Betto: teólogo caviar

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No me defienda así Fray Betto’, tal vez podría decir el Papa

Los micrófonos de Radio Vaticano se abrieron a la voz del polémico dominico Carlos Alberto Libânio Christo, más conocido como Fray Betto, uno de los antiguos exponentes de la teología de la liberación, quien participó de la audiencia general del 23 de agosto pasado y fue a comentar los 10 años de pontificado de Francisco, para decir que el actual Papa “está rescatando los orígenes evangélicos del cristianismo”, acusando así de forma implícita a los Papas anteriores de tergiversar el legado de Jesucristo.
Después de insistir que “la Iglesia fue muy contaminada por males y vicios que la apartaron de las raíces evangélicas”, el sacerdote expresa que uno de esos males es la consideración de que “el clero es un intermediario entre el fiel y Dios”, negando así la mediación sacerdotal, inclusive la de los sacerdotes del Antiguo Testamento.
Negó en los micrófonos de Radio Vaticano Fray Betto que “el clero posee poderes que el fiel no posee”, algo que fundamentó diciendo que “la Constitución Lumen Gentium del [Concilio] Vaticano II habla del sacerdocio universal del Pueblo de Dios. Entonces, es preciso acabar… el clero es importante pero como servidor de los fieles, y no como autoridad o poder que se impone a los fieles”. Es decir, borró de un plumazo, o mejor de un solo lance, dos mil años de sacerdocio ministerial.
Por lo demás, la consideración de ‘Pueblo sacerdotal’ no es originaria del Vaticano II, sino que ya San Pedro afirmaba que la redención, a los que creen en Cristo, los había transformado en “un linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa” (1 P 2, 9-10), como la propia Lumen Gentium cita. Pero lo que no parece haber leído Fray Betto es que esa misma constitución dogmática recuerda que “el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico” son “diferentes esencialmente y no solo en grado” y que el sacerdocio ministerial sí goza de una “potestad sagrada” con la cual “dirige el pueblo sacerdotal, [y] confecciona el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo”. Sin embargo ya no sorprende el estilo de la progresía radical, que de los documentos magisteriales lee lo que quiere, interpreta como quiere, y esconde cuanto quiere, para producir esa ‘hermenéutica de ruptura’ con la tradición de la Iglesia.
Hermenéutica de ruptura también refrendada por fray Betto cuando se queja y critica en los micrófonos de la Radio del Papa la mentalidad de esa “buena parte del clero, incluyendo obispos de América Latina, [que] es de la cosecha de dos pontificados conservadores, de Juan Pablo II y Benedicto XVI”, mentalidad que les impediría “abrazar la propuesta [evangélica] de Francisco”.
Vaca ladrona no olvida portillo” dice el refrán español, y así Fray Betto, quien –a pesar de todas las condenas vaticanas contra la instrumentalización política de la religión que hizo y hace la teología de la liberación– insiste en que “el Reino [de Dios] es un proyecto yo diría hasta político para este mundo” y que Jesús fue condenado por oponerse al imperio Romano, reafirmando su visión de Jesucristo como la de un revolucionario al estilo Che Guevara. En la expresión del sacerdote, Francisco también estaría siendo objeto del “odio” por parte de las “clases dominantes” por hacer “una opción clara y evidente por los pobres”.
No me defienda así, Fray Betto’, tal vez podría decirle el Papa Francisco.

Fuente: Gaudiumpress.org

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