A través de un comunicado la Conferencia Episcopal Peruana lamentó profundamente que la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, junto con la Especialidad de Creación y Producción Escénica y el Centro Cultural de la PUCP, avalen y auspicien una obra teatral programada para el 30 y 31 de enero. Esta representación, mediante su publicidad, título y contenido, instrumentaliza y menosprecia la imagen del Inmaculado Corazón de la Virgen María. Esta acción ofende la fe católica y se opone a los valores de una comunidad universitaria que se define, por su estatuto, como católica y que cuenta con un título pontificio.
Como señaló el Papa Francisco, en la Virgen María “se realiza la plenitud de la respuesta humana a la llamada de Dios. Ella nos muestra el sentido profundo de nuestra existencia”. Reconocida desde el concilio de 381 como la Theotokos, o Madre de Dios, María es también la Madre de la Iglesia y nuestra madre. La verdadera devoción hacia ella está profundamente arraigada en la fe y el amor a Jesucristo. En Perú, un país mariano, esta devoción se manifiesta en múltiples advocaciones, como la Virgen de la Candelaria, la Virgen de Chapi, la Virgen de la Puerta, la Virgen del Carmen y la Virgen de la Merced, entre otras.
La Conferencia Episcopal Peruana defiende la libertad de expresión; sin embargo, consideramos que este derecho no es absoluto y tiene límites, especialmente cuando entra en conflicto con otros derechos, como la libertad religiosa y la fe del pueblo peruano. Estos límites son aún más significativos dado que la PUCP es una universidad católica y pontificia, comprometida a transmitir los valores cristianos y sujeta a las enseñanzas y el magisterio pontificio.
Hacemos un llamado a las autoridades de la PUCP, así como a su comunidad universitaria—profesores, alumnos y exalumnos— para que no participen ni auspicien esta obra teatral, que se aleja de los principios que guían la fe del pueblo católico al que pertenecen como comunidad universitaria católica con un título pontificio.
Finalmente, la Conferencia Episcopal solicita a las autoridades educativas y religiosas de la PUCP que tomen las medidas correctivas necesarias en este lamentable caso y que ofrezcan disculpas al pueblo peruano, que ama y venera a la Virgen María.
Recordemos que la devoción mariana es intrínseca a la fe en Cristo, quien es nuestro Bien Común.
Fuente: Revista CARETAS.
Lucía Giménez, Alicia Torancio y Beatriz Delgado, ex numerarias auxiliares del Opus Dei en Buenos Aires, Argentina. Las mujeres presentaron una denuncia contra el Opus Dei ante el Vaticano por presunta explotación laboral, abusos de poder y de conciencia. (Crédito: Natacha Pisarenko/AP)
Mujeres en Argentina denuncian explotación laboral
Por Débora Rey- National Catholic Reporter.
Lucía Giménez aún sufre dolores en las rodillas por los años que pasó fregando pisos en el baño de hombres de la residencia del Opus Dei en la capital argentina durante horas sin cobrar.
Giménez, que ahora tiene 56 años, se unió al grupo católico conservador de su natal Paraguay a los 14 años con la promesa de que recibiría una educación. Pero en lugar de matemáticas o historia, recibió formación en cocina, limpieza y otras tareas domésticas para trabajar en residencias del Opus Dei y hogares de ancianos.
Durante 18 años, lavó ropa, fregó baños y atendió las necesidades del grupo durante 12 horas al día, con descansos solo para comer y rezar. A pesar de su duro trabajo, dice: “Nunca vi dinero en mis manos”.
Giménez y otras 41 mujeres han presentado una denuncia contra el Opus Dei ante el Vaticano por presunta explotación laboral, así como abuso de poder y de conciencia. Las ciudadanas argentinas y paraguayas trabajaron para el movimiento en Argentina, Paraguay, Bolivia, Uruguay, Italia y Kazajistán entre 1974 y 2015.
El Opus Dei -Obra de Dios en latín- fue fundado por el sacerdote español Josemaría Escrivá en 1928 y cuenta con 90,000 miembros en 70 países. El grupo laico, que fue muy favorecido por san Juan Pablo II, quien canonizó a Escrivá en 2002, tiene un estatus único en la Iglesia y reporta directamente al Papa. La mayoría de los miembros son hombres y mujeres laicos con trabajos y familias seculares que se esfuerzan por “santificar la vida ordinaria”. Otros miembros son sacerdotes o laicos célibes.
La denuncia alega que las mujeres, a menudo menores de edad en ese momento, trabajaban en “condiciones manifiestamente ilegales” que incluían trabajar sin paga durante 12 horas o más sin descansos excepto para comer o rezar, sin estar registradas en el sistema de Seguridad Social y otras violaciones de sus derechos básicos.
Las mujeres exigen al Opus Dei una reparación económica y que éste reconozca los abusos y les pida perdón, así como el castigo a los responsables.
“Estaba harta del dolor en las rodillas, de arrodillarme para ducharme”, dijo Giménez a The Associated Press. “No te dan tiempo para pensar, para criticar y decir que no te gusta. Tienes que aguantar porque tienes que entregarte totalmente a Dios”.
En un comunicado a la AP, el Opus Dei dijo que no ha sido notificado de la denuncia al Vaticano, pero que ha estado en contacto con los representantes legales de las mujeres para “escuchar los problemas y encontrar una solución”.
Las mujeres denunciantes tienen algo en común: su origen humilde. Fueron reclutadas y separadas de sus familias entre los 12 y los 16 años. En algunos casos, como el de Giménez, fueron llevadas a centros del Opus Dei en otro país, burlando los controles migratorios.
Afirman que los sacerdotes y otros miembros del Opus Dei ejercían “coerción de conciencia” sobre las mujeres para presionarlas a servir y atemorizarlas con males espirituales si no cumplían la supuesta voluntad de Dios. También controlaban sus relaciones con el mundo exterior.
La mayoría de las mujeres pidieron marcharse porque las exigencias físicas y psicológicas se hicieron intolerables. Pero cuando finalmente lo hicieron, se quedaron sin dinero. Muchas también dijeron que necesitaban tratamiento psicológico después de dejar el Opus Dei.
Beatriz Delgado sostiene una fotografía de ella misma trabajando en la cocina de una casa del Opus Dei, en Buenos Aires, Argentina. (AP Photo/Victor R. Caivano)
“La jerarquía (del Opus Dei) está al tanto de estas prácticas”, dijo Sebastián Sal, el abogado de las mujeres. “Es una política interna del Opus Dei. La búsqueda de estas mujeres se hace de la misma manera en todo el mundo… Es algo institucional”.
La denuncia de las mujeres, presentada en septiembre ante la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe, señala también a decenas de sacerdotes afiliados al Opus Dei por su supuesta “intervención, participación y conocimiento en los hechos denunciados”.
Las acusaciones contenidas en la denuncia son similares a las formuladas por miembros de otra organización católica conservadora también apoyada por San Juan Pablo II, la Legión de Cristo. La Legión reclutaba a mujeres jóvenes para que se convirtieran en miembros consagrados de su rama laica, el Regnum Christi, para trabajar en escuelas y otros proyectos dirigidos por la Legión.
Estas mujeres denunciaron abusos espirituales y psicológicos, haber sido separadas de su familia y haberles dicho que su malestar era “voluntad de Dios” y que abandonar su vocación equivaldría a abandonar a Dios.
El papa Francisco ha estado tomando medidas enérgicas contra los movimientos religiosos del siglo XX después de que varias órdenes religiosas y grupos laicos fueran acusados de abusos sexuales y de otro tipo por sus líderes. Hasta ahora, el Opus Dei ha evitado gran parte de la reciente controversia, aunque ha habido casos de sacerdotes individuales acusados de mala conducta.
“No tenemos ninguna notificación oficial del Vaticano sobre la existencia de una denuncia de este tipo”, dijo a la AP Josefina Madariaga, directora de la oficina de prensa del Opus Dei en Argentina. Según ella, la abogada de las mujeres informó al grupo el año pasado de sus denuncias sobre la falta de aportes al sistema de seguridad social de Argentina.
“Si hay una experiencia traumática o que les ha dejado una herida, queremos escucharlos honestamente, entender qué pasó y a partir de ahí corregir lo que se tenga que corregir”, indicó.
Agregó que todas las personas que actualmente “trabajan en el lugar están remuneradas”, y agregó que unas 80 mujeres trabajan actualmente para el Opus Dei en Argentina.
Sin embargo, afirmó, “en los años 60, 70, 80, 90, la sociedad en su conjunto afrontaba estos temas de una manera más informal o familiar… El Opus Dei ha hecho los cambios y modificaciones necesarias para acompañar la ley vigente hoy”.
Beatriz Delgado, que trabajó en el Opus Dei durante 23 años en Argentina y Uruguay, dijo que le dijeron “que tenía que darle mi sueldo al director y que todos lo daban… Era parte de darle a Dios”.
“Te convencen con la vocación, con ‘Dios te llama, Dios te pide esto, no le puedes fallar a Dios’… Me engancharon con eso”, afirmó.
Hasta el momento, el Vaticano no se ha pronunciado sobre la denuncia y no está claro si lo hará. Un portavoz del Vaticano no respondió de inmediato a una solicitud de información.
Si no hay respuesta, los representantes legales de las mujeres dicen que iniciarán acciones penales por “trata de personas, reducción a servidumbre, control de conciencia y privación ilegítima de la libertad” contra el Opus Dei en Argentina y otros países en los que trabajaron las mujeres.
La ley argentina sanciona la trata de personas con penas de prisión de cuatro a quince años. El plazo de prescripción es de doce años desde que cesa el presunto delito.
“Dicen ‘vamos a ayudar a los pobres’, pero es mentira, no ayudan, se quedan (con el dinero) para ellos”, dijo Giménez. “Es muy importante lograr algo de justicia”.