Alma mía

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Evangelio según San Lucas 12,13-21.
En aquel tiempo: Uno de la multitud le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”.
Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”.
Después les dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”.
Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’.
Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’.
Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’.
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Durante los últimos once años, desde que salí de Canadá para las Bermudas y ahora Roma, muchas de mis posesiones se almacenan en el ático de la Iglesia de San Francisco en Kitchener. Las guardo allí, a pesar de las amenazas del presente cuidador para tener una venta de garaje y vender todas mis cosas. Estaba particularmente pensando en todas las cosas hermosas del estaño y plata boliviano, y atractivos artículos de cedro de Bermudas. Tengo muchas otras cosas tanto de valor sentimental como monetario. Siempre los he llamado mi ‘Tesoro’, aunque mi papá siempre los llamó ‘Basura’! Algún día, cuando regrese a Canadá voy a poder volver a disfrutar de ellos, a menos que el cuidador los venda mientras tanto.
Pensé en estas cosas cuando leí el evangelio de hoy (Lucas 12:13-21). Las lecturas de hoy nos invitan a una reflexión sobre nuestra relación con las cosas de este mundo, y las cosas del cielo. Créeme, eso es una simplificación, pero cada lectura presenta un nuevo desafío de cómo nos miramos a nosotros mismos, el mundo, las cosas del mundo, DIOS, nuestra espiritualidad (nuestra relación con Dios), y las cosas del cielo.
En la primera lectura del libro de Eclesiastés (1:2, 2:21-23) la vanidad es el foco. Mientras que reconoce que algunos actúan con “sabiduría y conocimiento y habilidad”, también reconoce que, en nuestra condición humana, muchos están atrapados en “esfuerzo y ansiedad de corazón”. En nuestro mundo materialista no es fácil para nosotros reconocer el efecto de la vanidad en nuestra vida cotidiana, en nuestras decisiones, y en última instancia, en nuestro destino eterno.
El Salmo (90) nos recuerda que la vida es corta y que con demasiada facilidad perdemos de vista nuestra fragilidad. El salmista pide orientación y sabiduría, y que con la ayuda de Dios “la obra de nuestras manos prospere”.
En nuestra segunda lectura, de la carta de Pablo a los Colosenses (3:1-5, 9-11), San Pablo ‘no hace huesos al respecto’: “busca lo que está arriba”. Pablo, que experimentó una conversión radical y se llenó de pasión por Jesús y la buena noticia, por completo reordenando su vida. Las cosas que usa para considerar como tesoros que ahora considera como “basura”. Su enfoque se convirtió en la voluntad de Dios, compartiendo las buenas noticias, y trabajando para el reino de Dios. Incluso va tan lejos como para decir que debemos “poner a la muerte las partes de nosotros que son terrenales”, ya que pueden conducir al pecado; mientras que ahora nuestra vida está “escondida con Cristo”. ¡Qué frase tan interesante!: “escondido en Cristo”, nos hemos vuelto tan profundamente unidos a Cristo que él vive dentro de nosotros, y nosotros en él. En Cristo nos hemos convertido en un “nuevo yo, que está siendo renovado, para el conocimiento, en la imagen de su creador”. ¡Cuánto más claramente podría Pablo hablar sobre lo que debería ser importante en nuestra vida cotidiana!
La parábola de nuestro evangelio habla fuerte y claro para nosotros acerca de lo que debería ser nuestro tesoro. El hombre rico en la parábola había perdido este enfoque y dirección. Pensó que los graneros más grandes y más grano iban a traer mayor felicidad. Jesús no está diciendo que no tenemos el derecho a los frutos de nuestros trabajos, y que vivir una buena vida -con comodidad y seguridad- es algo malo. Sin embargo, su parábola muestra cómo podemos perder fácilmente ese enfoque y dirección. Ponemos nuestro tiempo y atención a lo que vemos delante de nosotros, lo que podemos tocar, y al final nos olvidamos de lo que no podemos ver, y no podemos tocar: los verdaderos tesoros que construimos en el cielo a través de nuestra vida diaria con Dios, después de Jesús, y la apertura al Espíritu Santo. En nuestro mundo materialista y consumista podemos olvidar fácilmente lo que nos hace “ricos en lo que importa a DIOS”: nuestra oración, lectura y meditación en la palabra de Dios, nuestro compartir en los sacramentos, y nuestra participación activa en la vida de la Iglesia. Esas son riquezas que van a soportar, y no podemos superar, o encontrar obsoletos, o perder; han embargado, o se han vendido por debajo de nosotros en una venta de garaje. Los valores y virtudes del reino de Dios deben ser nuestras verdaderas riquezas.
La Palabra de Dios este fin de semana nos está desafiando a averiguar cuáles son nuestros verdaderos tesoros. No son una colección de tesoros bolivianos de estaño y plata, o de cedro de las Bermudas, pero los tesoros que construimos con Dios. Ellos vivirán para siempre. Te invito a tomar algún tiempo este fin de semana para reflexionar como individuos, y como parejas y familias, para identificar, reflexionar y articular lo que son el tesoro que quieres adquirir en la vida, y en particular en tu vida como seguidor de Jesús Cristo.
No nos encontremos como el hombre rico en el evangelio, mal mal y gastando su tiempo y energía en sólo cosas del mundo, sin tener en cuenta las cosas del cielo. Además, no perdamos el sueño por las cosas en el ático que nunca podemos ver o volver a usar, cuando son las cosas del cielo que realmente nos satisfacen.

Beato José Anacleto González Flores y ocho compañeros

José Anacleto González Flores nació en Tepatitlán, Jalisco, el 13 de julio de 1888, en un ambiente de extrema pobreza.
En 1908 ingresó al seminario auxiliar de San Juan de los Lagos; pronto alcanzó grandes adelantos en las ciencias y hasta pudo suplir con creces las ausencias del catedrático, ganándose el apodo de toda su vida: “Maistro Cleto”. Cuando comprendió que su vocación no era el sacerdocio ministerial ingresó en la Escuela libre de leyes. Notable pedagogo, orador, catequista y líder social cristiano, se convirtió en paladín laico de los católicos de Guadalajara.
Poseedor de vasta cultura, escribió algunos libros llenos de espíritu cristiano, así como centenares de artículos periodísticos. En octubre de 1922 contrajo matrimonio con María Concepción Guerrero, quien no asimiló el amor al apostolado de su marido; con todo fue esposo modelo y padre responsable de sus dos hijos.
Muy fiel a su prelado, el siervo de Dios Francisco Orozco y Jiménez, propuso a los católicos la resistencia pacífica y civilizada a los ataques del Estado contra la Iglesia; constituyó por ese tiempo la obra cumbre de su vida, la Unión Popular, que llegó a contar con decenas de miles de afiliados.
Al finalizar el año 1926, después de haber agotado todos los recursos legales y cívicos habidos, y ante la inminente organización de la resistencia activa de los católicos, apoyó con su prestigio, su verbo y su vida, los proyectos de la Liga nacional defensora de la libertad religiosa.
Alimentado con la oración y la comunión diaria, fortaleció su espíritu para dar su voto con sangre por la libertad de la Iglesia católica. La madrugada del 1 de abril de 1927 fue aprehendido en el domicilio particular de la familia Vargas González; se le trasladó al cuartel Colorado, donde se le aplicaron tormentos muy crueles; le exigían, entre otras cosas, revelar el paradero del arzobispo de Guadalajara: “No lo sé, y si lo supiera, no se lo diría”, respondió. Los verdugos, bajo las órdenes del general de división Jesús María Ferreira, jefe de operaciones militares de Jalisco, descoyuntaron sus extremidades, le levantaron las plantas de los pies y, a golpes, le desencajaron un brazo.
Antes de morir, dijo a Ferreira: “Perdono a usted de corazón, muy pronto nos veremos ante el tribunal divino, el mismo juez que me va a juzgar, será su juez, entonces tendrá usted, en mi, un intercesor con Dios”. El militar ordenó que lo traspasaran con el filo de una bayoneta calada. Su muerte hundió en luto a los tapatíos.

José Dionisio Luis Padilla Gómez

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de diciembre de 1899. Recibió una esmerada educación en el seno de una familia distinguida y cristiana. En 1917 ingresó al seminario conciliar de Guadalajara, donde destacó por su conducta intachable y la pureza de sus costumbres; abandonó la institución en 1921 para aclarar ciertas dudas vocacionales.
Una vez fuera del seminario, se dio de alta como profesor, impartiendo clases sin retribución alguna a niños y jóvenes pobres. Fue socio fundador y miembro activo de la Asociación católica de la juventud mexicana, donde desarrolló un intenso apostolado, sobre todo en el campo de la promoción social; tenía una ferviente devoción a la Santísima Virgen.
Al estallar la persecución del Estado contra la Iglesia católica, Luis se afilió a la Unión Popular para trabajar a través de medios pacíficos en la defensa de la religión. En repetidas ocasiones expresó su deseo de seguir a Jesús hasta el dolor, el sufrimiento y la entrega total de la vida.
El día 1 de abril de 1927, a las dos de la mañana, fue acordonado su domicilio por un grupo de soldados del ejército federal, bajo las órdenes del mismo jefe de operaciones militares del Estado de Jalisco, general de división Jesús María Ferreira, quien con lujo de fuerza ordenó el saqueo de la morada y la aprehensión de sus habitantes, además de Luis, su anciana madre y una de sus hermanas.
El joven Luis fue remitido al cuartel Colorado, soportando en el trayecto golpes, insultos y vejaciones. Poco después fueron aprehendidos otros cuatro cristianos. Presintiendo su fin, Luis expresó su deseo de confesarse sacramentalmente; su compañero de apostolado y de prisión, Anacleto González Flores, lo confortó diciéndole: “No, hermano, ya no es hora de confesarse, sino de pedir perdón y de perdonar. Es un Padre y no un juez el que te espera. Tu misma sangre te purificará”. Ya en el paredón mientras Luis, arrodillado, ofrecía su vida a Dios con ferviente oración, los verdugos descargaron sus armas sobre él, consumando, a los 26 años cumplidos, su oblación a Dios hasta el derramamiento de la sangre.

Jorge Ramón Vargas González

Nació en Ahualulco, Jalisco, el 28 de septiembre de 1899. Fue el quinto de once hermanos. Recibió el bautismo el 17 de octubre de ese año, imponiéndole el nombre de Jorge Ramón, aunque durante su vida utilizó sólo el primero. Siendo niño, su familia se trasladó a Guadalajara. Como muchos jóvenes católicos en México, Jorge participó de los anhelos y de las inquietudes de quienes sufrían el flagelo de la persecución religiosa; ejemplos en su familia no faltaban, en especial el de su íntegra y piadosa madre.
Durante la persecución religiosa, en 1926, siendo Jorge empleado de la Compañía hidroeléctrica, su hogar sirvió de refugio a muchos sacerdotes perseguidos, entre otros, el padre Lino Aguirre, quien sería luego obispo de Culiacán, Sinaloa, de quien Jorge fue custodio y compañero de correrías. A finales de marzo de 1927, los Vargas González recibieron en su hogar al proscrito líder Anacleto González Flores, columna de la resistencia católica de Jalisco y sus alrededores; la familia conocía de sobra lo que podía costar su acción.
En ese lugar los sorprendió la celada del 1 de abril. Todos, hombres, mujeres y niños, entre vejaciones y sobresaltos, fueron aprehendidos por el jefe de la policía de Guadalajara. Un mismo calabozo sirvió para alojar a tres de los Vargas González: Florentino, Jorge y Ramón; su crimen, haber alojado a un católico perseguido.
Horas después encerraron en una celda contigua a Luis Padilla Gómez y a Anacleto González Flores. Se lamentó luego de no poder recibir la Comunión, siendo ese día viernes primero, pero su hermano Ramón le reconvino: “No temas, si morimos, nuestra sangre lavará nuestras culpas”. La entereza de ánimo de los hermanos se mantuvo, charlando con desenfado antes de ser ejecutados. Por una orden de último momento, uno de los tres hermanos, Florentino, fue separado del resto.
Antecedió a la muerte de Jorge algún tipo de tormento, pues su cadáver presentó un hombro dislocado, contusiones y huellas de dolor en el semblante; lo cierto es que llegada la hora, con un crucifijo en la mano, y esta junto al pecho, el siervo de Dios recibió la descarga del batallón, que ejecutó la sentencia. Durante el sepelio, cuando la madre de las víctimas estrechó en sus brazos a Florentino, le dijo: “¡Ay, hijo! ¡Qué cerca estuvo de ti la corona del martirio!; debes ser más bueno para merecerla”; el padre, por su parte, al enterarse cómo y por qué murieron, exclamó: “Ahora sé que no es el pésame lo que deben darme, sino felicitarme porque tengo la dicha de tener dos hijos mártires”.

Ramón Vicente Vargas González

Nació en Ahualulco, Jalisco, el 22 de enero de 1905. Fue el séptimo de once hermanos; tres notas lo distinguieron de ellos: el color rojo de su pelo, que le ganó el sobrenombre de Colorado, su elevada estatura y su jovialidad. Siguió los pasos de su padre al ingresar a la Escuela de medicina, donde destacó por su buen humor, su camaradería y su clara identidad católica.
En cuanto pudo hacerlo, atendió gratuitamente la salud de los pobres. A los 22 años, próximo a concluir sus estudios universitarios, recibió en su hogar, con responsabilidad subsidiaria, a Anacleto González Flores, quien no tardó en advertir las cualidades de Ramón, pidiéndole sumarse a los campamentos de la resistencia activa como enfermero: “Por usted hago lo que sea, Maistro, pero irme al monte, no”, contestó el interpelado.
La madrugada del 1 de abril de 1927 alguien azotó la puerta de los Vargas González; Ramón atendió el llamado; al entreabrir la puerta, un nutrido grupo de policías se apoderaron de la casa. Se cateó la vivienda y se aprehendió a sus ocupantes. Ramón mantuvo la calma pese a su indignación; en la calle, aprovechando el tumulto, pudo escapar sin que lo advirtieran sus captores, pero no tardó en volver sobre sus pasos y entregarse.
Cuando supo que iba a morir, su hombría de bien y su esperanza cristiana le bastaron para unir su sacrificio al de Cristo. Ante una exclamación de su hermano Jorge, respondió: “No temas, si morimos nuestra sangre lavará nuestras culpas”. Para atenuar la cruel sentencia, el general de división Jesús María Ferreira, ofreció dejar en libertad al menor de los hermanos Vargas González; el indulto correspondía a Ramón, pero este, sin admitir reclamos, cede su lugar a Florentino. Era más del mediodía, urgía matar a los reos cuanto antes. Antes de ser fusilado, Ramón flexionó los dedos de su mano diestra formando la señal de la cruz.

José Luciano Ezequiel Huerta Gutiérrez

Nació en Magdalena, Jalisco, el 6 de enero de 1876. Esposo y padre ejemplar de numerosa familia, fue poseedor de una magnífica y bien cultivada voz de tenor dramático, gracias a la cual asistía a los oficios litúrgicos con bastante lucimiento y decoro. Muy devoto de la sagrada Eucaristía, comulgaba con frecuencia. Muy caritativo, compartía sus bienes entre los necesitados.
Fue aprehendido la mañana del 2 de abril de 1927; tenía dos hermanos presbíteros, Eduardo y José Refugio, los cuales eran muy respetados en Guadalajara. Cuando fue hecho prisionero, acababa de visitar la capilla ardiente donde era velado el cadáver del líder católico Anacleto González Flores. En los calabozos de la Inspección de Policía, lo torturaron hasta hacerlo perder el conocimiento. Cuando volvió en sí, expresó sus lamentos cantando el himno eucarístico: “Que viva mi Cristo, que viva mi Rey”.
La madrugada del día siguiente, 3 de abril, fue trasladado, junto con su hermano, al cementerio municipal; se formó el cuadro para la ejecución; había llegado la hora. Ezequiel dijo a su hermano Salvador: “Los perdonamos, ¿verdad?”. “Sí, y que nuestra sangre sirva para la salvación de muchos”, repuso el interpelado; una descarga de fusilería cortó el diálogo. Muy cerca de ese lugar, la esposa de Ezequiel escuchó los disparos; ignoraba quiénes eran las víctimas; con todo, reunió a su numerosa familia: “Hijitos, vamos rezando el rosario, por esos pobres que acaban de fusilar”.

J. Salvador Huerta Gutiérrez

Nació en Magdalena, Jalisco, el 18 de marzo de 1880. Mecánico por vocación, se dedicó a este oficio, llegando a ser uno de los más competentes de Guadalajara. Devoto de Jesús Sacramentado, participaba todos los días de la Eucaristía y adoraba, con frecuencia, el Santísimo en el sagrario. Su conducta como hijo, esposo y padre fue siempre ejemplar. Poseía una particular intuición ante el peligro, al que se enfrentaba con singular fortaleza.
Al comenzar el año de 1927 la situación religiosa se tornó imposible para los católicos. Se perseguía sin tregua a los clérigos por considerárseles instigadores de la resistencia armada. El 2 de abril de 1927, consumado el asesinato de Anacleto González y sus tres compañeros, acudió al cementerio a despedir los restos del conocido líder.
De regreso a su taller, lo esperaban agentes de la policía, quienes valiéndose de un ardid, lo arrestaron. En la Inspección general comenzó un crudísimo tormento; lo colgaron de los dedos pulgares; querían los verdugos conocer el paradero de los presbíteros Eduardo y José Refugio. Exánime lo tiraron en un calabozo.
En las primeras horas del 3 de abril, lo condujeron, junto con su hermano Ezequiel, al panteón de Mezquitán. Ante el pelotón de fusilamiento, pidió una vela encendida, iluminando su pecho descubierto dijo: “¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!; disparen; muero por Dios, que lo amo mucho”.

Miguel Gómez Loza

Nació en Tepatitlán, Jalisco, el 11 de agosto de 1888. Hijo de campesinos, desde su niñez hasta su juventud cuidó de su madre, viuda, en la modesta aldea de Paredones; sin embargo, nunca abandonó el deseo de superarse en ciencia y en virtud. Desde su juventud fue promotor incansable de la doctrina social de la Iglesia. Junto con su entrañable amigo Anacleto González, en las filas de la Asociación católica de la juventud mexicana, de Guadalajara, encontró escuela y cátedra para su formación religiosa y moral, y para sus ansias apostólicas.
Sorteando mil dificultades, ingresó a la Escuela libre de Derecho, perseverando en sus estudios hasta concluir la carrera de derecho. Hombre intrépido, de convicciones, nada le arredraba en sus propósitos cuando estos eran justos, lícitos y debidos. Por defender los derechos de los necesitados, cincuenta y nueve veces fue encarcelado, y muchas veces golpeado.
En 1922 contrajo matrimonio con María Guadalupe Sánchez Barragán. De su matrimonio le nacieron tres hijas. En 1927, durante la persecución religiosa contra la Iglesia, Miguel se unió a la Liga defensora de la libertad religiosa, empleando todos los medios pacíficos permitidos para resistir los ataques del Estado a la libertad de credo. Para defender la libertad y la justicia, aceptó el nombramiento de gobernador de Jalisco, conferido por los católicos de la resistencia. Perseguido por las fuerzas federales, fue acribillado por el ejército federal, cerca de Atotonilco el Alto, Jalisco, el 21 de marzo del año 1928.

Luis Magaña Servín

Nació en Arandas, Jalisco, el 24 de agosto de 1902. Fue un cristiano íntegro, esposo responsable y solícito; mantuvo sus convicciones cristianas sin negarlas, aun en tiempos de prueba y persecución. Fue miembro activo de la Asociación católica de la juventud mexicana y de la archicofradía de la Adoración nocturna del Santísimo Sacramento, en la parroquia de Arandas.
Contrajo matrimonio con Elvira Camarena Méndez el día 6 de enero de 1926; tuvo dos hijos, Gilberto y María Luisa, que no conoció. El día 9 de febrero de 1928, un grupo de soldados del Ejército Federal, capitaneado por el general Miguel Zenón Martínez tomó la población de Arandas.
De inmediato dispuso fueran capturados los católicos que simpatizaran con la resistencia activa en contra del Gobierno; uno de ellos fue Luis. Cuando llegaron a su domicilio, no pudieron aprehenderlo por haberse ocultado debidamente; fue reemplazado por su hermano menor.
Al enterarse del acto, Luis se presentó ante el mismo general Martínez, solicitando la libertad de su hermano a cambio de la suya. Estas fueron sus palabras: “Yo nunca he sido rebelde cristero como ustedes me titulan, pero si de cristiano se me acusa, sí, lo soy, y si por eso debo ser ejecutado, bienvenido y en hora buena. ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!”. Sin mayores preámbulos, el militar decretó la muerte de Luis; momentos antes de ejecutarse la sentencia, en el atrio de la iglesia parroquial, Luis pidió la palabra: “Pelotón que me ha de ejecutar: quiero decirles que desde este momento quedan perdonados y les prometo que al llegar ante la presencia de Dios será por los primeros que pediré”; dicho lo cual, exclamó con voz potente: “¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!”. Eran las tres de la tarde del 9 de febrero de 1928.

José Sánchez del Río

Nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán. Al decretarse la suspensión del culto público, José tenía 13 años y 5 meses. Su hermano Miguel decidió tomar las armas para defender la causa de Cristo y de su Iglesia. José, viendo el valor de su hermano, pidió permiso a sus padres para alistarse como soldado; su madre trató de disuadirlo pero él le dijo: “Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión”. Su madre le dio permiso, pero le pidió que escribiera al jefe de los Cristeros de Michoacán para ver si lo admitía. José escribió al jefe cristero y la respuesta fue negativa. No se desanimó y volvió a insistir pidiéndole que lo admitiera, si no como soldado activo, sí como un asistente. En el campamento se ganó el cariño de sus compañeros que lo apodaron “Tarsicio”. Su alegría endulzaba los momentos tristes de los cristeros y todos admiraban su gallardía y su valor. Por la noche dirigía el santo rosario y animaba a la tropa a defender su fe.
El 5 de febrero de 1928, tuvo lugar un combate, cerca de Cotija. El caballo del general cayó muerto de un balazo, José bajó de su montura con agilidad y le dijo: “Mi general, aquí está mi caballo, sálvese usted, aunque a mí me maten. Yo no hago falta y usted sí” y le entregó su caballo. En combate fue hecho prisionero y llevado ante el general callista quien le reprendió por combatir contra el Gobierno y, al ver su decisión y arrojo, le dijo: “Eres un valiente, muchacho. Vente con nosotros y te irá mejor que con esos cristeros”. “¡Jamás, jamás! ¡Primero muerto! ¡Yo no quiero unirme con los enemigos de Cristo Rey! ¡Yo soy su enemigo! ¡Fusíleme!”.
El general lo mandó encerrar en la cárcel de Cotija, en un calabozo oscuro y maloliente. José pidió tinta y papel y escribió una carta a su madre en la que le decía: “Cotija, 6 de febrero de 1928. Mi querida mamá: Fui hecho prisionero en combate en este día. Creo que voy a morir, pero no importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios. No te preocupes por mi muerte… haz la voluntad de Dios, ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre…”.
El 10 de febrero de 1928, como a las 6 de la tarde, lo sacaron del templo y lo llevaron al cuartel del Refugio. A las 11 de la noche llegó la hora suprema. Le desollaron los pies con un cuchillo, lo sacaron del mesón y lo hicieron caminar a golpes hasta el cementerio. Los soldados querían hacerlo apostatar a fuerza de crueldad, pero no lo lograron. Dios le dio fortaleza para caminar, gritando vivas a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe. Ya en el panteón, preguntó cuál era su sepultura, y con un rasgo admirable de heroísmo, se puso de pie al borde de la propia fosa, para evitar a los verdugos el trabajo de transportar su cuerpo. Acto seguido, los esbirros se abalanzaron sobre él y comenzaron a apuñalarlo. A cada puñalada gritaba de nuevo: “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!”. En medio del tormento, el capitán jefe de la escolta le preguntó, no por compasión, sino por crueldad, qué les mandaba decir a sus padres, a lo que respondió José: “Que nos veremos en el cielo. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!”. Mientras salían de su boca estas exclamaciones, el capitán le disparó a la cabeza, y el muchacho cayó dentro de la tumba, bañado en sangre, y su alma volaba al cielo. Era el 10 de febrero de 1928. Sin ataúd y sin mortaja recibió directamente las paladas de tierra y su cuerpo quedó sepultado, hasta que años después, sus restos fueron inhumados en las catacumbas del templo expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús. Actualmente reposan en el templo parroquial de Santiago Apóstol, en Sahuayo, Michoacán.
Fuente: www.vatican.va

¿Sacerdote jesuita aprueba material obsceno en textos escolares? Mira su respuesta

Por WALTER SÁNCHEZ SILVA– ACI Prensa.
El sacerdote jesuita y director nacional de Fe y Alegría en Perú, Padre Miguel Cruzado Silveri, señaló que “no hemos encontrado elementos que vayan en contra de lo que creemos como educadores y como creyentes” en los textos escolares con contenido obsceno distribuidos por el Ministerio de Educación (Minedu) en todo el país.
Así lo indicó el sacerdote el pasado 22 de julio en una audiencia pública en el Congreso de la República. El Padre Cruzado también ha sido provincial de los jesuitas en el Perú así como consejero y asistente de América Latina Meridional del Superior General de la Compañía de Jesús en Roma.
El sacerdote asistió al Congreso como representante de la comisión o Mesa de Trabajo designada por el Minedu para revisar los textos escolares, luego que en abril el abogado del colectivo Padres en Acción, Alberto Gonzáles, denunció que en el texto escolar del Ministerio de Educación para tercero de secundaria aparece un enlace en el que se incentiva a experimentar el “placer sin límites” con la masturbación, el sexo anal, oral e incluso con prácticas sexuales en grupo con personas del mismo sexo.
La publicación suscitó una investigación de la Comisión de Educación, Juventud y Deporte del Congreso del Perú, presidida por la congresista Milagros Salazar, que en su informe halló responsabilidad política en varios exministros de Educación y en la actual ministra Flor Pablo Medina, del Gobierno de Martín Vizcarra, por las irregularidades encontradas en los textos escolares, como los enlaces con controvertido contenido sexual.
El 22 de julio, Salazar preguntó al Padre Cruzado en una audiencia pública en el Congreso: “¿Usted como sacerdote jesuita que es, está de acuerdo con los textos y contenido de connotación sexual y en lo referente al enfoque de género, conforme lo explicita el currículo escolar?”.
El sacerdote respondió que “de la manera en que está planteado ese enfoque, estaba también la hermana María Antonieta del Consorcio de Colegios Católicos, creemos que no hemos encontrado, y explícitamente lo conversamos, elementos que vayan en contra de lo que creemos como educadores y como creyentes”.
“Es decir, lo que se plantea –como decimos además en las recomendaciones– igualdad entre niños y niñas, que no haya violencia a ninguna persona por su condición de género o identidad, y que se busque desarrollar las potencialidades y cuestionar estereotipos que no ayudan a crecer en igualdad a las personas; en ese estamos de acuerdo como Iglesia y yo personalmente por supuesto”, dijo el sacerdote.
Al ser preguntado por segunda vez por los contenidos de connotación sexual y si estos no tienen “ninguna afectación a nuestros jóvenes y nuestros niños”, el Padre Cruzado replicó que “de lo que hemos revisado, no necesariamente todas las ideas deben ser exactamente iguales a como yo las planteo, asumo que estoy en una sociedad donde hay distintas formas de ver las cosas”.
“Más allá de discusiones que podamos tener entre nosotros, los temas fundamentales que pueden ayudar a la formación de una persona y la información necesaria que deba tener para crecer, no encontré elementos que me preocuparan”, agregó.
La congresista Salazar dijo que lamentaba la respuesta del sacerdote jesuita “porque en los links que hay se dice que cuando una adolescente de 10, 11, 12 años está estresada, tiene que masturbarse. O sea la masturbación tiene que utilizarse para desestresarse. ¿Está de acuerdo con eso? ¿Está de acuerdo en que debe haber sexo grupal? ¿Está de acuerdo en que debe haber aborto seguro? ¿Está de acuerdo con que la independencia de las jóvenes debe ser la masturbación, el sexo en grupo, la relación del sexo anal que está de moda? ¿Está de acuerdo en que eso no daña a nuestros niños y nuestros jóvenes o no ha tenido el tiempo de revisar los links?”.
En su tercera oportunidad para contestar, el sacerdote dijo que “en efecto, con los links hay una dificultad seria en los textos. Pedimos en las recomendaciones que se revisen uno a uno y se vea la política de mencionarlos, porque tenemos la impresión que se ha puesto links como referencia para que el docente sepa de dónde salió la información. No siempre los links son un material educativo complementario”.
El sacerdote jesuita dijo que “para nosotros, por supuesto, como usted sabe, hay líneas rojas. Es decir, el tema del aborto en la Iglesia Católica, para nosotros no es una cosa que podamos… es inaceptable. No lo hemos visto y no podríamos aceptarlo nunca como parte de lo que se enseña a niños y niñas; o la manera en que trabajan algunos los derechos sexuales y reproductivos”.
El Padre Cruzado indicó que respecto a “la igualdad entre niños y niñas, que no haya violencia y que se luche contra imágenes que limitan la libertad de las niñas y los niños, pues en eso sí estamos de acuerdo con esa manera de plantear el enfoque de género que hace el currículo nacional”.
El sacerdote dijo que “algún link puede mandar a un informe, qué sé yo, de alguna publicación larga, un texto, pues habría que leer todo el texto. Habría que hacer una política de referencias digitales más acotada, precisa, quizá hechas ad hoc por el Ministerio de Educación o que sean documentos oficiales”.
En su tercera respuesta el Padre Cruzado no mencionó ni respondió a las preguntas sobre la masturbación, el sexo anal y el sexo grupal.
Al concluir su respuesta, la congresista Salazar cuestionó que el Padre Cruzado y “todos los funcionarios que han venido, y ustedes que representan a la comisión técnica” del Minedu, consideren los links “como una cosa aislada, como un texto que tiene 30 páginas y que el estudiante no lo va a ver. Los links son parte de los textos escolares, están dentro de un texto escolar”.
Salazar explicó que en los libros “en cada tema de connotación sexual tienen un link y los jóvenes tienen acceso a esos links”, e indicó que ha visitado colegios y acompañado a los directores y profesores para mostrar cómo los niños y jóvenes pueden tener acceso a estos contenidos.
“Hemos entrado al centro de cómputo del colegio, hemos puesto el link que está en el texto de DPCC (Desarrollo Personal, Ciudadanía, Cívica) y ha salido todo el contenido. Los alumnos con eso les da curiosidad y pueden ser 10 hojas, 20 hojas o mil hojas, pero si tienen esos contenidos los van a jalar (descargar)”, explicó la congresista.
En su informe presentado el 23 de julio, la Comisión de Educación del Congreso cuestionó la revisión de los textos escolares realizada por la comisión o mesa de trabajo de 17 miembros designada por el Minedu, entre quienes estaban el P. Cruzado, un sacerdote agustino y una religiosa católica.
El otro presbítero de la comisión es el Padre Elías Neira Arellano, sacerdote agustino y magíster en Educación; y la religiosa es la hermana María Antonieta García Carrizales, presidenta del consejo directivo del Consorcio de Centros Educativos Católicos (CCEC).
El 1 de agosto ACI Prensa se contactó con el Padre Neira para recoger sus impresiones sobre el trabajo de la comisión en la que participó.
El sacerdote agustino aceptó responder a las preguntas por teléfono y pidió que se le volviera a llamar a una hora determinada. ACI Prensa llamó a la hora solicitada por el Padre Neira sin obtener respuesta. Hasta el cierre de esta edición, el sacerdote no ha respondido a las llamadas.
En un video publicado por la cuenta de Facebook del Minedu el pasado 25 de abril, en el que aparece la cuestionada ministra de Educación Flor Pablo explicando el trabajo de la comisión de 17 personas que revisó los textos, también aparece el Padre Neira.
“Es importante poder aportar desde la experiencia en el aula, desde la experiencia real y concreta de los estudiantes de todo el país, teniendo en cuenta la diversidad que somos como Perú y que al mismo tiempo tener en cuenta todos los elementos necesarios para formarlos en la afectividad y una sana sexualidad”, indica el sacerdote en el video.
La Comisión de Educación del Congreso señaló que lo hecho por este grupo “es un trabajo bastante escueto y generalista (17 páginas) que no ahonda en el análisis de los contenidos inapropiados ni recomienda acciones de mejora que puedan evitar próximas afectaciones al desarrollo integral de los estudiantes”.
El 23 de abril, el colectivo Padres en Acción advirtió que esa mesa de trabajo “no ofrece ninguna garantía de imparcialidad. Y es que no se puede ser juez y parte en este delicado proceso”.
El colectivo advirtió que sus integrantes “son, en su mayoría, funcionarios y asesores que ya se encuentran alineados a las nefastas políticas de género ideologizado de las últimas gestiones del Minedu, así como miembros del Consejo Nacional de Educación (CNE), quienes fueron los que precisamente recomendaron incorporar el enfoque transversal de género en el currículo escolar”.

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