Nos pidió a los religiosos que seamos “fecundos y no solterones”
Por Agustín Alcalde OSA
Con estas y otras palabras saludó el Padre General, Robert Prevost a todos los agustinos reunidos en el Capítulo General en Roma el día 28 de agosto: “Que nuestro tiempo juntos sea dichoso y que recibamos la luz de reconocer lo que tenemos que hacer, y el coraje para tomar las decisiones que marcarán la diferencia mientras avanzamos, con la apertura al cambio, queriendo realmente marcara una diferencia. Como dijo San Agustín: “Si queréis cambiar los tiempos, cambiad vosotros, y los tiempos también cambiarán”.
SALUDO DEL PADRE GENERAL AL PAPA
Día 28 de agosto (en la basílica romana de san Agustín en el Campo Marcio)
El Padre General (Robert Prevost OSA) saluda al Santo Padre:
“…Hoy, solemnidad de Nuestro Padre San Agustín, en esta basílica dedicada a su memoria y donde se veneran los restos mortales de su madre, Santa Mónica, es un momento particularmente significativo para este encuentro. Si Santo Agustín es nuestro Padre, nuestro fundador espiritual, la Santa Iglesia es nuestra verdadera madre e institutriz, como escribía Jordán de Sajonia, uno de los primeros cronistas agustinos. Nuestra institución y nuestro estilo de vida comparten con las otras órdenes mendicantes la misma finalidad y hunden sus raíces en el mismo periodo histórico, pero con una diferencia: importante: La institución histórica de la Orden de San Agustín es fruto de la decisión de sus predecesores, los papas Inocencio IV y Alejandro IV, que a lo largo del siglo XIII reunieron en un única orden mendicante tantas comunidades y congregaciones eremíticas que seguían la Regla de San Agustín. El cuidado que la Sede Apostólica ha mostrado por la Orden desde su nacimiento ha marcado de forma específica la vida espiritual, el pensamiento teológico, las acciones de los agustinos que se sintieron siempre comprometidos de forma especial al servicio de la Iglesia universal. Y es de aquí que, como dicen nuestras constituciones, ha nacido la devoción y fidelidad de la Orden a los Sumos Pontífices.
Santo Padre, hace algunas semanas, cuando hemos sabido que usted estaría presente con nosotros en esta celebración alguno me ha preguntado: “¿qué querrías que el Papa dijera al Capítulo General?”. Ciertamente me ha hecho pensar y no estoy seguro de la respuesta. Pero en uno de los sermones de San Agustín he encontrado palabras que nos podrían servir. Agustín nos recuerda la importancia de caminar juntos, unidos a toda la Iglesia:
“Si para los compañeros de viaje es motivo de alegría recíproca recorrer juntos el camino, que alegría no tendrán en la Patria. A lo largo de este camino los testigos lucharon y avanzaron siempre en la lucha, al progresar nunca se detuvieron. De hecho, los que aman avanzan (…) Y el camino que nosotros recorremos, requiere caminantes. Este camino detesta a tres categorías de hombres: a los que se detienen, a los que retrocede, a los que se desvían. Con la ayuda de Dios nuestro caminar este protegido y defendido contra estas tres categorías negativas. En realidad, haciendo juntos el camino, uno va más lento, otro acelera, pero ambos avanzan” (Sermón 306B)
…Gracias Santo Padre, gracias desde lo más profundo del corazón por este gran don que ha querido hacer a la familia espiritual de San Agustín”.El Papa Francisco, respondió con su homilía que yo resumiría así:
“San Agustín en sus Confesiones: “nos has hecho Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en ti” resumen su vida. ¿De qué inquietud habla Agustín?
El Papa habló de tres inquietudes: La primera es la inquietud de la búsqueda espiritual, la segunda es la inquietud del corazón que lleva al encuentro con Cristo y la tercera es la inquietud del amor; aquí hizo una referencia muy especial a santa Mónica (la madre). Búsqueda, Encuentro, Amor. Las tres palabras mayúsculas presentan un itinerario que lleva de la búsqueda (personal) al anuncio (de Cristo) y de ahí a la acogida (de los otros).
Un verdadero programa de vida para los agustinos, igual que para todo hombre y mujer. La inquietud del amor empuja siempre a ir al encuentro del otro, sin esperar que sea el otro el que manifieste su necesidad. La inquietud del amor nos regala el don de la fecundidad pastoral, y nosotros debemos preguntarnos, cada uno de nosotros: ¿cómo va mi fecundidad espiritual, mi fecundidad pastoral? Al final de su homilía nos había pedido a los agustinos ser “fecundos” y no solterones.
FINAL DE APOTEOSIS
El gesto final del Papa que fue el abrazo personal a todos los asistentes en la celebración de la misa del comienzo del Capítulo General de la Orden de San Agustín, transformó una celebración privada en una fiesta de la Iglesia y del compartir humano. Su sonrisa volvió a brillar en cada uno de nosotros. Ese fue su misterioso secreto guardado hasta la despedida: contagiar sencillez y fraternidad.