Ruta de la seda

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Caravana de Marco Polo en la Ruta de la Seda, 1380.

Historias de la ruta de la seda, la red comercial que conectó tres continentes

El traslado de la materia prima, los capullos de seda, y su llegada a Occidente estuvo marcada por historias que ya son leyenda

Por César Alcalá– www.eldebate.com
Esta ruta se conoció con este nombre en 1877 cuando el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen publicó el libro Viejos y nuevos enfoques de la Ruta de la Seda. El título reflejaba el material más prestigioso que se transportaba a lo largo de esta ruta, la cual surgió en el siglo II a.C. La razón es que los chinos eran los únicos que conocían el secreto de la elaboración de la seda, tejido del que la aristocracia romana era una gran consumidora. Conectó China con Mongolia, pasando por Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa. Esta ruta vio florecer ciudades como Valencia, Venecia, Estambul, Isfahán, Yazd, Merv, Bukura, Samarkanda, Kasgar, Xi’an, entre otras. Mapa de la Ruta de la Seda
La historia de la seda tiene más de 5,000 años. En una excavación realizada en un yacimiento neolítico de Qian Shan Yang, se descubrió un bulto con trozos de seda: hilos, cinturones y tejidos. Esas telas estaban hechas con gusanos reproductores. Desde hace más de 2,750 años en China ya se criaban gusanos para obtener la materia prima. Hay constancia de que ya hubo una explotación en Occidente en los siglos VI y V a.C., pero no se conserva documentación que sepa a dónde se dirigía ni cómo se transportaba.
Entre los años 770-476 a.C. se establecieron relaciones entre los reinos de Jin y Qin con poblaciones cercanas al río Amarillo. Con toda probabilidad, por aquel entonces, comenzó a llegar a Occidente un comercio primitivo. No era una ruta en sí misma, sino tribus nómadas que se encargaban de esos primeros viajes.
China empezó a ser conocida como el País de la Seda
En Altai (república fronteriza con Mongolia, China y Kazajistán) se descubrió una tumba funeraria del siglo V a.C. Se descubrieron una gran cantidad de piezas de seda. Había un tapiz de silla de montar adornado con un fénix bordado. También se han descubierto tejidos de seda e hilos cosidos en tumbas de los siglos VI y V d.C. en Grecia, Alemania y Luxemburgo. Esto ha llevado a suponer que la primera ruta de la seda comenzó en el gran meandro de Huanghe (Río Amarillo), llegando al borde de los Alpes, pasando por el este y el norte de Altai y luego por las estepas de Kazajstán, el sur de Rusia y la costa norte del Mar Negro, llegando a los territorios dominados por griegos y etruscos.
Un motivo de león en seda policromada sogdiana, siglo VIII, muy probablemente de Bukhara. Yann Forget.
Este tejido se hizo tan famoso en aquella época que el lugar de donde procedía no se conocía como Catay o China, sino como el País de la Seda. A principios del siglo II a.C. el Emperador Wu (Dinastía Han) y su general Zhang Qian iniciaron lo que hoy conocemos como Ruta de la Seda. El Emperador envió a Qian como embajador a los países occidentales. Estamos hablando de 139 a.C. Diez años más tarde llegó al norte de Afganistán, abriendo por primera vez una ruta entre el interior de China y Asia central.
Posteriormente, la dinastía Han amplió la ruta primitiva. Crearon una gran ruta llena de estaciones de correos en los bordes norte y sur del desierto de Taklamakan. Con esto pudieron ir más allá de la cordillera del Pamir. Gracias a esto, se abrió una doble ruta comercial. La seda llegaba sin dificultad a Occidente, mientras que China importaba productos de Asia Central.
Si en un principio la ruta estuvo custodiada por las misiones diplomáticas de China y Asia Central, con el paso del tiempo la ruta quedó en manos de los mercaderes de la Sogdiana de la antigua Samarkanda y Bukhara de Kushán, India y de los reinos de pasto, ahora Irán. Esos comerciantes eran conocidos como «hu», esto es, extranjeros. Organizaban grandes caravanas de camellos cargados de perfumes, joyas y cristalería. Llegaban a Chang’an y Luoyang. Una vez ahí cargaban y volvían a vender esos productos a Occidente. El viaje, de ida y vuelta, duraba entre un año y dos. Aunque el viaje no era fácil, la recompensa monetaria sí. Tanto a los romanos, como más tarde a los bizantinos, esos tejidos les enloquecía. Los comerciantes obtuvieron suculentas fortunas, que premiaron el esfuerzo.
La ruta no solo servía para transportar la seda confeccionada, sino para transmitir las técnicas de fabricación; la materia prima, los capullos de seda, y su llegada a Occidente estuvo marcada por historias que ya son leyenda. La sericicultura fue una técnica que se extendió más allá de Huang he (Río Amarillo). Esta producción y expansión en la cría y elaboración de la seda hizo que este material ya fuera conocido, en el siglo VI d.C., en Asia Central y Persia.
El final de la Ruta de la Seda llegó en el siglo XV. Tres son las principales causas de su desaparición: en primer lugar, gracias al descubrimiento de nuevas rutas marítimas y al progreso de la navegación, las relaciones entre China y Europa ya no necesitaban un viaje tan doloroso y arriesgado a través de un continente inmenso.
En segundo, tras la muerte de Tamerlán –el último de los grandes conquistadores nómadas de Asia Central– en el 1405, la interminable inestabilidad política, los desastres económicos y el lento declive cultural de Asia Central impidieron que esa región desempeñara su papel de intermediaria entre Oriente y Occidente.
Y por último, como consecuencia de una decisión política tomada en el 1424 por el gobierno Ming, bajo el reinado del Emperador Yongle, China cerró sus fronteras del noroeste. Con ello, la Ruta de la Seda fue retirada del escenario de la historia tras más de 1,500 años de transmisión de productos comerciales y culturales.

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