El 21 de septiembre del 2014 el mundo conocía a Don Ernest Simoni. El Papa Francisco escuchó conmovido su testimonio durante su visita apostólica a Tirana, en Albania. Encarcelado, torturado, sometido a trabajos forzados, condenado a muerte, don Ernest ha confiado siempre en Jesús y así venció el totalitarismo comunista que oprimió a Albania por decenios. Este domingo 9 de octubre el Papa Francisco anunció que Don Ernest Simoni, de casi 90 años, será nombrado cardenal en el Consistorio del próximo 19 de noviembre. Escuchemos sus palabras ante el micrófono de nuestro colega, Alessandro Gisotti:
Cuando vi en televisión el Ángelus, que recitó el Santo Padre, escuché “Don Ernest”. Fue una sorpresa inmensa para mí. ¡Nunca lo hubiera imaginado! Debo agradecer al Señor por la vida que me ha dado y por las gracias, las tantas gracias que he recibido. Es obra y mérito solamente de nuestro Señor Jesucristo y de la Santísima Virgen. Y así, como un pobre misionero, un pequeño misionero de Jesús, cada día rezo para que el amor de Jesús llegue al corazón de todos los hombres.
P.- El Santo Padre quedó muy impresionado por su testimonio y por el encuentro con usted en Albania. Este nombramiento es un sello por su testimonio pero también por tantos cristianos en Albania y en tantas otras tierras que sufren la persecución por dar testimonio de Jesús…
¡Cierto! “Como me han perseguido, los perseguirán también a ustedes que me siguen”. Pero Jesús ha sido siempre la fuertísima esperanza que nos consuela y que nos ayuda, para amar. Me encontré con el Santo Padre cuando visitó Albania: intercambiamos dos palabras. Todo ha sido gracias a Jesús, que me ha salvado. He pasado tantas peripecias: dos veces fui condenado a muerte, ¡Jesús lo hizo todo!
P.- El Papa Francisco habla a menudo de las “sorpresas de Dios”: ¡ésta es verdaderamente una sorpresa! Usted tantas veces ha estado cerca de la muerte, en la cárcel, torturado y ahora es incardinado en la Iglesia de Roma, cerca del Papa…
¡Ha sido una sorpresa inmensa! Yo estuve cinco veces cerca de la muerte, en prisión me habían detenido para eliminarme, pero Dios me salvó: me salvó Jesús, sólo Jesús, ¡su amor por nosotros es infinito!
Fuente: es.radiovaticana.va
Ernest Simoni
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