El jefe de Estado señaló que en las actuales circunstancias, “no estamos para que determinados congresistas, por tratar de ganar un voto en su región, se rasguen las vestiduras y presionen al Ministerio Público y al Poder Judicial (pidiendo la liberación de detenidos)”.
También demandó a los representantes que no utilicen informaciones falsas frente a la población, y a las autoridades jurisdiccionales, que no se dejen presionar por nadie, ni siquiera por los congresistas del partido de gobierno.
Tras expresar su respaldo al primer ministro, Óscar Valdés, el presidente Humala preguntó si las autoridades elegidas tienen carta libre para liderar actos de violencia, y se respondió a sí mismo que él está preparado y dispuesto a poner orden en el país.
A propósito del llamado de atención del mandatario, Rubén Coa negó que esté buscando votos alegando que no está en campaña electoral, pero también aseguró que no teme que lo expulsen de la bancada de Gana Perú. Reiteró que el premier debe renunciar y que el alcalde de Espinar, Óscar Mollohuanca, debe ser liberado. Hernán De la Torre, por su parte, exigió respeto a su pueblo y a sus dirigentes.
El ministro del Ambiente, Manuel Pulgar Vidal, informó que este fin de semana se retomaría el diálogo en la provincia de Espinar.
Fuente: Diario Perú21.
Antimineros renuncian
Ante la grave situación de conflictividad y de criminalización de la protesta ¡Ni un muerto más!
¡Paz con justicia social y ambiental, ahora!
¡Por la defensa de la Gran Transformación del Perú!
“Para nosotros el Nacionalismo es una alternativa democrática a la actual modernización neoliberal excluyente y desnacionalizadora. Es, por lo tanto un programa político de cambio radical de un modelo neoliberal que acentúa la desigualdad social, depreda los recursos naturales, violenta la legalidad y la democracia, y no genera desarrollo. Nos comprometemos a culminar la construcción del Estado Nación Democrático, generando una vida digna y bienestar para todos los peruanos” (La Gran Transformación. Plan de Gobierno de Gana Perú 2011-2016).
Una promesa de cambio defraudada y la continuidad neoliberal
Me dirijo al pueblo peruano en general y al Cusco en particular, especialmente a los jóvenes, que sienten que ya no podemos seguir tolerando las inaceptables injusticias que persisten en nuestro país. En esta perspectiva, quiero unir mi voz a aquella ciudadanía que votó por el proyecto del PNP-Gana Perú en las elecciones del 2011 como una forma de afirmar la democracia contra la mafia que usurpó el poder en la década del noventa, así como contra la mala herencia que nos ha dejado, sobre todo, en las formas de relacionarse con el pueblo y sus organizaciones.
A casi un año de gestión del actual gobierno, quiero expresar mi profunda decepción por su actual orientación y comportamiento. El gobierno ha seguido una senda que lo ha alejado progresivamente de los objetivos y de los principios de la Gran Transformación, y en muchos aspectos, también de la Hoja de Ruta.
Hemos pasado de la promesa de un Ollanta Humala que declara en la plaza Dos de Mayo el día de su elección que “su único jefe es y será el pueblo peruano” y que se compromete a realizar cambios profundos, a un gobierno que continúa el modelo neoliberal. Un modelo primario exportador que no genera desarrollo intercultural y democrático, ni mercados locales articulados, que mantiene la precarización del trabajo y que defiende los intereses de los grupos de poder económicos, entre los que destacan los intereses de las industrias extractivas, las cuales imponen sus proyectos sin licencia social y afectan gravemente ecosistemas valiosos.
Criminalización de la protesta y vulneración de la institucionalidad democrática
Mantener el modelo económico neoliberal significa pues imponerlo, y eso deviene en conflictos sociales que el gobierno ha venido enfrentando brutalmente con la represión de la protesta social. Encabeza el actual gabinete una persona que declara admirar al dictador Alberto Fujimori y tenemos como Ministro del Interior a un oficial retirado del Ejército que firmó la “deshonrosa acta de sujeción” de Montesinos. Esto configura un régimen que ya viene siendo caracterizado como “minero-militar”. El premier Valdéz carga con la responsabilidad política de muertos, heridos y de detenciones humillantes y arbitrarias de autoridades locales como el alcalde Mollohuanca y de miembros de instituciones de defensa de los derechos humanos que actuaban para evitar la violencia durante el conflicto.
Este es un patrón de comportamiento instaurado por gobiernos anteriores que se repite en cuanto conflicto social se produce. Esta política es opuesta a la promesa de diálogo, de justicia social y de dar prioridad a procesos de construcción de un Estado Social de Derecho y de una nueva institucionalidad socio-ambiental que garanticen los derechos de las personas y los pueblos, como por ejemplo el ordenamiento territorial, que fue uno de los principales compromisos del Presidente.
El país debe saber que las demandas de los pueblos son justas y que se originan en un malestar genuino, no en “informes” o “azuzadores”. La represión como un resorte automático frente a las demandas populares genera más resistencia de la gente, cayendo en un círculo vicioso. No obstante, condenamos tajantemente todo tipo de violencia venga de donde venga. Es necesario que las organizaciones sociales, la sociedad civil y todos los sectores que expresan su malestar por la imposición de las industrias extractivas se manifiesten de forma democrática, organizada y pacífica. Ni un muerto más, ni civiles ni personal policial. ¡Ni un muerto más! Hago un llamado a defender la vida con la vida, no con la muerte.
La Gran Transformación sí es posible
He sido consecuente y leal como militante fundadora del Partido Nacionalista Peruano y he impulsado el trabajo partidario de sus bases en mi región, el Cusco. En la tarea de congresista que me encomendó el pueblo del Cusco he trabajado con esfuerzo y dignidad. Dan cuenta de esto mis iniciativas legislativas en materia de consulta previa y de fortalecimiento de la institucionalidad socio-ambiental que el país requiere con dramática urgencia. He tratado de expresar mis cuestionamientos y preocupaciones respecto de lo que aprecio como un rumbo equivocado del gobierno en reuniones y conversaciones con militantes y con dirigentes del partido. Constato que mi voz de alerta no ha sido escuchada y que, para serlo, debe sumarse al clamor popular, con claridad y transparencia. No he sido yo quien se ha alejado de los principios del partido, no he sido yo quien los ha traicionado, más bien, por actuar consecuentemente, he sido víctima de una campaña de mentiras que los grupos de poder, los medios han montado en mi contra, con el asentimiento del Ejecutivo. En estas condiciones, he tomado la difícil decisión de renunciar a mi condición de militante del PNP y a mi condición de integrante de la bancada del Partido en el Congreso de la República.
Creo que los millones de votos que obtuvo la alianza PNP-Gana Perú, y los otros millones de peruanos que votaron contra el fujimorismo y el neoliberalismo sin ser nacionalistas, requerimos de una nueva expresión política. Estas peruanas y peruanos no están siendo escuchados, ni representados por el gobierno. Por ello, asumo desde este momento la misión de ser una oposición democrática, popular y dialogante, que realizaré en coordinación y en respuesta a las demandas de los que me eligieron y de todos los sectores sociales que exigen respeto a sus legítimos derechos. El Perú urge de una gran transformación. Mi compromiso y mis esfuerzos antes, ahora y siempre van en ese sentido.
Agradezco el respaldo de sectores de la bancada PNP-Gana Perú y del Partido Nacionalista Peruano en esta compleja coyuntura, porque sé que no es solo un apoyo personal, sino también un respaldo a las luchas populares y una afirmación de los principios que nos unieron y nos seguirán uniendo.
Me sumo a todos aquellos que siguen creyendo que otro Perú es posible, con solidaridad, justicia y paz social.
Verónika Mendoza
Congresista de le República
Carta a los militantes del Partido Nacionalista Peruano
Compatriotas:
En este difícil momento quiero dirigirme a ustedes para explicarles las razones de mi renuncia al Partido Nacionalista Peruano, que no es una renuncia a la Gran Transformación sino una afirmación de que debemos seguir soñando y luchando por ella.
He presenciado con indignación e impotencia cómo se ninguneó la real y legítima demanda de Espinar.
He visto a defensores de los derechos humanos detenidos arbitrariamente, enmarrocados como delincuentes, maltratados y humillados. He visto cómo se detuvo arbitraria y violentamente a una autoridad local que intentó pacientemente hacer eco de la demanda de su pueblo. He visto las lágrimas de su pueblo indignado ante esa detención. ¿Creen ustedes que un alcalde –en su sano juicio- pondría bombas molotov en sus camionetas de serenazgo en una ciudad llena de policías y periodistas?
¿Algún medio habla de los muertos? ¿Existe una investigación de esas muertes? Condeno como ustedes toda manifestación de violencia, venga de donde venga e invoco a quienes protestan legítimamente lo hagan con responsabilidad. Pero me indigna que nuestro gobierno avale la represión y la criminalización como modo de resolución de los conflictos. Y me indigna que en lugar de determinar las responsabilidades políticas correspondientes se me haya acusado a mí de causar el conflicto e incluso las muertes. Y me duele que este ataque de los medios de comunicación de la derecha, haya sido refrendado públicamente por funcionarios de nuestro gobierno y nuestro propio presidente. El informe que primero dijeron que no existía y luego dijeron que yo había manipulado sí existe. Siempre dije la verdad y lo demostraré cuantas veces sea necesario.
Pero este no es un problema personal. Este es un problema político.
El modelo económico neoliberal que tanto denunciamos sigue intacto, ya nadie lo cuestiona siquiera. Los programas sociales del gobierno no pueden sustituir una política de derechos y de protagonismo social activo. Los grupos de poder mantienen sus redes de influencia en diversos niveles de gobierno, se empieza a criminalizar la protesta y a descalificar a todos aquellos que ejercen su legítimo derecho a la protesta adjetivándolos como “radicales”, “extremistas”… ¿No les suena ese libreto? ¿No les recuerda nada? A mí sí, me recuerda cómo nos descalificaba la derecha cuando como Partido Nacionalista salíamos a respaldar las demandas del pueblo, algunos en las calles, los otros en la prensa. “Chavistas”, “violentistas”, nos decían, y el “cuco” era Ollanta.
No podemos dejar de estar del lado del pueblo.
No podemos renunciar a nuestros principios, no podemos renunciar a nuestros sueños. Por eso es que hoy, para resguardar los míos –mis principios y mis sueños-, renuncio al Partido Nacionalista Peruano.
Que me voy para que no me boten, es cierto. Que algunos se decepcionarán de mí, otros me satanizarán, seguro; asumo ese costo. Que debí esperar, quizás; pero también espero que comprendan que cada militante tiene también sus propios tiempos políticos. Algunos llegamos antes, otros llegaron después. Algunos nos vamos antes, otros, quizás, se vayan después. Todos, espero, nos mantendremos firmes en nuestro compromiso y nuestros principios.
Quiero que sepan que estoy profundamente agradecida con los militantes y bases nacionalistas que me dieron su respaldo en este difícil momento de linchamiento mediático. Sin ese apoyo no hubiera podido parchar mi corazón para seguir andando. Quiero agradecer especialmente a los jóvenes nacionalistas con quienes compartí tantas luchas, en las calles, en las redes, por su confianza y su respaldo.
La Gran Transformación sí es posible. Sé que en ese camino nos vamos a seguir encontrando, ojalá en articulaciones políticas y sociales mayores, más democráticas, más libertarias.
Me sumo a todos aquellos que siguen creyendo que otro Perú es posible, con solidaridad, justicia y paz social.
Fraternalmente
Verónika Mendoza
Mávila y Diez Canseco renuncian a Gana Perú
Caminos que se bifurcan
La velocidad del deterioro gubernamental, a diez meses de gestión, es impresionante. Los problemas, iniciados cuando Humala impuso ministros conservadores y de derecha, contrarios a los compromisos de la Gran Transformación y la Hoja de Ruta, se agudizaron con las crisis de Apurímac y Cajamarca, y el gabinete Valdés los ahondó.
Hoy el escenario combina varios factores, desde la impericia del liderazgo político hasta la decisión de abandonar su base social y electoral fundamental para someterse al continuismo de políticas económicas y sociales que ofreció cambiar. Desde el ensimismamiento en su propio entorno hasta la seducción de quienes representan los intereses de los grupos de poder e imponen sus políticas. Desde el olvido de los compromisos por la Gran Transformación y las expectativas de cambio generadas en la población que lo votó abrumadoramente como Cusco, hasta la creciente demanda y movilización social que comienza a desbordar la inoperancia estatal. En realidad es un escenario de fractura de la cabeza con sus bases, de las esperanzas con quien debía encarnarlas. Un momento de frustración: expectativas y compromisos que se vuelven a esfumar mientras muertos, heridos, detenidos y estados de emergencia evidencian que no se logra abrir paso al diálogo y al reconocimiento de auténtica ciudadanía de millones de peruanos de a pie que reclaman.
La desconfianza, la irritación y la ira ganan terreno. Terreno fértil para quienes quieren jugar a radicalismos de uno y otro lado, mientras la incredulidad en autoridades y liderazgos vuelve. Un proceso que debió construir una democracia participativa, con mayores y efectivos derechos para las mayorías, con creciente control ciudadano sobre las autoridades y reconocimiento a la diversidad cultural y étnica que nos marca, se va convirtiendo en un proceso de imposición estatal, vertical y autoritario, de políticas carentes de licencia y legitimidad social. Espinar y Cajamarca son dos expresiones de este doloroso proceso, en los que los grandes grupos de poder y sus gremios no dudan en acicatear una acción más dura y confrontacional para cerrar el círculo que aleje al gobierno de los compromisos que atrajeron las esperanzas de las mayorías y someterlo completamente a los eternos dueños del Perú.
El Presidente, en lugar de rectificar, agrede a los representantes del pueblo que reclaman. Los insulta como “busca-votos” y desconoce los informes emanados de instituciones del Estado sobre contaminación ambiental. Avala a un Primer Ministro inepto y confrontacional desaprobado por dos de cada tres peruanos, ordena la detención del Alcalde de Espinar –principal interlocutor válido para encontrar salidas- y permite el maltrato de Valdés al Presidente Regional del Cusco cuando busca instalar una Mesa de Diálogo.
Van 12 muertos en conflictos sociales en este gobierno. Lamentable, inaceptable. Expresión de falta de atención y prevención, incapacidad de diálogo e incumplimiento de compromisos y esperanzas frustradas, que crean terreno propicio para violentistas de uno y otro lado. Para colmo, retoman métodos montesinistas: la “siembra” de “pruebas delictivas” a quienes quieren apresar (absurdos: vehículo de la vicaría de Sicuani tenía balas o el del municipio de Espinar “bombas molotov” en la tolva). Ni qué decir del ridículo argumento de “bombas molotov” para suspender el vuelo de Isaac Humala a Cajamarca.
Ahora Cajamarca está en erupción, mientras en Espinar está cerrada la vía del diálogo, a pesar de 2 muertos y numerosos heridos. El alcalde detenido en Ica como si fuera un delincuente que quisiera huir. Las provocaciones en marcha no darán otro resultado que más sangre.
La crisis política es evidente y la sola imagen de Humala da cuenta de lo abrumado que está y de la inoperancia del gabinete Valdés, cuyo peso muerto carga por pura terquedad o para que culmine un manejo represivo de alto costo.
No es posible ser cómplice ni compartir este manejo que genera gran malestar entre sus votantes y descompone los bloques que lo llevaron a la victoria, mientras apristas, fujimoristas y ppkausas pugnan por subirse al carro. Es hora de afirmar el compromiso con los peruanos y peruanas que anhelan hacer del Perú un país para todos.
Fuente: Diario La República y www.veronikamendoza.blogspot.com
Presidente Ollanta Humala
Deja una respuesta
[Visto: 1321 veces]