Arquidiócesis de Ndola en Zambia

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Benjamin Phiri, ahora arzobispo de Ndola, en una entrega de Biblias a catequistas

Un ejemplo más de cómo crece la Iglesia africana

En el año 2000, la diócesis de Ndola, en Zambia, tenía unos 2 millones de habitantes, de los que un 37% eran católicos. Hoy tiene 3,2 millones de habitantes, más de la mitad son católicos. Han pasado de 75,000 fieles a 1.9 millones en un cuarto de siglo.
Al empezar el siglo, la diócesis contaba con 100 sacerdotes. Hoy cuenta con 187. Entones tenía algo menos de 200 religiosas, hoy tiene 340.
Ndola es la segunda mayor ciudad de Zambia, con casi 550,000 habitantes. El país fue colonia británica, habla inglés, tiene 20 millones de habitantes y el 45% vive en ciudades, por lo que es de los más urbanizados del continente. No tiene salida al mar.
Según la constitución de Zambia de 1996, el país es oficialmente una nación cristiana: un 20% de la población se calcula que es católica, y un 75% protestante de muchos tipos distintos.
A nivel eclesial Ndola es suficientemente madura y el Papa este 18 de julio ha decretado que pase a ser arquidiócesis y su obispo Benjamin Phiri pasa a ser arzobispo (nativo, canonista formado en la Urbaniana de Roma, tiene 65 años y está al frente de la diócesis desde 2020).
Ndola será la sede metropolitana (la arquidiócesis de referencia) para las diócesis adyacentes, Kakbwe (1.2 millones de habitantes, pero los católicos no son ni 200,000), y Solwezi (1.1 millones de habitantes, con unos 100,000 católicos). Estas diócesis son extensas (Solwezi es tan grande como Castilla y León y Galicia juntas) y rurales.
Las cifras apuntan a un futuro muy dinámico para las 3 diócesis: Ndola tiene 140 seminaristas y hace 5,500 bautizos al año; Kabwe, mucho menor, tiene 30 seminaristas y 4.200 bautizos al año; Solwezi tiene 40 seminaristas y 2,100 bautizos anuales.
Ndola es sólo un signo más de la vitalidad de la Iglesia en África, donde a inicios del siglo XX apenas había 2 millones de católicos y hoy hay ya unos 250 millones, casi el 18% de la población africana. Protase Rugambwa, arzobispo de Tabora, en Tanzania, declaraba recientemente que “está previsto que, para 2050, uno de cada tres católicos en el mundo sea africano“.
Hace un año, en agosto de 2023, el Papa creó la diócesis de Koumra en Chad, un país donde los católicos se han triplicado en 3 décadas.
Un mes antes, erigió la de Wote en Kenia (1 millón de habitantes, casi el 40% católicos) y antes tres en Nigeria (Wukari en 2022 y Aguleri y Katsina en 2023).

Cifras impresionantes de la Iglesia en África son porque «su centro es Dios, no el hombre»

A principios del siglo XX, los católicos africanos eran el 1% de los católicos del mundo. Hoy son el 16% y se espera que para 2050 constituyan ya el 32%.
En parte se explica por su natalidad: el 60% de la población africana tiene menos de 25 años. Pero también por su fe. Mientras en Occidente los seminarios se vacían, en África no dan abasto con las vocaciones. En 1960 había 2087 seminaristas, hoy se han multiplicado por más de diez.
Es así como África suma ya 236 millones de católicos, aunque, según explicó el sociólogo Rodney Stark, la cifra es mucho mayor que la ofrecida por compañía demoscópicas como Gallup. Lo atribuye a que el desbordamiento de fieles es de tal magnitud que los sacerdotes, sobrepasados con su trabajo pastoral, desatienden los archivos.
Iglesia que crece, Iglesia perseguida
Son cifras y análisis que provienen del dossier especial que ha consagrado el mensual católico italiano Il Timone en su número de abril. Donde se señala que lo paradójico (o lo natural, según se mire) es que esta Iglesia en franco crecimiento está siendo sometida a un ataque martirial inmisericorde, lo que no hace sino alimentar el “ardor de su fe“.
Seminaristas de la diócesis de Jos, en Nigeria. Más fe que en Europa, más vocaciones. Foto: The Pillar.
África ha sustituido a Oriente Medio como centro del terrorismo islámico. Ha habido una auténtica “avalancha yihadista“, sobre todo en el Sahel, donde se producen la mitad de sus víctimas. Los muertos se han multiplicado por 30 desde 2007 y ahora hay una veintena de países afectados, empezando a verse afectados también el Congo y Uganda.
Según el Global Terrorism Index, en 2023 las muertes por terrorismo en el mundo, más de ocho mil, crecieron un 22%, siendo Estado Islámico el principal responsable, con una quinta parte de los muertos, seguidos de Hamás y otros dos grupos islámicos. Toda una ofensiva cuya finalidad principal es imponer la sharia, y para ello el principal obstáculo es la población cristiana. Están empezando a golpear con seriedad en el Congo y en Uganda.
Es una Iglesia mártir. En Nigeria se cuentan un mínimo de 4000 cristianos asesinados en 2023, y sin embargo es el país del planeta donde los católicos van a misa en mayor porcentaje, un 94% inconcebible en Europa. Cuantas más amenazas reciben, más fe demuestran. A pesar de las matanzas de Boko Haram, en dicho país el padre Ejike Mbaka reúne cada jueves a 40.000 personas, en su mayoría jóvenes, que pasan toda la noche en Adoración al Santísimo.
Del mismo modo, en Burkina Faso, donde desde 2015 han sido asesinados 20,000 cristianos, “la fe ha crecido porque los católicos han aceptado que pueden morir“, según el obispo Justin Kientega de Ouahigouya.
Ofensiva globalista por la colonización ideológica
¿Y por qué esta religiosidad tan profunda y este coraje? Según el cardenal Wilfrid Fox Napier, arzobispo emérito de Durban (Sudáfrica), la colonización ideológica proveniente de las instituciones globalistas, que está siendo muy intensa en los ámbitos científico, económico, académico y social, aún no hace mella en el ámbito cultural y religioso, que reposa en buena medida sobre las viejas generaciones, más conservadoras.
El purpurado surafricano propone a Nigeria y Kenia, ambas donde la Iglesia ejerce un potente liderazgo y goza con un alto nivel de asistencia a la iglesia y de vida cristiana, como modelo para todo el continente. Otros países de África deben “seguir su ejemplo de dar testimonio abiertamente del poder del Evangelio y de la fe que lo inspira“.
Eso se traduce en un fenómeno “prometedor“, a saber, “jóvenes sacerdotes y religiosos africanos voluntarios para servir a la Iglesia en Europa y en Occidente”, cada vez más territorios de misión. Y “los misioneros más eficaces para enseñar y ser modelos de cómo vivir el Evangelio son aquellos para quienes la fe en Dios es fruto de una verdadera experiencia de la necesidad de Dios. ¡Creo que en África hay más personas así que en cualquier otro lugar!”, concluye Napier.
Dios, no el hombre, en el centro
Es lo que señala precisamente un sacerdote nigeriano, Bonifacio Duru, de la diócesis de Orlu (Imo, Nigeria), destinado en Italia que y por tanto conoce los dos mundos. Considera que “África tiene fuerza para hacer avanzar la Iglesia” ante una Europa cansada y con las vocaciones en proceso de extinción: “Si no hay vocaciones, ¿cómo puede avanzar la Iglesia? La Iglesia crece con las vocaciones, y en África las hay“.
¿Y por qué las hay? Porque los pueblos africanos siguen siendo muy religiosos, y “la raíz de la vida cristiana debe ser Dios, no el hombre”. Europa, sin embargo, “ha puesto al hombre en el centro, más que a Dios”. Entonces el hombre se cree tan libre “que cree que puede hacer todo lo que quiera”.
En África no es así, remata Duro: “En África, Dios está en el centro de la vida, de la cotidianidad, de todo… El hombre que se cree libre considera el comportamiento religioso como algo primitivo, como una limitación de su libertad. Debemos volver a poner a Dios en su lugar, en el centro”.
Fuente: www.religionenlibertad.com

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