos. Todos saben, incluido Vizcarra, que estas son la única vía para detectar el coronavirus. No haberlo hecho trajo como consecuencia la dolorosa mortandad que tenemos, ha contribuido a falsear las cifras e impidió cercar al virus.
La Contraloría hizo una evaluación. Pero hasta hoy no conocemos por qué el gobierno actuó de manera tan siniestra. Imposible alegar ignorancia o desinformación. Se ha malversado nuestro dinero y provocado un derrumbe económico difícil de superar.
Los casos de Mirian Morales, Richard Swing, familiares y amigos de Vizcarra contratados a dedo por esta administración son pestilentes. Cualquier otro gobernante ya hubiera sido obligado a declarar públicamente sobre esto. Pero Vizcarra tiene un ominoso manto de protección de los medios.
A estos se suman las denuncias contra la ministra de Economía sobre contratos de su padre y de su tío con el Estado a través de la firma Hidroenergía Consultores por S/1 557 000, prohibidos por ley. Se divulga poco y el régimen no dice nada. Encima, la titular de Economía anuncia una reforma de las contrataciones con el Estado, cuando debería renunciar.
A Keiko Fujimori la encarcelan por el ‘chat’ La Botica, al fiscal Gonzalo Chávarry lo destituyen por una mentirosa vinculación con “Los Cuellos Blancos”, pero Vizcarra y sus ministros pasan piola. Hay dos renuncias al consejo consultivo de la JNJ. Veremos si Nadine Heredia tiene vara en el Poder Judicial gracias a un exministro suyo.
Agréguese el descarado ‘chanchullo’ de las ‘tablets’ del Ministerio de Educación. La licitación se cayó y va a ser adjudicada directamente y probablemente habrá irregularidades. El Congreso está obligado a abrir los ojos y dilucidar las denuncias contra los ministros en funciones.Elaboración Martín Hidalgo- Diario El Comercio.

54 votos en contra y 34 abstenciones

Cateriano dijo que se le “advirtió” que no había consenso sobre la ratificación del ministro de Educación, Martín Benavides, pero remarcó que, desde el punto de vista político, en el Gobierno consideraron que era un mensaje de apoyo a la reforma universitaria.
Expresó su oposición a que se mantenga el voto preferencial para el 2021. “Alienta los intereses individuales de los candidatos y debilita a los partidos políticos”, señaló.
Tras la exposición de Cateriano, el presidente del Congreso, Manuel Merino, abrió el debate. Una de las primeras en tomar la palabra fue la portavoz del Frepap, María Teresa Céspedes, quien demandó al primer ministro ir a vivir un mes a Espinar (Cusco), donde, a pesar de la actividad minera, “solo tienen dos horas de agua al día”.
José Luna Morales (Podemos Perú) cuestionó que el jefe del Gabinete Ministerial haya asistido al pleno con dos ministros que serán interpelados, en referencia a Benavides y a la titular de Economía y Finanzas, María Antonieta Alva. Añadió que su bancada “no nota” cambios suficientes en el Gabinete “para darle la confianza”.
El parlamentario Edgar Alarcón adelantó que UPP no iba a dar el voto de confianza.
Fuente: Diario El Comercio.

Mensaje en una botella

Por Mario Ghibellini- Diario El Comercio.
De todos los discursos presidenciales que hemos escuchado por 28 de julio, ninguno se ha parecido tanto al de un náufrago como el de este año.
Los mensajes presidenciales del 28 de julio pariente pobre de la epopeya: recurren a la evocación de los héroes nacionales- ilustres compatriotas cuyo sacrificio no merecería ser asociado a las penosas gestiones de los presidentes que los invocan-, abundan en hipérboles y , en última instancia, consisten siempre en una larga recitación de proezas que a nadie le constan. No era de esperar, desde luego, que el de este año fuera una excepción. Pero el morro que se ha gastado Vizcarra al omitir minuciosamente toda alusión a la desgracia en la que su calamitosa administración de la emergencia nos ha sumido no puede pasar piola. Según el premier Cateriano, la explicación de la ausencia de autocritica en el discurso del presidente es que ningún político se autoflagela. Pero no hay problema; acá estamos para ayudar: podemos hacerlo por él.
-Matricidad y oxigeno-
Como afirmo el mandatario cuando abordó el tema de cuarentena, “fuimos unos de los primeros países de la región en tomar esta medida”. Pero precisamente por eso le tocaba a él aclararnos como así entonces hemos llegado últimos, en lo que a número de víctimas, contagios y caída económica se refiere. El argumento que el jefe de Estado desplegó para no hacerse cargo de lo que se hizo mal en ese trance- “si no hubiéramos aprobado oportunamente esta medida, créanme, las cifras de fallecidos sería contada hoy por centenares de miles”- es groseramente tramposo, pues el presunto dilema que plantea es falso. La cuestión en efecto, no era ni fue nunca si estábamos todos a favor o en contra de la cuarentena. En realidad jamás existió duda alguna sobre el hecho de que era imprescindible decretarla. Pero no tenía que venir con todos los ingredientes que el Gobierno le puso; y, más bien, pudo haber incluido algunos otros que se echaron fatalmente de menos. Es decir, ni todo lo que dispuso el Gobierno no hacía falta,fue oportunamente dispuesto por él. De lo primero, encontramos abundantes pruebas en la forma como se tranco la economía con bloques y prohibiciones innecesarias; y de lo segundo, da testimonio la cantidad de contagios que se produjo en los mercados y en los paraderos y medios de transporte urbano, justamente durante la etapa más rigurosa de la cuarentena. ¿Cuánto tiempo pasó antes que el Gobierno reaccionará ante las aglomeraciones que ocurrían en esos dos contextos? ¿Dos meses? ¿Más? Y, vamos, las críticas en ese sentido aparecían cotidianamente en la prensa. Por otro lado, ¿cómo pudo ignorarse, por casi dos mese también (del 22 de mayo al 13 de julio), una donación de oxígeno tan importante como la que había ofrecido Southern mientras había gente en el sur que moría precisamente por la falta de él? ¿Quiénes son los titulares de semejante indolencia? Los Ministros a los que el asunto se les chorreaba de las manos por una sutil combinación de prejuicios ideológicos con déficit relativos a la motricidad fina, por supuesto. Pero también el gran artífice de la supuesta estrategia, con la que enfrentábamos en ese momento la pandemia y que comparecía un día sí y el otro también ante nosotros para dar cuenta de su conducción serena del timón en medio de la tormenta y amenazar a los enemigos del sector privado (las AFP, las clínicas, etc.) con bravuconadas astrosas. A estos despropósitos, clamorosos, puede añadirse otros que tienen que ver con la demora en prohibir el ingreso al país de personas que venían de lugares que ya estaban en problemas o con el alegre conteo de contagios con pruebas de distinta índole y calidad (para no mencionar el chiste macabro de la “meseta irregular” que figurará para siempre en la historia del manejo efectista de esta tragedia que Vizcarra quiso llevar adelante). Pero en la retórica presidencial, todas las carencias que sufrimos en estos meses fatídicos era producto de la herencia histórica y todas las desgracias que no ocurrieron, mérito de la actual gestión.
-Piezas prescindibles-
El temor autocomplaciente de las palabras del mandatario era tan descabellado, que cuando, por un momento, las cámaras dejaban de enfocarlo para enfocar el resto del hemiciclo, se veía que los únicos que lo aplaudían eran los ministros. Es decir, hasta una representación nacional tan poco dotada para las operaciones numéricas rápidas como la actual se daba cuenta de que las cifras que le estaban despachando respondían a un ejercicio de fantasía o maquillaje. El mensaje, pues, no podía estar dirigido a una persona que estuviese en capacidad de contrastar el mundo de ilusión que pintaba con la cruda circunstancia que vivimos. Parecía, más bien, uno de esos mensajes que se insertan enrollados en una botella y se lanzan al mar para que, en algún punto remoto en el espacio y el tiempo, alguien lo suficiente desinformado lo lea un día y crea que describir un universo real. Los discursos presidenciales de los 28 de julio son, como decíamos al principio, mala épica y, en general, piezas prescindibles. Pero nunca se habían parecido tanto a lo de un náufrago como el de este año.

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