Comunicado de la Conferencia Episcopal Peruana
Los Obispos del Perú, reunidos en Asamblea General, después de haber tomado conocimiento de diversas declaraciones vertidas en los medios de comunicación social con relación a las correcciones que por indicación de la Santa Sede se deben hacer a los Estatutos que el Rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) presentó para su aprobación por la Congregación para la Educación Católica, de la cual dependen todas las universidades católicas del mundo, comunicamos lo siguiente:
1. Conforme al ordenamiento legal vigente no hay impedimento para que en los Estatutos de la PUCP se incorporen los cambios dispuestos por la Santa Sede, cuya finalidad es garantizar la identidad, fidelidad y actuación católica de esta universidad, para lo cual fue fundada, sin perjuicio de la correcta autonomía universitaria ni de la correspondiente libertad de cátedra, en el marco de la norma del Derecho.
2. En cumplimiento de nuestro deber de velar por el bien de la PUCP, invocamos a sus autoridades y a toda la comunidad universitaria a que acojan las indicaciones de la Congregación para la Educación Católica, en la certeza de que la Iglesia, Madre y Maestra, garantiza, para el bien de todos, la naturaleza católica de cualquier institución y la orientación católica de la educación que en ella se debe brindar.
3. Exhortamos al Rector y demás responsables de la institución a restablecer la fluida relación que debe existir entre la Universidad y la Iglesia católica, de modo especial entre las autoridades de la PUCP, su Gran Canciller y la Conferencia Episcopal Peruana; al mismo tiempo que pedimos encarecidamente que no se continúe en el intento de poner a la comunidad universitaria y a la opinión pública en contra del Arzobispo de Lima.
4. Finalmente, expresamos nuestro reconocimiento y respaldo al Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne en la alta responsabilidad que le compete como Arzobispo de Lima y Gran Canciller de la PUCP.
Ni Pontificia ni Católica
Por Luis Fernando Pérez Bustamante Director de InfoCatólica
Lo que está ocurriendo con la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) es un espectáculo dantesco en el que un rector despechado parece dispuesto a llevar a toda su comunidad universitaria hacia una especie de suicidio académico. El sentido común dictamina que si una universidad es Pontificia y Católica, la Iglesia tendrá mucho que decir sobre su funcionamiento, sobre sus estatutos y sobre la forma en que puede reflejar adecuadamente su condición confesional.
El conflicto viene de lejos. Concretamente desde al año 1991, cuando el Cardenal Cipriani advirtió a los responsables de la PUCP que debían acatar la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae del Beato Juan Pablo II, Papa, no como ellos crean que deben de hacerlo, sino como la propia Iglesia les indica.
Además se da la circunstancia de que en febrero de este año, el Tribunal Constitucional del Perú le dio la razón al arzobispado limeño en el litigio por la administración de los bienes de la universidad procedentes de una herencia.
Recientemente la Santa Sede ha dictaminado que el Arzobispo de Lima, en la actualidad el Cardenal Cipriani, tiene la potestad de proponer a Roma el nombre del rector, de una terna salida de la Asamblea Universitaria. “El Episcopado tiene derecho a participar en la vida universitaria a través del Gran Canciller“, señala el documento pontificio y establece que el rector electo otorga su “profesión de fe” al cardenal antes de ejercer el cargo.
La reacción del actual rector ha sido la de tirarse al monte y llevar a la universidad a una situación que, de no corregirse, obligará a la Iglesia a retirarle el título de Católica y de Pontificia. El rector y la cuadrilla que le apoya han llegado a sugerir que la legislación peruana les ampararía a la hora de conservar dicho nombre. Estaríamos entonces ante una situación absolutamente ridícula. Una universidad no católica ni pontificia que en su nombre indica que lo es.
El cardenal Cipriani le acusan poco menos que de ser una especie de Curro Jiménez a la peruana, un Luis Candelas limeño. Aseguran que lo que busca es apoderarse de la universidad. Convendrán ustedes conmigo en que quejarse de que un cardenal quiera intervenir en el gobierno una universidad católica y pontificia es tan absurdo y patético como quejarse de que un padre quiera intervenir en la educación de sus hijos.
Creo que va siendo hora de que a los alumnos de esa universidad se les diga claramente que van camino de licenciarse en una institución gobernada por tipos poco recomendables. Y que eso, lo quieran o no, afectará gravemente a la calidad académica de sus licenciaturas y de sus doctorados.
Está por ver, además, que los terrenos y el patrimonio inmobiliario de la universidad obtenido gracias a la herencia que don José de la Riva Agüero y Osma cedió para que una junta para administrar sus bienes con participación cardenalicia. Si esa gente no acepta la participación del cardenal, sea este o sea uno futuro, ¿a quién le corresponderá gestionar esa herencia?
Es decir, puede que “gracias” a la soberbia y despecho del rector y quienes le apoyan, la PUCP se quede sin la primera P, sin la C y sin terrenos ni edificios donde se pueda estudiar.
Una cosa es segura ya. Para que la PUCP pueda seguir siendo la PUCP, el rector Marcial Rubio debe de salir de la misma. Y si la Asamblea le sigue apoyando, que se atenga a las consecuencias. La Iglesia no puede consentir que personas así estén al frente de una universidad confesionalmente pontifica y católica. Así que cada palo aguante su vela.
Sobre los Estatutos de la Pontificia Universidad Católica del Perú
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