LA HISTORIA DE CÓMO FRANCISCO SAGASTI, PRESIDENTE DE PERÚ, SE NACIONALIZÓ COSTARRICENSE
Francisco Sagasti tiene nacionalidad costarricense
Según el archivo de La Nación, para el 24 de diciembre de 1996, a solo días de ser liberado de su secuestro en la Residencia del Embajador de Japón, el peruano ingresó por las puertas del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, en San José, para realizar el tan anhelado reencuentro con su familia.
En aquel lugar, su esposa, su hija y su suegra, la periodista Lidiette Brenes (quien laboró en La Nación hasta jubilarse), lo esperaban con los brazos abiertos.
Francisco Sagasti en su llegada al aeropuerto internacional Juan Santamaría en diciembre de 1996, luego de vivir un secuestro en Perú en la embajada de Japón. Foto La Nación.
La fotografía captada en el momento justo del reencuentro muestra la felicidad de la pareja, mientras que la niña abre sus brazos y en medio de una sonrisa se inclina hacia su padre.
‘La propuesta’ de Sagasti
Por Martha Meier Miró Quesada- Diario EXPRESO.
El coleccionista de autógrafos de terroristas y ciudadano costarricense Francisco Sagasti y su partido Morado proponen un nuevo golpe de masas. Esta vez cambiará el método, ya no será como el usado para forzar la renuncia del encargado de la presidencia Manuel Merino de Lama -con la ayuda de desubicados empresarios ‘de pie’- y que usó para sentarse él en el sillón presidencial por algunos meses.
Esta vez los morados no llamarán a desbordar las calles ni se contratará a prontuariados, como los tristemente fallecidos Inti y Bryan, sino que recolectan firmas para adelantar las elecciones generales. Un golpe en todo el sentido de la palabra habida cuenta de que la figura del ‘adelanto’ no existe en nuestro ordenamiento constitucional.
Las únicas salidas contempladas en nuestra Constitución para la salida del gobernante son la vacancia por incapacidad moral permanente y la inhabilitación por acusación constitucional. Así que la propuesta de Sagasti es, por donde se le mire, inconstitucional.
Vale recordar algunas perlas de su gestión como encargado de la presidencia y preguntarse si todo aquello no fue una forma de contribuir al avance electoral de Pedro Castillo. Con Sagasti tuvimos: una masiva activación de conflictos sociales como el paro agrario acatado en Ica, Piura, La Libertad y Apurímac, dejando cinco muertos, entre ellos un menor de 16 años. Coincidentemente se desarrollaron fuertes protestas antimineras en Junín. Y eso que bautizó a su gobierno “de transición y emergencia”, pero no fue ni lo uno ni lo otro. Una vez más, el alumno del Instituto Tavistock y experto en manipulación de masas nos quiere vender aceite de culebra.
Fue este hombre que ahora se pinta como portador de la solución a la debacle generada por Pedro Castillo quien llamó a Mario Vargas Llosa para que no hablase de fraude; fue él quien se encargó de que Martín Vizcarra quedase impune pese al ‘vacuna gate’, a su pésima gestión de la pandemia que desembocó en la muerte de más de 200 mil compatriotas y a una crisis económica monumental. Fue este barbudo el que abrazó rápidamente a Castillo dándole el espaldarazo como nuevo presidente del Perú, pese a los indicios de fraude o cuando menos de escasísima transparencia de los entes electorales. Y recuérdenlo siempre, Sagasti fue el hombre que endeudó al Perú por los próximos cien años; sí por un siglo. En el portal Lima Gris se lee una pregunta que hasta ahora nadie ha contestado: “¿En qué se destinarán los 30 mil millones durante lo que le queda de gestión a Francisco Sagasti? ¿Para qué quiere más dinero si él en ocho meses dejará el gobierno?”.
Este hombre manosea el sistema republicano, intenta que colapsen las agónicas instituciones democráticas. No le faltó razón al periodista Hugo Guerra cuando en su momento sostuvo que “Sagasti no solo es inepto para la Presidencia y cómplice de la corrupción sino parte de una corriente izquierdista internacional”.
Urraco parlanchín